1. Profetiza.
" En este punto, Ezequiel deja de
pronunciar un mensaje de castigo para Israel y las naciones vecinas, y dirige
palabras de ánimo a sus compatriotas. Desde la caída de Israel, los enemigos
habían gozado burlándose a expensas del pueblo de Dios. Esta situación no había
de continuar. Aunque Israel había sido humillado, y estaba sufriendo el castigo
de su rebelión, Dios todavía reconocía a los judíos como pueblo suyo. El
aparente triunfo de los enemigos del pueblo de Dios sería pasajero. Aunque
humillado y desvalido, Israel se levantaría más glorioso que nunca. "
Montes de Israel.
" Deben compararse las promesas de
restauración que aquí se presentan con las acusaciones que se dirigen a los
montes de Israel en el cap. 6. "
2. Alturas
eternas.
" Heb. bamoth 'olam , expresión muy parecida a gib'oth 'olam ,
"collados eternos" " (Gén. 49: 26; Deut. 33: 15). Sin duda esta expresión es
sinónima con "montes de Israel". La LXX reza "desolaciones eternas", como si el
texto hebreo dijera shimemoth 'olam , frase que aparece en el cap. 35: 9.
Nos han sido dadas.
Comparar cap. 25: 3, 8, 15; 26: 2; 35: 10.
3. En boca de habladores.
Comparar
Deut. 28: 37; 1 Rey. 9: 7; Sal. 44: 14.
5. El fuego de mi celo.
La misma expresión aparece en Sof.
3: 8; cf. Sof. 1: 18. Dios se atribuye emociones humanas a fin de que los
hombres puedan entender.
7. Yo he alzado mi
mano.
En señal de juramento (cap. 20: 5).
Han de llevar su
afrenta.
Israel había tenido que llevar la afrenta que los paganos le
habían infligido (vers. 6). Ahora los paganos llevarían su propia vergüenza o
afrenta. Esto no sería a modo de desquite, sino como resultado de sus propios
pecados. Dios no hace acepción de personas. El pecado, dondequiera se lo
encuentre, recibe su justa retribución. Israel había sufrido por sus pecados, y
las naciones paganas, a su turno, sufrirían por los suyos.
8. Daréis vuestras ramas.
La tierra
de Israel, representada aquí por sus montes, había de prepararse para el retorno
de los exiliados. El pasto debía brotar para alimentar a los animales, y los
árboles debían dar fruto para alimentar a los nuevos habitantes. Esta es una
manera muy llamativa de describir la seguridad del retorno de los exiliados.
Cerca están.
Debe entenderse esta afirmación en un sentido
relativo. Probablemente quedaban todavía unos 50 años de los 70 predichos por
Jeremías Jer. 25: 11).
9. Yo estoy por
vosotros.
En pasajes anteriores se había presentado a Dios como
contrario a Israel (cap 5: 8; 13: 8). Este cambio no indica que Dios había
variado. Dios había castigado a Israel por causa de sus pecados. Derramaría
gracia sobre su pueblo si éste se arrepentía.
10. Toda la casa de Israel.
Dios tenía el propósito de que
tanto Judá como Israel regresaran del cautiverio. De nuevo habría de existir un
reino unido y próspero, donde se replantaran las viñas, se reconstruyeran las
casas y se renovaran los rebaños. Esta gloriosa 726 perspectiva debía servir a
Israel como un incentivo para que aceptara la gracia ofrecida por Dios, y de ese
modo se efectuara un reavivamiento espiritual. Estas promesas eran sólo para un
Israel regenerado (ver com. vers. 26).
11. Mayor bien.
Estas promesas de abundantes bendiciones
sólo se cumplieron escasamente cuando Israel volvió del cautiverio. Dios deseaba
realizar mucho más que lo que alguna vez se realizó en la historia de Israel
después del exilio (PP. 28-32).
14. No
devorarás más hombres.
Este mensaje está dirigido a la tierra misma, no
a sus habitantes (ver Núm. 13: 32). Algunos han sugerido que los paganos que
vivían en torno de Palestina, que habían visto desarraigar primeramente a los
cananeos y después a los israelitas, atribuían supersticiosamente el fracaso de
estas naciones a algo inherente a la tierra misma. No reconocían que la
verdadera causa de la ruina era la mano de Dios que guiaba el destino de hombres
y naciones. Sin embargo, en la edad de oro que anticipaba el profeta, el pueblo
viviría seguro. No podría repetirse más esa acusación.
16. Palabra, de Jehová.
Los vers. 17-38 constituyen una
profecía separada, aunque estrechamente relacionada con la primera parte del
capítulo. El profeta repasa brevemente la historia de Israel a fin de mostrar
que la restauración no se debería a ningún mérito de la nación, sino sería por
causa del nombre de Dios.
