1. Vino a mí.
Aquí comienza una nueva serie de
profecías relacionadas con varias naciones vecinas. Ezequiel había concluido su
testimonio acerca de la destrucción de Jerusalén y del remanente del Estado
israelita. Ya no debía hablar más de ese tema, sino aguardar que se cumpliera la
condenación predicha. Entre tanto, Dios le mandó que dirigiese su atención a las
naciones que rodeaban a Jerusalén, y que predijera su inevitable suerte. El
castigo había comenzado por la casa de Dios (ver Eze. 9: 6; cf. 1 Ped. 4: 17),
pero ahora habría de extenderse al mundo exterior.
Jehová no es Dios
sólo de una nación; es el Dios de todo el mundo. No hace acepción de personas.
Todos le pertenecen, sin distinción de nacionalidad. El Señor anhela salvar
tanto a los habitantes de una nación como a los de otra. Al revelarse como
Supremo en la disposición de los acontecimientos terrenos y Árbitro de las
naciones, Dios procuraba atraer a los hombres hacia sí mismo, y solicitaba su
adoración. Era su plan que la manifestación de su omnisciencia, desplegada en la
predicción tan precisa de la historia futura, pudiera servir como base para la
fe. En verdad, las amenazas y los castigos que se predicen para estos pueblos
parecen ser severos e inexorables, sin mezcla de misericordia. Sin embargo, debe
recordarse que eran castigos nacionales, en los cuales no estaba necesariamente
implicada la salvación personal de los ciudadanos individualmente. Una calamidad
nacional con frecuencia impulsa a los hombres a buscar a Dios, de modo que lo
que parecería ser desventajoso realmente redunda en provecho de ellos.
Dios lleva cuentas precisas con las naciones. Todas son probadas para
ver si han de cumplir o no el elevado destino que se les ha asignado. Cuando la
cuenta llega a un límite, sufren como nación el castigo. Lo mismo ocurrió en el
caso de Israel. Sufrió una derrota sumamente trágica, pero a través de todo lo
que ocurrió, Dios dispuso los planes para la salvación de un reducido remanente.
Ver com. Dan. 4: 17.
Además, en el tiempo cuando Israel estaba buscando
apoyo militar en algunas de esas naciones, necesitaba ver cuán vanas eran sus
aspiraciones, porque todas ellas sufrirían también la derrota.
Esta
nueva sección contiene mensajes dirigidos a las siete naciones más vinculadas
con Israel y Judá: (1) Amón (cap. 25: 1-7), Moab (cap. 25: 8-11), (3) Edom (cap.
25: 12-14), (4) Filistea (cap. 25: 15-17), (5) Tiro (caps. 26: 1 a 28: 19), (6)
Sidón (cap. 28: 20-23), y (7) Egipto (caps. 29: 1 a 32: 32).
Hay quienes
se sorprenden de que Ezequiel no profetice en contra de Babilonia. Isaías (Isa.
13), Jeremías (Jer. 51: 52-53) y Daniel (Dan. 2; 7) predicen su caída. Ezequiel
tenía la misión de dar a conocer cómo Dios iba a usar a Babilonia para que
ejecutara su voluntad al castigar a su pueblo, y esto podría haberse anulado si
se hubiera detenido a hablar de la derrota final de Babilonia. Era más apropiado
que los exiliados para quienes él escribía, procuraran "la paz" (Jer. 29: 7) del
pueblo entre el cual moraban, antes que se regocijaran en la caída final de sus
opresores. 694 Si Ezequiel hubiese hablado claramente contra el país de su
cautiverio, quizá le hubiera costado la vida.
2. Los hijos de Amón.
Eran descendientes de la hija menor
de Lot, y, por lo tanto, consanguíneos de Israel (Gén. 19: 38). Durante siglos
habían hostilizado a Israel (Juec. 3: 13; 11: 12-15, 32-33; 1 Sam. 11: 1-11; 2
Sam. 10: 6-14; Amós 1: 13-15). Su religión era una superstición cruel y
degradante que exigía sacrificios humanos. Su culto a Moloc era una fuente
continua de tentación para Israel (1 Rey. 11: 7).
