1. Acabadas estas cosas.
Debe haber transcurrido mucho tiempo desde la llegada de Esdras a Jerusalén. Había llegado a la ciudad el primer día del 5.º mes (cap. 7: 9), descansó 3 días (cap. 8: 32) y el día 4 del mismo mes entregó los tesoros a las autoridades del templo. Fue sólo el día 17 del 9.º mes cuando se encaró la situación de los matrimonios mixtos (cap. 10: 8, 9). No podemos suponer que Esdras tardara mucho en actuar después de haberse enterado del problema.
Los príncipes.
Es notable que la queja por una transgresión de índole religiosa proviniera de las autoridades seculares de la ciudad, y no de las autoridades eclesiásticas. El motivo de esta insólita situación quizá fuera porque los dignatarios religiosos de la nación no sólo permitían la practica sino que la seguían ellos mismos (vers. 2). Puesto que los parientes cercanos de Jesúa, el anterior sacerdote, se habían casado con mujeres extranjeras, no es extraño que el movimiento de reforma en este asunto no se originara con los sacerdotes. Como los mismos dirigentes religiosos estaban implicados, era comprensible que los subalternos guardaran silencio. Sin embargo, por la providencia de Dios, sucede muchas veces que cuando se corrompe el ministerio, los laicos toman la iniciativa para lograr una reforma religiosa.
Conforme a sus abominaciones.
En la queja no se afirmaba que los judíos hubiesen adoptado las prácticas idolátricas de los paganos circunvecinos, sino que se estaban relacionando con esos vecinos paganos. Sin duda las esposas extranjeras de esos judíos apóstatas habían introducido ritos idolátricos en sus hogares.
Los cananeos.
El que se mencione a ocho naciones antiguas con las cuales se habían mezclado los judíos no significa necesariamente que en realidad se hubieran tomado esposas de cada uno de los ocho grupos enumerados. Es posible que los hetcos, ferezeos, jebuseos y amorreos ni aun existieran ya como grupos étnicos diferenciados. Los príncipes tenían en cuenta las prohibiciones del Pentateuco, tales como la de Deut. 7: 1-4. donde se enumeran esas naciones, e indicaron a Esdras que esas prohibiciones habían sido violadas.
2. El linaje santo.
Cf. Isa. 6: 13. Aunque el pueblo de Israel pudiera haberse contaminado por la transgresión, seguía siendo pueblo de Dios por el anuncio profético y por la gracia divina, puesto que el tiempo de su rechazo no había llegado. Los judíos estaban destinados a ser "un reino de sacerdotes, y gente santa" (Exo. 19: 6), " "apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra" " (Exo. 33: 16), un "pueblo único" , perteneciente a Dios (ver com. 1 Ped. 2: 9).
Ha sido la primera.
Los dirigentes eran los principales transgresores (cap. 10: 18). Una apostasía similar, o aún más seria, aconteció entre los dirigentes en tiempos de Nehemías (Neh. 6: 17, 18; 13: 4, 28).
3. Rasgué mi vestido.
En el cercano Oriente, rasgar los vestidos era una forma común de expresión de pesar (ver Gén . 37: 29, 34; 1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 1: 2; 2 Rey. 18: 37; Job 1: 20; 2: 11, 12; Mat. 26: 65). Es probable que en Babilonia, de donde había llegado Esdras, todavía no se hubiera difundido entre los judíos la práctica de casarse con los paganos. Por eso Esdras quedó impresionado por los alcances del pecado entre los repatriados. Expresó sus sentimientos en típica forma oriental rasgándose primero el vestido y el manto, luego arrancándose, el cabello y la barba, para finalmente sentarse, atónito, en silencio e inmóvil hasta la hora del sacrificio vespertino. Tal manifestación del horror y estupefacción de parte de su jefe espiritual tenía el propósito calculado de impresionar a la gente.
Arranqué pelo.
No se encuentra otra mención de esta práctica en la Biblia, aunque aparece en los libros apócrifos (Est. 14: 2; etc.).
Angustiado en extremo.
La misma palabra se traduce "atónito" " en Dan. 4: 19 y "espantado" en Dan. 8: 27.
4. Los que tenían.
No tanto los piadosos (ver Isa. 66: 2) sino los que se habían alarmado por la transgresión de las órdenes de Dios (Esd. 10: 3) y por las amenazas de la ley contra los transgresores (Deut. 7: 4).
