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CBA - Libro de Los Proverbios Capítulo 1

Libro de Los Proverbios Capítulo 1

1. Los proverbios de Salomón.

En cuanto al significado de la palabra "proverbios", ver la Introducción, pág. 957. Estos proverbios o aforismos, se presentan en el paralelismo típico de la poesía hebrea. La capacidad de Salomón estuvo a la altura de su tarea de escribir estos dichos. Fue dotado con tal grado de sabiduría, que maravillaba a todo el mundo (1 Rey. 3: 12; 10: 23-25). Era un observador diligente de las obras creadas por Dios, y su trato con personas de todas las naciones aumentó su caudal de conocimiento y comprensión (1 Rey. 4: 29-34; 10: 1-3).

2. Sabiduría.

Heb. jokmah . Aparece 141 veces en el AT y casi siempre se traduce como "sabiduría". Jokmah abarca una cantidad de ideas: (1) pericia técnica (Exo. 28: 3; 35: 26; 1 Rey. 7: 14); (2) talento, sagacidad (1 Rey. 2: 6; 3: 28; Job 39: 17; Isa. 10: 13; 29: 14); (3) sabiduría terrenal práctica (1 Rey. 4: 30; Isa. 47: 10); (4) sabiduría piadosa (Deut. 4: 6; Sal. 37: 30; 90: 12; Prov. 10: 31; Isa. 33: 6; Jer. 8: 9); (5) sabiduría como un atributo de Dios (Sal. 104: 24; Prov. 3: 19; Jer. 10: 12; 51: 15); (6)sabiduría divina personificada (Prov. 8: 1-36; 9: 1-6); (7) sabiduría humana ideal (Sal. 111: 10; Prov. 1: 2), etc.

La "sabiduría" se distingue del "conocimiento" (Heb. dá'ath , cap. 2: 6), en que " sabiduría" atrañe al carácter y la conducta, en tanto que "ciencia" se refiere principalmente a la cultura intelectual. El conocimiento puede ser sólo una acumulación de hechos inconexos, sin la capacidad de aplicarlos a la vida práctica. En cambio la sabiduría es la facultad que permite aplicar los hechos en la vida práctica. Un estado intermedio podría hallarse en la expresión "razones prudentes" (Heb. binah , vers. 2). En este "entendimiento" o "comprensión" ( binah ) está implícita la capacidad de evaluar y organizar hechos, condición esencial para alcanzar la sabiduría.

La sabiduría, tan ensalzada en el libro de los Proverbios, es perspicacia práctica tal como la que se revela en los ideales morales y el carácter religioso. Los diversos aspectos de la sabiduría corresponden con las características del que está a la altura de las normas de Dios. La sabiduría que describe Salomón es abarcante en el sentido de que cubre todas las fases de la vida práctica. No separa la piedad de los deberes comunes de la vida. El que tiene la verdadera sabiduría, refleja los requerimientos de Dios en cada pensamiento y acto.

En vez de presentar la "sabiduría" ideal, el NT habla de "justicia" (Mat. 6: 33), "santidad" (2 Cor. 7: 1; Heb. 12: 10), "amor" (1 Cor. 13); pero estos conceptos abarcan una característica similar a la "sabiduría" del AT. En todos ellos el énfasis está en el carácter antes que en el ritualismo o aun el dogma, en cuanto éste se refiere al cristianismo teórico.

