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SEÑAL DEL PACTO - LIBRO COMPLEMENTARIO


Capítulo 9

EL SABADO: LA SEÑAL Y EL SELLO DE DIOS

La búsqueda del origen del sábado fuera de las Escrituras ha sido decepcionante. Esta comenzó durante el siglo XIX, cuando los descubrimientos arqueológicos de los textos babilónicos impulsaron la búsqueda de los orígenes del sábado en esa ubicación geográfica y época. Otros buscaron sus orígenes en los textos ugaríticos de Siria, en los textos de los madianitas del Sinaí y también en los de otros lugares. El consenso sobre la búsqueda del origen del sábado es que no hay consenso.1 Todo indica que se trata de una institución bíblica única que se originó en la creación y que fue ratificada en el Sinaí.

El sábado representaba señal del pacto que Dios hizo con su pueblo (Éxo.<l3:i7). La celebración del sábado es como un palacio especial en el tiempo para la comunicación y la comunión con Dios y que, mientras transcurre, produce regeneración física, mental y espiritual.2 También nos brinda libertad y liberación del trabajo, de la competencia y de las tensiones de la existencia cotidiana. En resumen, nos trae descanso y renovación.

Los que guardan el sábado reconocen a Dios como el Señor del pacto, el Señor de su vida. Reconocen a Dios como su Redentor y Santificador. Este reconocimiento es una renuncia a cualquier pretensión de que la observancia del sábado sea una forma de ganarse la vida eterna. Sin embargo, su obediencia indica que guardar la ley mediante el poder habilitador de Dios es la forma de vida adecuada para cada verdadero hijo e hija de Dios.

El sábado es una señal del pacto en tres dimensiones de tiempo. Tiene un significado para el aquí y ahora, reflexiona sobre el pasado, y alcanza hasta el futuro. En cuanto al pasado, el sábado refleja el hecho de que fue instituido en la creación y, por lo tanto, es un recordativo de que Dios es el Creador de este mundo. En cuanto al presente, el sábado funciona como una señal del pacto en la vida de los que reconocen a Dios como su Señor, de que ellos han aceptado su señorío y su redención y que viven como lo hacen gracias a su poder. Por último, el sábado alcanza hasta el futuro recóndito, encontrando su cumplimiento completo en el plan de salvación, cuando finalmente experimentaremos la libertad absoluta e ilimitada que supondrá la redención final.

Las maravillosas cualidades redentoras y santificadoras inherentes al sábado nos dirigen desde el momento muy bueno" de la creación de Dios (Gén. 1:31) hasta un futuro glorioso en el que gozaremos de una comunión sin obstáculos y de acceso ilimitado tanto al Padre como al Señor

Jesucristo. El sábado conecta la creación (Gén. 2:2,3) con la nueva creación (Isa. 66:23). Por medio de este vínculo, apunta hacia el futuro como garantía de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde los redimidos disfrutarán de una comunión cara a cara ininterrumpida con Dios por los siglos de los siglos.

EL ORIGEN DEL SÁBADO

En ambos Testamentos se nos dice que el sábado tiene su origen en la creación del mundo. Esta verdad la encontramos en el Antiguo Testamento en Génesis 2:2 y 3: "El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo, y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho. Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación". El Nuevo Testamento ratifica en las palabras de Jesús y los apóstoles la verdad de que el sábado tiene su origen en el Edén (Mar. 2:27; Heb. 4:1-11).

Tanto los observadores del sábado como los que no lo hacen han reconocida desde hace mucho tiempo que el séptimo día mencionado en Génesis 2:2 y 3 es el sábado. Fijémonos en este ejemplo contemporáneo: "La palabra 'sábado' no aparece [en Génesis 2:2 y 3]; pero ciertamente el autor [del Génesis] quiso afirmar que Dios bendijo y santificó el sábado como día de reposo".2

Dios "descansó" el sábado. Ahora ¿Dios necesitaba descansar físicamente? ¿Se sintió Dios cansado después de todo lo que hizo durante la semana de la creación? ¿Cuál fue el verdadero propósito de Dios al descansar el séptimo día de la semana de la creación? Sería ridículo sugerir que Dios se sentía cansado, porque Dios nunca se cansa, según la Biblia.

