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CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 18


CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 18

1. Palabra de Jehová.

Aquí comienza una nueva sección que habla de la responsabilidad individual de cada persona. En repetidas ocasiones Ezequiel había hecho notar que los castigos seguramente habían de sobrevenir. Así esperaba inducir al pueblo al arrepentimiento. Pero este saludable propósito fue frustrado por la forma en que se interpretó el castigo. Los israelitas consideraban que eran hijos inocentes que sufrían por causa de la iniquidad de sus padres y que, en consecuencia, el arrepentimiento era inútil e innecesario. No estaban dispuestos a reconocer su propia culpa, ni a admitir su responsabilidad personal.

2. Usáis este refrán.

El hecho de que se lo califique de "refrán", indica que era un dicho popular. El tiempo del verbo hebreo sugiere que se trataba de algo que se repetía con frecuencia. Jeremías hizo referencia al mismo proverbio y también lo condenó (Jer. 31: 29-30). Las uvas agrias que comieron los padres eran sus propios pecados. La "dentera" de los hijos representaba el sufrimiento que los judíos creían que les había sobrevenido a causa de los pecados de sus padres. A primera vista podría parecer que este refrán concuerda con lo que se expresa claramente en el segundo mandamiento, que las iniquidades de los padres serían visitadas sobre los hijos (Exo. 20: 5; 34: 7; Deut. 5: 9). Si así fuera, ¿por qué habría de condenar Ezequiel con tanta vehemencia el refrán? La declaración de Ezequiel y lo que se afirma en la ley tienen que ver con dos aspectos diferentes del problema. Los contemporáneos de Ezequiel insistían en que sufrían por causa de la culpa de sus padres. En la ley se trata de transmitir a los hijos la depravación. " "Es inevitable que los hijos sufran las consecuencias de la maldad de sus padres, pero no son castigados por las culpas de sus padres, a no ser que participen de los pecados de éstos" " (PP 313).

El pecado degradó y depravó la naturaleza de Adán y Eva. Era imposible que los padres de la raza humana transmitieran a su posteridad lo que ellos mismos no poseían (ver CS 588). Por lo tanto nosotros, como descendientes de ellos, sufrimos el resultado de la transgresión de nuestros antepasados, pero no porque se nos impute arbitrariamente su culpa. Si esto fuera así, podría acusarse a Dios de ser injusto. Pero si ocurre que los padres sólo transmiten lo que tienen, se elimina esa acusación si se considera que la única alternativa habría sido aniquilar a la familia humana en el momento del primer pecado. La puesta en marcha del plan de salvación implicaba la necesidad de perpetuar la vida de nuestros primeros padres, aunque eso permitiera la operación de la ley de la herencia. Sin embargo, esta situación era justa pues había sido instituido el plan de salvación, el cual haría que al fin quedaran eliminados los apetitos pervertidos, la moral depravada, la enfermedad y la degeneración del cuerpo, que se transmitieron como legado de padre a hijo. Este plan también prometía en esta vida la victoria sobre las tendencias al mal, heredadas y cultivadas. El saludable resaltado final no sólo será la salvación de multitudes sin número, sino también la eterna inmunidad contra futuras transgresiones. Los compatriotas de Ezequiel no comprendieron esta verdad y acusaron injustamente a Dios de infligir sobre ellos el castigo de pecados por los cuales no tenían ninguna responsabilidad.

4. Todas las almas son mías.

Las " "almas" o "vidas" (BJ) representan a las personas. Todos 668 los seres humanos son de Dios por derecho de creación. Todos son igualmente criaturas suyas, y su trato con ellos está libre de prejuicio o parcialidad. Ama a todos y desea salvarlos. El castigo sólo se aplica cuando es merecido.

El alma que pecare.

