1. A la puerta.
Ver com. cap. 42: 15.
2. Venía del oriente.
El profeta
había visto salir esta gloria por la puerta oriental del templo anterior (cap.
10: 18-19; 11: 1, 23).
Sonido de muchas aguas.
Compárese con
Apoc. 1: 15; 14: 2; 19: 6.
3. Aquella
visión que vi.
Cf. cap. 1: 4-28; 3: 12, 23; 10: 15, 22. Las diversas
revelaciones de la gloria de Dios que el profeta ha percibido han sido muy
similares.
Vine para destruir.
Las visiones anteriores habían
anunciado la destrucción de Jerusalén.
5. Llenó la casa.
Compárese esto con lo que ocurrió en los
santuarios anteriores (Exo. 40: 34-35; 1 Rey 8: 10-11).
6. Oí uno.
Sin duda la voz que oyó Ezequiel era la voz de
Dios. La voz provenía de adentro de la casa, mientras que el "varón" permanecía
con el profeta en el atrio interior.
7. El
lugar de mi trono.
La construcción hebrea es enfática, como si se
llamara la atención al hecho de que éste es el lugar.
Sus fornicaciones.
El templo anterior había sido profanado por la adoración de ídolos
dentro del recinto sagrado (2 Rey. 16: 11-16; 21: 4-7). Algunos piensan que aquí
se habla literalmente de fornicación sexual (2 Rey. 23: 7; cf. 1 Rey. 14: 24;
15: 12).
Cuerpos muertos de sus reyes.
No hay evidencia
histórica de que se hubiera sepultado a algún rey en el área del templo. Varios
fueron sepultados cerca de allí, en la colina del sureste (1 Rey. 2: 10; 11: 43;
22: 50; etc.). La LXX dice: "O por los homicidios de sus príncipes en medio de
ellos", traducción que podría reflejar la intención original del texto.
8. Sólo una pared.
Había sólo una
pared que separaba el recinto del templo del recinto del palacio. No había
ningún atrio exterior como el que tenía el nuevo plano (cap. 40: 17, 20, 31, 34,
37).
9. Arrojarán lejos de mí sus
fornicaciones.
Este era el prerrequisito indispensable para que Jehová
morara entre su pueblo.
10. Muestra a la
casa de Israel.
Cuando Israel viera la revelación del amor de Dios en
los gloriosos planos del nuevo templo y en los planes divinos para su
restablecimiento como nación, se avergonzaría de "sus pecados" y se apartaría de
ellos. Dios deseaba que consideraran con atención su plan, a fin de que éste se
convirtiera en un incentivo para que abandonaran sus caminos pecaminosos y
aceptaran las nuevas disposiciones.
11. Si
se avergonzare.
Si Israel manifestaba algún interés en los planes, y
demostraba un cambio de corazón, el profeta no sólo debía revelar cada detalle
del plan, sino también describirlo "delante de sus ojos" para que lo guardasen.
El tabernáculo, y más tarde el templo, fue la morada de Dios en medio de
su pueblo escogido. La reconstrucción del templo representaba el
restablecimiento de su propósito de obrar por medio de Israel para la salvación
del mundo (PP. 28-32). Si Israel ahora se avergonzaba de su historia pasada de
transgresiones hasta el punto de que estuviera dispuesto a seguir adelante con
el propósito divino para él, todo lo que Ezequiel predecía sin duda se cumpliría
(ver com. Eze. 40: 1).
12. Esta es la ley.
Compárese con la misma fórmula en la conclusión y el sobrescrito de las
leyes levíticas del código sacerdotal (Lev. 6: 9, 14; 7: 1,37; 11: 46; 12: 7;
13: 59; 14: 54; 15: 32). Sin duda, esto se refiere a las instrucciones que se
acababan de dar.
13. Las medidas del altar.
En los vers. 13-17 se presenta la descripción del altar que en el vers.
18 se identifica como el altar de los holocaustos. Se emplea el mismo codo largo
que se usó para medir el edificio (ver com. cap. 40: 5). El altar descansaba
sobre una base de 1 codo (50 cm) de alto. Sobre esta base, estaban las partes
superiores, cada una de 1 codo menos que la anterior. La parte más elevada,
donde se prendía el fuego, tenía 12 codos de lado (unos 6 m) y 4 codos
(aproximadamente 2 m) de alto. No se dice de qué material estaba hecho. El altar
del templo de Salomón había sido construido de bronce, y tenía 20 codos de lado
y 10 codos de alto (2 755 Crón. 4: 1). El altar de holocaustos del tabernáculo
había sido hecho de madera de acacia recubierto de bronce, y era mucho más
pequeño. Tenía 5 codos de lado y 3 codos de alto (Exo. 27: 1). Según la Misnáh,
el altar del templo de Herodes descansaba sobre una base de 32 codos de lado,
hecha de piedra sin cortar.
El altar (p. 745, Q) estaba delante del
templo en el centro del atrio interior. El altar tenía gradas (Eze. 43: 17), a
diferencia del anterior (Exo. 20: 26). Por ellas se subía en el lado oriental,
quizá para que el sacerdote que sacrificaba diera la espalda al sol naciente, a
fin de que no se insinuara el culto al sol. En cuanto a la forma en que Dios
aborrecía el culto al sol, ver com. Eze. 8: 16.
18. Las ordenanzas del altar.
En los vers. 18-27 se
describen las ceremonias que debían realizarse en relación con la consagración
del altar. No son las mismas reglas generales para el culto y el sacrificio que
más tarde habrían de observarse. En los santuarios anteriores también se habían
celebrado ceremonias de dedicación especiales antes de que el altar fuera usado
en forma normal (Exo. 29: 1-46; Lev. 8: 11-33; 1 Rey. 8: 63-66; 2 Crón. 7:
4-10). No se dan los detalles del ritual empleado por Salomón para la dedicación
de ese altar.
19. Linaje de Sadoc.
Ver com. 2 Sam. 8: 17.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE
WHITE T4
CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 43
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