1. Al tercer día.
O sea, al tercer día del ayuno (cap. 4: 16). Ester y sus doncellas, que quizá también eran judías, no comieron nada durante la noche del primer día, ni durante todo el segundo día, ni por la mañana del tercer día (ver com. cap. 4: 16).
Se vistió Ester su vestido real.
Mientras ayunaba, quizá Ester se vistió de cilicio y ceniza, pero después se atavió con sus vestiduras reales. Ester salió de los predios palaciegos para las mujeres, pasó por el jardín, que tal vez rodeaba el aposento real, y entró en el patio que estaba exactamente frente a la sala del trono (ver com. cap. 1: 5), colocándose directamente frente al trono, a cierta distancia del mismo, con el propósito específico de llamar la atención al rey. Ester esperó ahora que el monarca expresara su voluntad. Sabía que en cuanto llegase, se sentaría en su trono y por supuesto no podía dejar de verla.
Enfrente de la puerta.
En frente de la entrada del aposento. El trono, situado frente a la entrada principal, quizá estaba sobre una plataforma elevada. El rey podía cómodamente divisar desde su trono, y a través del pasillo franqueado por sendas hileras de columnas, la entrada y el patio exterior (ver com. cap. 1: 5).
2. Tocó la punta.
Extender el cetro era la señal de favor y aceptación reales; y tocar el cetro significaba que se reconocía el favor así expresado. Ester violó la ley cuando entró al patio interior (cap. 4: 11; cf. cap. 6: 4). Asuero tuvo que haber reconocido que sólo una emergencia apremiante estaba empujando a Ester a aproximarse al trono sin ser llamada.
3. Tu petición.
Conceder las peticiones antes de que se expresaran era una demostración usual de buena volutadad que practicaban los monarcas del antiguo Cercano Oriente. Según Herodoto, había un día en el año cuando el rey debía acceder a cualquier pedido hecho por un invitado a su mesa. La llegada de Ester demostraba que necesitaba hacerle un pedido urgente.
La mitad del reino.
Una nueva evidencia del favor real (ver Mar. 6: 23).
4. Vengan hoy.
Una invitación tal debe haber sido algo extraordinario. El rey y la reina generalmente comían separados; pero que la reina invitara a un extraño, del sexo masculino, además del rey era sumamente raro y significaba un gran honor para el que era agasajado con tal invitación tal vez Asuero se acordó de la negativa de Vasti para asistir a su banquete. Tal vez Asuero se acordó de la negativa de Vasti para asistir a su banquete. Lo extraño de la invitación de Ester, más el hecho de que la hiciera en persona, debe haber intrigado al rey. Dispuso de varias horas para dar rienda suelta a su imaginación e intensificar su curiosidad real.
6. ¿Cuál es tu petición?
Por supuesto, Asuero comprendía que Ester, al acercarse al trono sin ser llamada, había arriesgado la vida, y que por lo tanto no lo hacía por el mero placer de invitarlo a él y a su primer ministro a un banquete.
8. Si place al rey.
Ester ganó mucho al posponer para otro día la presentación de su pedido . Después de todo, quizá Asuero se sentiría propenso a considerar que su petición era un asunto de vida o muerte que le concerniera únicamente a ella -algo implícito en su abrupta aparición frente a él temprano ese día-, sino que se trataba de una petición bien calculada y no de un impulso del momento. Además, la demora aumentaría la curiosidad del rey (ver com. vers. 4), y lo prepararía en forma más completa para lo que -cualesquiera fueran las circunstancias- le provocaría una gran impresión. Y esta demora daría tiempo a Ester para orar y pesar cuidadosamente cómo presentaría su petición, y para serenarse antes de expresarla. Aunque Ester aún no lo sabía, la Providencia dispuso esa demora para preparar mejor la mente del rey (cap. 6: 1-11).
