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El poder de la oración: Interceder por otros - Sección maestros 4

Lección 4 MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
El sábado enseñaré...

Textos clave: 
1 Juan 5:14-16. Enfoque del estudio: Apocalipsis 12:17; Hebreos 7:25; Daniel 10:10-14.

RESEÑA

En la gran controversia entre el bien y el mal, la oración intercesora es un arma poderosa (Apoc. 12:7-9; 2 Cor. 10:4, 5). La oración no es un lugar piadoso para hacernos sentir cálidos por dentro. Como dice Elena de White: “Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo” (CC 79). Es compartir con Dios nuestras alegrías y tristezas, nuestras luchas y victorias, nuestros sueños y decepciones. Es en oración que nos conectamos con Dios en el nivel más profundo. Es a través de la intercesión que nos involucramos en una guerra espiritual y suplicamos al Todopoderoso por la salvación de las personas que nos importan. 
 
Dios está haciendo todo lo posible para llegar a las personas sin nuestras oraciones, pero él es respetuoso y nunca violará su libertad de elección. Nuestras oraciones son determinantes porque hay reglas básicas en el conflicto entre el bien y el mal. Una de las leyes eternas del Universo es que Dios ha dado a cada ser humano la libertad de elección. Todos los demonios del infierno no pueden obligarnos a pecar, y todos los ángeles celestiales nunca nos obligarían a hacer lo correcto. Dios se limita voluntariamente por nuestras elecciones; no usa la fuerza para motivarnos a servirlo. 
 
Cuando oramos por otra persona, eso abre nuestros corazones a las influencias divinas. Dios nos da sabiduría y habilidad para alcanzar a esa persona. Además, nuestras oraciones abren puertas de oportunidad para que Dios trabaje más poderosamente en la vida de los demás. Él respeta nuestra libertad de elección y derrama su Espíritu a través de nosotros a fin de influir en ellos para su Reino. Libera los poderes del cielo en su favor. Nuestras oraciones se convierten en el canal que Dios usa para influir poderosamente en otros para la vida eterna.

COMENTARIO

Uno de los pasajes más poderosos de la Biblia sobre la oración intercesora se encuentra en 1 Juan 5:14 al 16. El pasaje comienza con la seguridad de que Dios escucha nuestras oraciones. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (5:14). La palabra “confianza” significa una fuerte seguridad; transmite una sensación de certeza. La confianza es lo opuesto a la duda y la incertidumbre. Ten en cuenta que nuestra confianza no está en nuestras oraciones, sino en Dios, quien contesta nuestras oraciones. La promesa de Dios de responder nuestras oraciones no está exenta de condiciones. Cuando nuestra voluntad es moldeada por la voluntad de Dios y se convierte en una con su voluntad, podemos tener la absoluta seguridad de 45 que nos escuchará. Siempre es la voluntad de Dios perdonar nuestros pecados. Siempre es la voluntad de Dios darnos la victoria sobre el poder del mal. Siempre es la voluntad de Dios darnos el regalo de su salvación. Y siempre es la voluntad de Dios guiar a aquellos por quienes oramos para que conozcan su Palabra. Por fe creemos que las promesas de Dios son verdaderas. Por fe creemos que él contestará nuestras oraciones. 
 
Por fe creemos que él está trabajando de maneras que no podemos ver, y ciertamente no entendemos completamente, para salvar a aquellos por quienes oramos. Primera de Juan 5:16 es uno de los versículos más esclarecedores de toda la Biblia sobre lo que sucede cuando oramos. Se quita el telón y nos da una idea de la actividad divina de Dios a través de nuestras oraciones. “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte”. Aquí Juan enumera dos tipos de pecados: el pecado que conduce a la muerte y los pecados que no conducen a la muerte. 
 
La mayoría de los estudiosos de la Biblia entienden el pecado que lleva a la muerte como el pecado imperdonable; Juan no nos anima a orar por ese pecado. Sin embargo, nos anima a orar por las personas que no han cometido el pecado imperdonable. Cuando pedimos a Dios que las salve, él nos da “vida para aquellos que cometen pecado y no conducen a la muerte”. 
 
¿Qué significa que Dios da al que ora, al intercesor, vida por los demás? El Comentario bíblico adventista sugiere que “Cristo dará vida al cristiano que ora para que la transmita a esos pecadores que no han endurecido definitivamente su corazón. [...] El cristiano no tiene poder si está fuera del Salvador. Por eso, después de todo es Cristo el que da la vida, aunque la oración de intercesión pudo haber sido el instrumento mediante el cual se concedió esa vida” (CBA 7:696). Nuestras oraciones se convierten en el canal para que la vida misma de Dios fluya a los corazones que anhelan la salvación. 
 
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, Elena de White declara la eficacia de la oración intercesora en dos afirmaciones notables: “Forma parte del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha con fe, lo que no nos daría si no se lo pidiésemos así” (CS 580). “Los ángeles ministradores esperan junto al Trono para obedecer instantáneamente el mandato de Jesucristo de contestar cada oración ofrecida con fe viva y fervorosa” (MS 2:471). 
 
A medida que nuestras oraciones ascienden al Trono de Dios, Jesús encarga a los ángeles celestiales que desciendan instantáneamente a la Tierra. Les da poder para vencer a las fuerzas del infierno que luchan por la mente del individuo por el que estamos intercediendo. El individuo tiene la libertad de elegir a Cristo o a Satanás. Nuestras oraciones no fuerzan ni manipulan la voluntad. Brindan la mejor oportunidad para que el individuo vea los problemas con claridad y le brinde la mayor ventaja de elegir la vida eterna. 
 
