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CBA - Libro de Nehemías Capítulo 9


CBA Libro de Nehemías Capítulo 9
1. El día veinticuatro.

El día 24 del 7.º mes (Tirsi) del año 21 de Artajerjes I fue el 19 de octubre de 444 AC. Según el cómputo judío, el año 20 de su reinado había concluido al final del 6.º mes (ver págs. 104-106).

Se reunieron los hijos de Israel en ayuno.

Habría parecido normal que la ocasión descrita en los caps. 9 y 10 hubiera acaecido el día 10 del mes 7.º, cuando se observaba el gran día de la expiación (PR 490), día nacional de humillación y examen de conciencia. En ese día, por ley cada individuo debía escudriñarse a sí mísmo. El que no lo hacía debía ser cortado de Israel (Lev. 23: 27-29). Ciertamente, en el tiempo de Esdras no se iba a descuidar la observancia de este día. Sin tomar en cuenta las razones por las cuales se postergó el acontecimiento aquí descrito, las autoridades civiles y eclesiásticas señalaron un día en el que no correspondía ningún rito tradicional propio para el solemne acto de penitencia al cual se dedicó toda la nación. El día escogido cayó dos días después de la conclusión de la gozosa fiesta de los tabernáculos, el día 22 del 7.º mes.

Con cilicio.

En cuanto al uso de silicio para demostrar luto, ver Gén. 37: 34; 2 Sam. 3: 31; 21: 10; 1 Rey. 21: 27; etc. Ponerse tierra o polvo en la cabeza era menos común (1 Sam. 4: 12; 2 Sam. 1: 2; y Job 2: 12).

2. Se había apartado.

Cf. cap. 10: 28, donde puede verse que los "extranjeros" eran los paganos que rodeaban al Estado de Judá. Este acto representaba renunciar voluntariamente a todas las costumbres paganas y a las relaciones con ellos (cf. 2 Cor. 6: 14).

3. Puestos de pie.

Es decir, permanecieron en sus lugares y no se retiraron hasta que se concluyó la obra de confesión y arrepentimiento. Los judíos acostumbraban confesar sus pecados de rodillas (Esd. 9: 5) o postrados (Esd. 10: 1).

La cuarta parte.

Antiguamente los judíos dividían el día en cuatro partes cada una de las cuales tenía unas tres horas. En el NT se alude con frecuencia a una división similar de las horas de la noche (Mar. 6: 48; 13: 35; etc.).

4. La grada.

"Estrado" (BJ). Sin duda el "púlpito" de Neh. 8: 4.

Los levitas.

El que se repita los nombres de los levitas indica que la invitación a alabar a Dios del vers. 5 es diferente del clamor a Dios en alta voz del vers. 4. Al parecer, los levitas primero clamaron a Dios elevándole su confesión y sus súplicas y después de hacer esto invitaron a la congregación para que lo adorara. En ambos versículos se presentan ocho nombres de levitas, de los cuales cinco -Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías y Serebías- son idénticos en los dos casos. No debe interpretarse que la diferencia de los otros tres nombres se deba a un error de copia. La explicación más simple es que, en parte, los grupos fueron diferentes. Si hubieran actuado las mismas personas en los dos casos, no habría sido necesario repetir tan pronto los nombres.

5. Los levitas.

Ver com. vers. 4.

El nombre tuyo, glorioso.

Los autores de las Sagradas Escrituras, desde el monte Sinaí (Exo. 20: 7) hasta la isla de Patmos (Apoc. 15: 4), desde el Pentateuco hasta el libro del Apocalipsis, enseñan que deben rendirse los más excelsos honores al nombre de Dios. Aunque en muchos pasajes se alude al glorioso nombre de Dios, la frase hebrea traducida como "nombre tuyo, glorioso" sólo se encuentra aquí y en el Sal. 72: 19.