17. La contaminó.
Ver Núm. 35: 34. Con referencia a la "inmundicia de monstruosa", ver
Lev. 15: 19.
20. Profanaron mi santo
nombre.
La conducta de los israelitas y la desgracia que la acompañó
deshonraron a Yahweh ante los paganos, quienes naturalmente entendieron que si
el Dios de Israel no podía hacer nada más por sus seguidores, no era mejor que
los ídolos. Los paganos consideraban a Yahweh meramente como el Dios nacional de
los israelitas (Núm. 14: 16; Jer. 14: 9).
21. He tenido dolor.
Dios se propone actuar debido al honor
de su nombre. Restablecerá a su pueblo, no meramente por amor a ellos, pero por
amor a su propio nombre.
22. No lo hago por
vosotros.
Por causa de su santo nombre, el Señor iba a restablecer a su
pueblo (cf. Exo. 32: 12-14; Núm. 14: 13-20). El pueblo no debía considerarse en
modo alguno que era favorecido por el cielo. Dios había elegido a la nación para
que fuera el medio de realizar su propósito de salvar a todo el mundo (PP.
28-32). Al aumento de privilegios acompañaba el aumento de responsabilidades.
23. Delante de sus ojos.
Algunos
manuscritos, tanto hebreos como de la antigua versión latina, dicen "delante de
vuestros ojos" Las dos frases son igualmente aceptables. Si se considera que se
trata de "vuestros ojos", se destaca la importante verdad de que sería
necesario, en primer lugar, que Dios fuera santificado a la vista de su pueblo,
mediante un arrepentimiento y una reforma, antes de que pudiera ser santificado
a la vista de los paganos. Su nombre había sido profanado entre los paganos por
la vida inconsecuente de su pueblo profeso. La restauración de Israel vindicaría
el nombre de Dios entre los paganos. En ese momento, se demostraría con toda
claridad que Yahweh no era como los débiles dioses de los paganos, sino que es
omnipotente (Deut. 28: 58; Mal. 1: 11).
25. Agua limpia.
Sin duda se toma esta figura de las
diversas purificaciones ordenadas por la ley ceremonial (Núm. 8: 7; 19: 9,
17-18), en las cuales se empleaba agua.
26. Corazón nuevo.
En este versículo se presenta el meollo
de la enseñanza de Ezequiel. Las promesas de restauración dependían de la
renovación espiritual y moral del pueblo. Siempre, desde el Sinaí, Dios había
procurado introducir los principios del nuevo pacto, pero el pueblo se negaba a
aceptarlos (ver com. cap. 16: 60). Los israelitas no comprendían que sin la
gracia divina y sin la renovación del corazón no podían prestar la obediencia
necesaria. Los profetas constantemente intentaron elevar la vida espiritual del
pueblo. En el pasaje que se considera aquí, con todo fervor Ezequiel muestra a
los cautivos que la única base que puede existir para la restauración y el éxito
futuro es el "corazón nuevo". ¿Abandonarían al fin su justicia propia para
aceptar las gloriosas estipulaciones del nuevo pacto? ¿Cesarían en sus vanos
esfuerzos por establecer su propia justicia para aceptar la justicia de Dios? De
ellos dependía aceptar el ofrecimiento. La historia registra que no aceptaron lo
que Dios les ofrecía y se pusieron aún más intolerantes (ver PP. 34-36).
Existe un grave peligro de que en nuestra época de tanta luz, los
hombres todavía escojan vivir bajo las condiciones del viejo pacto. 727
Comprenden que la obediencia es condición necesaria para obtener la salvación,
pero sus esfuerzos nacen de corazones no santificados. Intentan hacer lo
imposible. Se desaniman. Claman: "Miserable de mí" (Rom. 7: 24). Si en ese
momento de desesperación encuentran a Jesús, él hace por ellos lo que "era
imposible para la ley" (Rom. 8: 3). Cuando Cristo vive en una persona, "la
justicia de la ley" se cumple en nosotros (Rom. 8: 4).
27. Haré que andéis.
Ver com. cap. 11: 20.
28. Me seréis por pueblo.
La
condición para que se cumpliera esta promesa era la pureza espiritual ya
descrita. Si se hubiera efectuado el reavivamiento necesario, Israel habría
vivido en forma permanente en el país. Jerusalén habría existido para siempre.
Desde allí habría salido la paloma de la paz que habría traído a todo el mundo
bajo la influencia de la verdadera religión (ver DTG 530; CS 21). La palabras: "
"Me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios" " (ver Eze. 11: 20; cf.
