1. Sexto año.
El sexto año del cautiverio de
Joaquín (ver com. cap. 1: 2), el año 592/591 a. C. (ver la p. 602). Aquí
comienza una nueva serie de profecías que se extiende hasta el fin del cap. 19.
La fecha indica que esta serie comenzó un poco más de un año después del llamado
de Ezequiel a ser profeta (cap. 1: 2). Desde su primera visión, el tiempo de
Ezequiel se dividió en períodos de 7 días (cap. 3: 15), 390 días (cap. 4: 5) y
40 días (cap. 4: 6), lo que da un total de 437 días, siempre que no se hubieran
superpuesto días de los diferentes períodos. Se ha afirmado que este período no
puede ubicarse entre las fechas de las dos visiones, que es un lapso de 14 meses
lunares, o sea aproximadamente unos 413 días. Por supuesto, hay opiniones
divergentes en cuanto a la aplicación de estos períodos, y, además, no es
necesario suponer que sería necesario que una nueva revelación se demorase hasta
que estos períodos hubieran concluido (ver com. cap. 4: 5). Por otra parte, a
fin de adaptar su año lunar al año solar, los judíos añadían un mes adicional
cada dos o tres años. Si el 5.° año fue un año al cual se le intercaló otro mes
(cosa que parece muy probable, si se tiene en cuenta el ciclo de 19 años), ese
mes adicional aumentaría el total a unos 442 días.
Mes sexto.
Septiembre de 592 ó 591 (ver p. 602).
Ancianos.
Es
posible que representaran cierta organización civil conservada aún en el
cautiverio, y que no fue suprimida por los babilonios. Es posible que ellos,
junto con los sacerdotes exiliados, con frecuencia se consultaran en cuanto a
los asuntos públicos. El 632 hecho de que los ancianos recurrieron al Señor
acerca de la situación en que se encontraban (ver caps. 14: 1; 33: 31),
manifiesta claramente que a Ezequiel ya se lo conocía como profeta que se había
granjeado el respeto de los cautivos.
2. De
hombre.
El hebreo dice que el profeta vio una figura con apariencia de
fuego. La apariencia "de hombre" proviene de la LXX. Sin embargo, la mención de
"lomos" y de la "mano" (vers. 3) implican que lo que vio tenía figura humana. A
Ezequiel se le presentó otra teofanía (ver com. cap. 1:1). La visión aconteció
mientras los ancianos estaban sentados delante del profeta. Evidentemente no
vieron nada, pero el estado de visión en que estaba Ezequiel sin duda los
preparó para escuchar al final de la visión "todas las cosas que Jehová... había
mostrado" al profeta. (cap.11: 25).
3. El
Espíritu me alzó.
No tenemos razón para pensar que Ezequiel fue
transportado literalmente. Sin duda se trasladó en visión (ver com. Dan. 8: 2).
Como Pablo, sin duda Ezequiel no podía determinar si estaba en el cuerpo o fuera
de él (2 Cor. 12: 3).
La entrada de la puerta de adentro.
Esta
era una de las puertas que llevaba del patio del pueblo al patio de los
sacerdotes. En el relato de la construcción del templo de Salomón no se menciona
la existencia de puertas que dieran acceso de uno de esos atrios al otro, pero
es evidente que las hubo en el templo posterior de Herodes. Era quizá una de las
partes más conspicuas del templo, un lugar donde se congregaba mucha gente.
La imagen.
Heb. sémel , "ídolo", "imagen", que aparece sólo
cinco veces en el AT (Eze. 8: 3, 5; Deut. 4: 16; 2 Crón. 33: 7, 15), y siempre
se traduce correctamente en la RVR. Se han hecho varias conjeturas en relación
con esta "imagen del celo". Se ha pensado que podría ser una representación de
Baal, Moloc o Astarté. Pero es posible que "imagen del celo" no fuera un nombre
propio de una deidad pagana específica, sino más bien un nombre que describe una
imagen que provocaba a celos al Señor. El que se instalara un Dios rival en el
lugar dedicado al culto de Yahweh, produciría tal efecto. Es posible que en este
tiempo hubiera ídolos paganos en el templo. Desde los días de Salomón, quien
había erigido lugares de culto para los diversos ídolos de sus esposas "en el
monte que está enfrente de Jerusalén" (1 Rey. 11: 7), la idolatría había ido
aumentando progresivamente. Pareciera que bajo la presión del rey asirio, Acaz
había colocado un altar donde se practicaba la idolatría dentro del templo
mismo, por lo cual el altar de los sacrificios había tenido que ser trasladado
hacia el norte, para dar lugar a ese nuevo altar (ver com. 2 Rey. 16: 10-16).
