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La creación: El Génesis como pilar, parte 2 - LIbro complementario - 9

La creación —Segunda parte— El matrimonio y la familia

E1 sábado es una institución fundamental establecida en la creación. Escrita con el propio dedo de Dios sobre tablas de piedra, Dios revalidó la señal por la cual la humanidad ha ^ reconocido su creación y soberanía sobre sus vidas y a lo largode la historia de la tierra (Apocalipsis 12: 17; 14: 7). El cuarto mandamiento, plasmado en. la primera tabla del Decálogo, define y protege nuestra relación con Dios. El siguiente mandamiento, el quinto, conecta nuestra relación vertical con Dios y nuestra relación horizontal con el resto de la humanidad. «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da» (Éxodo 20:12).

Estos dos mandamientos son únicos en dos aspectos. Primero, son los únicos dos mandamientos sin prohibición. El cuarto marcamiento comienza con «acuérdate» y el quinto mandamiento con «honra». Segundo, definen nuestra relación con Dios y con los seres humanos, apelando a las fuentes de la existencia. Dios creó a los humanos y les dio la capacidad de procrearse. El cuarto mandamiento es un llamado a honrar a Dios como el Creador, y el quinto mandamiento es un llamado a honrar a los padres como procreadores.

¿Por qué Dios vincula honrar a nuestros padres con la adoración exclusiva a él? La respuesta está en el primer capítulo de Génesis. En pequeña medida, Dios, como Creador del universo y fuente de toda vida, comparte con los padres terrenales la alegría de la creación. Son socios de Dios para poblar el planeta y, como tales, su posición y papel en la creación merece la honra de sus hijos.

El Génesis como fundamento

En el sexto día, Dios alcanzó el climax de la creación: la humanidad. El pronombre plural para Dios se usa por primera vez en Génesis 1: 26: «Hagamos al hombre a nuestra imagen». Todas las personas de la trinidad, en una relación de amor mutuo, crearon el primer hombre y la primera mujer. «A imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1: 27). Primero, crea Adán. Luego, Dios le extrae una costilla a Adán y le forma a Eva, originando con ello que el primer hombre dijera: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Génesis 2: 23, NVI). Y entonces le puso nombre a su mujer.

El primer matrimonio estableció para siempre que el hombre y la mujer fueron hechos el uno para el otro, así como el modelo para todos los matrimonios posteriores. «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Génesis 2: 24). Dios pudo haber elegido varias formas de poblar la tierra, pero eligió el matrimonio. ¿Por qué?

No tenemos aquí suficiente espacio para dar una respuesta amplia a esta pregunta, pero en términos generales, la mujer era originalmente parte del hombre, sus huesos y su carne. En el matrimonio, ella volvía al hombre, convirtiéndose en una sola carne. La complementariedad del hombre y la mujer es un hecho biológico y provee naturalmente para su unión. Las instrucciones de Dios para la primera pareja aclaran aún más el propósito de esta unión: «Los bendijo Dios y les dijo: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla"» (Génesis 1: 28).

Desde el principio, Dios echó los cimientos de la sociedad humana en la tierra. La garantía del futuro de la humanidad se basa en seguir su diseño: un hombre y una mujer, padre y madre, perpetuando la raza. El regalo del matrimonio, el acto final de Dios en la creación física, fue seguido por el sábado, el acto final de Dios en la creación espiritual. El primer sábado estableció y celebró la relación del hombre y la mujer con Dios y entre ellos.

Después de la creación, la familia continuó perpetuando la vida y las relaciones. Esta confianza sagrada dada a la familia nuclear, se consolidó en la base de la cultura y la sociedad. La historia muestra que él éxito de las naciones aumentaba y disminuía con los éxitos y fracasos de las familias. Por esta razón, quizás, los mandamientos quinto, séptimo y décimo abordan la santidad del matrimonio: honrar el matrimonio de los padres, honrar nuestro propio matrimonio y honrar el matrimonio de nuestro prójimo (Éxodo 20: 17).

