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EL CIELO, LA EDUCACIÓN Y EL ETERNO APRENDIZAJE - Libro complementario


EL CIELO, LA EDUCACIÓN Y EL APRENDIZAJE ETERNO

En Las aventuras de Huckleberry Finn, la señorita Watson, una solterona cristiana, hace una ligera descripción del espíritu amante de la diversión de Huck, así como de un cielo que no es nada emocionante para él. "Entonces ella se lanzaba a contarme todo lo de aquel lugar. Decía que lo único que se hacía allí era pasarse el día cantando con un arpa, siempre lo mismo. Así que no me pareció gran cosa. [...] Ée pregunté si creía que Tom Sawyer iría allí y dijo que ni muchísimo menos, y yo me alegré, porque quería estar en el mismo sitio que él".1

¿CÓMO ES EL CIELO?

Hay muchísimas teorías sobre lo que sucede cuando uno muere, pero en general, todas concuerdan en que, cuando uno muere, sucede algo. En su libro sobre el cielo, Randy Alcorn dice:

El sentido de que viviremos para siempre en algún lugar le ha dado forma a cada civilización en la historia de la humanidad. Los aborígenes australianos se imaginan al cielo como una isla distante más allá del horizonte occidental. Los finlandeses primitivos pensaban que era una isla en el distante oriente. Los mexicanos, los peruanos y los polinesios pensaban que iban al sol o a la luna después de la muerte. Los indios nativos norteamericanos creían que en el más allá sus espíritus cazarían los espíritus de los búfalos. La epopeya de Gil-gamesh, que es una antigua leyenda babilónica, se refiere a un lugar de descanso de héroes y hace insinuaciones en cuanto a un árbol de la vida. En las pirámides de Egipto colocaban mapas al lado de los cuerpos embalsamados para guiarlos al mundo futuro. Los romanos creían que los justos harían un picnic en los Campos Elíseos mientras sus caballos pastaban en las cercanías.

Aunque esas ilustraciones de la vida después de la muerte difieren, el testimonio unido del corazón humano a través de la historia es la creencia en la vida después de la muerte. La evidencia antropológica sugiere que cada cultura tiene un sentido innato de lo eterno, dado por Dios.2

Cuando pienso en el cielo, generalmente imagino lagos con cisnes, verdes praderas, hermosas nubes blancas y gente vestida de blanco. Creo que llegan a mi mente las imágenes que vi de niño en los libros de historias bíblicas. Una cosa es segura: Jesús enseñó que había un lugar así y que él lo está preparando para que estemos allí (ver Juan 14:1-3).

¿Qué tipo de existencia tendremos en el cielo? Vivimos en un mundo tridimensional. ¿Hay otra dimensión, digamos, una cuarta dimensión? Si estuviéramos en la cuarta dimensión, ¿podríamos pasar a la tercera sin que nos vean los que viven en la tercera dimensión? ¿Es ahí donde existen los ángeles? "Las matemáticas utilizadas en la teoría de supercuerdas requieren al menos de diez dimensiones".3 Albert Einstein especuló sobre la posibilidad de la existencia de un universo paralelo. Si pudiéramos viajar a través de un agujero negro, ¿llegaríamos al cielo? ¡Hay tanto que no entendemos sobre el universo!

¿Cómo será el cielo? Para mí, el cielo plantea muchas preguntas. Hablamos de él y lo anhelamos, pero ¿qué es lo que anhelamos? ¿Es el cielo un centro de retiro de lujo con calles de oro? ¿Es el cielo un lugar donde se atienden todas nuestras necesidades, como una comunidad de retiro en Florida, Estados Unidos?

Gary Larson nos muestra una de las percepciones erróneas más comunes del cielo en una de sus caricaturas de The Far Side. En ella, un hombre con alas de ángel y una aureola está sentado en una nube sin hacer nada, sin nadie cerca. Tiene la expresión de alguien abandonado en una isla desierta sin absolutamente nada que hacer. Una leyenda muestra sus pensamientos internos: "Ojalá hubiera traído una revista".

Cuando los saduceos, que no creían en la resurrección ni en el cielo, le preguntaron a Jesús quién sería el esposo de la mujer que se casó siete veces, Jesús respondió: "En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo" (Mat. 22:30, NVI).

