1. Hijo de Imer.
Este dato sirve para
distinguirlo de "Pasur hijo de Malquías" (cap. 21: 1). Es posible que el hijo de
Imer fuera el padre del "Gedalías" del cap. 38: 1-4, uno de los príncipes que
más tarde se opuso a las actividades de Jeremías.
Príncipe.
"Funcionario jefe en la casa de Yahweh", quizá segundo después del sumo
sacerdote. Su elevado cargo en el templo le daba autoridad para tomar la
iniciativa en las medidas rigurosas aplicadas a Jeremías (vers. 2-3), sobre todo
porque el profeta había pronunciado su mensaje al pueblo "en el atrio de la casa
de Jehová" (cap. 19: 14-15). Pareciera que los acontecimientos del cap. 20 son
una continuación de los del cap. 19 (ver com. cap. 19: 1).
2. Profeta Jeremías.
Aquí aparece
por primera vez en este libro el nombre propio de Jeremías junto con su oficio:
profeta; sin duda, para hacer notar el ultraje e infamia que sufriera Jeremías.
Cepo.
Heb. mahpéketh , "instrumento que obliga a una postura
torcida", o sea un instrumento de castigo que obligaba al preso a adoptar una
posición sumamente incómoda y dolorosa. En esa condición de dolor y humillación,
Jeremías pasó la noche en la "puerta superior de Benjamín", uno de los lugares
más públicos de Jerusalén. Quizá esta puerta correspondía con la de las ovejas
(cap. 37: 13), aunque algunos piensan que estos cepos estaban en otro lugar, y
que la puerta superior o de Benjamín era una entrada al recinto del templo. En
el mapa de la p. 523 se ven las dos posibles publicaciones.
3. El día siguiente.
El profeta fue
liberado de la tortura de los cepos después de una noche, pero eso no significa
que se lo hubiera librado en ese momento de la cárcel. Es evidente que Jeremías
pasó mucho tiempo encarcelado mientras escribía sus mensajes para el rey Joacim
(PR 319; ver com. cap. 36: 5).
Magor-misabib.
Literalmente,
"terror por todas partes". La misma frase hebrea aparece en Sal. 31: 13 (donde
se traduce "miedo por todas partes") y en Jer. 6: 25; 20: 10 (donde se traduce
"temor por todas partes"). Es posible que el profeta se hubiera consolado con el
Sal. 31, y que debido a su confianza en Dios como su Libertador aplicara las
palabras "terror por todas partes" a su perseguidor y no a sí mismo, como lo
había hecho el salmista (Sal. 31: 9-16).
5. Toda la riqueza.
Los babilonios se llevarían como botín
todas "las reservas" (BJ) de la ciudad de Jerusalén.
6. Entrarás en Babilonia.
Todos fueron llevados al exilio,
excepto "los pobres del pueblo de la tierra" (2 Rey. 24: 14; 25: 12; Jer. 40:
7).
Has profetizado con mentira.
Esto insinúa o indica que Pasur
pretendía ser profeta y que era miembro del partido anticaldeo que instaba al
pueblo a luchar contra el ejército de Nabucodonosor. Ese partido había
despreciado las advertencias de Jeremías de que no debían confiar en la alianza
con Egipto para asegurar la integridad nacional (cap. 2: 18, 36; 14: 13-15; 37:
5- 10).
7. Me sedujiste.
Ver com.
cap. 4: 10. Es probable que este lamento fuera una reacción a causa de la
angustiosa noche que el profeta pasó en el cepo (vers. 2-3). Su quebrantado
estado de ánimo pudo inducir a Jeremías a pensar que su obra era un fracaso,
fracaso que le resultaba más amargo por el temor que lo obsesionaba de que Dios
no cumpliera sus promesas (Jer. 1: 8-10; cf. Jer. 15: 10, 17; Jon. 4: 1-4).
Más fuerte fuiste que yo.
En su angustioso lamento Jeremías
insinúa que el Señor ha empleado su poder superior para obligarlo, contra su
inclinación y deseo, a emprender una misión que rehuía.