Sacrificio de la tarde.
Como en el Cercano Oriente se emplea la mañana para atender las ocupaciones, podemos suponer que los príncipes habían venido a Esdras a una hora temprana, sin duda antes del mediodía. El sacrificio de la tarde se ofrecía aproximadamente a las 3 de la tarde (ver Josefo, Antigüedades xiv. 4. 3; ver también com. Exo. 12: 6).
5. Me levanté.
La hora del sacrificio era también el momento destinado para la oración, sobre todo para una oración en la cual lo más importante era una confesión de pecados, o cuando la oración concernía a la nación en general. Quizá Esdras pensó que sería más apropiado pedir perdón en el momento cuando se ofrecía el sacrificio que representaba la confesión y el perdón.
Rasgado mi vestido.
Cuando por segunda vez se rasgó los vestidos, no sólo indicó de nuevo la terrible profundidad de la angustia que lo sobrecogía, sino que su acción sirvió para impresionar con la gravedad de la situación a los que se habían juntado con él (vers. 4), y para inducirles al arrepentimiento.
6. Avergonzado estoy.
Jeremías se había quejado de que en sus días los que cometían abominaciones no se avergonzaban, ni tenían vergüenza (Jer. 6: 15; 8: 12). Quizá recordando estas palabras, Esdras en su oración asegura a Dios que está hondamente conmovido y avergonzado por los pecados de su pueblo.
8. Un lugar seguro.
El Heb. dice "clavo". Algunos (entre ellos Lutero y Keil) han pensado que éste sería un clavo fijado en la pared (ver Isa. 22: 23-25), del cual se podrían colgar utensilios. Implicaría que el pueblo de Dios tenía una posición firme, un apoyo seguro. Otros piensan que se trata de la estaca de una tienda y que simboliza una morada segura. En todo caso, la idea es la de permanencia, seguridad y apoyo.
9. Los reyes de Persia.
Al paso que deploraba la condición espiritual del pueblo, Esdras estaba agradecido por los privilegios concedidos por los reyes persas. Hasta ese momento casi todos los monarcas habían favorecido a los judíos. Ciro había concedido el primer permiso para retornar y construir el templo (Esd. 1). Cambises había favorecido a los judíos de Egipto, como puede saberse por los papiros elefantinos. Darío I había renovado el decreto de Ciro (Esd. 6). Jerjes había concedido privilegios sin antecedentes a los judíos en todo el imperio (Est. 8-10), y Artajerjes I acababa de hacer nuevas y abarcantes concesiones (Esd. 7). Sólo el falso Esmerdis había sido una excepción al coartar activamente la obra de los judíos durante su reinado de pocos meses.
Levantar la casa.
Ver com. caps. 6: 14; 7: 27.
Para darnos protección.
"Un valladar seguro" " (BJ). Puesto que la palabra hebrea empleada aquí se traduce a veces como "muro", algunos han usado este pasaje para señalar que cuando Esdras llegó a Judea, ya el muro estaba terminado. Ver la Nota Adicional del cap. 7. Pero más bien esto se refiere, en forma figurada, a un muro de protección (ver Zac. 2: 5), o quizá al permiso que se había concedido para construir el muro. Esdras que había sido investido de autoridad para construir el muro, bien podía decir: "Dios ... inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para ... darnos protección en Judá y en Jerusalén".
11. La tierra.
Esta cita de "los profetas" no aparece en ningún otro pasaje del AT. Debe ser, pues, de un autor inspirado -cuya obra no fue incluida en el canon- o una cita que no es textual que presenta la síntesis de la enseñanza de los profetas respecto de este tema. La primera parte de la cita se refiere a la época de Mosiés (ver Deut. 7: 1-3). El autor del libro de Reyes se refiere de un modo similar a "los profetas" (2 Rey. 17: 23; 21: 10; 24: 2). El propósito de tales referencias es destacar que las verdades contenidas en ellas se mencionan con frecuencia (ver com. Mat. 2: 23).
Es verdad que fuera de Deut. 7: 1-3, no aparece en la Biblia ninguna prohibición específica de uniones matrimoniales con los cananeos, aunque por lo que se dice en Juec. 3: 6 (en la Biblia el libro de Jueces está entre los "profetas anteriores", ver el t. I, págs. 40, 4 1), se ve que se censuraba esos matrimonios porque inducían a los israelitas a la idolatría. Además, en las descripciones proféticas de las abominaciones de Israel con los diversos baales, y en la condenación general de la apostasía, se incluye implícitamente la transgresión de esta prohibición. Sin duda, todo esto justifica la afirmación general de que Dios había prohibido que los israelitas contrajeran tales matrimonios. Por lo tanto, es evidente que estas palabras de Esdras no apoyan el argumento de los críticos eruditos en el sentido de que fueron varios autores "profetas" los que escribieron el libro de Deuteronomio.