Ese mensaje me molestaba, hasta que mi esposa y yo concluimos que tal vez no estaríamos casados en el cielo, pero que igualmente viviríamos juntos. Jesús dice que seremos como los ángeles, pero ¿cómo son los ángeles? ¿Son inmateriales? ¿Son solo espíritus? ¿Puede ri pasar de una dimensión a otra? Me cuesta imaginar la personalidad y la existencia sin materialidad, sin un cuerpo. Preguntas como esta provocaron un debate en la Edad Media sobre cuántos ángeles podían bailar en la cabeza de un alfiler.

EL CIELO ES REAL

Las descripciones bíblicas del cielo sugieren que es un lugar físico. Leemos en Isaías: "Edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas" (Isa. 65:21). Además:

"El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte". Jehová lo ha dicho (vers. 25).

Aquí, el Señor se está comunicando con las tribus de Israel, que estaban construyendo casas que serían ocupadas por otros, plantando viñedos que los filisteos cosecharían y protegiendo a los rebaños de los lobos y los leones. Quizás Isaías quería transmitir la imagen de un lugar seguro y sin peligros, en lugar de tratar de describir los hábitos alimenticios de los leones en el cielo.

La Biblia indica que todo será más o menos igual, ya que podremos reconocernos: "Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí" (i Cor. 13:12, DHH). Esta realidad se llama la nueva tierra. No se llama nuevo mundo espiritual o nuevo pueblo fantasma. Juan nos da una vislumbre del cielo en Apocalipsis 21, donde describe la Nueva Jerusalén con joyas y calles doradas. Me recuerda el relato de un hombre que llegó al cielo con una gran maleta y, cuando San Pedro le dijo que no tenía permitido traer nada al cielo, el hombre reclamó. Así que finalmente San Pedro le dijo: "Está bien, déjame ver lo que tienes en la maleta". El hombre la abrió y estaba llena de lingotes de oro. San Pedro le dijo: "Veo que traes adoquines".

Las descripciones que la Biblia hace del cielo son más significativas que las joyas resplandecientes y las calles doradas. El oro es valioso porque es un metal raro. Si se lo usa como asfalto, entonces no es particularmente valioso. Las descripciones bíblicas son simbólicas. Es un lugar seguro donde los leones comen pasto y se acuestan con los corderos. Es un lugar protegido. Los muros de la ciudad son enormes. Es un lugar hermoso donde las calles son de oro y las puertas de perlas. Pero, sobre todo, es un lugar que Jesús nos ha preparado, y Elena de Whi-te describe su importancia: "No hay voces de contienda que contaminen la dulce y perfecta paz del Cielo. [...]. Todo está en perfecta armonía, en perfecto orden y en perfecta bienaventuranza [...]. Allí reina el amor. No hay elementos desagradables, ni discordia o contenciones o guerra de palabras".'1

EL DISFRUTE DEL CIELO

Un cisne flotaba por la orilla de un estanque en el que vadeaba una garza buscando caracoles.

-¿De donde vienes? -preguntó la garza.

-Vengo del cielo -respondió el cisne.

-¿Y dónde está el cielo? -preguntó la garza.

El cisne entonces describió las glorias del cielo, con sus calles de oro, piedras preciosas y el árbol de la vida.

La garza no mostró interés, y finalmente preguntó:

-¿Habrá caracoles allí?

-Por supuesto que no -respondió el cisne.

-Entonces -dijo la garza mientras continuaba su búsqueda de caracoles-, quédate con tu cielo; yo quiero caracoles.3

Si pensamos en el cielo en términos de: Podré hacer lo que disfruto. Podré volar de aquí para allá. Podré dormir hasta el mediodía. Tendré ángeles a mi entera disposición. Si pensamos en el cielo en términos de: Ya no tendré que hacer esto. O no tendré que ir a trabajar, ni limpiar la casa, ni hacer nada que no quiera. Si ponemos nuestra atención en cómo será el cielo para nuestro placer eterno, satisfaciendo nuestras necesidades, satisfaciendo nuestros deseos y consiguiendo todo lo que siempre quisimos y más, entonces el cielo sería aburrido, porque como seres finitos, no podríamos sobrevivir al infinito enfocado en nosotros mismos. Con el tiempo resultaría aburrido y se convertiría en un infierno. El ambiente desinteresado del cielo sería insoportable para una persona egoísta.