3. ¡Ea, bien!
Hebreo he´aj , interjección que aquí indica
una perversa alegría ante la caída de Jerusalén.
4. Los orientales.
Heb. bene-qédem , "hijos del oriente".
Este nombre se aplica a diversas tribus nómadas que habitaban el desierto, al
este de Amón y de Moab (Gén. 29: 1; Juec. 6: 3, 33; 7: 12; 8: 10; 1 Rey. 4: 30;
Job 1: 3).
Apriscos.
Heb. tirah , "muro de piedra", dentro del
cual se protegía un campamento (Gén. 25: 16; Núm. 31: 10; Sal. 69: 25). La LXX
dice así: "Y acamparán con sus enseres en ti y pondrán sus tiendas en ti".
5. Rabá.
Rabá de los hijos de Amón,
capital de los amonitas (2 Sam. 12: 26; Eze. 21: 20), ubicada a unos 37 km. al
este del río Jordán, cerca del nacimiento del Jaboc. Tolomeo Filadelfo más tarde
fundó la ciudad de Filadelfia en el sitio de Rabá. No debe confundirse esta
Filadelfia con la ciudad del mismo nombre del Asia Menor (Apoc. 1: 11). El
nombre moderno de Rabá es Ammán.
6. Batiste
tus manos.
Batir las manos y dar golpes con los pies eran gestos que
demostraban una fuerte emoción (Núm. 24: 10; Eze. 21: 14, 17; 22: 13). En este
pasaje estos gestos son manifestaciones de una alegría maliciosa. El motivo del
regocijo evidentemente no era la perspectiva de obtener ventajas materiales,
sino maldad y "menosprecio para la tierra de Israel". Los amonitas deberían
haber temblado ante la posibilidad de que Rabá hubiera sido escogida como el
objetivo de la primera campaña militar, en vez de Jerusalén (Eze. 21: 19-22).
7. Yo soy Jehová.
Hasta este
momento, Amón no había querido reconocer este hecho. Dios deseaba que el
conocimiento de su poder llevara a los hombres a buscar la salvación divina.
8. Moab y Seir.
En Isa. 15; 16;
Jer. 48; Sof. 2: 8-9 se encuentran otras profecías dirigidas en contra de Moab.
Es posible que se mencionen juntas las dos naciones por causa del parecido
existente entre sus pecados. Más tarde se las trata por separado: Moab (Eze. 25:
8-11) y Seir, o sea Edom (cap. 25: 12-14). En la LXX, aquí sólo aparece Moab.
Los moabitas eran descendientes de la hija mayor de Lot, por lo cual
eran tan consanguíneos de los israelitas como los amonitas (ver com. vers. 2).
Estas dos naciones, cuya historia y destino estaban tan estrechamente
entrelazadas, reciben la amenaza de una ruina similar.
Moab es
mencionado con frecuencia en la historia sagrada (Núm. 22; 24; 25; Juec. 3:
12-31; 1 Sam. 14: 47; 2 Sam. 8: 2; 2 Rey. 3: 5; 24: 2; 2 Crón. 20). Algunas
veces Israel estuvo dominado por Moab, como ocurrió cuando Eglón era rey (Juec.
3: 12-31); y algunas veces Moab estuvo bajo el dominio de Israel, como ocurrió
durante el reinado de David (2 Sam. 8: 2).
La Piedra Moabita, hallada en
las ruinas de Dibón en 1868, relata la opresión de Moab en tiempos de Omri, el
rey de Israel, y la sublevación de Moab bajo el mando de Mesa, su rey. Mesa
atribuye su victoria sobre Israel a la intervención de Quemos, su Dios (ver la
nota adicional de 2 Rey. 3).
Como todas las naciones.
