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CBA - Segundo Libro de Crónicas Capítulo 30


CBA Segundo Libro de Crónicas Capítulo 30

1. Por todo Israel y Judá.

Esto muestra la preocupación de Ezequías no sólo por Judá sino también por Israel. Habiendo restaurado el culto del templo, envió cartas por todo el territorio de Israel para invitar al pueblo a la celebración de la pascua.

A Efraín y a Manasés.

Estas eran las tribus principales del territorio del reino del norte que todavía no habían sido llevadas en cautiverio. Las tribus del este del Jordán y las del norte ya habían sufrido antes una deportación (2 Rey. 15: 29; 1 Cron. 5: 26).

2. El mes segundo.

La obra de limpiar y santificar el templo no se completó hasta el día 16 del primer mes (cap. 29: 17), y por regla general la celebración de la pascua comenzaba el día 14 del primer mes (Exo. 12: 2, 6; Lev. 23: 5). Pero en casos de emergencia la ley permitía que se observara la pascua en el día 14 del segundo mes (Núm. 9: 6-11).

3. Entonces.

Es decir, en el tiempo acostumbrado, el 14 de Nisán.

5. Pregón.

Heb. qol , literalmente "voz". El gobierno de Judá decretó que se mandara aviso a los habitantes de Israel para invitarlos a la pascua. El relato no implica que el pregón mismo tuviera la índole de un decreto oficial. Difícilmente Ezequías podría haber efectuado una proclama oficial en el reino de Oseas sin la cooperación del rey israelita, y el relato no indica que hubiera tal cooperación.

Desde Beerseba hasta Dan.

Una expresión similar se había usado durante el período de los jueces (Juec. 20: l; 1 Sam. 3: 20) y durante el período de la monarquía unificada (2 Sam. 3: 10; 17: 11; 24: 2; 1 Rey. 4: 25; 1 Crón. 21: 2), pero ésta es la primera ocasión en que se emplea en el relato después de la división del reino.

En mucho tiempo.

En los días de Roboam de Judá, muchos de los fieles de Israel abandonaron su nación para poder adorar al Señor en Jerusalén (cap. 1 l: 16, 17), y en los días de Asa otra vez muchos israelitas se unieron con sus hermanos de Judá (cap. 15: 9). Jeroboam había establecido el culto de los becerros de oro en Bet-el y en Dan para impedir que su pueblo fuera a Jerusalén a adorar (1 Rey. 12: 27-33), y Baasa fortificó a Ramá, cerca de la frontera, para que los israelitas no se fueran a Judá (2 Crón. 16: l). Pero ahora otra vez, después de tanto tiempo, las circunstancias eran propicias para ir a Jerusalén a fin de rendir culto. Oseas, títere de Asiria (ver com. 2 Rey. 17: l), que gobernaba sobre un reino ya parcialmente desmembrado, tal vez era demasiado débil o indiferente para estorbar a los mensajeros de Ezequías.

6. Correos.

Iiteralmente, "corredores".

Que ha quedado.

Cuando se escribieron estas palabras, ya habían caído en manos del rey de Asiria las regiones oriental y septentrional del reino de Israel. Tiglat-pileser III había atacado a Israel en los días de Peka, y había tomado a Galilea, toda la tierra de Neftalí y Galaad (2 Rey. 15: 29). Después "transportó a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés" (1 Crón. 5: 26). Al débil remanente que había escapado se le dio una oportunidad más de arrepentirse (ver PR 215-217) antes de la llegada de Salmanasar, que tomó prisionero a Oseas y comenzó el asedio final de Samaria (2 Rey. 17: 4-6; 18: 9, 10).

10. Hasta Zabulón.

No se hace mención de, las tribus orientales. Quizá habían sido más completamente deportadas que las tribus que moraban más al norte.

Se reían.

Por regla general, las tribus de más al norte mostraron hostilidad a Dios y a su culto.

11. Algunos hombres de Aser.

A pesar de la hostilidad general, algunos procedentes de las tribus del norte respondieron a la bondadosa invitación de Ezequías y fueron a Jerusalén para celebrar la pascua. No importa cuánto se haya propagado la apostasía, siempre el Señor tiene a unos pocos que permanecen leales (ver Rom. 9: 27; 11: 3, 5).

12. En Judá también.

A diferencia de Israel, en Judá el pueblo respondió a las insinuaciones del Espíritu Santo y unánimemente aceptó la invitación de asistir a la pascua.

13. Panes sin levadura.

Al igual que la pascua, esta fiesta normalmente se observaba en el primer mes, en los siete días que seguían a la pascua (Exo. 12: 18; Lev. 23: 5-8; Núm. 28: 16, 17).