Más tarde, Manasés "edificó altares en la casa de Jehová" (2 Rey. 21: 4). Con la
sola excepción de Josías, los posteriores reyes de Judá fueron impíos. Es muy
posible que hubiera usado la zona del templo para sus cultos idolátricos.
4. La gloria.
La presencia de la
gloria de Dios era una señal de que él conocía la idolatría de su pueblo, e
indagaría los secretos del culto de ellos.
5. Hacia el lado del norte.
Esto indica que Ezequiel se
encontraba en visión en el atrio de los sacerdotes; de otro modo no podría haber
mirado hacia el norte para ver el ídolo en la puerta de norte. Ya se ha
mencionado la imagen (vers. 3), pero ahora la atención del profeta se dirige
hacia ella con más detenimiento. No bastaba que meramente la viera al pasar.
6. Para alejarme.
En el hebreo el
verbo está en infinitivo, sin pronombre; pero es muy lógico pensar que con el
culto idolátrico el pueblo alejaba a Dios de su santuario. La gente depositó su
confianza en la creencia de que Dios protegería su templo y su ciudad. El
profeta debía informarles que por causa de sus iniquidades, tanto la ciudad como
el templo serían destruidos.
Abominaciones mayores.
Estribillo
que se repite en este capítulo (vers. 13, 15). El profeta es conducido como si
pasara a través de las etapas sucesivas de una idolatría creciente y planeada.
7. La entrada del atrio.
Ezequiel
había estado antes en el atrio interior (ver com. vers. 5). Ahora se lo lleva a
la puerta misma, la cual parece haber estado rodeada de aposentos (Jer. 35: 4;
Eze. 40: 44).
8. Cava.
Ezequiel
cavó en visión. Sin duda el propósito de esta parte de la visión era mostrarle
al profeta las actividades que se desarrollaban con mucho secreto.
10. Pintados.
Mejor "tallados",
quizá en relieve. Algunos comentadores afirman que la idolatría que se
practicaba allí era de origen egipcio; otros dicen que procedía de Babilonia. En
el cap. 23: 14 las imágenes de la pared son caldeas. Es posible que no todas las
figuras 633 tuvieran el mismo origen, sino que representaban diversos ritos.
11. Setenta.
Quizá sea éste un
número aproximado. No debe confundirse este grupo con el Sanedrín, que no
existió hasta después del cautiverio. Ezequiel vio a estas personas en visión,
no en la realidad, por lo que no tiene sentido discutir si había o no en el
templo un recinto suficientemente grande como para que cupieran allí 70 hombres.
Jaazanías.
Algunos han procurado identificar a este personaje
con "Jaazanías hijo de Azur", uno de los príncipes impíos que se mencionan en el
cap. 11: 1. No puede establecerse esa relación, ni tampoco puede saberse si el
Safán que se menciona era el que fue escriba del rey Josías (2 Rey. 22: 8-9). Si
así fuera, el mencionar que fue antepasado de Jaazanías podría servir para
mostrar la diferencia entre sus caracteres y para revelar la decadencia moral de
los dirigentes de la nación.
Cada uno con su incensario.
En el
momento culminante, todos los 70 ancianos estaban oficiando como sacerdotes,
ofreciendo a los ídolos representados el incienso que sólo los hijos de Aarón
tenían derecho de usar (2 Crón. 26: 16-18), y el cual sólo debía ser ofrecido al
verdadero Dios.
12. No nos ve Jehová.
No negaban la existencia de Dios y su providencia, sino que, al parecer,
concebían a Yahweh como una deidad local que había abdicado. Ezequiel expone la
filosofía de este grupo en la forma de un dicho popular, lo cual es
característico del estilo del profeta (caps. 9: 9; 11: 3, 15; 12: 22, 27; 18: 2,
25, 29; 33: 10, 24, 30; 35: 12; 37: 11).
14. Tamuz.
Dios adorado por los babilonios con el nombre de
Du'uzu , considerado como hermano o hijo, esposo o amante de la diosa Ishtar.
