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CBA, Libro de Isaías capítulo 43


 CBA, Libro de Isaías capítulo 43

1. Ahora.

Con referencia al contexto de este capítulo, ver com. cap. 40: 1. Las 298 amenazas y los reproches de los últimos versículos del capítulo anterior están en notable contraste con las promesas de esperanza que aquí se dan. El castigo es seguido de misericordia. El amor de Dios es mayor que su ira. "En toda angustia de ellos, él fue angustiado" (cap. 63: 9). A pesar de sus transgresiones, los amaba aún, y sobre todo deseaba que volvieran a él de todo corazón.

Creador tuyo.

Ver com. cap. 40: 12, 26, 28. Dios había creado a la nación de Israel para que honrase su nombre (vers. 7, 21), pero hasta ese momento los israelitas habían fracasado; sin embargo Dios procuraba hacerles ver que todavía eran su pueblo, llamados por su nombre, y ordenados para ser sus representantes y testigos especiales entre los hombres (cap. 43: 10; 44: 8).

No temas.

Ver com. cap. 41: 10.

Te puse nombre.

Ver com. Gén. 32: 28.

2. Por las aguas.

Aun cuando se encontrara en las situaciones más adversas, el pueblo de Dios tenía la seguridad de que Dios lo acompañaría para sostenerlo y salvarlo. No se le prometió ausencia de dificultades y aflicciones, sino consuelo y una liberación final. Israel había pasado varias veces "por el fuego y por el agua" , pero Dios lo había salvado (Sal. 66: 12; cf. Isa. 8: 7-8). " "Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová" " (Sal. 34: 19; cf. vers. 17-18). El fuego y el agua muchas veces aparecen en las Sagradas Escrituras como instrumentos purificadores (Núm. 8: 7; Job 23: 10; cf. 2 Ped. 3: 5-7).

3. Santo de Israel.

Ver com. cap. 40: 25.

A Etiopía y a Seba.

Ver com. Gén. 10: 6-7. Algunos han sugerido que este versículo alude a la caída de Egipto, Etiopía y Seba en manos de los persas a cambio de la liberación de los judíos del cautiverio babilónico. Ciro expidió el primer decreto que permitía a los judíos que salieran de Babilonia y reconstruyeran su templo (2 Crón. 36: 22-23; Esd. 1: 2-4), y Cambises, hijo de Ciro, conquistó a Egipto (ver. t. III, p. 328). La idea predominante aquí es la gran estima en la cual Jehová tiene a Israel. Cf. Eze. 29: 18-19.

4. Yo te amé.

Ver Deut. 7: 7-8. Por causa de su amor a Israel, Dios estaba dispuesto a hacer cuanto pudiera necesitar su pueblo. En los días de Moisés este amor se demostró cuando los hebreos fueron liberados de Egipto, y en los días de Isaías, cuando fueron salvados de Senaquerib. El amor de Dios para con Israel era imparcial, pues Dios no hace "acepción de personas" (Hech. 10: 34). Delante de Dios no tiene valor la nacionalidad, sino el carácter (Hech. 10: 35).

5. Del oriente.

Estas palabras se cumplieron parcialmente con el retorno de los judíos del cautiverio babilónico; y se cumplirían en forma más amplia con la reunión de los fieles de todas partes del mundo durante la era cristiana (pp. 37-38). Su cumplimiento pleno sólo se realizará cuando los justos sean congregados de los cuatro confines de la tierra en ocasión de la segunda venida de Cristo (Mat. 8: 11; 24: 31; Luc. 13: 29).

6. No detengas.

En lenguaje poético Isaías continúa pintando su cuadro de la conversión de personas de todas las naciones. En vez de "mis hijos, y mis hijas", el rollo 1QIsb de los Manuscritos del Mar Muerto dice "tus hijos y tus hijas".

7. Llamados de mi nombre.

Por lo tanto, pertenecientes a Dios. Aquí se incluye tanto a gentiles como a judíos, porque ellos son "coherederos" (Efe. 3: 6), llamados a ser "linaje escogido" para que anuncien " "las virtudes de aquel que os llamó -dice el apóstol- de las tinieblas a su luz admirable" " (1 Ped. 2: 9). Compárese esto con Hech. 11: 26; Sant. 2: 7.

8. Pueblo ciego.

Ver com. cap. 6: 9-10; 42: 7, 18-20. Se exhorta a los habitantes de la tierra, que hasta ahora habían estado " "ciegos" y "sordos" en el sentido espiritual, a que examinen la prueba de que Jehová es el verdadero Dios, y que se decidan a favor de la verdad o en contra de ella (cap. 43: 9).