Jer. 7: 23; 11: 4; 30: 22), describen las consecuencias del pacto que Dios
proponía a Israel. Este pacto significaba más que independencia y prosperidad de
la nación. Incluía el plan de convertir a Israel en el núcleo espiritual de un
programa misionero mundial. El rechazo del pacto (Mat. 21: 43) dio por resultado
la eliminación de este privilegio espiritual. No implicaba necesariamente que
los judíos nunca establecerían un estado político independiente. De ningún modo
puede entenderse que estas antiguas predicciones han hallado su cumplimiento en
el establecimiento del actual Estado de Israel. Tampoco se cumplirían estas
profecías si hubiera un retorno masivo de los judíos a Palestina. Jesús afirmó
positivamente (Mat. 21: 43) que la promesa del pacto había sido dada a otra
"gente" , es decir, a la iglesia cristiana. Por medio de ella Dios obra ahora
para evangelizar al mundo (Rom. 2: 28-29; 9: 6; Gál. 3: 29; PP. 35-38).
29. De todas vuestras inmundicias.
Se promete la gracia divina para que no haya una reincidencia en las
antiguas prácticas. Esta vivencia demanda la renovación diaria de la
consagración, una recepción cotidiana de nuevas fuerzas espirituales, y el
mantenimiento de una constante vigilancia contra el enemigo.
30. Multiplicaré asimismo el fruto.
Israel podría haber recibido estas bendiciones temporales cuando entró
en Canaán (Deut. 28: 3-6). El pecado produjo sequía y hambre. Estas promesas no
se aplican en forma tan directa o literal a los cristianos de hoy como a los
israelitas de antaño. En aquellos tiempos Dios actuaba con una nación
geográficamente aislada. La prosperidad de la nación había de ser una lección
objetiva para las otras naciones. Hoy día los cristianos están esparcidos en
todos los países y comparten las calamidades que ocurren en sus respectivas
naciones. Sin embargo, Dios no olvida a su pueblo en los desastres. Con
frecuencia interviene para protegerlo y bendecirlo.
31. Os avergonzaréis.
Ver com. cap. 20: 43. Cuando se abran
los portales del cielo para que entren allí quienes han guardado la verdad,
habrá otra vez un sentimiento de gran indignidad. Cuando los redimidos
contemplen las glorias que sobrepasan a toda imaginación humana, echarán sus
coronas al pie de su Redentor y le rendirán todo honor a él (PE 288).
32. No lo hago por vosotros.
Ver
com. vers. 22.
35. Como huerto del Edén.
Palestina recibiría tales bendiciones que su esplendidez y prosperidad
se asemejarían a las del huerto del Edén. El cumplimiento de esta promesa
también dependía de que el pueblo fuera fiel y obediente. No pudo cumplirse por
la apostasía de Israel. Sin embargo, ningún fracaso humano puede frustrar el
eterno propósito de Dios. "Al Israel espiritual le han sido devueltos los
privilegios que fueron concedidos al pueblo de Dios cuando se le libertó de
Babilonia" (PR 527). Los redimidos pronto habrán de habitar la "tierra nueva"
(Apoc. 21: 1) que se asemejará al huerto del Edén en hermosura y fertilidad.
36. Las naciones que queden.
Ezequiel describe las condiciones que podrían haber existido. Era el
plan divino que por medio de la restauración de Israel pudiera darse al mundo
una demostración de la bondad y de la benevolencia del verdadero Dios, a fin de
que las naciones pudieran ser atraídas y tuvieran la oportunidad de formar parte
de un nuevo sistema de gobierno espiritual. Desgraciadamente, los judíos que
volvieron del exilio crearon una impresión completamente diferente. Otras
naciones, en vez de ser atraídas, fueron inducidas a blasfemar al Dios a quien
esos rebeldes pretendían adorar (ver PP. 33-34).
Hoy día la situación es
un tanto diferente. 728 En vez de tener a una nación aislada como ejemplo de las
ventajas del plan divino, Dios pide a cada cristiano que haga tan atractiva su
vida como para que otros sean inducidos a buscar al Dios a quien adoran los
cristianos.
37. Seré solicitado.
Anteriormente Dios había rehusado escuchar (cap. 14: 3-4; 20: 3). Pero
habría de llegar el momento cuando "la casa de Israel", purificada en cuerpo y
en espíritu, comprendería su dependencia de Dios y lo buscaría para lograr el
consejo y la conducción sin los cuales sería imposible que como nación lograran
el elevado destino que les aguardaba (ver PP. 28-32).
38. Las ovejas de Jerusalén.
Se compara a la densa
población que Palestina habría de tener con los grandes rebaños que se
sacrificaban en Jerusalén durante las importantes fiestas anuales.
Sabrán.
Este estribillo tan común en Ezequiel se comenta en el
cap. 6: 7. Aparece cuatro veces en el cap. 36 (vers. 11, 23, 36, 38).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 36
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