6. Tú sólo eres Jehová.

Cf. Sal. 86: 10 e Isa. 37: 16. En este último pasaje, la construcción de la frase es casi idéntica.

Los cielos de los cielos.

Cf. Deut. 10: 14; 1 Rey. 8: 27; Sal. 148: 4. Algunos han interpretado 432 que esta frase representa al más alto cielo (ver 2 Cor. 12: 2) o al universo en su totalidad. Esta segunda interpretación concuerda mejor con los diversos pasajes donde aparece esta frase.

Todo su ejército.

Algunos han pensado que esto significa los astros, pero la última frase del versículo parecería indicar a los ángeles como al ejército del cielo.

Tú vivificas todas estas cosas.

"Todo esto tú lo animas" (BJ). El hebreo significa "conservar con vida". Sin duda, todos los autores sagrados creían que Dios vivifica y anima todo lo que le debe su existencia, pero nunca lo afirman tan claramente como aquí. El salmista dice: "Oh Jehová, al hombre y al animal conservas" (Sal. 36: 6), pero su afirmación no tiene alcance universal en este versículo. El poder de preservar no es menos importante que el de crear.

7. De Ur de los caldeos.

Ver com. Gén. 11: 31; ver también Hech. 7: 2-4.

Abrahán.

Ver com. Gén. 17: 5.

8. Hiciste pacto.

Alusión a Gén. 15: 18-21; 17: 7, 8. Las naciones cananeas también aparecen mencionadas en Exo. 3: 8; Deut. 7: 1.

Justo.

Se dice que Dios es justo porque sus órdenes y su carácter concuerdan (Deut. 32: 4).

10. Con soberbia.

Ese proceder "con soberbia" de los egipcios está en Exo. 18: 11.

Te hiciste nombre grande.

Es decir, Dios se hizo conocer por medio de los portentos y maravillas que realizó en Egipto (Exo. 9: 16; 14: 17; 15: 14-16; etc.).

11. Dividiste el mar.

La descripción de este acontecimiento se encuentra en Exo. 14: 21, 22, 28; 15: 19.

Como una piedra.

Esta frase y la expresión "aguas profundas" ( "poderosas" BJ) son del cántico de Moisés (Exo. 15: 5, 10).

12. Los guiaste.

En lo que atañe a la conducción divina por el camino a Canaán, mediante señales milagrosas de la presencia divina, ver Exo. 13: 21 y Núm. 14: 14.

13. Sobre el monte de Sinaí.

Este pasaje se refiere a la revelación de Dios en el Sinaí y a la proclamación de la ley descrita en Exo. 19 y 20. Cf. Deut. 4: 36. Acerca de las diversas designaciones de la "ley", ver Sal. 19: 9; 119: 39, 44, 62, 63, 66, 68, etc.

14. El día de reposo santo para ti.

Las palabras aquí empleadas implican que el sábado había existido antes de ser promulgada la ley, lo que concuerda con Gén. 2: 2, 3 y Exo. 16: 23. Se nota que Nehemías consideraba que el mandamiento del sábado tenía importancia especial porque es el único mandamiento del Decálogo específicamente mencionado. Se declara que fue concedido por Dios como un beneficio para los israelitas, pues ellos habían de compartir el reposo de Dios en ese día.

15. Pan del cielo.

El maná ha sido llamado "pan del cielo" (Sal. 105: 40) o "trigo de los cielos" (Sal. 78: 24), pero en este pasaje el hebreo dice "pan procedente del cielo", y no "pan celestial". "Pan del cielo" es una frase conocida por los cristianos porque la empleó Jesús (Juan 6: 32, 51, 58). Dios proporcionó el maná y el agua de la roca para sustentar a Israel durante su viaje por el desierto, camino de Canaán (Exo. 16: 4, 10-35; 17: 6; Núm. 20: 8).

16. Ellos y nuestros padres.

La conjunción hebrea we , traducida aquí como "y", en este caso debería traducirse como "es decir" o "a saber". Ellos, o sea nuestros padres, se rebelaron. Algunas de estas rebeliones se enumeran en los versículos siguientes.