Por lo tanto, el propósito de Dios al descansar en sábado no pudo haber sido que necesitaba descansar físicamente.

Sin embargo, sí es bíblico sugerir que Dios descansó el séptimo día para dar un ejemplo divino a seguir por los seres humanos. Debemos tener en cuenta que el séptimo día de la semana de la creación fue el primer día completo en la vida de Adán y Eva. Dios se tomó el tiempo en el primer día completo de la vida de ellos para participar en compañerismo y comunión con ellos, dándoles*un día de descanso, una rutina que debía seguirse cada séptimo día de un ciclo de siete días a partir de ese momento.

El patrón que Dios estableció para los seres humanos para que fuera nuestro ejemplo en cuanto al reposo indica que también debemos trabajar durante seis días y luego descansar el séptimo día o sábado. El sábado se convierte en un punto culminante de la semana, diseñado para sacarnos de nuestras actividades habituales que nos proporcionan sustento, protección y cuidado de nosotros mismos y de nuestros semejantes, y conectarnos de una manera especial con el Creador, que también es nuestro Salvador.

Otro elemento importante expresado en Génesis 2:2 y 3 es que Dios "santificó" el séptimo día. ¿Qué nos indica el hecho de haber santificado el sábado? ¿Lo hizo para proporcionar a este día una cualidad mágica de santidad, presente solo en este día en particular? El significado básico de "bendijo" y "santificó" describe el acto por parte de Dios de separar este día de todos los demás con el propósito de que podamos estar en la presencia santificadora del Creador. La santidad con la que está imbuido el sábado connota una manifestación especial de la presencia de Dios en este día en particular. La santidad del sábado, la santidad de Dios y la santidad del pueblo de Dios están interrelacionadas de una forma u otra. Dios dijo que el propósito al pedirle a su pueblo: "Ustedes deberán observar mis sábados", era "para que recuerden que yo soy el Señor que los santifico" (Éxo. 31:13, NVI, DHH). La santidad de Dios, la santidad del hombre y la santidad del sábado van de la mano.

También se afirma que Dios "bendijo" el sábado. El concepto de bendición en las Escrituras es sumamente amplio. En el Antiguo Testamento, la palabra bendición generalmente denota el otorgamiento de algún bien material (Deut. 11:26; 28:1-14; Prov. 10:22; 28:20). Pero también se fundamenta en otras situaciones. Por ejemplo, encontramos expresiones como "bendito sea [...] mi pueblo" (Isa. 19:25, NVI). Rara vez encontramos que el Dios del Antiguo Testamento bendice las cosas: se registra que el Señor en una ocasión bendijo los campos (Gén. 27:27) y en otra ocasión bendijo a los animales (Gén. 1:22).

Solo en Génesis 2:3 y en Éxodo 20:11 se declara que Dios bendijo el sábado. Esto significa tal vez que, por medio del día de reposo, el Señor transmite la bendición divina a la persona que lo guarda, uniéndose así al Señor por medio del pacto. Esto parece asegurarle, entonces, a cualquiera que entable una relación de compañerismo y comunión con Dios por medio del Sábado, que será bendecido con vida plena en los ámbitos físico, mental y espiritual.