El testimonio interno de las Escrituras

Poniendo en práctica el método de que las Escrituras se interpreten a

sí mismas, examinemos elGoncepto bíblico del matrimonio. El orden «

natural del matrimonio entre un hombre y una mujer se ratifica en toda la Biblia:

1. Podemos seguir el rastro de las generaciones de la humanidad a través de la historia del matrimonio (Génesis 5, 11; 1 Crónicas 1-3).

2. Podemos remontarnos hasta el Mesías prometido a través del matrimonio (Génesis 3: 15; Mateo 1: 1-17; Lucas 3: 23-38).

3. Abraham y Sara lograron una gran nación a través de Isaac. La promesa divina se cumplió como resultado de su unión (Génesis 18: 10). La promesa del pacto dada a Abraham y Sara contrasta con el juicio contra Sodoma y Gomorra (Génesis 19). Corromper el orden natural trajo graves consecuencias a las ciudades malvadas.

4. Cuando la simiente prometida del Mesías corrió peligro por la muerte del esposo de Rut durante la hambruna en Moab, Dios llevó a Rut a Booz de Belén (la «casa del pan»), A través de su matrimonio, nació Obed (Rut 4: 13-17), que se convirtió en el padre de Isaí, que se convirtió en el padre de David. Esta historia de amor, que nos presenta el don de la renovación del amor y el matrimonio, constituyó una provisión para la promesa futura.

En el Nuevo Testamento, Jesús y los apóstoles revalidaron el matrimonio. Observe cómo Jesús responde a la pregunta de los fariseos sobre el divorcio. Citando Génesis 2, dice: «Por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre» (Mateo 19: 6). Jesús ratifica las Escrituras, y el Génesis en particular, al afirmar que la unión del hombre y la mujer proviene de Dios y el hombre no debe separarla.

En Romanos 1: 20-28, Pablo habla específicamente de la naturaleza fundacional de la narrativa del Génesis. Comenzando con la creación, nos dice que toda la humanidad podría llegar a comprender la realidad de la existencia de Dios a través de la naturaleza. Sin embargo, continúa afirmando que «cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador». Esta elección de creer en una mentira los llevó por mal camino: «Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas» y a continuación describe relaciones del mismo sexo entre dos mujeres y entre dos hombres (Romanos 1: 24-26).

Para Pablo, la sexualidad bíblicamente definida entre un hombre y una mujer es «natural» e intrínseca a la naturaleza de los seres humanos creados a imagen de Dios (Génesis 1: 27). La negativa de la humanidad a aceptar al Creador, intercambiando su adoración por la de la criatura, ocasiona que sean entregados a sus propios deseos. En este contexto, la sexualidad es más que un comportamiento o actividad; su pleno significado y función forman parte del concepto bíblicamente definido de matrimonio y familia. Desde esta posición elevada y sagrada, nos provee de un marco para el comportamiento moral.

Las tendencias recientes

Muchas naciones del mundo han aprobado los matrimonios entre personas del mismo sexo, anulando las leyes anteriores que protegían la estructura familiar, abandonando el principio de un hombre y una mujer en el centro del matrimonio. Este paso sin precedentes plantea nuevas preguntas sobre la institución del matrimonio y la separación de la iglesia y el estado, sin mencionar la santidad del matrimonio y la familia, tal como se define en las Escrituras.

Para los cristianos, la pregunta apremiante es si el matrimonio es una institución bíblica y una necesidad biológica para la creación de la vida, o una mera preferencia personal, relegada a la esfera de los derechos humanos individuales. ¿Define Dios el matrimonio o la cultura y la sociedad? La respuesta del cristianismo a esta pregunta determina el rumbo de las iglesias.

Hoy en día, el matrimonio entre personas del mismo sexo es cada vez más aceptado por las principales iglesias protestantes. En 2009, tanto la Iglesia Evangélica Luterana como la Iglesia Episcopal de EE. UU. votaron independientemente para aprobar el clero homosexual.1 Los luteranos eligieron recientemente a un obispo homosexual practicante en California (2013),2;y la Iglesia Presbiteriana de EE. UU. dio la bienvenida a los homosexuales practicantes como pastores y líderes (2011).3 En Europa, la Iglesia Episcopal de Escocia aprobó las uniones entre personas del mismo sexo en 2017.4 Estos pasos han causado divisiones significativas en las denominaciones protestantes y una fuerte disminución de su membresía.