Inmundicia.
No literal y corporal sino figurada. Se refiere a la inmundicia moral y religiosa de las naciones de Canaán. Con referencia a la religión cananea, ver el t. II, págs. 40-43.
12. No daréis vuestras hijas.
Esta prohibición se parece mucho a Deut. 7: 3. La añadidura "ni procuréis, jamás su paz" , etc. es una cita casi textual de Deut. 23: 6, donde se refiere a los amoritas y moabitas. Para que seáis fuertes" recuerda a Deut. 11: 8, y la promesa "comáis del bien de la tierra" se asemeja a Isa.11: 19. Las palabras "y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre" resumen la idea de varios textos bíblicos (Deut. 11: 9; Prov. 10: 27; Eze. 37: 25).
14. Infringir tus mandamientos.
Esdras considera que el pecado en el cual ha encontrado caído a su pueblo ha " "crecido hasta el cielo" (vers. 6). Su pecado equivalía a haber abandonado por completo los mandamientos de Dios, y en esa condición no podían estar en presencia de Dios (ver. 15). La confesión pública de Esdras (cf. Dan. 9: 5-16) se basa en parte en la naturaleza misma del pecado, y en parte en el hecho de que revelaba una vil ingratitud del pueblo al apartarse tan pronto de Dios después que él les había perdonado los pecados que habían ocasionado su cautiverio y los habían colmado de favores a su regreso a Palestina. A los ojos de Esdras, era imperdonable que cayeran otra vez en la misma transgresión, y el castigo debería ser nada menos que la destrucción total de nación.
Debe haber transcurrido mucho tiempo desde la llegada de Esdras a Jerusalén. Había llegado a la ciudad el primer día del 5.º mes (cap. 7: 9), descansó 3 días (cap. 8: 32) y el día 4 del mismo mes entregó los tesoros a las autoridades del templo. Fue sólo el día 17 del 9.º mes cuando se encaró la situación de los matrimonios mixtos (cap. 10: 8, 9). No podemos suponer que Esdras tardara mucho en actuar después de haberse enterado del problema.
Los príncipes.
Es notable que la queja por una transgresión de índole religiosa proviniera de las autoridades seculares de la ciudad, y no de las autoridades eclesiásticas. El motivo de esta insólita situación quizá fuera porque los dignatarios religiosos de la nación no sólo permitían la practica sino que la seguían ellos mismos (vers. 2). Puesto que los parientes cercanos de Jesúa, el anterior sacerdote, se habían casado con mujeres extranjeras, no es extraño que el movimiento de reforma en este asunto no se originara con los sacerdotes. Como los mismos dirigentes religiosos estaban implicados, era comprensible que los subalternos guardaran silencio. Sin embargo, por la providencia de Dios, sucede muchas veces que cuando se corrompe el ministerio, los laicos toman la iniciativa para lograr una reforma religiosa.
Conforme a sus abominaciones.
En la queja no se afirmaba que los judíos hubiesen adoptado las prácticas idolátricas de los paganos circunvecinos, sino que se estaban relacionando con esos vecinos paganos. Sin duda las esposas extranjeras de esos judíos apóstatas habían introducido ritos idolátricos en sus hogares.
Los cananeos.
El que se mencione a ocho naciones antiguas con las cuales se habían mezclado los judíos no significa necesariamente que en realidad se hubieran tomado esposas de cada uno de los ocho grupos enumerados. Es posible que los hetcos, ferezeos, jebuseos y amorreos ni aun existieran ya como grupos étnicos diferenciados. Los príncipes tenían en cuenta las prohibiciones del Pentateuco, tales como la de Deut. 7: 1-4. donde se enumeran esas naciones, e indicaron a Esdras que esas prohibiciones habían sido violadas.