9. Todas las naciones.

Se invita a las naciones de la tierra a que presenten su pleito ante el tribunal del universo. Tendrán la oportunidad de vindicarse, pero si no pueden hacerlo, se les pedirá que reconozcan que Jehová es Dios y que sus caminos son verdad. Desde ese momento ya no habrá más excusa para la ceguedad (vers. 8).

10. Mis testigos.

Ver las pp. 28-31. Todos los que reconocen a Dios (vers. 9) reciben la orden de dar testimonio acerca de él delante del mundo. Dios ha dado muchas pruebas de su divina sabiduría y poder, como lo hizo en Egipto (Exo. 3: 12-15) y en el monte Carmelo (1 Rey. 18: 36-39). De un modo especial, en la antigüedad los judíos deberían haber sido testigos de Dios, un testimonio vivo como nación, de que Jehová es Dios. Después de la invasión de Senaquerib, el remanente de Jerusalén fue para el mundo de ese entonces 299 un testimonio del amor de Dios para con su pueblo y de su poder para librarlo. Aun hoy, aunque ya no constituyen más el pueblo escogido de Dios, los judíos dan un testimonio convincente de que la Palabra de Dios es la verdad. La iglesia de hoy desempeña un papel similar al de Israel en tiempos antiguos (1 Ped. 2: 9).

11. Fuera de mí.

Dios salvó a su pueblo del poder de Egipto, en los días de Moisés, y en la época de Isaías, del poder de Asiria. En todas las edades lo ha salvado del poder del pecado. Cuando Jesús vino a esta tierra lo hizo con el expreso propósito de salvar a "su pueblo de sus pecados" (Mat. 1: 21). No hay otro medio de salvación (Hech. 4: 12).

12. No hubo entre vosotros dios ajeno.

Es decir, ningún ídolo (Deut. 32: 16; Isa. 42: 8; 44: 10; Jer. 3: 13). Mientras Israel sirviera a dioses extraños el Señor no podía manifestar su poder en favor de él. Dios había predicho que llevaría a su pueblo a la tierra prometida, que lo libraría de manos de sus enemigos y que lo traería de nuevo del cautiverio babilónico. Ningún dios ajeno podría haber hecho estas predicciones. En todas estas cosas los hijos de Israel eran testigos de la presciencia y fidelidad de Dios.

13. ¿Quién lo estorbará?

Entre los hombres ¿quién puede estorbar a Dios? El hace cumplir sus propósitos a pesar de la oposición de los hombres. Cuando Asiria intentó destruir a Judá en contra de la voluntad de Dios, el Altísimo destruyó a las fuerzas sitiadoras (cap. 14: 24-27; 37: 33-36).

14. Redentor vuestro.

Ver com. vers. 11.

Santo de Israel.

Ver com. cap. 40: 25.

Envié a Babilonia.

Con estas palabras Isaías predice el cautiverio babilónico con cien años de anticipación. Como sabe con certeza los acontecimientos futuros, Dios habla de las cosas que habrán de ser como si ya se hubieran realizado (ver t. I, p. 31). Demostró su poder al salvar a su pueblo de manos de Senaquerib. En este pasaje predice lo que ocurrirá entre su pueblo y Babilonia. Para que los babilonios no piensen que su triunfo sobre Judá indicaba la superioridad de sus dioses frente al Dios de Israel, Dios predice el acontecimiento y afirma que se trata del cumplimiento de su propósito eterno (ver cap. 10: 5-15).

En las naves de que se gloriaban.

El hebreo de esta frase es oscuro. La LXX dice: "los caldeos en barcos serán atados". " La Vulgata dice: "los caldeos en sus airosas naves". " La traducción de la BJ supone ligeras modificaciones ortográficas al texto masorético: "Se volverán en ayes los hurras de los caldeos"."

15. Vuestro Rey.

" En la época de la teocracia Dios era rey de Israel (Exo. 15: 18; Sal. 10: 16; 29: 10; 146: 10; Isa. 44: 6; Apoc. 11: 15). Aquí resaltan sus atributos más destacados: su carácter: el Santo; su poder: el Creador; su autoridad: el Rey. "

16. Camino en el mar.

" Se alude aquí al cruce del mar Rojo (Exo. 14: 16; Sal. 77: 19). Así como Dios desplegó su gran poder para libertar a su pueblo de la esclavitud egipcia, así también manifestaría su poder para librarlo de Babilonia. El mismo poder está hoy a nuestro alcance para librarnos del cautiverio del pecado. "

17. Ejército y fuerza.

"Heb. "poder y fuerza juntos"."