Aunque Ezequiel hablaba en primera instancia de los castigos que se avecinaban, sus palabras tienen una aplicación más amplia. Se aplican igualmente a la muerte segunda, final e irrevocable (Apoc. 20: 14; cf. Mat. 10: 28). En el universo de Dios, ya restaurado, no quedará ningún vestigio de pecado. No quedarán recuerdos de la maldición, tales como almas que arden para siempre en un infierno eterno. El triunfo de Dios sobre el mal será completo. La idea de que al impío se le concederá vida eterna, aunque ésta sea la de un tormento eterno, es totalmente contraria a las Sagradas Escrituras. Esta doctrina se apoya en la falsa premisa de que el alma es una entidad separada e indestructible. Pero esta idea no proviene de la Biblia, sino de los falsos conceptos filosóficos que desde muy temprana época invadieron el pensamiento judío y cristiano. La palabra aquí traducida como "alma" ( néfesh ) no tiene nada que ver con ninguna parte inmortal del hombre, ni siquiera con el principio de vida en el hombre. Equivale a "ser humano", "persona". La palabra néfesh designa al ser humano como a una persona única, diferente de todas las demás. A fin de hacer destacar esta identidad peculiar, las Escrituras hablan del hombre con el término "alma". Aquí Ezequiel afirma que "la persona que pecare morirá". En el com. de Sal. 16: 10 aparece un estudio detallado de la palabra nefesh .

5. Según el derecho y la justicia.

Comparar con Miq. 6: 8.

6. No comiere sobre los montes.

Es decir, que no hubiera participado de comidas ceremoniales dedicadas a dioses paganos. Dios condenó severamente la participación en las fiestas paganas (Eze. 16: 16; 22: 9; cf. Deut. 12: 2).

Ni alzare sus ojos.

Es probable que esta expresión indique el deseo de practicar la idolatría (ver Gén. 19: 26; Mat. 5: 28-30).

Ni violare.

cf. Exo. 20: 14; Lev. 20: 10.

Ni se llegare.

Cf. Lev. 18: 19; 20: 18.

7. Su prenda.

Cf. Exo. 22: 26; Deut. 24: 6, 13

Diere de su pan.

Con frecuencia se alaba la generosidad para con el pobre y se insta a practicar esta virtud (Job 31: 16-22; Isa. 58: 57; Mat. 25: 34-46; Sant. 1: 27; 2: 15-16).

8. Interés.

No se refiere sólo a la usura, sino a cualquier tipo de interés cobrado sobre un préstamo. La ley de Moisés prohibía a los judíos que cobraran interés a sus hermanos pobres, pero les permitía cobrarlo a un extranjero (ver com. Exo. 22: 25; Deut. 23: 19-20).

Hiciere juicio verdadero.

Ver Isa. 33: 15; Jer. 7: 5; Zac. 7: 9. Dios exige de sus hijos absoluta justicia, veracidad e integridad.

9. Este vivirá.

Sin duda Ezequiel aplicaba estas palabras en primera instancia a la prosperidad temporal en este mundo presente, pero también pueden aplicarse a la vida futura inmortal. Cuando la persona acepta a Cristo, recibe la vida eterna. Dijo Jesús: "El que cree en mí, tiene vida eterna" (Juan 6: 47; cf. 1 Juan 5: 11-12). " "Cristo se hizo carne con nosotros, a fin de que pudiéramos ser espíritu con él. En virtud de esta unión hemos de salir de la tumba, no simplemente como manifestación del poder de Cristo, sino porque, por la fe, su vida ha llegado a ser nuestra" " (DTG 352).

10. Hijo ladrón.

En los vers. 10-13 se describe el caso de un hijo que, en vez de seguir el buen ejemplo de su padre piadoso, se descarría completamente, y temerariamente abandona la virtud para practicar el crimen.

14. No hiciere según ellos.

En los vers. 14-18 se describe el caso de un hijo que, espantado por los pecados de su padre, se siente impulsado a evitar el pecado de su progenitor. En este caso el padre ha comido "uvas agrias" y el hijo no ha sufrido de dentera (vers. 2). De este modo se contradice explícitamente la parábola. Cada persona será juzgada según su propio carácter individual.