La vida de oración de Jesús 
Los evangelios detallan en términos bastante específicos la vida de oración de Jesús. Una faceta de la vida de Jesús que se destaca mucho es el tiempo que pasaba a solas con Dios en oración. Lucas lo dice de esta manera: “Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Luc. 5:16). En el capítulo 9, Lucas agrega: “Aconteció que [...] Jesús oraba aparte” (9:18). Mateo describe varias veces que Jesús se retiraba de las multitudes para orar, incluida la mayor prueba de su vida. El destino del mundo temblaba en la balanza. Jesús suplicó a Dios en Getsemaní la fuerza para enfrentar el enorme desafío que se avecinaba (Mat. 26:36-39). 
 
El Evangelio de Marcos comienza con una descripción precisa de la vida de oración de Jesús. Después de un sábado de actividad agitada en Capernaum, temprano a la mañana siguiente, Jesús “salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Mar. 1:35). Hay tres cosas para tener en cuenta sobre los detalles de la vida de oración de Jesús. Primero, tenía un momento específico para orar. A menudo se levantaba temprano en la mañana para pasar tiempo a solas con Dios en tranquilidad. Segundo, tenía un lugar para orar. Jesús tenía sus lugares favoritos donde podía comunicarse con el Padre lejos de la actividad con las multitudes que tan comúnmente lo presionaban. Tercero, las oraciones secretas de Jesús no eran necesariamente oraciones silenciosas. Tres veces en la oración de Getsemaní, el Evangelio de Mateo registra que Jesús cayó sobre su rostro “diciendo” (Mat. 26:39, 42, 44). El libro de Hebreos registra que “Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión” (Heb. 5:7). 
 
En una ocasión, los discípulos escucharon a Cristo orar y se conmovieron tanto por sus oraciones personales que le pidieron que les enseñara a orar (Luc. 11:1). Elena de White agrega esta declaración perspicaz: “Aprended a orar en voz alta cuando únicamente Dios puede oíros” (NEV 130). Algunas personas están preocupadas por orar en voz alta porque temen que Satanás las escuche y sepa sobre qué están orando; razonan que debido a que Satanás no puede leer nuestros pensamientos, es mejor orar en silencio. Orar en silencio en nuestras mentes es ciertamente apropiado; sin embargo, uno de los desafíos es que nuestras mentes comienzan a vagar. 
 
Hay algo especial en orar en voz alta que nos mantiene enfocados. Cuando tenemos un momento especial para orar, estamos en nuestro lugar de oración y derramamos nuestros corazones ante Dios en voz alta, nuestra vida de oración se vuelve mucho más significativa. No tenemos que preocuparnos de que Satanás escuche nuestras oraciones, porque “al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla” (TI 1:309). 
 
Cuando oramos fervientemente por los demás, nuestras oraciones se unen con las oraciones de Cristo, nuestro poderoso Intercesor, en el Trono de Dios. Inmediatamente emplea todos los recursos del Cielo para influir positivamente en aquellos por los que oramos. Jesús oró por Pedro por su nombre. Oró para que 47 Pedro experimentara una conversión profunda. Las oraciones de Jesús fueron respondidas, y Pedro se convirtió en el poderoso predicador de Pentecostés. 
 
El apóstol Pablo oró por las iglesias de Éfeso, Colosas y Filipos por su nombre. También a menudo oraba por sus compañeros en el evangelio por su nombre. Estaban en su corazón y en sus labios, en oración. Junto con Jesús, el apóstol Pablo intercedió por aquellos con quienes trabajó y por quienes trabajó. 
 
Podría decirse que uno de los grandes gigantes espirituales del Antiguo Testamento fue Daniel. Su intercesión por Israel está registrada en Daniel 9 y 10. Sus sinceras oraciones son un ejemplo para la iglesia hoy del poder de la intercesión. A lo largo de las Escrituras, la oración intercesora es bíblica. La oración intercesora es poderosa. La oración intercesora es parte del plan de Dios para transformar nuestra propia vida y llegar a las personas perdidas.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Te gustaría tener una vida de oración más vibrante? ¿Te gustaría convertirte en un poderoso intercesor de Dios? Aquí hay algunos pasos prácticos que puedes seguir. 
 
1. Reserva un tiempo y un lugar específicos para buscar a Dios por la salvación de los demás. 
 
2. Pide a Dios que te impresione con el nombre de aquellos por quienes debes orar. Pasa tiempo pensando en aquellos que están dentro de tu esfera de influencia que necesitan de tus oraciones. El Espíritu Santo te impresionará acerca de con quién está pasando por una lucha espiritual y que más necesita tus oraciones ese día. 
 
3. Haz una lista de aquellos por quienes te sientes impresionado a orar a Dios. Sigue el método de Jesús y ora por ellos en voz alta por su nombre. 
 
4. Mientras buscas a Dios en oración, invita a otros a unirse a ti en tus momentos de intercesión. Jesús invitó a Pedro, Santiago y Juan a su círculo íntimo para tener momentos de oración sincera. Orar junto con otros es un método poderoso para mantenerse concentrado en la oración. Según Mateo 18:18 y 19, cuando dos o tres personas oran juntas, Dios escucha y derrama su bendición especial. En el séptimo volumen de Testimonios para la iglesia, Elena de White plantea esta pregunta que hace pensar: “¿Por qué no sienten los creyentes una preocupación más profunda y ferviente por los que no están en Cristo? ¿Por qué no se reúnen dos o tres para interceder con Dios por la salvación de alguna persona en especial, y luego por otra aún?” (TI 7:23).

¿Por qué no establecer unos momentos, en tu clase de la Escuela Sabática cada semana, para orar por las personas que no han concurrido a la Escuela Sabática o a la iglesia y ver lo que Dios hará?

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