La búsqueda del placer propio es, al final, destructiva. El cielo no es una solución al egoísmo, cumpliendo todos nuestros deseos. El infierno es la solución definitiva al egoísmo. El cielo es un lugar para aquellos que han aprendido a ser desinteresados, ya que solo los desinteresados pueden disfrutar de la existencia eterna. El cielo no es un Disneylandia eterno donde nuestros anhelos se satisfacen en vueltas cada vez más largas en la atracción de la Montaña Mágica. La única forma en que una criatura finita puede disfrutar del tiempo infinito es poniendo su atención fuera de sí mismo. Cuando me enfoco desinteresadamente en los demás y en Jesús, tengo una eternidad de alegría para explorar. El cielo es una escuela eterna donde no solo se nos enseñará, sino que también enseñaremos a otros sobre nuestras experiencias vividas en la tierra. Junto con seres no caídos, nos entregaremos a los demás.

Elena de White dice:

En el cielo nadie pensará en sí mismo, ni buscará su propio placer; sino que todos, por amor puro y genuino, procurarán la felicidad de los seres celestiales que los rodeen. Si deseamos disfrutar de la sociedad celestial en la tierra renovada, debemos ser gobernados aquí por los principios celestiales.'1

IMAGINEMOS EL CIELO

Dada nuestra capacidad limitada para entender el universo y nuestra comprensión limitada del cielo, podemos identificarnos con Pablo, que escribió: "Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman" (1 Cor.2:g).

¿Es totalmente incomprensible? La mayoría de la gente se detiene después de leer el versículo 9, afirmandQ básicamente que es inútil tratar de entenderlo, pero Pablo continúa, añadiendo: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu" (vers. 10).

¿Qué nos reveló Dios? Elena de White vio el cielo y escribió: "Las palabras son demasiado limitadas para intentar una descripción del cielo. Siempre que el espectáculo se vuelve a presentar ante mi vista, me anonada de admiración. Arrobada por el insuperable esplendor y la excelsa gloria, dejo caer la pluma exclamando: '¡Oh! ¡qué amor, qué maravilloso amor!'. El lenguaje más exaltado no bastaría para describir la gloria del cielo ni las incomparables profundidades del amor del Salvador".3

¿Qué destaca en la descripción de Elena de White? El amor de Jesús, no la belleza física. Ella concuerda con Pablo al afirmar que no es posible describirlo. El cielo es el cumplimiento de los anhelos más íntimos, rascarse donde ni siquiera sabemos que nos pica. Es ser completamente conocidos. Sentir que somos aceptados, como si realmente, perteneciéramos allí. Clive S. Lewis dice: "Hay momentos [...] en los que creo que no deseamos el cielo, pero la mayoría de las veces me pregunto si, en nuestro corazón, alguna vez hemos deseado algo más".4

En el libro El león, la bruja y el ropero de Lewis, Edmund busca llenar ese "vacío que tiene la forma de Dios" con delicias turcas. Hay un vacío que tiene la forma de Dios en toda la humanidad. Muchos hoy buscan llenarlo con adic-ciones, artilugios y adicción al trabajo, pero no hay nada en este mundo que pueda llenarlo.

Cuando asistí al seminario en Michigan, planeé durante semanas y meses regresar a California para las vacaciones de Navidad. No se trataba de ver California, ni de ver naranjos, ni de tomar el sol. Estaba ansioso por ver a una persona. Estaba ansioso por ver a Cynthia, mi futura esposa. El anhelo de ir al cielo es estar con nuestro Salvador. El anhelo de ir al cielo es estar con nuestro Creador. La gloria del cielo está en "las incomparables profundidades del amor del Salvador".5

Se dice que Blaise Pascal dijo: "En el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada. Él puede ser llenado únicamente por Dios".6 ¿Alguna vez has armado un rompecabezas con un grupo de amigos en Navidad u otro día libre? Todos se esfuerzan y, lentamente desde los bordes, el Rompecabezas comienza a tomar forma. Todos celebran cuando las piezas se encuentran y se colocan en su lugar. También se (¡nejan por l;i dificultad del rompecabezas, y muchas veces buscan una pieza que no pueden encontrar.

Finalmente, el trabajo est;'i a punto de linali/ai' y, con gran entusiasmo, las últimas piezas se ponen en su lunar. El trabajo va cada vez in/is r.'ipido, pero al 1iii.it. hay una pieza que no aparece. Pareciera que falta. Hay un agujero en la imagen. No está completa. Todos buscan debajo del sofá, debajo de la mesa, debajo de las sillas. Finalmente, con un grito de alegría, alguien dice: "¡La encontré!" Todos se acercan para ayudar a poner la última pieza para completar el rompecabezas y, finalmente, la imagen se completa.

