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CBA Primer Libro de Samuel CAPÍTULO 26


CBA 1 SAMUEL CAPÍTULO 26
1. Haquila.

Ver com. cap. 23: 19. Algunos tratan de hacer corresponder la narración de este capítulo con lo que está registrado en los caps. 23 y 24 y explican esto mediante los siguientes parecidos: (1) Los zifeos como los que informaron a Saúl. (2) La presencia de David en Haquila. (3) El ejército de 3.000 hombres de Saúl. (4) La forma en que los hombres de David lo instaron para que matara a Saúl. (5) La negativa de David de tocar al ungido del Señor. (6) El pesar de Saúl. (7) La forma en que David se comparó con una pulga. Por otro lado, hay notables diferencias. Por ejemplo: (1) El lugar donde se ocultó David. (2) La identificación de Saúl; en un caso después de que entró en la cueva, mientras que en el otro los movimientos del rey fueron observados por exploradores. (3) La prueba material que tuvo David en sus manos; en el primer caso, un pedazo del atavío de Saúl; en el segundo, la lanza del rey y una vasija de agua. No hay razón válida para aceptar las dos narraciones como relatos con variantes del mismo incidente. En el intervalo entre los dos incidentes, David había estado oculto en el desierto de Parán y pasó por el infortunado caso de Nabal. Ahora bien, cuando fue otra vez al norte, los zifeos informaron a Saúl de su presencia. Exasperado porque David se hubiera atrevido a volver al distrito cerca de Hebrón, Saúl se olvidó de la reciente promesa hecha a su yerno, y en un acceso de locura una vez más se puso en campaña para capturar a su rival.

5. Campamento.

Quizá David y sus hombres vieron al ejército adversario que acampaba para pasar la noche, y David pudo ver la ubicación de Saúl en medio de su ejército. Abner, primo de Saúl (cap. 14: 50), era su guardaespaldas.

6. Ahimelec heteo.

El nombre de este hombre sólo aparece aquí. Ya en tiempo de Abrahán se menciona a los heteos (Gén. 23: 3-20). Estos descendientes de Het vivían cerca de Hebrón. De ellos compró Abrahán una sepultura para su esposa, Sara. Más tarde los heteos llegaron a convertirse en una nación poderosa que ocupó un lugar estratégico en el Asia Menor, y a su debido tiempo llegaron a ser el equilibrio del poder en la región de la gran curva del río Eufrates, en lo que ahora se conoce como el norte de Siria y Turquía. Después, cuando los pueblos egeos migraron a través del Asia Menor en su marcha hacia Egipto, el imperio heteo (o hitita) fue prácticamente raído. Había residuos de heteos en Palestina en los días de Salomón (1 Rey. 9: 20, 21). Quizá este Ahimelec en alguna forma estaba relacionado con la tribu de Judá mediante un casamiento, y creía que sólo estaría seguro relacionándose con David. Tal vez se había destacado tanto, que David lo tuvo de guardaespaldas.

Abisai.

Nieto de Isaí. Abisai era hijo de Sarvia, hermana de David, y por lo tanto sobrino de éste. Joab, hermano de Abisai (1 Crón. 2: 16) era el jefe de las fuerzas de David.

8. Déjame que le hiera.

Abisai no había aprendido la difícil lección de ser magnánimo con un enemigo. Saúl había iniciado una contienda de tribus entre Benjamín y Judá, y es evidente que Abisai llegó a la conclusión de que eso demandaba represalias. Saúl había arrojado su lanza contra David, pero había errado. En ese momento, según el criterio de Abisai, le tocaba su turno a David, y Abisai, como su gardaespaldas, se ofrecía para actuar en lugar de su tío.

9. No le mates.

David tenía un criterio independiente. Tenía por norma no matar a nadie. Había dado forma a su filosofía de la vida no por tradición sino por los principios establecidos en la revelación divina. Entre los preceptos de la ley mosaica, con los cuales se había familiarizado David, estaba el siguiente: " "No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás al principal de tu pueblo" " (Exo. 22: 27 BJ, vers. 28 en la RVR). David poseía un agudo discernimiento espiritual y entendía que esta ley prohibía que se atacara al rey. La interpretación espiritual que dio David a la norma mosaica estaba muy por encima de la de los dirigentes judíos de los días de Cristo, que trataban de mantener la letra de la ley en tanto que violaban su espíritu. La capacidad de David para interpretar correctamente las Escrituras tenía el apoyo de la dirección que recibía mediante (1) los profetas, (2) los Urim y el Tumim, (3) las indicaciones de la protección providencial que desde muchos años se presentaba en su vida, (4) las pruebas históricas del poder de Dios durante los siglos pasados, como le habían sido repetidas a los pies de Samuel en las escuelas de los profetas, (5) la inspiración recibida en su trato con almas afines llenas del mismo discernimiento espiritual, y (6) el don del Espíritu Santo que lo capacitaba para hablar por inspiración (ver 2 Sam. 23: 2).