17. En su rebelión.

El hebreo de los masoretas dice bemiryam , "en su rebelión", pero siete manuscritos hebreos dicen bemitsráyim , "en Egipto", con lo cual concuerda la LXX. De este modo el pasaje se leería: "Designaron un jefe para volver a su esclavitud en Egipto". La referencia de la designación de ese capitán aparece en Núm. 14: 4.

Dios que perdonas.

Literalmente, "Dios de los perdones" (BJ). La palabra hebrea que corresponde con "perdón" es poco común y sólo aparece aquí y en Dan. 9: 9 y Sal. 130: 4. El resto del versículo es paralelo con Joel 2: 13 y Jon. 4: 2.

18. Becerro de fundición.

Ver Exo. 32: 4.

Grandes abominaciones.

Mejor, "desprecios" (BJ). "abusos", "grandes blasfemias", "injurias".

20. Tu buen Espíritu.

El "buen Espíritu" de Dios también se menciona en Sal. 143: 10, y el hecho de que Dios instruye y enseña a los hombres, en Sal. 32: 8. En ningún otro pasaje del AT se habla específicamente de la instrucción impartida por el Espíritu de Dios, pero está tácitamente en Núm. 11: 17, 25, donde se dice que Dios dotó a los 70 ancianos del espíritu de profecía.

21. De ninguna cosa tuvieron necesidad.

Ver Deut. 2: 7; 8: 4.

22. Por distritos.

Heb. pe'ah , "borde", "lado". Puesto que los reinos de Og y de Sehón eran territorios fronterizos con la heredad de Israel, la traducción de la BJ resulta más clara: "Las tierras vecinas repartiste".

23. Como las estrellas del cielo.

Referencia a la promesa hecha a Abrahán (Gén. 15: 5; 22: 17) En cuanto al fenomenal incremento de los hijos de Israel en Egipto, ver Exo. 1: 7, 12.

24. Los cananeos.

En algunos casos se emplea la palabra "cananeos" para representar a una nación (vers. 8) junto con otras tribus. En otras ocasiones, se emplea el término en forma más genérica para referirse a todos los habitantes de Canaán, sin importar de qué tribu fueran. Aquí se emplea la palabra con este sentido más amplio.

25. Ciudades fortificadas.

Algunas de las ciudades fortificadas tomadas por los israelitas fueron: Jericó (Jos. 6), Laquis (cap. 10: 32) y Hazor (cap. 11: 11).

Tierra fértil.

Cf. Núm. 14: 7, 8; Deut. 8: 7-9; 2 Rey. 18: 32. Con referencia a las "casas llenas de todo bien", ver Deut. 6: 11. Los principales árboles que se cultivaban en Palestina eran el olivo, la higuera, el manzano, el almendro, el nogal, la morera, el sicómoro y el granado. Las palmas datileras crecían profusamente en el valle del Jordán.

Se saciaron.

El hebreo dice: "engordaron" (BJ). Esta expresión se usa también en Deut. 32: 15 y Jer. 5: 28. En estos textos se ve que no es una frase halagüeña, sino siempre relacionada con una reprensión (cf. Jer. 50: 11; Eze. 34: 20). Neh. 9: 25 no es una excepción.

26. Echaron tu ley.

Cf. Eze. 23: 35.

Mataron a tus profetas.

Cf. Mat. 23: 37 y Luc. 11: 47. Zacarías, hijo de Joiada, fue muerto por Joás (2 Crón. 24: 22) y muchos profetas fueron muertos por Jezabel (1 Rey. 18: 4). La tradición judía afirma que Isaías, Jeremías y Ezequiel fueron muertos por sus compatriotas judíos. Otros también pueden haber corrido la misma suerte.