La ciencia y el entendimiento constituyen la base de la sabiduría. Practicar la sabiduría es una función de la inteligencia. La verdadera ciencia o el verdadero conocimiento no garantiza un proceder correcto; pero éste va acompañado de un conocimiento de lo que es correcto, y depende de ese conocimiento. La relación entre los dos conceptos se presenta con claridad en la siguiente declaración: "Las verdades de la Palabra de Dios son enunciadas por el Altísimo. El que incorpora en su vida esas verdades se convierte, en todo sentido, en una nueva criatura. No se le dan nuevas facultades mentales, pero desaparece la oscuridad con que la ignorancia y el pecado habían nublado su entendimiento. Las palabras 'os daré un corazón nuevo', significan 'os daré una nueva mente'. Un cambio de corazón siempre va acompañado por una clara convicción del deber cristiano, una comprensión de la verdad. El que estudia las Escrituras con ahínco y oración, obtendrá una clara comprensión y un sano juicio, como si al volverse a Dios hubiera alcanzado un plano más elevado de inteligencia" (EGW, RH 18-12-1913).

Doctrina.

De musar , "instrucción". Musar deriva de la raíz yasar : "amonestar", "disciplinar", "corregir"; a veces, "castigar". Puede también significar el resultado de la instrucción, y por esto equivale a sabiduría.

3. Prudencia.

Heb. Ñékel , palabra diferente de la que se tradujo "sabiduría" (vers. 2). Sékel significa "prudencia", "perspicacia", "buen juicio". Sin embargo, es un sinónimo de sabiduría. La poesía hebrea se caracteriza por utilizar muchos sinónimos. Deben entenderse como expresiones paralelas y no como 961 ideas diferentes. El efecto de esa multiplicación de expresiones es destacar lo abarcante del tema, y para tratarlo en todos sus aspectos.

4. Para dar.

En los vers. 4-6 se dice a quiénes se dedica el libro: a los simples, a los jóvenes y a los sabios.

Sagacidad.

Heb. 'ormah , "astucia", "prudencia". Puede usarse en un mal sentido, como en Exo. 21: 14: "alevosía" , o en un buen sentido como aquí, y en Prov. 8: 5, 12: "discreción" , "cordura" , respectivamente.

5. El sabio.

Es de suponer que el sabio pase por alto este libro como innecesario para él, aunque bien sabe que apenas ha tocado el borde de los ricos tesoros del universo, y podría con deleite aprovechar la ayuda que sólo Dios puede dar.

6. Declaración.

Heb. melitsah, "sátira", "poesía satírica", o "sarcasmos" (Hab. 2: 6). Aquí tal vez signifique "tropo" o "enigma".

Dichos profundos.

O "acertijo". Enseñanzas enigmáticas que necesitan explicación.

7. Temor de Jehová.

Es decir, reverencia para el Señor. El temor de Jehová es la actitud reverente compuesta de amor, temor reverente y gratitud, característica de los que han comprendido su propia indignidad y han encontrado la salvación en el bondadoso plan de Dios. No hay ninguna forma de educación intelectual que pueda compararse con el estudio ferviente de las Escrituras.

Principio.

El hebreo dice comienzo del "conocimiento" ( dá'ath ), como traducen BJ y VM. Heb. re'shith. Esta palabra también puede significar "parte principal". El temor de Jehová no sólo es el primer paso en la adquisición de todo verdadero conocimiento sino también la esencia del mismo. Si el conocimiento no nos induce a entregar la vida a Jesucristo, ha errado su verdadero objetivo. "No llaméis inteligente a nadie que no tenga la sabiduría de elegir al Señor Jesucristo, [que es] luz y vida del mundo. La excelencia de una persona depende de que posea las virtudes de Cristo" (EGW, carta 106, 15 de julio de 1902).

Los insensatos desprecian.

Hay dos palabras en el AT que se suelen usar para referirse al "insensato": (1) 'ewil y (2) kesil. Ambas se emplean para calificar a las personas estúpidas. Las dos aparecen con frecuencia en Proverbios y Eclesiastés, y rara vez en otro libro del AT. Puesto que destacan el contraste que hay entre el insensato y el sabio, que tiene el temor de Dios, describen al insensato como un pecador impenitente. Salomón establece aquí el contraste entre los que aprenden continuamente de Dios y sus caminos, y los que se desvían de la justicia y caminan por la senda de la muerte eterna. Los insensatos -que no temen al Señor, ya sea porque se han entregado a los placeres o por una voluntaria y obstinada rebeldía- rechazan toda sabiduría genuina. Por mucho conocimiento que puedan acumular, carecen de equilibrio por falta de balance espiritual, y son esclavizados por vanas filosofías.