¿Y qué argumentos utilizan los países tradicionalmente cristianos para justificar su aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo? Algunos libros recientes sobre el tema indican que entre los temas clave, están: 1) la redefinición de la creación y la aceptación de una cosmovi-sión evolutiva; 2) la reinterpretación de pasajes claves en las Escrituras que históricamente se vieron como prohibiciones del comportamiento homosexual; y 3) la aplicación de pasajes sobre el amor y la aceptación que tienen prioridad sobre pasajes más claros sobre el tema del matrimonio y la sexualidad.

La redefínición de la creación

Los que apoyan las relaciones entre personas del mismo sexo han reinterpretado el Génesis de varias maneras. Matthew Vines sugiere que Dios necesitaba proporcionarle una mujer a Adán porque fueron los primeros padres y se les pidió que procrearan para llenar la tierra, algo que ya no es una necesidad en nuestro mundo sobrepoblado.5 Además, afirma que Génesis 2 no resalta las diferencias de Adán y Eva, sino «su similitud como seres humanos».6 Si bien es cierto que Adán habla de Eva como «hueso de mis huesos y carne de mi carne», esta comparación es en referencia a las otras especies que Adán observaba (Génesis 2: 23). Eva era claramente diferente. La similitud y el compañerismo no eran lo único importante porque luego se convirtieron en «una sola carne» (Génesis 2: 24). Aquí, la naturaleza complementaria del diseño divino se convierte en un elemento clave para hacerlo físicamente posible. Adán y Eva estaban diseñados con la combinación anatómica perfecta el uno para el otro. Desde el principio, la procreación fue el propósito esencial del matrimonio (Génesis 1: 27) y aunque no todas las parejas pueden tener hijos, el papel de padres del esposo y la esposa es clara en el quinto mandamiento.

Otros sugieren que el Génesis es meramente descriptivo y rió debe usarse para prescribir o proscribir el comportamiento sexual moderno; sino que solo describe lo que hizo Dios. Él no hizo que el matrimonio entre un hombre y una mujer fuera normativo, ni excluyó otras relaciones.7 Sin embargo, esta tesis se va a pique con en el quinto mandamiento prescriptivo, las leyes levíticas y la afirmación del Nuevo Testamento del orden natural creado.

Y como dejando lo mejor para el final, en el sexto día Dios formó al hombre y a la mujer como la cúspide de la creación: «Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera» (Génesis 1: 31). Su diseño era perfecto, y no había necesidad de declaraciones prohibitivas. Lamentablemente, después de la introducción del pecado y la desviación del hombre del plan de Dios para el matrimonio y la familia, esta clase de declaraciones fueron necesarias.

Redefinir otros pasajes sobre fundamentos sociales o culturales

Después de la entrada del pecado, la desviación sexual fue abordada por el mismo autor que escribió el Génesis. «No te acostarás con varón como con mujer; es abominación» (Levítico 18: 22). De nuevo en Leví-tico 20: 13, escribe: «Si alguien se acuesta con otro hombre como se hace con una mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos: sobre ellos caerá su sangre».

Estas órdenes aparecen en una serie de prohibiciones sexuales que incluyen adulterio, incesto, sacrificio de niños y bestialidad. Cada una de ellas sigue siendo válida en la sociedad contemporánea. En esta lista, solo el acto homosexual sejdescriba como una abominación (tob'eba), un término tambiénlraducido como «acto detestable», algo aborrecible, repugnante, completamente asqueroso.8 La pena por este acto es la muerte (Levítico 20: 13), y si esa acción no se toma, el que lo cometió debe ser expulsado de toda la comunidad.9

Pablo ratifica en el Nuevo Testamento la norma levítica en su lista de pecados, incluyendo a los inmorales (o fornicadores, pornoi), los idólatras, los adúlteros, los afeminados (malakoi), los homosexuales (arse-nokoitai), los ladrones, los codiciosos, los borrachos, los que abusan verbalmente de otros, y los estafadores (1 Corintios 6: 9-11; véase 1 Timoteo 1: 8-10). Claramente, estos pecados no tienen lugar en el cristianismo verdadero. Sin embargo, los recientes movimientos que apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo se han tomado la libertad de redefinir pasajes claros del Antiguo y el Nuevo Testamento.