27. Les enviaste libertadores.

Los vers. 27 y 28 se refieren al tiempo de los jueces. En el hebreo se los llama "salvadores" (BJ). Se llama "salvadores" a Otoniel y Aod (Juec. 3: 9,15, "libertador" en la RVR). Samgar, Gedeón, Jefté, David y otros también libertaron a su pueblo de la opresión extranjera. Dios suscitó a estos hombres para que salvaran a su pueblo Israel de la pesada mano de sus opresores.

28. Una vez que tenían paz.

Ver Juec. 3: 11, 30; 5: 31; 8: 28; etc.

29. Se rebelaron.

"Dieron la espalda" (BJ).

Los vers. 29 y 30 se refieren a los tiempos de la monarquía.

30. Muchos años.

Dios fue paciente con el reino septentrional por más de dos siglos, durante los cuales 20 reyes impíos ocuparon el trono de Israel. Fue igualmente longánime con el reino meridional, al cual toleró durante casi 350 años. Muchos de los 20 reyes de Judá contristaron a Dios con su idolatría y con innumerables crímenes.

Tus profetas.

Cf. 2 Rey. 17: 13, donde se emplean casi las mismas palabras de este pasaje (cf. 2 Crón. 36: 15, 16). Desde Salomón hasta después del cautiverio babilónico hubo una sucesión casi continua de profetas. Además de los profetas cuyos escritos conocemos y cuyos nombres son conocidos por todos los lectores de la Biblia, hubo profetas como Ahías silonita, el vidente Iddo, Semaías el profeta, Hanani, Jehú hijo de Hanani. Elías, Eliseo, Micaías hijo de Imla, Zacarías hijo de Joiada, Hulda y una cantidad de anónimos varones de Dios que pueden también considerarse como profetas. La culpabilidad del pueblo judío se había multiplicado muchísimo porque no habían escuchado las exhortaciones que constantemente le dirigían los mensajeros de Dios. Por eso Dios lo entregó en manos de los Paganos. Esto comenzó con la invasión de los asirios, que finalmente destruyeron el reino de Israel y culminó cuando Judá quedó sometida a los caldeos. En tiempos más recientes, los samaritanos y otras naciones vecinas habían atacado al remanente de Israel.

31. Ni los desamparaste.

A pesar de esos castigos, conforme a su promesa (Jer. 4: 27; 5: 10, 18; 30: 11; etc.), Dios no abandonó por completo a su pueblo, ni permitió que fuera destruido. El trato misericordioso de Dios para con los transgresores tenía el propósito de conservar un remanente por medio del cual el Señor pudiera cumplir estas promesas.

32. Dios grande, fuerte, temible.

En Deut. 10:17 y Neh. 1: 5 se encuentran frases similares. Para los que rechazan su misericordia, Dios aparece como juez (ver Apoc. 6: 14-17).

Guardas el pacto.

Esta idea también 434 aparece en Sal. 89: 28 y Neh. 1: 5.

Los reyes de Asiria.

Salmanasar III de Asiria -rey que no figura en la Biblia- ha dejado el registro de que derrotó a Acab y obligó a Jehú a pagarle, tributo y a postrarse delante de él. Tiglat-pileser III (llamado Pul en Babilonia) impuso tributo a Manahem (2 Rey. 15: 19, 20) y llevó a dos tribus y media al cautiverio (2 Rey. 15: 29; 1 Crón. 5: 26). Un tercer rey asirio, Salmanasar V, puso sitio a Samaria (2 Rey. 17: 5-23) y con toda probabilidad la tomó poco antes de morir. Un cuarto rey asirio, Senaquerib, arrebató a Ezequías todas las ciudades amuralladas de Judá y lo obligó a redimir a Jerusalén mediante el pago de un enorme rescate (2 Rey. 18: 13-16). Otro rey asirio, Esar-hadón o Asurbanipal, llevó a Manasés cautivo a Babilonia (2 Crón. 33: 11). Esta fue la última incursión asiria en Judá. Por medio de Isaías, el Señor llamó al monarca asirio: "vara y báculo de mi furor" (Isa. 10: 5). Con referencia a estas relaciones entre hebreos y reyes asirios, ver el t. II págs. 163, 164.

