1. Al banquete.
Heb. "a beber con". En los festines persas se comía relativamente poco alimento sólido. Mayormente bebían y comían manjares que nosotros llamaríamos postres.
2. Dijo el rey.
Asuero invita a Ester por tercera vez para que haga conocer su pedido. No hay duda de que el rey ya debe sentir mucha curiosidad por saber de qué se trata.
Mientras bebían vino.
Esta frase significa que ya había pasado la mayor parte del festín cuando el rey presentó otra vez la pregunta.
3. Séame dada mi vida.
Poco importaba al rey que fueran muertos miles de sus súbditos; los intereses de éstos no le preocupaban. Se había conformado con la acusación de Amán de que los judíos eran gente nefasta. Pero todo cambiaría si el decreto afectaba personalmente a Ester. El carácter de ella, su lealtad y afecto, estaban muy por encima de toda sospecha; además, él la quería. La reina manejó el asunto con tacto y habilidad, e introdujo el tema de tal manera que hiciera un impacto personal en el rey. La vida de ella estaba amenazada. ¡ella, la reina, estaba en peligro mortal!
4. Hemos sido vendidos.
No es claro si Asuero en realidad había resuelto aceptar el soborno de Amán (ver com. caps. 3: 9, 11; 4: 7), o si Ester habla más bien figuradamente.
Para ser destruidos.
Esta es la primera de tres expresiones sinónimas. Son una cita del decreto mismo (cap. 3: 13).
Nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.
El texto hebreo es problemático y hay diferencia de opiniones en cuanto al verdadero significado de esta declaración. Quizá Ester quiso decir que el dinero que Amán había pagado no podría compensar al rey por la pérdida que sufriría con la muerte de sus súbditos judíos. O posiblemente la reina insinuó: "Nuestra aflicción no ha de ser comparada con la pérdida del rey" (RSV); con lo que quería decir que el cumplimiento del decreto traería una pérdida mayor al rey que aun a los mismos judíos, o que los sufrimientos de ellos importaban menos que cualquier peligro que pudiera amenazar al trono por causa de ellos. Lo que dañara a los judíos, perjudicaría también al rey.
6. Enemigo y adversario.
Ester utiliza dos vocablos muy significativos en ese momento, y cuyo orden -"enemigo y adversario"- establecen una gradación muy necesaria en ese instante.
7. Huerto del palacio.
Ver com. cap. 1: 5.
Estaba resuelto para él el mal.
Amán comprendió por el proceder del rey que la predicción de sus sabios de que "por cierto" caería (cap. 6: 13), estaba apunto de cumplirse. Y dándose cuenta de la influencia de Ester sobre el rey, le imploró que intercediera por él.
8. El rey volvió.
Cuando Asuero "volvió . . . al aposento", o interpretó la postura de Amán como un ataque deliberado contra la reina, o su ira hizo que así se lo figurara.
Le cubrieron el rostro a Amán.
Una señal de que Amán debía morir. Escritores griegos y romanos atestiguan de esta costumbre.
9. Harbona.
Ver cap. 1: 10. Harbona era quizá uno de los eunucos del rey enviados temprano ese mismo día para invitar a Amán al festín (cap. 6: 14); y si así fue, personalmente tuvo que haber visto la horca (cap. 5: 14).
Había hablado bien por el rey.
Una referencia a la forma en que Mardoqueo descubrió la conspiración contra el rey (cap. 2: 21- 23).
En casa de Amán.
Declaración que destaca la crueldad de Amán. No podría haberse encontrado un medio más adecuado para ejecutar al miserable Amán: su castigo correspondía perfectamente al crimen (ver Sal. 7: 13-16; 9: 15).
CBA T3
Heb. "a beber con". En los festines persas se comía relativamente poco alimento sólido. Mayormente bebían y comían manjares que nosotros llamaríamos postres.
2. Dijo el rey.
Asuero invita a Ester por tercera vez para que haga conocer su pedido. No hay duda de que el rey ya debe sentir mucha curiosidad por saber de qué se trata.
Mientras bebían vino.
Esta frase significa que ya había pasado la mayor parte del festín cuando el rey presentó otra vez la pregunta.
3. Séame dada mi vida.
Poco importaba al rey que fueran muertos miles de sus súbditos; los intereses de éstos no le preocupaban. Se había conformado con la acusación de Amán de que los judíos eran gente nefasta. Pero todo cambiaría si el decreto afectaba personalmente a Ester. El carácter de ella, su lealtad y afecto, estaban muy por encima de toda sospecha; además, él la quería. La reina manejó el asunto con tacto y habilidad, e introdujo el tema de tal manera que hiciera un impacto personal en el rey. La vida de ella estaba amenazada. ¡ella, la reina, estaba en peligro mortal!
4. Hemos sido vendidos.
No es claro si Asuero en realidad había resuelto aceptar el soborno de Amán (ver com. caps. 3: 9, 11; 4: 7), o si Ester habla más bien figuradamente.
Para ser destruidos.
Esta es la primera de tres expresiones sinónimas. Son una cita del decreto mismo (cap. 3: 13).
Nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.
El texto hebreo es problemático y hay diferencia de opiniones en cuanto al verdadero significado de esta declaración. Quizá Ester quiso decir que el dinero que Amán había pagado no podría compensar al rey por la pérdida que sufriría con la muerte de sus súbditos judíos. O posiblemente la reina insinuó: "Nuestra aflicción no ha de ser comparada con la pérdida del rey" (RSV); con lo que quería decir que el cumplimiento del decreto traería una pérdida mayor al rey que aun a los mismos judíos, o que los sufrimientos de ellos importaban menos que cualquier peligro que pudiera amenazar al trono por causa de ellos. Lo que dañara a los judíos, perjudicaría también al rey.
6. Enemigo y adversario.
Ester utiliza dos vocablos muy significativos en ese momento, y cuyo orden -"enemigo y adversario"- establecen una gradación muy necesaria en ese instante.
7. Huerto del palacio.
Ver com. cap. 1: 5.
Estaba resuelto para él el mal.
Amán comprendió por el proceder del rey que la predicción de sus sabios de que "por cierto" caería (cap. 6: 13), estaba apunto de cumplirse. Y dándose cuenta de la influencia de Ester sobre el rey, le imploró que intercediera por él.
8. El rey volvió.
Cuando Asuero "volvió . . . al aposento", o interpretó la postura de Amán como un ataque deliberado contra la reina, o su ira hizo que así se lo figurara.
Le cubrieron el rostro a Amán.
Una señal de que Amán debía morir. Escritores griegos y romanos atestiguan de esta costumbre.
9. Harbona.
Ver cap. 1: 10. Harbona era quizá uno de los eunucos del rey enviados temprano ese mismo día para invitar a Amán al festín (cap. 6: 14); y si así fue, personalmente tuvo que haber visto la horca (cap. 5: 14).
Había hablado bien por el rey.
Una referencia a la forma en que Mardoqueo descubrió la conspiración contra el rey (cap. 2: 21- 23).
En casa de Amán.
Declaración que destaca la crueldad de Amán. No podría haberse encontrado un medio más adecuado para ejecutar al miserable Amán: su castigo correspondía perfectamente al crimen (ver Sal. 7: 13-16; 9: 15).
CBA T3
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