Sin embargo, no puede negarse que el hijo de un hombre piadoso tiene ciertas ventajas, y que el hijo de un padre impío tiene ciertos impedimentos en lo que se refiere a la posibilidad de formar un carácter recto. Sin embargo, la responsabilidad de una persona es directamente proporciona a los privilegios que ha tenido (Luc. 12: 48). Pero puesto que el Evangelio tiene el poder de vencer las tendencias al mal, tanto hereditarias como cultivadas, puede eliminarse el efecto de una herencia desfavorable, por lo menos en lo que se refiere a la adquisición del carácter debido. Dado que todos tienen el privilegio de recibir 669 el Evangelio, ninguno podrá presentar ante el juez en el día final la excusa insinuada en esta parábola de las "uvas agrias". Quien se pierda no tendrá razón para acusar a otro sino a sí mismo por haber quedado excluido del cielo.

19. ¿Por qué el hijo no llevará?

Es probable que la pregunta surja del hecho de que la parábola parece contradecir lo que se enseña en la ley, la forma en que opera la naturaleza y la opinión popular. Ezequiel no discute las objeciones humanas, sino repite la ley de la responsabilidad individual. En el pensamiento judío, la persona era considerada como parte de la familia o de la nación. La nueva enseñanza de Ezequiel era en realidad precursora de uno de los conceptos básicos del nuevo pacto. Bajo el antiguo pacto (ver com. cap. 16: 60), se creía que la salvación se basaba en la relación externa con el sistema central de culto. El sacerdote era el intérprete de la ley divina, y el individuo, en vez de estudiar las Escrituras por sí mismo, dependía de la interpretación de los dirigentes religiosos. En el nuevo pacto, se afirma categóricamente: " "Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos" " (Heb. 8: 11; cf. Jer. 31: 34). Todos habrían de tener acceso directo a Dios. Ya no habrían de adorar en Jerusalén, mediante ceremonias visibles, sino que adorarían a Dios en espíritu y en verdad Juan 4: 21-24). Dios exige justicia y misericordia para con los hombres y humildad delante del Señor (Miq. 6: 8).

20. Alma.

Ver com. vers. 4.

21. El impío, si se apartare.

Aquí se considera el cambio de carácter en el individuo. En primer lugar, se. presenta el caso de un impío que se arrepiente y hace justicia (vers. 21-23, 27-28). En segundo lugar, el caso de un justo que cae en la impiedad (vers. 24-26).

22. No le serán recordadas.

Ezequiel se convierte ahora en predicador del Evangelio. Su tema es la justificación por la fe. Los pecados ya no son recordados, porque tras el arrepentimiento y la confesión, han sido completamente perdonados. Todos han sido colocados sobre Jesús, quien se ha convertido en sustituto y garantía del pecador. Y el Señor, a su vez, "coloca la obediencia de su Hijo a la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma arrepentida y creyente; la trata como si fuera justa y la ama así como ama a su Hijo" (EGW RH 4-11-1890). Tales son las maravillosas disposiciones del plan celestial. El hombre es aceptado ante Dios como si nunca hubiera pecado (ver CC 62). De este modo, enteramente entregado a Dios, ya no necesita preocuparse por lo que Cristo y el Padre piensan de él, sino tan sólo de lo que Dios piensa de Cristo, sustituto del hombre (ver EGW GCB 23-4-1901, PP. 419-422).

23. ¿Quiero yo?

Comparar con 1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3: 9. La acusación de que Dios no es justo en su trato con los hombres es contestada con la afirmación de que Dios no se complace en la muerte del impío, sino que desea que los hombres se conviertan y vivan. Además de esto, ha proporcionado una oportunidad para todos. Con ferviente anhelo ruega a cada pecador que se aparte del pecado, a fin de que no sea destruido con él al fin.

24. Ninguna de las justicias.

Si el justo apóstata, el "libro de memoria" (Mal. 3: 16) en el cual están escritas todas sus buenas obras, no será tomado en cuenta para el juicio. Recibirá su merecido según sea su larga lista de pecados. No sólo se le computarán los pecados de los cuales no se ha arrepentido, sino también aquellos de los que había obtenido una vez el perdón. Cuando una persona se aparta de Dios, "rechaza el amor perdonador" divino, y en consecuencia se halla "en la misma condición en que se hallaba antes de ser perdonado. Ha negado su arrepentimiento, y sus pecados están sobre él como si no se hubiera arrepentido" (PVGM 196). Hay quienes afirman erróneamente que cuando un pecado es perdonado, al punto es borrado. Así como ocurría con el símbolo, la sangre "quitaba el pecado del arrepentido" pero lo dejaba en "el santuario hasta el día de la expiación", así también los pecados de los arrepentidos "serán borrados de los libros celestiales" en el día del juicio (PP 371-372; ver también CS 536-539).