EL SÁBADO Y EL MÁNÁ

Resulta interesante que la conocida historia en que Dios proporciona el maná a Israel, según se registra en Éxodo 16, es el contexto en el que Dios les enseña a los israelitas, antes de la experiencia del Sinaí, la importancia de guardar el sábado. La manera incidental en la que se introduce el sábado en Éxodo 16 y el hincapié que Dios hace en ello para probar, según sus palabras, si el pueblo "anda en mi ley, o no" (Éxo. 16:4) da a entender que ellos ya conocían el sábado. Esto es precisamente lo que plantea G. H. Waterman: "De hecho, la ecuación del sábado con el séptimo día, la declaración de que el Señor les dio a los israelitas el sábado, y el registro de que el pueblo, por orden de Dios, descansó el séptimo día, apuntan inequívocamente a la institución primitiva del sábado".3

Dios elige el regalo milagroso del maná (Éxo. 16:4-30) como una oportunidad para enseñarles sobre el regalo más grande y perpetuo del sábado. Por lo menos de tres maneras, el regalo del maná servía para identificar el sábado y resaltar su carácter santo: Primeramente, cada día caía una porción regular de maná, pero al sexto día les daba una porción doble. En segundo lugar, no caía maná el sábado. En tercer lugar, la porción que se guardaba desde el sexto día para el día, de reposo se conservaba intacta, mientras que cualquier remanente de otros días terminaba dañándose.

EL SÁBADO Y EL MANDAMIENTO

No hay duda de que los Diez Mandamientos no solo constituyen el corazón de los cinco libros de Moisés, sino de toda la Escritura.4 En ellos yace el fundamento de Dios para nuestra vida, ya que definen la relación del hombre con sus semejantes y con Dios. Dios dio los Diez Mandamientos en Éxodo 20 en el contexto del pacto con su pueblo. En este sentido, el Decálogo viene a ser la base legal para la relación de pacto. Pero esta interrelación debe entenderse en su verdadera forma.

Resulta más fácil comprender el aspecto legal de la relación del pacto si lo comparamos con el certificado de matrimonio en un contrato matrimonial. Un matrimonio se puede legalizar mediante un certificado de matrimonio, pero solo se convertirá en una verdadera relación matrimonial cuando los términos legales del contrato se materialicen por medio del amor, a medida que los cónyuges comparten la vida juntos. Por lo tanto, el Decálogo como ley es legalmente vinculante, aunque no en un sentido restrictivo. Sus términos representan el amor de Dios por los seres humanos, así como la naturaleza y el carácter de Dios.

Los Diez Mandamientos exigían, a su vez, una respuesta de amor por parte de Israel (ver Deut. 6:4,5). Se ha dicho de manera muy acertada que los Diez Mandamientos eran "representativos del amor de Dios, en el sentido de que sus mandatos, tanto negativos como positivos, no conducían a una restricción de la vida, sino a la plenitud de ella. Exigían una respuesta de amor, no porque la obediencia de alguna manera acumularía crédito ante los ojos de Dios, sino porque la gracia de Dios, experimentada ya durante la liberación de Egipto y en la iniciativa divina de la promesa del pacto, provocaría tal respuesta del hombre en gratitud".6

Vamos a enfocar nuestra atención ahora en el cuarto mandamiento: "Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová; tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Éxo. 20:8-11).

Este mandamiento es el más largo de los diez y se encuentra en el centro mismo del Decálogo. En él, Dios da un mandato en positivo: "Seis días trabajarás y harás toda tu obra" (vers. 9). Este mandamiento en positivo tiene su contraposición en el mandamiento en negativo del versículo 10, donde el Señor dice claramente: "No hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas". Por lo tanto, encontramos dos mandamientos aquí: uno que dice que se debe trabajar seis días, y el otro que no se debe trabajar ni hacer ningún trabajo en el séptimo día. De la misma forma, en este mandamiento encontramos dos motivaciones para guardar el sábado, cada una complementando y ampliando la otra. La primera, positiva también en su tono, indica que Dios quería que el hombre hiciera todo su trabajo en los primeros, seis días de la semana porque el séptimo día es el sábado del Señor. La segunda motivación comienza en negativo, ya que se trata de una prohibición, pero termina positivamente £l vincular la prohibición de hacer cualquier trabajo en sábado con el hecho de que el Señor mismo creó todo en seis días y descansó el séptimo día.