33. Tú eres justo.

Cf. Deut. 32: 4; Esd. 9: 15; Neh. 9: 8.

34. Nuestros reyes.

En la enumeración de los diferentes grupos, no aparecen los profetas porque, como testigos de Dios, no están comprendidos entre los transgresores aunque compartieron los sufrimientos que sobrevinieron a la nación.

35. En su reino.

Este versículo se refiere al tiempo cuando Judá era un reino independiente y no esta sujeto a nigún poder extranjero. Pero aun cuando eran dueños de su propia tierra, muy pocas veces los judíos servían al Dios que les había dado su tierra. Por el contrario, adoraban ídolos de las naciones que más tarde los dorninaron.

36. Somos siervos.

Puesto que los hijos de Israel habían rehusado ser siervos de Dios, fueron entregados como esclavos a los extranjeros (ver Jer. 5: 19). En realidad todavía eran esclavos de los persas, un poder extranjero, aunque en su misericordia Dios les había dado cierta medida de independencia y libertad. Compárese con 2 Crón. 12: 8, donde se hace resaltar la diferencia entre servir a Dios y "servir a los reinos de las naciones".

37. Se multiplica el fruto.

Los monarcas persas percibían grandes sumas como impuestos de Judea. No se sabe cuánto pagaba la pequeña provincia de Judea, pero la satrapía "Del otro lado del río", de la cual Judea formaba parte, pagaba anualmente 350 talentos de plata (Herodoto iii. 91), o sea unos 10.546 kg (ver. t. I, pág. 178). Además de este pago, había una gran contribución en especias.

Se enseñorean sobre nuestros cuerpos.

Los persas ejercían el derecho de reclutar a sus súbditos para el servicio militar a fin de que combatieran por tierra y por mar. Sin duda, los judíos habían participado de las grandes expediciones de Darío y Jerjes contra Grecia, y muchos pueden haber perecido en algunas de las desastrosas derrotas sufridas allí por los ejércitos persas.

Sobre nuestros ganados.

Los soberanos extranjeros tomaban lo que querían, y los dueños nominales debían conformarse con lo que les quedaba. Aunque una persona tuviera grandes rebaños, nunca podía saber cuánta ganancia obtendría de ellos. Quizá también se incautaban de animales de carga para las expediciones militares.

Grande angustia.

Puesto que los gobernantes confiscaban las propiedades de los judíos como les placía, la producción del suelo y los ganados, estos embargos quizá los dejaban en la miseria. Esta angustia también significaba la aflicción de espíritu de un pueblo amante de la libertad que sufría una esclavitud opresora en la tierra que les había sido concedida por el cielo. Pero no había queja contra Dios. En todo lo que sufrían, percibían claramente la mano del Señor. Su amargura sólo provenía de que se condenaban a sí mismos.

38. Firmada.

"En el documento sellado" (BJ, 10: 1). Era común que los antiguos documentos fueran sellados. Cuando se escribía con caracteres cuneiformes en tablillas de arcilla blanda (ver, el t. I, pág. 110, 134, 139) se pasaban sellos cilíndricos por la arcilla húmeda de las tablillas antes de cocerlas. Los documentos escritos en papiro (ver la pág. 419; t. I, pág. 34, 35) eran enrollados y doblados. Se los ataba con un hilo y en el nudo se ponía un poco de arcilla. Entonces se prensaba la arcilla con un sello o se le hacía pasar un sello cilíndrico. Algunas veces, cada uno de los firmantes del contrato estampaba su propio sello en un pedazo de arcilla, que era asegurado al documento mediante un hilo. De este modo, podía ponerse en un documento cualquier cantidad de sellos.

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