8. Hijo mío.

Forma común en que un maestro se dirige a sus alumnos, y quizá se use aquí con ese sentido. Pero la mención de la madre sugiere una relación más personal, como si Salomón hubiera estado trasmitiendo a su hijo los frutos de su propia experiencia. Junto con el temor de Jehová está la respetuosa obediencia a los padres. La "instrucción" incluye la idea de disciplina, lo que sugiere que el padre debiera ser la autoridad suprema del hogar. Sin embargo, por lo general la madre es el factor más importante en la educación de los hijos, y con frecuencia es el recuerdo de su amable conducción lo que retiene a un joven en la senda de Ia justicia o lo hace dar marcha atrás cuando se ha descarriado.

9. Adorno de gracia.

¡Cuán pocos hijos ostentan el bello adorno de una obediencia voluntaria! No serán cadenas de restricción sino collares de honra los que tendrán quienes presten atención a sus padres como lo hicieron José y Daniel (Gén. 41: 42; Dan. 5: 29).

10. No consientas.

Se recuerda que la voluntad es soberana. Ni los seres humanos ni los demonios nos pueden hacer pecar a menos que nos dejemos convencer (Rom. 6: 13). La persona debe proponerse cometer el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar la razón (MJ 65). Hay personas que resisten la iniquidad por largo tiempo, pero que a veces se someten a ella. Creen que han hecho todo lo que se esperaba que hicieran. Pero la tentación, por poderosa que sea, nunca es una excusa para el pecado. Aunque la presión aumente frente a la continua resistencia, la voluntad puede y debe aprender a decir "no" hasta el mismo fin.

11. Para derramar sangre.

Esta abierta invitación a la crueldad y la codicia quizá parezca tener sólo contados paralelos en nuestra civilización. Sin embargo, las pasiones de los impíos no han cambiado. Nuestra época se caracteriza por asesinatos a sangre fría perpetrados por razones tan baladíes como el deseo de publicidad, de dinero, o la satisfacción de la curiosidad. Cada día se cometen con refinada crueldad robos que causan mucho sufrimiento a los pobres. Estos versículos son una advertencia muy necesaria para los jóvenes de hoy.

13. Llenaremos nuestras casas.

Una descripción del motivo que impulsa al ladrón. A los codiciosos e insolentes se les persuade fácilmente a caer en el mal cuando se los halaga con la perspectiva de pertenecer a una pandilla famosa y de participar en las ganancias del crimen. En los vers. 15-19 se muestra cuán vana es la esperanza de adquirir ganancias permanentes y satisfactorias robando a otros.

15. No andes.

El autor presenta las razones por las cuales no es provechosa una vida de crímenes, o aun el tratar de obtener ganancias excesivas legalmente. Es peligroso relacionarse con los malhechores aun incidentalmente, pues parecerían impulsados a realizar sus maldades por un poder superior a ellos. El trato frecuente con ellos borra la percepción entre el bien y el mal e induce a imitar su forma de vivir.

16. Sus pies corren hacia el mal.

Es aterradora la rapidez de la degeneración del que ha echado su suerte con los impíos. La conciencia se embota en poco tiempo, de tal manera que la idea del asesinato se vuelve plausible aun para un joven que ha sido criado en el temor de Jehová.

17. Se tenderá la red.

Los resultados insatisfactorios de una vida de crimen son tan abundantes y evidentes, que aun la inteligencia de un ave debiera ser más que suficiente para evitar la red que se ha tendido.