En la redacción del mandamiento del sábado que Moisés presenta en Deuteronomio 5:12 al 15, también podemos encontrar dos motivaciones. La primera, registrada en el versículo 14, es idéntica a la primera motivación de la redacción de Éxodo 20: "El séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios" (BA). Pero la segunda es significativamente diferente, según podemos leer en el versículo 15: "Acuérdate de que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová, tu Dios, te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido".

La diferencia se debe reconocer por lo que es y no se debe exagerar. La referencia del Éxodo es a la obra creadora de Dios realizada durante seis días en la semana de la Creación. Descansar el sábado era recordar que los seres humanos, como parte del orden creado por Dios, eran totalmente dependientes del Creador. El tema de la creación, como lo resaltan varios eruditos, también está presente en el relato de Deuteronomio 5. En este pasaje se hace referencia al Éxodo, que marca en efecto "la creación del pueblo de Dios como nación, y el recuerdo de ese acontecimiento también era un recordatorio para los israelitas de su total dependencia de Dios".7

Así que Éxodo 20 se refiere a la creación del mundo y Deuteronomio 5 se refiere a otro comienzo, el comienzo del pueblo de Dios. En otras palabras, existe una profunda relación temática entre la motivación en Éxodo 20 y en Deuteronomio 5 con respecto al sábado. La creación es el tema común: el poder creativo de Dios.

EL SÁBADO: UNA SEÑAL DEL PACTO

El tema de la creación no solo aparece en Éxodo 20:11 y en Deuteronomio 5:i5, sino que también se repite en Éxodo 31:16 y 17, en relación con el sábado como una señal entre el Señor y su pueblo, una señal del pacto: "Los israelitas deberán observar el sábado. En todas las generaciones futuras será para ellos un pacto perpetuo, una señal eterna entre ellos y yo. En efecto, en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y el séptimo día descansó" (Éxo. 31:16,17, NVI). En el Antiguo Testamento se identifica al sábado cuatro veces como una "señal" (véase Éxo. 31:13,17; Eze. 20:12,20).

¿Qué significa que el sábado sea una "señal"? Esta palabra puede tener varios significados en nuestro idioma. En su definición más amplia, se puede usar en relación con una acción, con una condición, con un acontecimiento especial o con un objeto visible que señale un hecho o transmita un significado. Debemos entender el sábado como una señal en el sentido en que la Escritura usa esta palabra. Para determinar cuál es este sentido, investigaremos algunas de las 78 veces en las que se usa el término en el Antiguo Testamento.

En tres casos, tenemos señales asociadas con un pacto. La primera señal de este tipo es el arcoíris (Gén. 9:12,13,17). Luego encontramos la "señal" de la circuncisión en el pacto hecho con Abraham (Gén. 17:11). Y la tercera instancia en la que se asocia una "señal" con un "pacto" es en referencia al sábado como una señal del pacto que Dios hizo con su pueblo en el monte Sinaí en Éxodo 31 (véase también Eze. 20). Al asignarles a estos acontecimientos en la historia de la salvación ciertas características o al asignarles una señal, estos acontecimientos y los fenómenos asociados con ellos adquieren un valor que va mucho más allá del sujeto y del acontecimiento en sí.

Dios le dijo a Israel: el sábado "es la señal entre ustedes y yo a través de los siglos" (Éxo. 31:13; compárese con Eze. 20:12). La persona que guarda el sábado con el espíritu correcto manifiesta, por lo tanto, que está en una relación de salvación con Dios.

El sábado como señal imparte al creyente primeramente el conocimiento de que el Señor es el Dios del pacto. También indica que el Señor "santifica" a su pueblo (Lev. 20:8, NVI; 21:8; 22:32; Eze. 37:28) al convertirlos en una "nación santa" (Éxo. 19:6, NVI; Deut. 7:6; Lev. 19:2,3).