La persona que pensamos que nos conoce mejor, no nos conoce realmente. La persona que pensamos que más nos quiere, no nos quiere totalmente. La persona que-pensa-mos que más nos disfruta, no siempre nos disfruta. Incluso cuando nos sentimos en casa, nunca estamos completamente en casa. El cielo, sin embargo, está diseñado para nosotros. Hay una pieza faltante en el rompecabezas celestial que estamos destinados a completar. Hay un vacío en el corazón de nuestro Creador para el que fuimos formados. Nosotros encajaremos allí. Seremos completamente conocidos por él. Finalmente, estaremos en casa con Jesús, nuestro Creador.

El mensaje que necesitamos aprender sobre el cielo es el mensaje que necesitamos para vivir en la tierra. Elena de White lo describe así:

El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través de la vasta creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor.7

FÁBULAS DEL BOSQUE FENTON

Ocurrió una vez en el bosque Fenton, que el oso Gruñón estaba haciendo lo que siempre hacía: quejarse por todo. Nunca le parecía nada agradable en el bosque. Pero parecía que, esta vez, su queja era peor de lo habitual.

"¡Nadie hace nada por nadie en este lugar! -decía Gruñón- La ardilla Corretona guarda todas sus nueces para sí misma, y las abejas no quieren compartir su miel conmigo. Todos siempre buscan su bienestar personal. Anhelo el día en que pueda mudarme al bosque Amigable".

El bosque Amigable, en la tradición del bosque, era un lugar al que iban todos los buenos miembros de la familia del bosque cuando morían (antes lo llamaban el campo de cacería feliz, pero ese nombre no gustaba mucho a varios de los habitantes del bosque, por razones obvias).

Cuando Freddy el zorro escuchó a Gruñón decir que anhelaba irse ya al bosque Amigable, le dijo que él podía ayudarlo empujándolo hacia el acantilado que estaba junto al la Gruta del Accidente; pero a Gruñón no le pareció gracioso. Gruñón siguió hablando sobre lo maravilloso que sería vivir en el bbsque amigable:

• Habría bayas disponibles sin tener que arrastrarse por las zarzas para conseguirlas.

• Habría un suministro constante de miel, ya que las abejas serían generosas y le proporcionarían todo lo que él quisiera comer.

• Habría muchas truchas, y saldrían del río hacia la orilla cada vez que t uviora hambre.

• Siempre habría un sol brillante para c alentar su estómago satisfecho.

• Y, sobre todo, en lo que respecta a Gruñón, el zorro l're-ddy no estaría allí, por lo que sería un bosque verdaderamente amigable.

En el pasado, la gente del bosque toleraba las constantes quejas de Gruñón, pero esta vez les estaba colmando la paciencia. Un día, el viejo Búho sabio se encontró con Gruñón cerca de la Gruta del Accidente y le dijo:

-Gruñón, tú te quejas tanto, que tan pronto como llegues al bosque Amigable, dejará de ser amigable.

-Todos serán tan amables allí, que no tendré motivos para quejarme -dijo Gruñón.

-No es así -dijo el viejo Búho sabio-. Los que pasan al bosque Amigable cambian su ubicación, pero no su disposición.

 

1  Mark Twain, Las aventuras de Huckleberry Finn, disponible en: Freeditorial.com: https://freeditorial.com/es/books/ las-aventuras-de-huckleberry-finn

2  Randy Alcorn, El cielo (n.p.: Tyndale Español, 2006), Introducción

Rick Groleau, "Imagining Other Dimensions", NOVA, julio de 2003, disponible en: http://www.pbs.org/wgbh/nova/elegant/dimensions.html

3  Elena de White, El hogar cristiano, cap. 85, p. 511.

4 -Wayne Martindale, Beyond the Shadowlands: C. 5. Lewis on Heaven and Hell (Wheaton, IL: Crossway Books, 2005), 16.

5  Elena de Whilc.///». "/<» - u-.ii,m,p -u,/

6 Blaise Pascal, ( U,r, ni, ilr.ponililr ni hllp\ //> ii.r. in/li ,r.i••./'.;<"> i

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itálicas añadidas

7  Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 736, 737


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