14. Quitaron los altares.

Los altares que había erigido Acaz "en Jerusalén en todos los rincones" (cap. 28: 24). En el primer año de su reinado, Ezequías quitó esos altares dedicados a los dioses falsos.

Al torrente de Cedrón.

Ver com. cap. 29: 16.

15. Llenos de vergüenza.

Parece que hasta este momento muchos de los sacerdotes habían descuidado su purificación (caps. 29: 34; 30: 3); pero ahora, avergonzados por el fervor general, se santificaron mediante la purificación ritual para estar listos con el fin de participar en las ceremonias pascuales.

16. Ley de Moisés.

Hay muchas referencias a la ley en Crónicas (caps. 23: 18; 24: 6; 14: 4; 17: 9).

Esparcían la sangre.

Compárese con Lev. l:5, 11, 15; 3: 2, 8, 13.

17. No estaban santificados.

En su mayor parte, los que provenían de las tribus del norte habían caído en alguna clase de contaminación moral de la cual no habían tenido la oportunidad de limpiarse (vers. 18).

Sacrificaban la pascua.

Los corderos pascuales debían ser muertos por "la congregación del pueblo de Israel" (Exo. 12: 6). Sin embargo, en este caso fueron muertos por levitas en lugar de los miembros de la congregación que todavía no se habían purificado.

18. De Efraín.

La enumeración de estas tribus indica la amplitud de la zona abarcada por los mensajeros de Ezequías cuando invitaron a la gente de reino del norte para que asistiera a la pascua en Jerusalén.

No conforme a lo que está escrito.

No se permitió que comieran la pascua en la fecha que correspondía a los que no estaban purificados, pero se les permitió que la comieran un mes más tarde (Núm. 9: 6, 7, 11). En este caso, la pascua ya había sido pospuesta al mes segundo, de modo que se hizo una excepción con los que habían venido de las tribus del norte que no estaban purificados. A éstos se les permitió que participaran de las ofrendas de la pascua.

Ha preparado su corazón.

Esto era lo importante antes de una mera pureza ceremonial. No se hizo todo de acuerdo con la estricta letra de la ley, sino que se siguió el espíritu de la ley debido al imperio de las circunstancias. Dios es razonable, y sus verdaderos siervos también son razonables y prudentes. Todo el que se ocupe en la obra del Señor encontrará que a veces las circunstancias realmente alteran los casos, y pueden surgir situaciones extremas cuando el buen juicio y la razón deben reemplazar a la estricta observancia de la letra de la ley. Esto no es una excusa para que haya relajamiento, pero debe hacerse frente a las emergencias cuando las circunstancias lo requieran.

20. Oyó Jehová a Ezequías.

El hecho de que el Señor oyera la oración de Ezequías muestra que la sinceridad espiritual a la vista de Dios está antes que una fría y formal observancia de preceptos estrictamente legales.

Sanó al pueblo.

El Señor perdonó los pecados de los que verdaderamente lo buscan (ver Sal. 41: 4; Jer. 3: 22; Ose. 14: 4).

21. Siete días.

De acuerdo con los requisitos mosaicos (Exo. 12: 18; 23: 15; Lev. 23: 6; Núm. 28: 17).

Con grande gozo.

La verdadera religión produce gozo y alegría para el que la practica. Los servicios religiosos debieran contribuir a la felicidad y satisfacción de todos los que participan en ellos. Las festividades religiosas hebreas eran de una naturaleza tal que proporcionaban un santo placer a la gente.

Instrumentos resonantes.

Compárese con 2 Crón. 5: 12, 13; 1 Crón. 15: 28.

23. Otros siete días.

Se añadió esto voluntariamente a los requerimientos de la ley. Así se dio a la gente una fiesta de dos semanas en vez de los siete días acostumbrados. La fiesta adicional fue un resultado y una señal de abundante celo y gozo ocasionados por los primeros siete días de festividades.

25. Toda la congregación.

Asistieron a esta fiesta tres clases de personas:(1) habitantes de Judá: tanto gente común como sacerdotes y levitas;(2) habitantes de Israel;(3) prosélitos, tanto de Israel como de Judá.

26. Desde los días de Salomón.

La última ocasión citando tanto el pueblo de Judá como el de Israel se habían unido para participar en una fiesta similar en Jerusalén fue en los días de Salomón, cuando el reino todavía era uno solo. Después del cisma, no fue posible que hubiera servicios religiosos comunes que incluyeran a los súbditos de ambos reinos, excepto en el caso de los israelitas que emigraban a Judá desde el reino del norte. Ahora el reino del norte se había debilitado tanto, que otra vez los israelitas que lo desearon pudieron ir a Jerusalén para rendir culto.

27. Bendijeron al pueblo.

Quizá con la bendición sacerdotal ordenada por Moisés (Núm. 6: 22-27).

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