18. A su propia sangre.

La criminalidad inevitablemente lleva a la ruina a los que la practican. Pocos son los que logran ganancias económicas duraderas, y aun ellos pierden la tranquila felicidad que sólo la honradez puede proporcionar. Se ven obligados a conservar la amistad de compañeros indeseables por temor a que los traicionen. No pueden escapar de la trampa en que cayeron tan jactanciosamente. La única forma de liberarse la proporciona el arrepentimiento, lo cual significa que hay disposición para sufrir el castigo por las maldades pasadas.

19. Quita la vida.

El codicioso no presta atención a los sufrimientos de los pobres a quienes oprime y cuya vida puede ser acortada por las privaciones, en ocasiones por la violencia, y en otras por prácticas comerciales consideradas como "lícitas". Las solemnes amonestaciones que se enumeran aquí indican que un pecado tal acarreará malas consecuencias en esta vida y también en el día del juicio (Rom. 6: 23; Sant. 1: 14, 15).

20. La sabiduría clama.

En la primera parte de Proverbios se personifica a la sabiduría como una mujer pura y noble. En hebreo se usa un sustantivo plural ( jokmoth ) con una forma verbal singular, para nombrar la sabiduría (cf. caps. 9: 1; 24: 7). Jokmoth quizá sea un plural intensivo que comprenda toda forma de sabiduría. Algunos sugieren que jokmoth debería ser jokmuth , forma singular abstracta.

22. ¿Hasta cuándo?

En los vers. 22-33 están las palabras que pronuncia la sabiduría. Nótese la progresión de los grados de culpabilidad: los simples que no comprenden la necesidad de instruirse en justicia, los que abiertamente se mofan de lo bueno, y los transgresores empedernidos, a quienes Salomón llama "insensatos". Los "simples" y los "burladores" están tan ocupados con trivialidades, y tienen un concepto de sí mismos tan elevado, que no prestan atención a las amonestaciones, y los insensatos manifiestamente odian la rectitud y se oponen a ella.

23. Derramaré mi espíritu.

Si los "simples", los "burladores" o aun los "insensatos" se detuvieran y escucharan, la sabiduría los instruiría y les infundiría el espíritu del conocimiento esencial; y al mismo tiempo, el Espíritu de Dios les haría claras las palabras de condenación y los llamaría al arrepentimiento. La medida del Espíritu que se imparte a una persona está determinada por la receptividad del que la recibe, y no por Dios, que la da (CS 531).

24. No quisisteis oír.

La sabiduría sigue hablando tanto a los indiferentes como a los que se oponen activamente. Describe los inevitables y terribles resultados de no prestar atención a la exhortación a obtener un conocimiento de Dios. Esos insensatos siguen su propio camino, sordos a las palabras de advertencia y ciegos a las manos que les hacen señales.

25. Desechasteis.

Heb. para' , "dejar en paz", "descuidar". A quienes rechazan la misericordia de Dios no se los describe como ignorantes de lo bueno, ni se les atribuye la idea de que la salvación no tiene valor. Sencillamente se dice que están demasiado ocupados con cosas menos importantes o demasiado endurecidos en el pecado para prestar oídos a la exhortación (Luc. 14: 18; Hech. 24: 25). Los tales no son paganos, sino creyentes descuidados y apóstatas. Es peligroso posponer el día de responder a las súplicas de la sabiduría.

26. También yo me reiré.

Los simples se reían y despreciaban el ofrecimiento de la salvación, por lo cual la sabiduría no hace caso de su angustia y también, cuando los insensatos y los burladores que se mofaron del sendero de la vida clamen por misericordia, recibirán más bien la solemne ejecución del castigo.

27. Tribulación.

"Tribulación" y "angustia" son sinónimos; literalmente significan "apretura y estrechez", en contraste con la libertad dentro de un ambiente de amplitud. No se dice que la sabiduría cause los desastres. Estos resultan de descuidar la instrucción de la sabiduría y rehusar la protección divina que ella ofrece.