Con respecto a Levítico 18 y 20, algunos dicen que las prohibiciones forman parte de la ley ceremonial y, por lo tanto, no son vinculantes en el nuevo pacto. Este argumento también se usa contra el sábado. Otros sugieren que estas prohibiciones solo atañen a los israelitas de ese tiempo y cultura.10 Algunos toman la prohibición de usar telas mixtas como ejemplo de una ley levítica que no seguimos hoy.11 «Las representaciones levíticas [...] lo presentan como algo ceremonialmente impuro en lugar de algo inherentemente malo».12 Sin embargo, totios estos argumentos continúan ignorando la naturaleza vinculante del orden de la creación del Génesis y el quinto mandamiento.

Además, todas las prohibiciones dentro del contexto de Levítico 18 y 20 contra el incesto, la bestialidad y el sacrificio de niños, siguen siendo vinculantes en la sociedad actual. ¿Por qué debería ser diferente la homosexualidad, que se describe con un lenguaje y con consecuencias aún más fuertes? ¿Y cómo se explica la continua condena de Pablo a esta conducta en el Nuevo Testamento?

Otro punto de vista sostiene que los textos bíblicos, junto con la narrativa de Sodoma en Génesis 19: 1-12, reflejan un sistema patriarcal que ya no está alineado con la visión del Nuevo Testamento, y mucho menos con nuestra visión moderna. Por lo tanto, Vines afirma: «Sí, el antiguo Israel estaba dominado por estructuras y normas patriarcales, las cuales vemos reflejadas en todo el Antiguo Testamento, incluso en sus prohibiciones a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo [...] pero lejos de ser una razón para ver las Escrituras como, anticuadas o sexistas, la Biblia misma es lo que nos señala un camino a un punto en el que el patriarcado ya no existe».13 Los defensores de esta interpretación ven Gálatas 3: 28 como una validación para las relaciones entre personas del mismo sexo: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».14 En relación con este versículo, Vines escribe: «Pablo con esto derriba la creencia de que el patriarcado tiene un lugar en el reino de Dios».15

Sin embargo, luego de un examen más detallado, es justo preguntar: ¿Está Gálatas 3: 28 redefiniendo la imagen del orden de la creación de Dios, o lo que está declarando Pablo es que en Cristo toda persona tiene el mismo acceso al regalo de la salvación? ¿Apoya el contexto la eliminación de las distinciones sexuales, permitiendo las relaciones entre personas del mismo sexo y que se casen entre sí? ¿Está Pablo señalando una hermenéutica ajena a las Escrituras? Y, ¿por qué Pablo se contradice a sí mismo, defendiendo una posición que no asume en ningún otro lado? (Romanos 1: 21-26; 1 Corintios 6: 9-11; 1 Timoteo 1: 8-10).

En Gálatas 3: 28, Pablo no está redefiniendo la sexualidad humana, ni presentando una nueva hermenéutica. Al igual que Jesús en Mateo

19, Pablo hace lo contrario; él usa de manera firme las Escrituras, citando repetidamente la obra creadora de Dios en Génesis. Esta apelación a los orígenes es la base de su teología del matrimonio y de los roles del hombre y la mujer (Romanos 1: 24-27; 1 Timoteo 2: 13, 14; 1 Corintios 11: 2-16).

Además, en 1 Corintios 5: 1-2, ordena que un hombre en una relación incestuosa con su madrastra sea echado, ratificando Levítico 18 y 20. Lo hace sin preguntar si están involucrados en una relación monógama y amorosa. Tal preguntares irrelevante porque, para Pablo, las prohibiciones de Levítico® que incluyen actos homosexuales tienen valor nominal como normativas.16

Finalmente, para Jesús, Pablo y otros escritores del Nuevo Testamento, la gracia de Cristo proporciona la solución a las tentaciones y tendencias del pecado. Jesús dijo: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33). Así como en Adán todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, en Cristo y su justicia todos pueden vencer (Romanos 3: 23; 5: 14-17; 1 Juan 5: 4; Apocalipsis 21: 7), revistiéndose «de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador» (Colosenses 3: 10).