Los
habitantes de Judá habían afirmado que su Dios era superior a los dioses paganos
y que podía librarlos. Pero ahora la desgracia de Judá parecía negar esta
afirmación. Los moabitas se alegraban con maligno deleite frente a la triste
situación de sus vecinos del oeste.
9. Abro
el lado de Moab.
Es decir, dejar al descubierto el flanco de Moab para
que los enemigos entraran. Por su ubicación en una elevada meseta con empinados
accesos, los enemigos de Moab no podían llegar fácilmente a ella. Pero si las
ciudades de la frontera caían, el resto del país pronto sucumbiría también.
Bet-jesimot.
Ciudad ubicada a unos 4 km. al noreste del punto
donde el Jordán desemboca en el mar Muerto. El lugar lleva ahora el nombre de
Tell el-'Azeimeh.
Baal-meón.
Aldea situada a unos 15 km. al
oeste del mar Muerto, cerca de su extremo norte, llamada ahora Ma'in.
Quiriataim.
Aldea situada a unos 16 km. al suroeste de
Baal-meón, llamada ahora Qereiyat.
Todas las ciudades nombradas
pertenecían 695 a la región que Sehón y Og habían tomado de los moabitas siglos
antes. A su vez, los israelitas arrebataron este territorio a los amorreos,
cuando entraron en Canaán y permanecieron allí por largo tiempo. Cuando el
poderío de Israel decayó, Moab tomó otra vez esa región. Es probable que se
nombre esas ciudades aquí en vista de que una vez habían sido posesión de
Israel.
10. Hijos del oriente.
Ver
com. vers. 4.
Para que no haya.
La frase que comienza aquí
debería llegar hasta el fin del vers. 11. La división de los versículos
dificulta la comprensión.
12. Edom.
Los edomitas eran descendientes de Esaú, hermano mayor de Jacob. La
hostilidad entre Israel y Edom se remonta al tiempo cuando Esaú vendió su
primogenitura a Jacob (Gén. 25: 29-34). A Israel se le había advertido
específicamente que no debía aborrecer "al edomita" (Deut. 23: 7); sin embargo,
la hostilidad persistía.
13. Temán.
No se ha identificado exactamente su ubicación. Algunos han pensado que
se trataba de una ciudad cerca de Petra, de un distrito, o de un nombre para
Edom. Los habitantes de Temán eran renombrados por su sabiduría (Jer. 49: 7;
Abd. 8, 9).
Dedán.
Tribu que vivía cerca del oasis el 'Ola en el
oeste de Arabia.
14. En manos de mi pueblo.
Esta frase sugiere que el castigo divino contra Edom habría de cumplirse
por mano de los israelitas. Algunos han señalado el cumplimiento de esta
predicción en tiempos de los Macabeos, cuando Juan Hircano conquistó a los
idumeos (Josefo, Antigüedades xiii.g. 1) y los obligó a circuncidarse en señal
de que formaban parte del pueblo Judío. Sin embargo, es más probable que esta
parte de la profecía había de cumplirse en relación con los planes de Dios para
el reino restaurado de Israel. Este nuevo Estado finalmente destruiría a todos
sus enemigos (cap. 38; 39).
15. Los
filisteos.
Con referencia a su origen, ver com. Gén. 10: 14; 21: 32;
Jos. 13: 2; t. 11, pp.29, 25, 36. Otras profecías contra los filisteos aparecen
en com. Isa. 14: 29-32; ver también Jer. 47; Amós 1: 6-8; Sof. 2: 4-7.
16. Los cereteos.
Es probable que
esta tribu viviera en la costa, al sur de los filisteos (ver com. 1 Sam. 30: 14;
cf. Sof. 2: 5).
Destruiré el resto.
Los filisteos han
desaparecido, pero al menos un remanente de Israel habría de sobrevivir (Isa. 1:
9).
CBA T4
Bendecido dia : Estoy buscando un comentario adicional del libro de Ezequiel 19 pero para el dia 8 de enero sale Ezequiel 25 ? Dios les bendiga por ser instrumentos poderosos en el crecimiento espiritual de muchas personas.
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