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El cristiano y el trabajo - Sección maestros


Lección 11 MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
El sábado enseñaré...

RESEÑA

El trabajo es una de las tres grandes prácticas que existían antes de la Caída y que pervivieron hasta nuestra situación actual posterior a la Caída (Gén. 2:15). Las otras dos son la observancia del sábado (2:2, 3) y el matrimonio (2:21-24). Por lo tanto, el trabajo, o estar decididamente ocupado con tareas, proviene directamente de un paraíso libre de pecado. Las tres prácticas mencionadas, si se realizan bajo la dirección del Señor, son pequeñas muestras de un Edén pasado o de un Edén futuro. Sin embargo, como todo lo demás en este mundo, el trabajo puede tener su contraparte pecaminosa con la que todos podemos identificarnos. Lo bueno es que Dios se dedica a restaurar y está totalmente preparado para convertir nuestras ocupaciones actuales en plataformas para el crecimiento y el testimonio cristianos.

Pasaremos la mayor parte de nuestra vida adulta trabajando. Entonces, a menos que de alguna manera podamos integrar nuestro compromiso con Cristo en nuestro trabajo, pasaremos una cantidad excesiva de nuestra vida sin aprovechar una existencia cristocéntrica. Podemos estar agradecidos de que la advertencia de “andar […] en el Espíritu” se puede convertir en una promesa que exprese que, ya sea que andemos por una oficina, un sitio en construcción o una granja, Cristo puede estar en nuestro corazón y a nuestro lado todo el tiempo (ver Gál. 5:25).

Es un estímulo adicional saber que cualquier trabajo que realicemos, no solo un trabajo visiblemente religioso, puede ser inspirado por el Espíritu. Dios le dijo a Moisés que llenó a Bezaleel “del Espíritu de Dios” para que pudiera trabajar con metal, madera, piedra y tela, para hacer el Tabernáculo (Éxo. 35:31-35). Si Dios pudo bendecir la obra de Bezaleel con el Espíritu, también puede bendecir la nuestra.

COMENTARIO

Texto bíblico

Es fácil tener ideas en nuestra cabeza que parecen muy bíblicas pero que no lo son. El Paraíso pasado y el futuro sirven como ejemplo. Si nos dejaran crear el Edén o la Tierra Nueva, nuestro primer intento podría ser convertirlo en un lugar placentero e inactivo. Para algunos, un lugar de adoración constante a Dios sería el único paraíso. Muchos, naturalmente, no habrían incluido el “trabajo” ni en el primer hogar para los hijos de Dios ni en el último. Pero ahí está:

“Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Gén. 2:15, NVI). Isaías retrata los nuevos cielos y la nueva Tierra como un lugar donde nuestras habilidades de agricultura una vez más serán necesarias: “Plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas” (Isa. 65:21). El “trabajo” en el mundo actual, en el mejor de los casos, a menudo sirve como una distracción; y en el peor de los casos, como un obstáculo para nuestras preciadas relaciones, incluida nuestra relación con Dios. Por lo tanto, ¿cómo puede el “trabajo” ser parte del ideal?

Para decirlo de manera sencilla, “trabajar” el Jardín, ¿no sería una causa de distracción para adorar a Dios o estar con él? Esa pregunta es similar a decir: “Si Dios es todo lo que Adán necesitaba, ¿por qué hizo a Eva? ¿No es suficiente Dios?” Resulta que el Dios creador sabe exactamente qué es lo ideal para su propia Creación. Dios dio a nuestros primeros padres bastantes cosas que atraerían su atención y su tiempo: los animales, la exquisita belleza natural, la responsabilidad de llenar la Tierra (Gén. 1:28), administrar la Creación (1:28) y finalmente cultivar y cuidar el Jardín del Edén (2:15). Estas tareas inocentes y santas son la voluntad de Dios; y obviamente él no nos las daría si pusieran en peligro nuestra cercanía con él o con los demás. Podemos tener un sentido de “comunión” con Dios a pesar de que estemos haciendo otras actividades, de la misma manera en que disfrutamos del tiempo con los seres queridos al hacer actividades juntos.

El lugar de “trabajo” en la actualidad, obviamente, no es un ambiente tan sagrado como el paraíso libre de pecado que Dios creó originalmente. Pero eso no significa que la sensación de “comunión” no sea un objetivo realista para nosotros. Quizás el simple testimonio, como lo atestiguan las Escrituras, de “caminar con Dios” (ver 5:22; 6:9; 48:15) ilustre el compañerismo constante que podemos tener con nuestro Señor, incluso mientras trabajamos.

Texto bíblico

Pensemos en este versículo clave: “Y Moisés llamó a Bezaleel y a Aholiab y a todo varón sabio de corazón, en cuyo corazón había puesto Jehová sabiduría, todo hombre a quien su corazón le movió a venir a la obra para trabajar en ella” (Éxo. 36:2). Observa los verbos adicionales incluidos en la última cláusula de este versículo: mover, venir/acercarse, trabajar. Primero veamos esta frase hebrea de “su corazón le movió” (nasa’ + lev) y permitamos que nos ponga al tanto de la naturaleza del trabajo que hicieron. La palabra “mover” es una palabra común que aparece más de 650 veces en el Antiguo Testamento, y básicamente significa levantar o cargar. Pero, cuando se liga con la palabra “corazón”, se convierte en una expresión idiomática que refleja algo que es bueno o es malo. Los versículos de “lo bueno” son los siguientes (los de “lo malo” aparecen al final del análisis):

“Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras” (Éxo. 35:21).

“Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra” (35:25, 26).

Agrega a estos el versículo de Bezaleel, y esos son todos los textos positivos del Antiguo Testamento. Otras versiones unen “mover” con los conceptos de “ofrecerce voluntariamente, buena voluntad, sentirse movidas, levantarse” (BLP, NTV, NVI, RVA). Observa lo que estos versículos tienen en común: todos tienen que ver con el Santuario, todos incluyen sabiduría o habilidad y todos involucran la voluntad sin coerción. Estos factores nos instruyen en el arte de maximizar nuestra alegría en cualquier trabajo que realicemos. En primer lugar, ser habilidosos y mejorar en cualquier profesión en la que estemos se convierte en una bendición personal para nosotros a medida que crecen nuestras habilidades y nuestra “sabiduría”. En segundo lugar, hacer nuestro trabajo para agradar al Señor, como las mujeres que tuercen el pelo de cabra para el Tabernáculo de Dios, reorienta nuestro pensamiento y evita que quedemos atrapados en el conflicto de nuestros trabajos; y, en cambio, nos recuerda que el trabajo que hacemos (y la manera de hacerlo) es nuestra ofrenda al Señor. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col. 3:23). En tercer lugar, a la luz de los primeros dos factores, no deberíamos sentir que nuestro trabajo es una trampa de la que estamos tratando de escapar, sino algo que podemos hacer apasionadamente con el corazón: el corazón que estimula. Entonces, cuando trabajamos, (1) debemos trabajar para la gloria y la honra de Dios; (2) debemos ejercer las habilidades que él nos ha dado y reforzarlas; y (3) debemos hacer todo nuestro trabajo con un espíritu dispuesto y un corazón apasionado.

Veamos nuevamente la última cláusula de nuestro texto clave, “todo hombre a quien su corazón le movió a venir a la obra para trabajar en ella”. El otro término que vale la pena mencionar es la palabra “venir”. Esta palabra, qarav, significa acercarse/aproximarse y se usa en el sentido de acercarse al altar para ofrecer nuestro sacrificio (Lev. 9:8). También comparte la misma raíz con la palabra ofrenda; por ejemplo, una ofrenda de cordero (Lev.3:7). Pero ¿cuál es la ofrenda de Bezaleel y las mujeres? Ofrendan su trabajo, su tiempo, sus habilidades. Básicamente, ellos mismos son la ofrenda. ¿No es esto lo que expresa Romanos 12:1? “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Rom. 12:1). Surge una imagen que conecta nuestro trabajo, nuestra adoración y a nosotros mismos en una profunda unidad.

Por cierto, en la Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento), la palabra hebrea qarav (acercarse) se traduce prosporeuomai. Curiosamente, esta palabra aparece una sola vez en el Nuevo Testamento, y comprende a dos hombres que se acercan a Jesús (Mar. 10:35). Desgraciadamente, no se acercan para adorar ni para servir, sino para ser servidos. Son Santiago y Juan, y se acercan a Jesús para pedir los puestos más honrosos posibles (Mar. 10:37). Y así, con este versículo, concluimos nuestra reflexión considerando el uso negativo o “malo” de un “corazón movido”. Recuerda, esto literalmente significa “levantar el corazón”, y como podrás imaginar, un corazón levantado puede ser un corazón arrogante y egoísta (2 Rey. 14:10). Santiago y Juan se acercaron a Dios no para adorar sino para ser adorados, no para servir sino para ser servidos. En este caso particular, Santiago y Juan son la antítesis de las mujeres que tuercen el pelo de cabra.

APLICACIÓN A LA VIDA

Para reflexionar y analizar:

1. ¿Qué pasaría si cambiamos la palabra trabajo de nuestro vocabulario y en su lugar insertamos las palabras servicio para Dios cada vez que hablamos de nuestros trabajos? ¿Cómo cambiarían nuestras actitudes?

2. Alcanzar la excelencia (sabiduría/habilidad), servir voluntariamente y poner a Dios delante de nosotros mientras realizamos nuestro trabajo diario son colectivamente una causa noble. ¿Qué podemos hacer para convertir algunos de estos ideales en una realidad tangible en la que el trabajo se convierta en una mejor experiencia?

3. ¿Alguna vez has disfrutado de una tarea en particular que para todos los demás parecía trabajo pero que para ti fue un placer sin esfuerzo? ¿Cómo es eso posible?

4. ¿Cómo puede la educación adventista promover una visión más bíblica de la vocación que contrasta con las nociones seculares de una carrera impulsada exclusivamente por incentivos financieros?

5. ¿Anhelas con ansias el cielo nuevo y la Tierra Nueva, sabiendo que el “trabajo” formará parte de nuestra existencia eterna? ¿Por qué?

6. El hecho de saber que el “trabajo” será parte de nuestro futuro por mucho tiempo, ¿en qué medida añade significado al hecho de que el sábado también será un elemento permanente en nuestra vida eterna (Isa. 66:23)?

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