Como pábilo.

" (Ver com. cap. 42: 3.) En el mar Rojo, los ejércitos egipcios fueron extinguidos como la llama de una mecha. El camino de liberación del pueblo de Dios se convirtió en camino de muerte para los ejércitos de Faraón. "

18. No os acordéis.

" Dios había hecho grandes cosas en favor de su pueblo en el pasado, pero esas maravillas serían insignificantes en comparación con lo que haría en su favor en el futuro. "

19. Ríos en la soledad.

" Es probable que sea una alusión a las aguas de que dispuso Israel en el desierto (Exo. 17: 6; Núm. 20: 8; Sal. 78: 15-16; 1 Cor. 10: 4). La visión del profeta contempla la gran obra que Dios realizará en el futuro cuando haga llegar el mensaje de su gracia a lugares secos y áridos (ver com. Eze. 47: 1, 8-9; pp. 29-32; Isa. 35: 6-7; 41: 18; 44: 3). El cruce del desierto fue tan milagroso como el paso del mar Rojo. El poder de Dios no es menor hoy. Así como Dios abrió el camino hacia la Canaán terrenal, así también lo abrirá hacia la Canaán celestial. "

20. Las fieras del campo.

" Un cuadro muy simbólico, en el cual se atribuyen a las fieras las emociones y los procederes de los hombres. El aspecto de todo el desierto sería modificado. Hermosos jardines reemplazarían a las arenas ardientes; verdes praderas y fértiles campos ocuparían el lugar de los desiertos asolados, y los animales salvajes del desierto se regocijarían por la maravillosa transformación. Estos gloriosos resultados "300 " seguirían a la proclamación del Evangelio en las regiones desoladas en el sentido espiritual. "

21. He creado para mí.

"Cf. Deut. 7: 7-8; Eze. 16: 1-14."

22. De mí te cansaste.

" Sin el cuidado y la bendición de Dios, Israel nunca habría llegado a convertirse en una nación (vers. 21), pero el pueblo no sentía aprecio por lo que Dios había hecho en su favor (Deut. 6: 10-12; 8: 7-18; Isa. 5: 1-7; Eze. 16: 15; Ose. 2: 5-9). Israel se dejó absorber por las cosas terrenales y perdió su interés en las cosas de Dios. "

23. No te hice servir.

"No te he causado molestias" " (VM); "no te he abrumado" (NC). Compárese con Isa. 1: 11-12; Mal. 2: 13. Los requerimientos de Dios no habían sido agobiadores. Lo que el Señor pidió a los suyos fue para beneficio de ellos y no de él. No instituyó la ley ritual para su propio bien, sino para el bien de ellos, a fin de que pudieran entender más perfectamente el camino de la salvación.

25. El que borro.

Isaías presenta claramente a Cristo como el que salva al hombre del pecado. Es él quien perdona los pecados del hombre. El perdón divino no es meramente una transacción legal que borra del registro los pecados pasados, sino un poder transformador que elimina el pecado de la vida. Al borrar la transgresión, Dios transforma a los pecadores en santos. De ese modo termina realmente con el pecado. La doctrina de la expiación del pecado se presenta claramente tanto en el AT como en el NT.

No me acordaré de tus pecados.

Compárese con Isa. 1: 18; Miq. 7: 19. Esto ocurre una vez que los pecados son confesados, abandonados y perdonados. Dios trata al pecador arrepentido como si nunca hubiera pecado (Eze. 18: 20-21). Las palabras que Cristo dirigió a la mujer sorprendida en pecado son para todos: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Juan 8: 11).

26. Hazme recordar.

Compárese con Isa. 1: 18; Heb. 4: 16.

Entremos en juicio.

Isaías emplea una frase legal de la época para convocar al pueblo de Israel a que comparezca ante el tribunal divino.

27. Tu primer padre.

Es decir, Adán, el padre de la raza humana, desde cuyo tiempo el pecado ha existido en el mundo.

Tus enseñadores.

Esto es, los dirigentes del pueblo.

28. Por tanto, yo profané.

El castigo había recaído sobre el pueblo de Judá por causa de sus transgresiones. Los paganos los habían vituperado cuando los ejércitos de Senaquerib rodearon a Jerusalén (cap. 36: 4-20; 37: 10-13).

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