10. Vive Jehová.

David estaba contento de dejar todo en manos de Dios, y en ninguna forma intentaba determinar el camino que Dios debía seguir. Alegremente puso todos sus planes a los pies de su Maestro, para esperar con paciencia el desarrollo de los misteriosos procedimientos de Dios.

11. La lanza.

David comprendía muy bien que necesitaba una prueba material de la forma en que procedió con Saúl. Mientras esperaba que Dios hiciera grandes cosas para él, sabía que él también tenía una parte que realizar en ese momento.

12. Un profundo sueño.

¡Qué ánimo debe haber recibido David al darse cuenta de la protección del Altísimo, mientras él y Abisai se filtraban entre las filas de los soldados de Saúl! El milagro que hizo posible que esos hombres entraran y salieran a través de las filas de 3.000 hombres, hasta el mismo centro del ejército, sin ser advertidos, fue una prueba que demostró de qué lado de la contienda estaba la Providencia. Esta intervención condenaba la naturaleza voluble de Saúl, quien poco tiempo después de haber hecho una promesa violó su palabra e hizo exactamente lo opuesto.

17. ¿No es ésta tu voz?

Puesto que probablemente todavía era oscuro, Saúl sólo podía reconocer a David por la voz.

18. ¿Qué he hecho?

El proceder de David con Saúl fue respetuoso y lleno de una súplica amante. Podría haber dicho: "¿Por qué has violado tu pacto conmigo ante Dios? ¿Cuánto tiempo continuarás pecando contra mí y contra Jehová?" Pero esas palabras sólo habrían despertado la ira de Saúl. Se necesita tacto para reprochar de modo que la censura provoque un cambio de conducta en el que está en el error. El esfuerzo de David alcanzó todo lo que se podía esperar en un hombre tan endurecido como Saúl (ver vers. 21).

19. Si Jehová.

David presentó delante de Saúl dos soluciones posibles que podrían parafrasearse de esta manera: (1) Si debido a un pecado de mi parte -cometido ignorantemente contra ti o contra todo Israel, sobre el cual tú estás ungido como rey-, Dios te ha impresionado para que ejecutes juicio contra mí, permíteme seguir las instrucciones de la Torah para buscar perdón en la forma establecida divinamente (Lev. 4). (2) Pero si por medio de chismes infamatorios y sugestiones calumniosas has sido impelido a perseguirme como a un rebelde, creyendo que trato de usurpar tu lugar, la prueba de En-gadi y la de aquí demuestran la falsedad de tales palabras y acciones. Por lo tanto, los que te incitan son malditos delante de Dios de acuerdo con las órdenes de la misma Torah (Deut. 27: 24-26), y tú no debes seguirlos ni ser guiado por su consejo.

Me han arrojado.

David abrió el corazón ante Saúl como en un rapto de desaliento. En vez de ser aceptado como siervo (vers. 18), cargo que con mucho gusto habría ocupado, había sido perseguido como un proscrito; su rey se había convertido en su enemigo, y aquel a quien gozosamente habría seguido con respeto ahora lo había obligado a huir como una perdiz por los montes (vers. 20). Pero mucho peor que eso, estaba siendo expulsado de "la heredad de, Jehová", la tierra de sus antepasados y de la religión que había sido su principal gozo y solaz durante todos esos años. Se había visto obligado a vivir en cuevas, en la soledad del desierto y entre los enemigos de su propio pueblo. Para entonces, el único refugio seguro para él y sus hombres era un exilio completo.

21. Entonces dijo Saúl.

Saúl se sintió completamente abrumado por el momento, cuando una vez más vio que su vida había sido preciosa a los ojos de David. La magnanimidad de ese patriota proscrito le arrancó de los labios varias confesiones dignas de notar: (1) "He pecado" al hacer planes secretos para la muerte de un prójimo. (2) "He hecho neciamente" al repetir mi intento de matar al que bondadosamente me preservó la vida. (3)"He errado en gran manera" al rendirme a la compasión propia y a las más bajas pasiones. Invitó a David para que volviera a Gabaa y le prometió su protección. Aunque la invitación a volver era un gesto bondadoso, el regreso de David habría provocado una situación dificilísima, pues Saúl había dado la esposa de aquél a otro (cap. 25: 44).

22. David respondió.

El relato no registra una respuesta directa como si David hubiera recibido la invitación de Saúl. Quizá en el tono de Saúl, más que en sus palabras, había un aire de arrogante condescendencia que David captó prestamente, y que lo convenció de que el que aparentemente era tan humilde, todavía era orgulloso y obstinado. David no tenía seguridad alguna de que continuaría esa disposición de Saúl.

24. Estimada.

Literalmente, "magnificada", es decir, de gran valor. Dos veces David afirmó su integridad al preservar la vida de Saúl, pero en vez de confiarse en las manos del rey, pidió en oración la protección de Dios para él en todas sus tribulaciones.

25. Se fue por su camino.

No pudiendo confiar en un cambio permanente del proceder de Saúl, David prefirió seguir como fugitivo.

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