2. El linaje santo.
Cf. Isa. 6: 13. Aunque el pueblo de Israel pudiera haberse contaminado por la transgresión, seguía siendo pueblo de Dios por el anuncio profético y por la gracia divina, puesto que el tiempo de su rechazo no había llegado. Los judíos estaban destinados a ser "un reino de sacerdotes, y gente santa" (Exo. 19: 6), " "apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra" " (Exo. 33: 16), un "pueblo único" , perteneciente a Dios (ver com. 1 Ped. 2: 9).
Ha sido la primera.
Los dirigentes eran los principales transgresores (cap. 10: 18). Una apostasía similar, o aún más seria, aconteció entre los dirigentes en tiempos de Nehemías (Neh. 6: 17, 18; 13: 4, 28).
3. Rasgué mi vestido.
En el cercano Oriente, rasgar los vestidos era una forma común de expresión de pesar (ver Gén . 37: 29, 34; 1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 1: 2; 2 Rey. 18: 37; Job 1: 20; 2: 11, 12; Mat. 26: 65). Es probable que en Babilonia, de donde había llegado Esdras, todavía no se hubiera difundido entre los judíos la práctica de casarse con los paganos. Por eso Esdras quedó impresionado por los alcances del pecado entre los repatriados. Expresó sus sentimientos en típica forma oriental rasgándose primero el vestido y el manto, luego arrancándose, el cabello y la barba, para finalmente sentarse, atónito, en silencio e inmóvil hasta la hora del sacrificio vespertino. Tal manifestación del horror y estupefacción de parte de su jefe espiritual tenía el propósito calculado de impresionar a la gente.
Arranqué pelo.
No se encuentra otra mención de esta práctica en la Biblia, aunque aparece en los libros apócrifos (Est. 14: 2; etc.).
Angustiado en extremo.
La misma palabra se traduce "atónito" " en Dan. 4: 19 y "espantado" en Dan. 8: 27.
4. Los que tenían.
No tanto los piadosos (ver Isa. 66: 2) sino los que se habían alarmado por la transgresión de las órdenes de Dios (Esd. 10: 3) y por las amenazas de la ley contra los transgresores (Deut. 7: 4).
Sacrificio de la tarde.
Como en el Cercano Oriente se emplea la mañana para atender las ocupaciones, podemos suponer que los príncipes habían venido a Esdras a una hora temprana, sin duda antes del mediodía. El sacrificio de la tarde se ofrecía aproximadamente a las 3 de la tarde (ver Josefo, Antigüedades xiv. 4. 3; ver también com. Exo. 12: 6).
5. Me levanté.
La hora del sacrificio era también el momento destinado para la oración, sobre todo para una oración en la cual lo más importante era una confesión de pecados, o cuando la oración concernía a la nación en general. Quizá Esdras pensó que sería más apropiado pedir perdón en el momento cuando se ofrecía el sacrificio que representaba la confesión y el perdón.
Rasgado mi vestido.
Cuando por segunda vez se rasgó los vestidos, no sólo indicó de nuevo la terrible profundidad de la angustia que lo sobrecogía, sino que su acción sirvió para impresionar con la gravedad de la situación a los que se habían juntado con él (vers. 4), y para inducirles al arrepentimiento.
6. Avergonzado estoy.
Jeremías se había quejado de que en sus días los que cometían abominaciones no se avergonzaban, ni tenían vergüenza (Jer. 6: 15; 8: 12). Quizá recordando estas palabras, Esdras en su oración asegura a Dios que está hondamente conmovido y avergonzado por los pecados de su pueblo.
8. Un lugar seguro.
El Heb. dice "clavo". Algunos (entre ellos Lutero y Keil) han pensado que éste sería un clavo fijado en la pared (ver Isa. 22: 23-25), del cual se podrían colgar utensilios. Implicaría que el pueblo de Dios tenía una posición firme, un apoyo seguro. Otros piensan que se trata de la estaca de una tienda y que simboliza una morada segura. En todo caso, la idea es la de permanencia, seguridad y apoyo.
9. Los reyes de Persia.
Al paso que deploraba la condición espiritual del pueblo, Esdras estaba agradecido por los privilegios concedidos por los reyes persas. Hasta ese momento casi todos los monarcas habían favorecido a los judíos. Ciro había concedido el primer permiso para retornar y construir el templo (Esd. 1). Cambises había favorecido a los judíos de Egipto, como puede saberse por los papiros elefantinos. Darío I había renovado el decreto de Ciro (Esd. 6). Jerjes había concedido privilegios sin antecedentes a los judíos en todo el imperio (Est. 8-10), y Artajerjes I acababa de hacer nuevas y abarcantes concesiones (Esd. 7). Sólo el falso Esmerdis había sido una excepción al coartar activamente la obra de los judíos durante su reinado de pocos meses.