28. Me llamarán.

Cuando Dios llamó e hizo señales por medio de la sabiduría, no hicieron caso. Ahora claman en vano por el conocimiento salvador del Señor (Amós 8: 11, 12).

En la tormenta y el terremoto, en la guerra y la necesidad, muchas veces los pecadores insolentes claman por la salvación de Dios y prometen reformarse si él los salva del peligro. Sin embargo, con demasiada frecuencia, cuando vuelven la paz y la tranquilidad, se ríen de las promesas que hicieron obligados por sus temores. Si bien es cierto que la proximidad de la muerte suele provocar una conversión genuina, rara vez alcanzar y una salvación a última hora los que durante mucho tiempo fueron sordos a la invitación del Espíritu.

El cumplimiento más completo y terrible de esta profecía ocurrirá cuando termine la historia del mundo. Cuando la gente haya rechazado finalmente al Espíritu de Dios, y se haya retirado la protección de la gracia, los impenitentes se encontrarán a merced del amo cruel a quien escogieron servir antes que a Dios (CS 671).

¿Por qué no habrá respuesta? ¿Por qué se burlará Dios de esas pobres almas por las cuales dio a su Hijo? Decir que Dios se burla es hablar figuradamente, pues la verdad es que Dios sufre profundamente cuando los impíos o sus hijos se le oponen (Eze. 33: 11; Ose. 11: 8). Sin embargo, Dios les ha otorgado el libre albedrío, y no impide los resultados del proceder que elijan. Pero al mismo tiempo, y sin forzar su voluntad, les amonesta a que no hagan una elección equivocada. Exhorta a todos a que vayan a él, aunque durante mucho tiempo hayan sido enemigos del bien (Eze. 18: 21; Mat. 11: 28; Rom. 5: 8; Apoc. 22: 17).

29. Aborrecieron la sabiduría.

Cuando aún tenían el corazón bastante tierno e impresionable, no permitieron que el Espíritu de Dios actuara en ellos. Ahora se les ha endurecido su corazón y su carácter se ha desarrollado; es demasiado tarde. Cualquier arrepentimiento aparente es sólo un deseo de escapar de los terribles resultados de sus pecados. Si se les concediera otra oportunidad, sería infructuosa.

El verdadero perdón no es una excusa para seguir pecando, sino una limpieza del pecador (1 Juan 1: 9). Ningún pecador puede salvarse sin una genuina entrega a la instrucción y a la conducción del Espíritu Santo y un ferviente deseo de ser transformado.

No escogieron.

El temor de Jehová habría sido para ellos el principio de un conocimiento salvador (vers. 7). Esa gente no quería un conocimiento tal porque ése habría estorbado su deseo de disfrutar de la impiedad. Pero ahora quisiera evadir las inevitables consecuencias.

31. Del fruto de su camino.

Los impíos no son apartados de la presencia divina por un acto arbitrario del poder del Altísimo (Ose. 13: 9; 14: 1). Los mismos impenitentes han puesto su voluntad contra la Fuente de la vida, de modo que la amante presencia de Dios será para ellos un fuego consumidor (DTG 712, 82, 83; CS 40). Los descuidados y los endurecidos sufren una suerte similar; no están preparados para vivir en un mundo perfecto. La vida eterna, en un mundo libre de pecado, sería para ellos un tormento eterno. La muerte es una liberación misericordiosa de las angustias de un remordimiento vano (ver CC 20).

32. El desvío.

Muchos que esperan obtener la vida eterna se perderán debido a su preocupación por las riquezas de este mundo, la cual los llevó a la apostasía y al rechazo de Dios (Jer. 8: 5).

33. El que me oyere.

Los que prestan atención al sabio consejo de Dios y obedecen los preceptos de la sabiduría, quedan en paz en un mundo de infortunio. Sentirán compasión por los que sufren, y además no temerán por sí mismos, pues aguardan con confianza la salvación prometida por Dios (Sal. 16: 9).

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