Tamuz era el Dios de la vegetación y de las pasturas y patrono de los rebaños.
Según una antigua tradición, moría anualmente y descendía al mundo de los
muertos. Su muerte era marcada por el calor del verano que secaba los campos,
los arroyos y la vegetación. Su partida se conmemoraba con manifestaciones
públicas de duelo y el canto de endechas en el cuarto mes del año semítico (Duzu
o Tamuz, que comenzaba en lo que para nosotros es junio o julio; ver t. II, p.
119). También se creía que cada año Ishtar descendía al mundo de los muertos
para despertar al Dios fallecido. Se suponía que su despertar y su retorno
hacían que la vegetación volviera a florecer. Los griegos conservaron una
leyenda similar en el mito de Demetrio y Perséfone.
Tamuz era adorado en
Babilonia, Asiria, Fenicia y Palestina. En Fenicia, este culto tomó la forma del
culto de Adonis ( 'adon significa "señor"), una deidad fenicia local. Después el
nombre Adonis fue transmitido a los griegos, cuyo mito de Venus y Adonis pasó a
los romanos. Si bien la tradición antigua identifica a Tamuz con Adonis, en
realidad el culto de Adonis no era más que una forma del divulgado culto a
Tamuz. No se sabe cuándo fue adoptado este culto por los Judíos.
El
hecho de que la fiesta de Tamuz cayera en el cuarto mes y no en el "sexto mes",
cuando Ezequiel tuvo la visión, no presenta ningún problema. El profeta vio en
visión lo que Dios quiso mostrarle. Sin duda se le mostraron representaciones de
la impiedad que en diversos momentos se practicó en Jerusalén.
16. Veinticinco.
La LXX dice
"veinte". No se sabe con certeza qué importancia puede tener el número. Algunos
han pensado que alude al sumo sacerdote y a los jefes de los 24 grupos de
sacerdotes (ver com. 1 Crón. 24: 1), con lo cual estarían representados todos
los sacerdotes. Estaban de pie entre el altar y el templo, en lo más santo del
atrio. Allí, de espaldas al templo del Señor, adoraban al sol. La adoración del
sol, Shamash, fue practicada por los cananeos desde épocas remotas y se había
introducido en el culto de los reyes y del pueblo de Judá (2 Rey. 23: 5, 11; cf.
Deut. 4: 19; 17: 3; Job 31: 26). El hecho de que estuvieran en el atrio interior
ha llevado a pensar que quizá fueran sacerdotes, pero en algunos casos entraban
allí también quienes no eran sacerdotes (2 Rey. 11: 4-15). Si se trataba de los
guardianes específicos de la verdadera religión, su pecado era el más flagrante
insulto a Dios. Así se lo hizo resaltar como la mayor de las abominaciones (2
Crón. 36: 14).
17. Maldad.
Heb.
jamas . También puede traducirse como "impiedad", "violencia". Se emplea la
misma palabra para describir la impiedad de los antediluvianos (Gén. 6: 11). La
LXX dice anomía , "conducta que es contra la ley, que no toma en cuenta la ley".
Se volvieron.
El pueblo volvió vez tras vez a su conducta impía.
Aplican el ramo.
En los así llamados "jardines de Adonis" se
tomaban flores cortadas, 634 se las ponía en una fuente llena de tierra y se las
alzaba frente al rostro. En un mural de Pompeya se ilustra esta costumbre. La
antigua tradición judía afirma que debe leerse "mi nariz" (la del Señor). Se
parafrasea el pasaje de la siguiente forma: "Pusieron sobre mí una afrenta,
volviéndome sus espaldas en el lugar dedicado a mi culto". La LXX dice: "Son
como los que se burlan".
18. No los oiré.
Ya es demasiado tarde para evitar la catástrofe nacional. Sin embargo,
la salvación individual no está excluida. Los pocos que "gimen y que claman a
causa de todas las abominaciones" que se hacen en la tierra, serán liberados.
Los otros, por su conducta obstinada, han escogido la destrucción.
Debido a que obstinadamente se niegan a escuchar la voz del Señor que
los llama a enmendar sus caminos, los hombres finalmente quedan sordos a la voz
de Dios. Cuando llegue ese tiempo, Dios ya no los oirá.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 8
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