9. No se levantaba ni se movía.
Heb. "no se levantó ni tembló ante él". Mardoqueo estaba condenado a muerte por el decreto de Amán, pero con gran osadía desafió al instigador de ese crimen. Su presencia ante la puerta del rey demuestra que ya no estaba vestido de cilicio (cap. 4: 2) como lo había hecho dos días antes. Sin duda sabía que Ester había sido aceptada favorablemente por el rey, y creía que su plan sería coronado por el éxito.
10. Se refrenó.
Aunque profundamente enojado con Mardoqueo, Amán consideró que se rebajaría si le daba importancia.
11. Sus riquezas.
Ver com. cap. 3: 9.
Sus hijos.
Amán tenía diez hijos (cap. 9: 7-10). Los persas y también los habitantes de otras naciones del Cercano Oriente consideraban como un gran honor el tener muchos hijos.
13. De nada me sirve.
Amán no había aprendido la sabiduría de compensar el dolor con la alegría, la tristeza con el gozo, las molestias con la satisfacción. No se le había enseñado a considerar los sinsabores y las pruebas de la vida como bendiciones encubiertas. A pesar de su aparente dominio propio y de que era el primer ministro del poderoso imperio persa, su naturaleza no era mucho mejor que la de una persona inculta. La grandeza terrenal no es garantía de la superioridad o bondad del alma.
14. Horca.
Heb. "árbol" o "madero". Los persas generalmente no ahorcaban a los ajusticiados sino que los empalaban (ver com. cap. 2: 23).
De cincuenta codos de altura.
Unos 25 m (ver t. I, pág. 174). Esta cifra reaparece (cap. 7: 9), y se añade que la horca fue levantada en la casa de Amán. Las casas persas tenían "patios" interiores, tal como se acostumbra en las casas españolas. La altura de la horca quizá tenía el propósito de que la ejecución de Mardoqueo fuera visible en toda la ciudad.
Di al rey.
Los amigos de Amán dieron por sentado que el rey permitiría la ejecución inmediata de un judío siendo que se la pedía el primer ministro.
CBA T3
O sea, al tercer día del ayuno (cap. 4: 16). Ester y sus doncellas, que quizá también eran judías, no comieron nada durante la noche del primer día, ni durante todo el segundo día, ni por la mañana del tercer día (ver com. cap. 4: 16).
Se vistió Ester su vestido real.
Mientras ayunaba, quizá Ester se vistió de cilicio y ceniza, pero después se atavió con sus vestiduras reales. Ester salió de los predios palaciegos para las mujeres, pasó por el jardín, que tal vez rodeaba el aposento real, y entró en el patio que estaba exactamente frente a la sala del trono (ver com. cap. 1: 5), colocándose directamente frente al trono, a cierta distancia del mismo, con el propósito específico de llamar la atención al rey. Ester esperó ahora que el monarca expresara su voluntad. Sabía que en cuanto llegase, se sentaría en su trono y por supuesto no podía dejar de verla.
Enfrente de la puerta.
En frente de la entrada del aposento. El trono, situado frente a la entrada principal, quizá estaba sobre una plataforma elevada. El rey podía cómodamente divisar desde su trono, y a través del pasillo franqueado por sendas hileras de columnas, la entrada y el patio exterior (ver com. cap. 1: 5).
2. Tocó la punta.
Extender el cetro era la señal de favor y aceptación reales; y tocar el cetro significaba que se reconocía el favor así expresado. Ester violó la ley cuando entró al patio interior (cap. 4: 11; cf. cap. 6: 4). Asuero tuvo que haber reconocido que sólo una emergencia apremiante estaba empujando a Ester a aproximarse al trono sin ser llamada.
3. Tu petición.
Conceder las peticiones antes de que se expresaran era una demostración usual de buena volutadad que practicaban los monarcas del antiguo Cercano Oriente. Según Herodoto, había un día en el año cuando el rey debía acceder a cualquier pedido hecho por un invitado a su mesa. La llegada de Ester demostraba que necesitaba hacerle un pedido urgente.
