Lección 1 | Jueves 31 de diciembre
EL FATÍDICO CANTO DE AMOR (ISA. 5:1–7)
Lee el cántico en los versículos anteriores. ¿Cuál es el significado de esta parábola?
Isa 5:1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.
Isa 5:2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
Isa 5:3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.
Isa 5:4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
Isa 5:5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.
Isa 5:6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
Isa 5:7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
Dios explica el significado de la parábola recién al final, en el versículo 7. Al usar una parábola, ayuda al pueblo a verse objetivamente para admitir su verdadera condición. Dios efectivamente utilizó este enfoque con el rey David (ver 2 Sam. 12:1–13). Al llamarlo “canción de amor” (BLP), Dios revela desde el principio su motivación hacia su pueblo. Su relación con él emana de su carácter, que es amor (1 Juan 4:8). Él espera una respuesta de amor a cambio. Pero, en lugar de “uvas”, obtiene “uvas silvestres”, lo que significa, en hebreo, “cosas apestosas”.
¿Qué quiere decir el Señor en Isaías 5:4 con: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”
Isa 5:4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
Dios dice en los siguientes versículos: “Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella” (Isa. 5:5, 6).
Cuando pecamos, Dios no nos separa inmediatamente de él quitando su protección y destruyéndonos. Pacientemente nos da la oportunidad de aceptar el perdón (ver 2 Ped. 3:9). Él no deshecha a nadie que le responda. Él llama, siempre que haya esperanza para una respuesta. No acepta inmediatamente un No como respuesta, porque sabe que somos ignorantes y que estamos engañados por el pecado. Pero, si sus esfuerzos no llegan a ninguna parte con nosotros, finalmente reconoce nuestra decisión y nos permite seguir siendo como decidimos ser (ver Apoc. 22:11).
Si rechazamos persistentemente las súplicas de Dios mediante su Espíritu, finalmente podemos traspasar el punto de no retorno (Mat. 12:31, 32). Alejarse de Cristo es peligroso (Heb. 6:4–6). Es muy limitado lo que Dios puede hacer, porque respeta nuestra libre elección.
Retoma la idea que se encuentra en Isaías 5:4, sobre “¿Qué más se podía hacer a mi viña?” y contémplala a la luz de la Cruz, donde Dios se ofreció como sacrificio por nuestros pecados, pagando con su carne por nuestra violación a su Ley. ¿Qué más se podría haber hecho por nosotros que lo que hizo allí? ¿Cuánta seguridad de salvación nos da el meditar en la Cruz, que nos motiva a arrepentirnos y cambiar nuestras acciones?
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