En cuanto al sábado como una señal de santificación divina, es necesario ampliar un poco más en nuestro estudio. Veamos más de cerca Éxodo 31:13, un texto sobre el sábado que declara explícitamente: "Ciertamente guardarán mis sábados, porque esto es una señal entre yo y ustedes a través de sus generaciones, para que sepan que yo soy el Señor, el que los santifico" (RVA-2015). Podemos notar aquí un aspecto completamente nuevo del sábado como señal: la idea del sábado como "señal" de santificación. Una persona que tome la observancia del sábado de una manera legalista o farisaica puede pensar que la observancia del sábado en sí la santificará. De ninguna manera. El Señor es el que hace la santificación, dice el texto. Que la santificación es un acto de parte del Señor para su pueblo es uh elemento muy importante que debemos tener presente.

El proceso de santificación incluye tanto la obra del amor redentor de Dios como la obra salvadora y redentora del cielo por medio de Cristo. La justicia y la santificación son actividades de Dios. "Yo soy el Señor, el que los santifico". Por lo tanto, el sábado es una señal que nos indica que Dios es el Santificador. "El sábado, que fue dado al mundo como señal de que Dios es el Creador, es también la señal de que él es el Santificador".5

La segunda novedad en Éxodo 31:13 es que el sábado es una señal de conocimiento: "Para que sepan". El concepto hebreo de conocimiento es sumamente amplio. Saber o conocer algo incluye aspectos intelectuales, relaciónales y emocionales. "Saber" no significa simplemente conocer un hecho a nivel intelectual, particularmente cuando el asunto se refiere a una persona; sino más bien tener una relación significativa-con ella. Por lo tanto, cuando Dios dice que quiere que "sepan que él es el Señor" se refiere a que permanezcan conscientemente en la relación correcta con él. Significa "servirle" (i Crón. 28:9); significa "temer" a él (Isa. 11:3; Sal. 119:79; Prov. 1:7); significa "creerle" (Isa. 43:10); significa "confiar" en él (Sal. 9:10); significa "buscarlo" (Sal. 9:10); y significa "invocar" su nombre (Jer. 10:25; Sal. 79:6).

El texto establece claramente que el sábado es una señal del pacto entre Dios y su pueblo a lo largo de todas las generaciones, en sus propias palabras: "Para que sepan que yo soy el Señor, el que los santifico" (Éxo. 31:13, RVA-2015). El sábado como señal de conocimiento se relaciona con el hecho de que Dios es conocido como Aquel que santifica a su pueblo. El creyente que verdaderamente entiende el significado del sábado y de su observancia sabe que el Señor del sábado también es su Señor. Su Señor es el Creador. Su Señor es el Redentor. Su Señor también es el Santificados

El sábado también funciona como señal en otro sentido. Sirve como una marca de separación que les indica a las personas de otras religiones o a aquellos que no guardan el sábado que existe una relación única entre Dios y su pueblo que guarda el sábado. Como una señal de reconocimiento, el sábado separa al pueblo de Dios del resto de la humanidad. Así como se podía reconocer a Caín por la señal que Dios le había colocado, el pueblo de Dios es reconocido por el sábado. Dios los mantiene separados para servir al mundo.

La pluma de Elena de White capta acertadamente un aspecto importante de esta función particular del sábado como una señal: "Mediante la santificación del sábado debemos demostrar que somos su pueblo. Su Palabra declara que el sábado ha de ser la señal que distinguirá al pueblo que guarda los mandamientos. De este modo el pueblo ha de mantener un conocimiento de aquel que es su Creador. Los que guardan la ley de Dios serán uno con él en la gran controversia comenzada en el Cielo entre Satanás y Dios".6El sábado es una señal de separación y una marca distintiva del pueblo de Dios, haciéndolo visible dentro de la esfera del gran conflicto entre los poderes del bien y los poderes del mal.

