1. Sedequías.
Los vers. 1-27 y 31-34 son casi
idénticos a 2 Rey. 24:18 al 25:21, 27-30 (ver com. allí). Es probable que este
capítulo haya sido añadido a fin de mostrar cuán completo fue el cumplimiento
histórico de las profecías de Jeremías en cuanto a la caída de Judá. Con
referencia al autor de este capítulo, ver p. 380.
Veintiún años.
En el tiempo de la mayor crisis de su historia, Judá tuvo la desventura
de ser gobernada por un rey joven, sin experiencia y vacilante.
Hamutal.
Sedequías era medio hermano de Joacim (2 Rey. 23: 36), pero hermano de
padre y madre de Joacaz (2 Rey. 23: 31), 568 quien años antes había sido
destronado por Necao II de Egipto, gran rival de Nabucodonosor.
3. La ira de Jehová.
Esta
declaración no debe entenderse en el sentido de que la rebelión de Sedequías
contra Babilonia fue obra de un Dios airado que así deseaba destruir a Judá. La
perfidia del rey judío se debía a su propia elección.
Se rebeló
Sedequías.
Ver com. 2 Rey. 24: 20. El joven e inexperto Sedequías
afrontaba problemas que aun hubieran abrumado a muchos gobernantes de carácter
más firme y de mayor sagacidad que él. Fue colocado en el trono, no por derecho
de sucesión, sino por una potencia extranjera dominante que mantenía en el
exilio al legítimo rey, junto con muchos de los dirigentes de la nación. Estaba
rodeado de naciones ansiosas de rebelarse contra Babilonia y deseosas de que él
se adhiriera a la causa de ellas. Vacilaba en sus determinaciones debido a la
contienda entre el partido a favor de Babilonia que Jeremías apoyaba y un
nacionalismo popular apoyado por los falsos profetas. Continuamente se sentía
atraído por la quimera de que Egipto pudiera rescatar a su país de la opresión
babilónica.
4. Nueve años.
Es
probable que el asedio de Jerusalén haya comenzado el 15 de enero de 588 a. C.
(ver com. cap. 39: 1) y duró dos años y medio, hasta el 18 de julio de 586 a. C.
Sin embargo, la ciudad no estuvo asediada todo ese tiempo. En algún momento de
esa campaña, el ejército de Apries, rey de Egipto (el Faraón Hofra, cap. 44:
30), avanzó hacia Palestina y los babilonios se retiraron por un tiempo (cap.
37: 5-11).
Contra Jerusalén.
Este asedio fue diferente de las
invasiones anteriores porque ahora Nabucodonosor se proponía destruir la nación.
Las invasiones anteriores de Judá habían disminuido el territorio y la población
del país. Hay quien estima que el número de habitantes había disminuido por lo
menos en un 50 por ciento, hasta no quedar más que la cifra de unos 150,000 (W.
F. Albright, The Biblical Archaeologist [El arqueólogo bíblico], [IX:1, febrero,
1946], p. 4). En esta ocasión los babilonios atacaron a "todas las ciudades de
Judá que habían quedado" , entre ellas, Laquis y Azeca (ver com. cap. 34: 7).
7. Fue abierta una brecha.
El
contexto parecería indicar que la resistencia cedió debido al hambre.
8. Jericó.
Tal vez Sedequías huyó
en dirección al valle del Jordán con la intención de escapar a la Transjordania,
donde estaban los moabitas y amonitas. En la primera parte de su reino estas
naciones habían procurado que Sedequías se aliara con ellos en contra de los
babilonios (cap. 27: 3).
11. Le sacó los
ojos.
Era práctica común cegar a los prisioneros punzándoles los ojos
con la punta de una lanza. Además de tener que soportar la tortura de perder la
vista, Sedequías sufrió la angustia mental de tener que recordar por el resto de
su vida, como la última cosa que vio, la terrible escena de la ejecución de sus
hijos.
12. Diez días del mes.
Es
decir, el 17 ó 18 de agosto de 586 a. C. En relación con esta fecha se mencionan
dos acontecimientos: (1) Nabuzaradán llegó a Jerusalén, y (2) quemó el templo y
muchos otros edificios. Según 2 Rey. 25: 8, el relato paralelo, Nabuzaradán
llegó el día 7 del mes (14 ó 15 de agosto de 586 a. C.). Es posible hacer
concordar estos dos datos si se supone que el capitán entró en la ciudad el día
7 y quemó el templo el día 10. Es más probable esta explicación que la
posibilidad de que hubiera un error de copia. Sería necesario que transcurriera
suficiente tiempo como para que se sacaran los tesoros de la ciudad antes de la
destrucción. Otra posibilidad sería que el incendio duró tres días (ver t. II,
p. 100).
Año diecinueve.
El cambio de sistema para indicar la
fecha que aquí se introduce -no computando los años del reinado de Sedequías,
sino los de Nabucodonosor- es una admisión tácita de que el gobierno había
pasado del rey judío al rey babilonio. Los eruditos modernos dependen de este
tipo de cambios en las fechas de las antiguas tablillas y de otros documentos
para obtener buena parte de su información respecto de las fechas aproximadas en
las cuales comenzaron a reinar los reyes mesopotámicos (ver t. III, PP. 89-90).
