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CBA Libro de Job Capítulo 39


CBA Libro de Job Capítulo 39
1. ¿Sabes tú?

Dios prosigue la descripción de las maravillas de la creación animal (cap. 38: 39). Preguntas como ésta destacan la ignorancia de Job en contraste con la sabiduría de Dios. El hombre no es aún capaz de comprender las cosas que Dios puede crear.

Las cabras monteses.

Estas cabras eran animales muy silvestres que vivían en regiones apartadas y rocosas. Por su manera de vivir era muy difícil que una persona pudiera conocer sus hábitos. Pero Dios, el Creador sabía cada detalle de su vida.

Las ciervas.

Cf. Sal. 29: 9. El mismo fenómeno puede aplicarse a la hembra de las cabras monteses o a las ciervas. Se emplea aquí un paralelismo, característico del verso hebreo.

2. Los meses.

Es probable que en el tiempo de Job no se conociera el período de gestación de los animales como la cabra montés, animal que no se podía domesticar ni observar minuciosamente. Cada nacimiento, aunque sea el de un animal salvaje, es una demostración del poder vivificador del Creador,

4. Sus hijos.

Es maravilloso ver cómo los animales silvestres pueden valerse por sí mismos desde muy pequeños.

Crecen con el pasto.

En los lugares agrestes, estas crías crecen y pronto dejan a sus madres. Estos notables fenómenos no dependen en nada de la sabiduría o de los planes humanos; por el contrario, revelan la maravillosa previsión de un Dios inteligente y amoroso.

5. Asno montés.

Ver com. cap. 11: 12. Se dice que el onagro difiere en ímpetu, energía, agilidad y apariencia del asno doméstico. Su estado salvaje, impide todo contacto con la gente. El que estudia los hábitos de este animal se maravilla de la sabiduría creadora que le impartió tal belleza, agilidad e independencia. Esta parece ser la lección que Dios procura enseñar a Job.

6. Lugares estériles.

Heb. melejah , literalmente, "salados". Se refiere a tierra salitroso, salada. Melejah se traduce "tierra despoblada" en Jer. 17: 6. Dios creó al onagro para que pudiera vivir cómodamente en los desiertos áridos, sin árboles, donde difícilmente podría vivir el hombre con sus animales domesticados.

7. Las voces del arriero.

El asno doméstico se deja guiar por el hombre, pero las órdenes del arriero no significan nada para el onagro, hijo de las llanuras áridas. Su libertad no conoce límites.

8. Su pasto.

El onagro se alimenta en los pastizales que crecen en lugares pedregosos. Sobrevive donde muchos otros animales morirían de hambre. ¿De dónde recibe este animal esa extraña capacidad? No del hombre, sino de Dios.

9. Búfalo.

Heb. rem , en otros pasajes re'em . Aparece 9 veces en el AT. Por las diversas descripciones que se dan, parece designar al toro silvestre (Núm. 23: 22; 24: 8; Deut. 33: 17; Sal. 22: 2 l; 29: 6; 92: 10 ). El toro salvaje que aparece muchas veces en los monumentos asirios, se conocía como rimu . Es probable que estos animales fueran similares a los que Julio César encontró en Galia, y que describe de la siguiente forma: "Estos (uros) son algo más pequeños que los elefantes y tienen aspecto, color y figura de toros. Su fuerza es grande y grande también su ligereza, y atacan a todo hombre o fiera que ven. Mátanlos cogiéndolos en hoyos mañosamente dispuestos, con esta práctica se curten los jóvenes, ejercitándose en este género de caza, y los que han matado mayor número de ellos, presentando públicamente los cuernos como prueba, cosechan grandes aplausos. Pero no es posible domesticarlos ni amansarlos, aunque los cojan de pequeños. La magnitud, disposición y aspecto de los cuernos difiere mucho de los de nuestros bueyes" ( La guerra de las Galias , 6. 28). Se cree que el contraste entre el buey salvaje y el domesticado de los vers. 9-12 es semejante a la comparación entre el onagro y el asno de los vers. 5-8.

Servirte.

El buey podía tirar del arado, pero el toro silvestre o "búfalo", no podía emplearse para el trabajo.

En tu pesebre.

El toro salvaje no podía ser domesticado, pues su naturaleza era diferente. Aunque su apariencia pudiera asemejarse 609 a su congénere domesticado, no se comportaba como éste. ¿Quién lo había hecho tan diferente? Hay una sola respuesta: Dios.

11. ¿Confiarás tú en él?

No se puede confiar en el toro salvaje. El hombre no puede aprovechar su fuerza. Esa naturaleza diferente ha sido implantada por Dios, y ningún esfuerzo humano puede cambiarla.

12. Recoja tu semilla.

Es proverbial la fidelidad del buey doméstico. Job bien sabe que en este sentido el toro salvaje es muy diferente. ¿Puede explicar Job las razones de esa diferencia? Tal conocimiento está más allá de su alcance.