EL SÁBADO: EL SELLO DE DIOS

Es un hecho plenamente aceptado que el mandamiento del sábado se encuentra en el centro de los Diez Mandamientos. Y esto no es casualidad, ya que este tiene que ver tanto con la relación de Dios con los seres humanos como con la relación de los hombres con sus semejantes. También podemos tomarlo como una analogía a la posición en la que se colocaban los sellos en los documentos oficiales antiguos. El mandamiento del sábado identifica al Señor del sábado de una manera especial, así como su esfera de autoridad y propiedad. En estos dos aspectos, a saber: (i) la identidad de la Deidad como Yahveh (el Señor), que es el Creador (Éxo. 20:11; 31:17) y que, por lo tanto, ocupa un lugar único y (2) la esfera de su propiedad y autoridad sobre "los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos" (Éxo. 20:11, RSV; comparar con 31:17), el mandamiento del sábado tiene todas las características de los sellos que encontramos en los documentos de los pactos internacionales del Antiguo Cercano Oriente. Estos sellos estaban típicamente en el centro o en la mitad del documento del pacto y también contenían (1) la identidad de la deidad en cuyo nombre se juraba el tratado (generalmente un dios pagano) y (2) la esfera de propiedad y autoridad (generalmente un área geográfica limitada).

Por analogía, el sábado es como una "señal" (Éxo. 31:13, 17), o más bien como un sello entre Dios y su pueblo ("entre ellos y yo") y por lo tanto, es el sello de la relación entre Dios y su propio pueblo. Esto es importante para el creyente, ya que al guardar el sábado como lo hizo nuestro Señor al final de la semana de la creación, lo reconoce como Creador y Recreador (Redentor y Santificador). El creyente también reconoce la propiedad y autoridad de Dios sobre toda la creación, incluso sobre sí mismo. Hace que el creyente sea parte de la comunidad de verdaderos adoradores del pacto.

Estos son solo algunos de los aspectos más destacados de las riquezas del sábado dentro del pacto.10 El sábado es sin duda un regalo de Dios para los seres humanos. Este proporciona un tiempo divinamente diseñado para el descanso humano en medio de la inquietud de la humanidad.

 

1  Véase la discusión detallada sobre los orígenes del sábado en Gerhard F. Hasel, "El sábado en el pentateuco", en El sábado en las Escrituras y en la historia, ed. Kenneth A. Strand (Doral, FL; IADPA, 2014), pp. 1-37; Hasel, "Sabbath", Anchor Blble Dictionary, ed., D. N. Freedman (Nueva York: Dou-bleday, 1992), t, 5, pp. 849-856; Hasel, "The Origin of the Biblical Sabbath and the Historical-Critical Method: A Methodoiogical Case Study", Journal ofthe Adventist Theologlcal Society 4/1 (1993); pp. 17-46.

Puede ver el desarrollo de este concepto, en Abraham Joshua Heschel, The Sabbath: ¡ts Meaning for Modern Man (Nueva York: Noonday Press, 1951), pp. 13-24

2 G. H. Waterman, "Sabbath", Zondervan Pictoriol Encyclopedia ofthe Bible, ed„ Merrill C. Tenney (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), t. 5, p. 183.

3 Waterman, "Sabbath", p. 184.

4  Por más información sobre los Diez Mandamientos, véase Michael G. Hasel, "Exodus ".Andrews Bible Commentary, ed. Ángel M. Rodríguez (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2020), pp. 218-221.

P. C. Craigie, The Book of Deuteronomy (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1976), p. 150.

Craig¡e, The Book of Deuteronomy, p. 157.

5  Elena de Whlte, Testimonios para la iglesia (Florida, Miami: APIA, 2004) t. 6, p. 352.

6  Elena de White, Mensajes selectos (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), t. 2, p. 196.

Sobre la importancia del sábado en medio de los retos modernos, véase Frank M. Hasel y Michael G. Hasel, Cómo interpretar las Escrituras (Nampa, ID: Pacific Press, 2019), pp. 73-81.

 

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