13. Quemó la casa.
La destrucción
del templo y de otros edificios públicos no fue resultado del asedio sino un
acto deliberado de los babilonios, llevado a cabo un mes después de la caída de
la ciudad.
14. Destruyó todos los muros.
Con referencia a los vers. 14-23, ver com. 2 Rey. 25:10-17.
22. Cinco codos.
En 2 Rey. 25: 17
se dice que estos capiteles tenían tres codos de alto. 569 Aquí existe también
la posibilidad de que haya habido un error de copia (ver com. Jer. 52: 12), pero
también es posible que se hubieran empleado diferentes formas de medir. Con
referencia a los objetos de metal que fueron sacados del templo, Jer. 52
presenta varios detalles que no se encuentran en el relato de 2 Reyes. Un
escritor puede haber excluido de la medida del capitel una abrazadera decorativa
de su parte inferior o una parte ornamental encima del conjunto de granadas
esculpidas, mientras que el otro la incluyó. Quienes trabajan de continuo con
datos tomados de libros de referencias saben cuántas veces lo que parece ser un
error o una discrepancia no es más que una diferencia de punto de vista.
24. El principal sacerdote.
No sólo
fueron eliminados los dirigentes políticos de la nación, sino también los
dirigentes religiosos. Sólo poco tiempo antes de esto Sofonías, el segundo
sacerdote, había escuchado a Jeremías cuando predecía la muerte de los
dirigentes de Jerusalén (cap. 21: 1, 7).
25. Siete hombres.
En 2 Rey. 25: 19 se lee "cinco hombres"
. Si se tuviera más información respecto a la clasificación de los cautivos, es
posible que se comprendiera mejor esa aparente discrepancia.
28.
El año séptimo.
Se supone que
este versículo describe una campaña estival realizada en 598 (ver com. Jer. 52:
29), el año previo al cautiverio de Joaquín, que acaeció en el año 8.º, es
decir, el 597 (2 Rey. 24: 12).
29. El año
dieciocho.
Esto ocurrió en el año anterior a la toma de Jerusalén (Jer.
52: 12), probablemente en el verano de 587 a. C. Se acostumbraba realizar
campañas militares en primavera y verano (ver com. 2 Sam. 11: 1; t. II, p. 111,
nota 3). Algunos eruditos han supuesto que este año 18 fue el año de la caída de
la ciudad y que Jer. 52: 12 da una fecha equivocada (t. III, p. 96, nota 6),
pero no hay razón para suponer una contradicción. En el vers. 30 se registra
otro cautiverio en el año 23, que no se menciona en ningún otro pasaje. Es pues
obvio que no hay razón para dudar que también en los años 7 y 18 algunos judíos
fueron llevados cautivos. En vista de que en esa época era común realizar
campañas anuales, sin duda los babilonios tomaron cautivos con frecuencia y en
repetidas ocasiones. Por eso la captura de las 832 personas en el año 18 no debe
considerarse como equivalente con el gran cautiverio del año 19.
El
registro de las diversas deportaciones no especifica si las cifras dadas
representan el número de personas que iniciaron el viaje al exilio o si se
refieren a las que sobrevivieron a los rigores del viaje y llegaron a Babilonia.
Según lo que se registra en los documentos históricos de la antigüedad,
generalmente el resultado de esas deportaciones era que los sobrevivientes
representaran sólo una fracción de los que habían comenzado la marcha forzada.
Si el número de cautivos se refiere al número de personas que llegaron a
Babilonia, debe pensarse que Nabucodonosor tomó cautivos a muchos más, que
murieron antes de llegar a Babilonia. Por otra parte, si las cifras dadas se
refieren a los que iniciaron el viaje encadenados (cap. 40: 4), debe haber sido
tristemente pequeño el número de personas que en diversos grupos llegaron a
Babilonia.
31. Veinticinco días.
En
2 Rey. 25: 27 dice día 27. De nuevo se trata de un acontecimiento que ocurrió en
varias etapas que no necesariamente transcurrieron el mismo día (ver com. Jer.
52: 12). Por eso es imposible saber si esta discrepancia representa un error de
copia o dos fechas válidas escogidas por diferentes autores que registran un
mismo acontecimiento general.
Alzó la cabeza.
Aproximadamente en
el año 561 a. C. (ver t. II, p. 165). Con referencia a los vers. 31-33, ver com.
2 Rey. 25: 27-29.
34. Continuamente se le
daba una ración.
En los registros babilónicos de 592 a. C., sólo pocos
años después de haber comenzado el exilio del rey judío (ver t. 11, p. 98), el
nombre de Yaukin (Joaquín), figura como quien recibía una ración de parte del
rey. Evidentemente, estuvo libre al principio, pero más tarde fue puesto en la
cárcel, donde permaneció hasta que Evil-merodac lo libertó y le asignó una
ración de alimentos mientras viviera.
COMENTARIOS DE ELENA
G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 52
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