Levantar la casa.
Ver com. caps. 6: 14; 7: 27.
Para darnos protección.
"Un valladar seguro" " (BJ). Puesto que la palabra hebrea empleada aquí se traduce a veces como "muro", algunos han usado este pasaje para señalar que cuando Esdras llegó a Judea, ya el muro estaba terminado. Ver la Nota Adicional del cap. 7. Pero más bien esto se refiere, en forma figurada, a un muro de protección (ver Zac. 2: 5), o quizá al permiso que se había concedido para construir el muro. Esdras que había sido investido de autoridad para construir el muro, bien podía decir: "Dios ... inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para ... darnos protección en Judá y en Jerusalén".
11. La tierra.
Esta cita de "los profetas" no aparece en ningún otro pasaje del AT. Debe ser, pues, de un autor inspirado -cuya obra no fue incluida en el canon- o una cita que no es textual que presenta la síntesis de la enseñanza de los profetas respecto de este tema. La primera parte de la cita se refiere a la época de Mosiés (ver Deut. 7: 1-3). El autor del libro de Reyes se refiere de un modo similar a "los profetas" (2 Rey. 17: 23; 21: 10; 24: 2). El propósito de tales referencias es destacar que las verdades contenidas en ellas se mencionan con frecuencia (ver com. Mat. 2: 23).
Es verdad que fuera de Deut. 7: 1-3, no aparece en la Biblia ninguna prohibición específica de uniones matrimoniales con los cananeos, aunque por lo que se dice en Juec. 3: 6 (en la Biblia el libro de Jueces está entre los "profetas anteriores", ver el t. I, págs. 40, 4 1), se ve que se censuraba esos matrimonios porque inducían a los israelitas a la idolatría. Además, en las descripciones proféticas de las abominaciones de Israel con los diversos baales, y en la condenación general de la apostasía, se incluye implícitamente la transgresión de esta prohibición. Sin duda, todo esto justifica la afirmación general de que Dios había prohibido que los israelitas contrajeran tales matrimonios. Por lo tanto, es evidente que estas palabras de Esdras no apoyan el argumento de los críticos eruditos en el sentido de que fueron varios autores "profetas" los que escribieron el libro de Deuteronomio.
Inmundicia.
No literal y corporal sino figurada. Se refiere a la inmundicia moral y religiosa de las naciones de Canaán. Con referencia a la religión cananea, ver el t. II, págs. 40-43.
12. No daréis vuestras hijas.
Esta prohibición se parece mucho a Deut. 7: 3. La añadidura "ni procuréis, jamás su paz" , etc. es una cita casi textual de Deut. 23: 6, donde se refiere a los amoritas y moabitas. Para que seáis fuertes" recuerda a Deut. 11: 8, y la promesa "comáis del bien de la tierra" se asemeja a Isa.11: 19. Las palabras "y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre" resumen la idea de varios textos bíblicos (Deut. 11: 9; Prov. 10: 27; Eze. 37: 25).
14. Infringir tus mandamientos.
Esdras considera que el pecado en el cual ha encontrado caído a su pueblo ha " "crecido hasta el cielo" (vers. 6). Su pecado equivalía a haber abandonado por completo los mandamientos de Dios, y en esa condición no podían estar en presencia de Dios (ver. 15). La confesión pública de Esdras (cf. Dan. 9: 5-16) se basa en parte en la naturaleza misma del pecado, y en parte en el hecho de que revelaba una vil ingratitud del pueblo al apartarse tan pronto de Dios después que él les había perdonado los pecados que habían ocasionado su cautiverio y los habían colmado de favores a su regreso a Palestina. A los ojos de Esdras, era imperdonable que cayeran otra vez en la misma transgresión, y el castigo debería ser nada menos que la destrucción total de nación.
15. Tú eres justo.
Esdras reconoció la santidad de Dios al exigir a su pueblo que cumpliese con las disposiciones de su ley. En contraste con la justicia de Dios, la pecaminosidad de Israel resalta en toda su perversidad.
CBA T3
Esdras reconoció la santidad de Dios al exigir a su pueblo que cumpliese con las disposiciones de su ley. En contraste con la justicia de Dios, la pecaminosidad de Israel resalta en toda su perversidad.
CBA T3
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