8. Doy voces.
Heb. za´aq , "clamar", ya sea pidiendo ayuda
o quejándose por el dolor.
9. No me
acordaré más.
Su sentimiento de frustración y fracaso, hizo creer al
profeta que el único recurso que le quedaba era dejar de cumplir su misión de
ser portavoz de Dios.
Fuego.
Se ha sugerido que este "fuego
ardiente" era la orden divina de que Jeremías fuera su mensajero, misión que no
podía dejar de cumplir.
No pude.
Es decir, "no fui capaz de
soportarlo".
10. Murmuración de muchos.
Compárese con Sal. 31: 13. Jeremías había oído muchas "calumnias" (BJ) y
"difamaciones" (VM) referentes a él.
Temor de todas partes.
Heb.
magor missabib, nombre que Jeremías le había dado a Pasur (ver com. vers. 3).
Denunciad.
Posiblemente deba entenderse: "denunciadle, y
nosotros informaremos lo que nos decís". Los perseguidores del profeta abrigaban
la esperanza de obtener pruebas de que Jeremías había sido desleal a la nación
(cap. 11: 19; 18: 18).
Claudicaría.
Mejor, "tropezaría".
Se engañará.
Ver vers. 7. Los enemigos de Jeremías esperaban
entramparlo con algo que dijera en su celo profético, para condenarlo y hacerlo
morir.
11. Jehová está conmigo.
A
pesar de su preocupación y perplejidad, Jeremías no cede ante la desesperación.
Su confianza sigue firme en Dios (cf. Sal. 23; 27; 2 Cor. 4: 1, 8-9). Las aguas
de la angustia no pueden anegar su confianza, ni el fuego de la persecución
puede destruir su fe (cf. Isa. 43: 1-2).
Poderoso gigante.
Heb.
'arits , que deriva del verbo 'arats , "temblar". Jehová es el poderoso que
infunde temor y respeto. El profeta 465 estaba seguro de que si bien sus
enemigos eran "fuertes" (cap. 15: 21), Dios, el poderoso que hace temblar,
podría vencerlos fácilmente (ver Isa. 9: 6).
12. Jehová de los ejércitos.
Ver com. Sal. 24: 10; Jos. 5:
14. En este título quizá se refleje el pensamiento del vers. 11, en el cual Dios
aparece como un "gigante" guerrero.
El corazón.
El hebreo dice
"riñones" (ver com. cap. 17: 10).
13. Cantad a Jehová.
La angustia del profeta cede ante la
esperanza; la tristeza da lugar al gozo (cf. Sal. 30: 5).
14. Maldito el día.
En el resto del
capítulo Jeremías aparece sumido en una profunda desesperación que nos recuerda
la del patriarca Job (ver com. Job 3: 1-6). Siempre debemos recordar que si bien
estos personajes bíblicos eran valientes hombres de Dios, seguían siendo seres
humanos sujetos "a pasiones semejantes a las nuestras" (Sant. 5: 17).
15. Haciéndole alegrarse así mucho.
Al pensar en este deleite propio de la paternidad, Jeremías se sentía
más apenado frente a su dolor (cf. cap. 15: 10). Lo que había sido motivo de
alegría para sus padres ocasionaba desesperación al profeta.
16. Como las ciudades.
Se alude
aquí a las "ciudades de la llanura" (Gén. 19: 29) que fueron destruidas por el
fuego que descendió de Dios. Su destrucción se constituyó en ejemplo del castigo
divino que inevitablemente sobreviene por la impiedad de los hombres (Deut. 32:
32; Isa. 1: 9-10; Jud. 7).
Voces.
Heb. teru'ah , "grito", "voz
de alarma". Quizá se refiera al grito de guerra de un ejército invasor.
17. No me mató.
Este capítulo
concluye con un crescendo de emociones expresadas en un lenguaje vigoroso y
apasionado. El profeta lamenta profundamente haber nacido.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 20
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