Es un honor identificarnos con Cristo y aceptar con gozo la sexualidad humana como Dios la ordenó en el Edén. Las Escrituras nunca vacilan desde el mismo Génesis, y la misión del remanente del tiempo del fin es cumplir el mensaje de los tres ángeles y llamar al pueblo a salir de la «confusión», volver a la Biblia y llegar a la luz. Por la gracia de Dios, cada creyente que atienda el llamado tendrá el poder de guardar los mandamientos de Dios y tener el testimonio de Jesucristo (ver Apocalipsis 12: 17).

Referencias

1. Laurie Goodstein, «Lutherans Offer Warm Welcome to Gay Pastors», The New York Times, 25 de julio de 2010, https://www.nytimes.com/2010/07/26/us/26lutheran. html.

2. Sarah Pulliam Bailey, «ELCA Lutherans Elect First Openly Gay Bishop», Religión News Service, 3 de junio de 2013, https://religionnews.com/2013/06/03/elca-luthe-rans-elect-first-openly-gay-bishop/.

3. Goodstein, «Lutherans».

4. Harriet Sherwood, «Scottish Episcopal Church Votes to Allow Same-Sex Weddings», The Guardian, 8 de junio de 2017, https://www.theguardian.com/world/2017/ jun/08/scottish-episcopal-church-votes-to-allow-same-sex-weddings.

5. Matthew Vines, God and the Gay Christian (Nueva York: Convergent, 2014), pp. 45-47.

6. Ibíd., p. 46.

7. John R. Jones, «In Christ There Is Neither: Toward a Unity of the Body of Christ», Christianity and Homosexuality, ed. David Ferguson, Fritz Guy y David Larson (Rose-ville, CA: Adventist Forum, 2008), parte 4, pp. 3-42.

8. L. Koehler, W. Baumgartner y J. J. Stamm, Hebrew and Aramaic Lexicón to the Oíd Testament (Leiden: Brill, 2001). Robert A. J. Gagnon, The Bible and Homosexual Prac-tice (Nashville, TN: Abingdon, 2001), p. 113; véase también Gagnon, «The Scriptu-ral Case for a Male-Female Prerequisite for Sexual Relations: A Critique of the Argu-ments of Two Adventist Scholars», en Homosexuality, Marriage, and the Church: Bi-blical, Counseling, and Religious Liberty Issues, ed. Roy E. Gane, Nicholas P. Millery H. Peter Swanson (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2012), pp. 53-161.

9. Gagnon, The Bible and Homosexual Practice, pp. 114-17.

10. Jacob Milgrom, Leviticus 17-22, Anchor Bible (Nueva York: Doubleday, 2000), p. 1788.

11. Justin Lee, Torn: Rescuing the Cospel from the Gays-vs.-Christians Debate (Nueva York: Jericho, 2012), pp. 174-176; John Shore, Unfair: Christians and the LGBT Question (Publicación propia, CreateSpace Independent Publishing Platform, 2013), p. 8.

12. John Boswell, Christianity, Social Tolerance, and Homosexuality: Gay People in Western Europefrom the Beginning of the Christian Era to the Fourteenth Century (Chicago: Uni-versity of Chicago Press, 1980), pp. 101-102.

13. Vines, God, p. 93.

14. Ibíd., pp. 92-93; Jones, «In Christ», parte 4, pp. 28-29.

15. Ibíd., p. 93; cf. James V. Brownson, Bible, Gender, Sexuality: Reframing the Church's Debate on Same-Sex Relationships (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2013), p. 81.

16. Roy E. Gane, «Some Attempted Alternatives to Timeless Biblical Condemnation of Homosexual Acts», en Homosexuality, Marriage, and the Church, p. 167.

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