La mitad del reino.
Una nueva evidencia del favor real (ver Mar. 6: 23).
4. Vengan hoy.
Una invitación tal debe haber sido algo extraordinario. El rey y la reina generalmente comían separados; pero que la reina invitara a un extraño, del sexo masculino, además del rey era sumamente raro y significaba un gran honor para el que era agasajado con tal invitación tal vez Asuero se acordó de la negativa de Vasti para asistir a su banquete. Tal vez Asuero se acordó de la negativa de Vasti para asistir a su banquete. Lo extraño de la invitación de Ester, más el hecho de que la hiciera en persona, debe haber intrigado al rey. Dispuso de varias horas para dar rienda suelta a su imaginación e intensificar su curiosidad real.
6. ¿Cuál es tu petición?
Por supuesto, Asuero comprendía que Ester, al acercarse al trono sin ser llamada, había arriesgado la vida, y que por lo tanto no lo hacía por el mero placer de invitarlo a él y a su primer ministro a un banquete.
8. Si place al rey.
Ester ganó mucho al posponer para otro día la presentación de su pedido . Después de todo, quizá Asuero se sentiría propenso a considerar que su petición era un asunto de vida o muerte que le concerniera únicamente a ella -algo implícito en su abrupta aparición frente a él temprano ese día-, sino que se trataba de una petición bien calculada y no de un impulso del momento. Además, la demora aumentaría la curiosidad del rey (ver com. vers. 4), y lo prepararía en forma más completa para lo que -cualesquiera fueran las circunstancias- le provocaría una gran impresión. Y esta demora daría tiempo a Ester para orar y pesar cuidadosamente cómo presentaría su petición, y para serenarse antes de expresarla. Aunque Ester aún no lo sabía, la Providencia dispuso esa demora para preparar mejor la mente del rey (cap. 6: 1-11).
9. No se levantaba ni se movía.
Heb. "no se levantó ni tembló ante él". Mardoqueo estaba condenado a muerte por el decreto de Amán, pero con gran osadía desafió al instigador de ese crimen. Su presencia ante la puerta del rey demuestra que ya no estaba vestido de cilicio (cap. 4: 2) como lo había hecho dos días antes. Sin duda sabía que Ester había sido aceptada favorablemente por el rey, y creía que su plan sería coronado por el éxito.
10. Se refrenó.
Aunque profundamente enojado con Mardoqueo, Amán consideró que se rebajaría si le daba importancia.
11. Sus riquezas.
Ver com. cap. 3: 9.
Sus hijos.
Amán tenía diez hijos (cap. 9: 7-10). Los persas y también los habitantes de otras naciones del Cercano Oriente consideraban como un gran honor el tener muchos hijos.
13. De nada me sirve.
Amán no había aprendido la sabiduría de compensar el dolor con la alegría, la tristeza con el gozo, las molestias con la satisfacción. No se le había enseñado a considerar los sinsabores y las pruebas de la vida como bendiciones encubiertas. A pesar de su aparente dominio propio y de que era el primer ministro del poderoso imperio persa, su naturaleza no era mucho mejor que la de una persona inculta. La grandeza terrenal no es garantía de la superioridad o bondad del alma.
14. Horca.
Heb. "árbol" o "madero". Los persas generalmente no ahorcaban a los ajusticiados sino que los empalaban (ver com. cap. 2: 23).
De cincuenta codos de altura.
Unos 25 m (ver t. I, pág. 174). Esta cifra reaparece (cap. 7: 9), y se añade que la horca fue levantada en la casa de Amán. Las casas persas tenían "patios" interiores, tal como se acostumbra en las casas españolas. La altura de la horca quizá tenía el propósito de que la ejecución de Mardoqueo fuera visible en toda la ciudad.
Di al rey.
Los amigos de Amán dieron por sentado que el rey permitiría la ejecución inmediata de un judío siendo que se la pedía el primer ministro.
CBA T3
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