25. Recto.

Heb. takan (forma nifal), "ser examinado", "ser aprobado", "estar en orden", "ser correcto". La gente sigue insistiendo en que Dios no obra de acuerdo con leyes uniformes y que su proceder es caprichoso. En respuesta, el profeta reafirma la equidad de los castigos divinos (vers. 25-29).

30. Convertíos, y apartaos.

Los vers. 30-32 constituyen una exhortación basada en los principios de la justicia del trato de Dios con 670 los hombres. Cuando el profeta aconseja que nos hagamos "un corazón nuevo y un espíritu nuevo" (vers. 31), no quiere decir que el hombre puede salvarse por su propio poder. Pero el hombre tiene algo que hacer en la obra de la salvación. Dios no puede hacer nada en favor del hombre sin que el hombre consienta y coopere con él (ver DTG 43 l). El significado del arrepentimiento no es expresado tan claramente en la raíz hebrea shub como lo es en la palabra griega metánoia. La palabra castellana tampoco revela todo lo que está implicado en esta vivencia espiritual. La idea básica de la palabra shub es "volverse". Según esta definición, los hombres se vuelven de sus pecados (ver CC 21). Metánoia se compone de dos palabras: metá, que significa "después", y noús, que significa "mente". En consecuencia, el vocablo significa "tener una mente diferente después".

El pecado tiene su sede en la mente. El alma debe proponerse la acción pecaminosa antes de que la pasión pueda dominar a la razón. Por lo tanto, la raíz del pecado es la propensión de la mente que hace que el hombre escoja el camino de impiedad. La solución del problema está en corregir esta disposición básica. Esto es lo que el arrepentimiento tiene el propósito de hacer. Debe haber una modificación de la forma de pensar de la persona. Puesto que Dios nunca fuerza la voluntad, este acto debe ser voluntario. Sin embargo, el Espíritu Santo es dado para ayudar a la persona. Es completamente imposible que la persona por sí misma pueda lograr la transformación. Pero cuando escoge hacer el cambio, y en su gran necesidad clama a Dios, las facultades del alma son imbuidas con poder desde lo alto y la tendencia de la mente es corregida.

Por lo tanto, el verdadero arrepentimiento es una función de la mente. Comprende un análisis cuidadoso de la situación para descubrir cuáles son los factores que han llevado a la caída y también un estudio de la manera en que se puede evitar cometer errores similares en el futuro. El arrepentimiento es un paso vital en el proceso de eliminar el pecado de la vida. Una vez que la persona se ha arrepentido de su pecado, puede confesarlo y le será perdonado. Pero la confesión sin arrepentimiento no tiene sentido. Dios no puede perdonar pecados que todavía están activos en el corazón. Por esta razón la Biblia pone mayor énfasis en el arrepentimiento que en la confesión. La enseñanza básica de Jesús era: " "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" " (Mat. 4: 17; Mar. 1: 15). La admonición de Pedro fue: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros" (Hech. 2: 38).

Para que nuestra vida espiritual culmine con éxito, es imprescindible comprender debidamente el verdadero significado del arrepentimiento en relación con la confesión. La razón por la cual muchos cristianos caen con tanta frecuencia en los mismos errores es porque nunca han permitido verdaderamente que el Espíritu Santo cambie su forma básica de pensar con referencia a esos pecados. Nunca han tomado a pecho sus pecados para descubrir cómo, por medio del poder de la gracia divina, pueden obtener la victoria completa sobre esos pecados.

No os será . . . causa de ruina.

Israel acusaba a Dios de haber sido injusto y de haber causado su ruina. Dios afirmaba que el pecado mismo, elegido voluntariamente por el pecador, era la causa de su ruina (ver IJT 169). Es posible que el pecador no reconozca ahora la justicia de los caminos de Dios, pero en ese momento pavoroso, cuando haga frente al juez de toda la tierra, se oirá de sus labios el reconocimiento de que los caminos de Dios son justos (ver CS 726-727).


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4

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