13. Pavo real.

El hebreo de este versículo ofrece dificultades. Por lo general se considera que este pasaje no habla del pavo real, sino del "avestruz" " (BJ, NC, VM). Los avestruces eran comunes en el país de Job. El pavo real fue importado siglos más tarde por Salomón como algo raro, exótico (1 Rey. 10: 22). Este texto se ha traducido en unas 20 maneras diferentes, pero los razonamientos más sólidos hacen pensar que se está haciendo una comparación entre la cigüeña y el avestruz, como ya se había hecho entre el asno y el onagro, y el buey y el "búfalo". La cigüeña vuela con facilidad y gracia. Las grandes alas del avestruz se baten cuando corre, pero no sirven para que la pesada ave pueda volar. Hay también notables diferencias entre los hábitos de las dos aves. La cigüeña es tierna con sus crías, pero el avestruz cuida muy poco de sus polluelos. En los versículos siguientes se presenta más ampliamente esta característica. Parece estar demostrándose que Dios, en su providencia, dotó a las diversas especies de animales con diferentes características que no podemos explicar ni modificar.

Los intentos por traducir la muy oscura segunda parte de este versículo han sido muchos y muy variados: "¿... o alas y plumas al avestruz?" (RVR); " "¿es acaso también pluma piadosa y voladora?" " (NC); " "sus alas y plumas ¿son acaso compasivas?" (VM).

14. Desampara... sus huevos.

La hembra del avestruz pone sus huevos en la arena, y los deja al calor del sol mientras va en busca de alimento. El macho los incuba de noche.

15. Olvida.

El avestruz hembra parece no preocuparse por los peligros que acechan su nido durante el día. Pero estas aves se multiplican a pesar de que carecen de instinto maternal.

16. Se endurece

Al avestruz parece como si le faltara suficiente inteligencia para preocuparse de sus polluelos (Lam. 4: 3).

No temiendo.

Aunque se quiebren los huevos y no nazcan crías, parece como si no sintiera.

17. Le privó Dios.

Dios, que dio muy poca inteligencia al avestruz, no explica por qué lo hizo así; y el hombre tampoco puede descubrirlo. Los árabes tienen un proverbio nada generoso para esta ave: "'Tan estúpido como un avestruz".

Dios habla de sí mismo en tercera persona, quizá para dar así más énfasis.

18. Se burla del caballo.

Pese a su estupidez y falta de cuidado por sus polluelos, Dios lo dotó de una gran velocidad cuando corre, hasta el punto de superar en velocidad a los mejores caballos.

19. Caballo.

En los vers. 19-25 se describe el caballo de guerra. El siguiente pasaje del poeta romano Virgilio se asemeja a esta vívida descripción:

"Si oye el buen potro a lo lejos ruido de armas, no acierta a estarse quieto, aguza las orejas, todos sus miembros se estremecen y arroja fuego por la nariz. Su espesa crin echada al lado derecho, el espinazo le forma una canal en medio de los lomos, escarba la tierra y la hace resonar fuertemente con el recio casco" ( La Eneida, Bucólicas y Geórgicas, Barcelona, Edit. Iberia, Obras Maestras, 1968 [Geórgicas], pp. 361, 362).

Crines ondulantes.

La voz hebrea que se traduce "crines" es ra'mah, la cual sólo aparece aquí. Se desconoce su etimología exacta, pero evidentemente debe significar "crines". Se presenta un cuadro de excitación y nerviosismo cuando el corcel de guerra se lanza a la batalla con el cuello arqueado.

21. Escarba.

Movimiento característico del caballo nervioso, ansioso de lanzarse al combate.

22. Hace burla del espanto.

El jinete puede atemorizarse, pero el caballo no se espanta. La espada no lo aterroriza.

24. Escarba la tierra.

Imagen con la cual se describe la rapidez con que corre un caballo de guerra bien adiestrado.

25. Ea!

Interjección que posiblemente describe el relincho del caballo. También podría representar al caballo como si lanzase un grito de satisfacción cuando oye la trompeta de guerra.

El grito.

Cf. Isa. 5: 28-30. Lange ha descrito así al caballo árabe: "Aunque es dócil como un cordero, y no necesita más freno que un cabestro, cuando la yegua árabe escucha el grito de guerra de la tribu y ve la tremolante lanza de su jinete, sus ojos despiden fuego, sus narices rojas de sangre se dilatan, su cuello se arquea noblemente; levanta la cola y la melena, y las extiende al viento".

26. El gavilán.

O, "halcón". Dios ahora dirige la atención al halcón migratorio. ¿Ha implantado Job en el halcón el instinto que lo hace buscar un clima más templado en el invierno? Otra vez se ve frente a un ejemplo de la insondable sabiduría de Dios.

27. En alto.

El águila siempre se ha destacado por elevarse a grandes alturas. ¿Ha enseñado Job a esas aves la forma de encontrar lugares altos para construir sus nidos?

28. En la peña.

Ningún lugar es demasiado escabroso o inaccesible para que no pueda anidar el águila.

29. Desde allí.

Las águilas poseen una vista muy poderosa. Descubren la presencia de su presa desde una distancia increíble, y descienden velozmente desde sus altos nidos para atraparla. ¿Quién les dio estos notables instintos, misteriosos para el hombre?

30. Allí está ella.

Cf. Mat.. 24: 28; Luc. 17: 37. Los fenómenos mencionados demuestran el poder y la bondad de Dios. Todo lo que el hombre ha descubierto de la naturaleza desde los días de Job hasta hoy, sólo confirma y establece ese mismo poder y esa misma bondad.

CBA T3

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