Lección 10 – Material auxiliar para el maestro
El sábado enseñaré…
RESEÑA
¿Alguna vez perdiste algo, pero estaba a
simple vista y no lo veías? Supongamos que perdiste las llaves del auto.
Buscaste por toda la casa, pero no pudiste encontrarlas. De repente, te
acuerdas: las dejaste en el bolsillo de tu chaqueta colgada en el armario, o en
el bolso en una silla de la cocina.
Dios nos ha dado el don de recordar. ¿Y si
no tuviéramos ese don? ¿Y si lo único que conociéramos fuera el presente? La
vida sería terriblemente complicada. En la lección de esta semana, volveremos
al tema del sábado y lo veremos desde una perspectiva diferente. Seguramente
recordarás que el cuarto Mandamiento comienza con la palabra “acuérdate”.
Ninguno de los demás Mandamientos comienza de esa manera. Recordar presupone
que has sabido algo antes. El mandamiento del sábado es un recordatorio
perpetuo para el mundo entero de la autoridad creadora de Dios. Dondequiera que
estemos en el mundo, el sábado llega a toda la humanidad ofreciendo sus
bendiciones cada séptimo día.
En todas las Escrituras, el día de reposo
nos recuerda que Cristo nos hizo, nos redimió, nos libera, nos re-crea y viene
de nuevo a buscarnos. Nuestra lección de esta semana subraya el hecho de que,
en el plan eterno de Dios, el sábado es un día de bendición, deleite, adoración
y servicio. Especialmente el día de reposo, mientras permanecemos en su
presencia, participamos de la adoración colectiva y lo volvemos a buscar, él nos
re-crea a su imagen.
COMENTARIO
En 2008 se publicó un artículo fascinante,
titulado “Neuroteología: ¿Estamos mentalmente programados para Dios?” El
artículo cita a Dean Hamer, un doctor en Genética Conductual. El autor del
artículo, René J. Muller, afirma: “En 2004, Hamer publicó The God Gene: How
Faith Is Hardwired Into Our Genes [El gen de Dios: la fe está integrada en
nuestros genes], que se destacó en un artículo de tapa de Time sobre
neuroteología. Hamer dejó en claro que había abordado su trabajo con las
herramientas de las ciencias naturales: ‘La primera tarea de cualquier
científico que intente vincular la genética con la espiritualidad es mostrar
que la espiritualidad se puede definir y cuantificar’ ”. “El trabajo de Hamer
no se trata de demostrar la existencia de Dios, que es el dominio de la
religión, sino de mostrar que la espiritualidad es un fenómeno real que se
puede describir y medir […]. Él cree que la religión tiene sus raíces en la
formación; y la espiritualidad, en la naturaleza” (R. J. Muller, Psychiatric
Times, “Neurotheology: Are We Hardwired for God?”). Hamer se une a un número
creciente de científicos que creen que estamos “programados para Dios”.
En Génesis 1:26, la narración bíblica
relata la creación de la humanidad. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Génesis 1:27 continúa:
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó”.
¿Qué significa que los seres humanos hayan
sido creados a imagen de Dios? Por cierto, significa más que una mera semejanza
física. Tanto los animales como los seres humanos se reproducen. La imagen de
Dios tiene que ver con la totalidad de lo que somos física, mental, emocional y
espiritualmente. Se nos ha dado conciencia, razón y juicio para tomar
decisiones morales y éticas. Pero sobre todo, escrito en nuestro código
genético, en nuestro ADN, en el nivel más profundo, somos seres que adoran. El
sábado llena ese doloroso vacío en nuestro corazón para reconectarnos con nuestro
Creador. El sábado no es un requisito legalista ni una institución
exclusivamente judía. El sábado es una celebración de la vida que Cristo nos ha
dado. Es un recordatorio de que debemos cuidar el medio ambiente que nos rodea,
que es el objeto del cuidado de nuestro Creador.
El sábado y el medio ambiente
Cuando Dios colocó a Adán y a Eva en el
Jardín, les indicó que lo “labrara[n] y lo guardase[n]” (Gén. 2:15). A Adán
también se le dio el privilegio de poner nombre a todos los animales (2:19,
20). Nuestros primeros padres estaban en contacto con la naturaleza en su
casa-jardín y Dios les dio instrucciones para preservar su entorno natural. El
sábado era un recordatorio semanal tanto de su relación con Dios como con su
entorno. Adorar al Creador también incluye cuidar de su Creación. Actualmente,
la contaminación industrial está destruyendo nuestro planeta. “Los
contaminantes tóxicos afectan a más de 200 millones de personas en todo el
mundo, según Pure Earth, una organización ambientalista sin fines de lucro […].
Los estadounidenses generan 30 mil millones de vasos térmicos descartables, 220
millones de neumáticos y 1,8 mil millones de pañales desechables cada año,
según la Green Schools Alliance […]. La contaminación en China puede cambiar
los patrones climáticos en los Estados Unidos. La corriente en chorro tarda
solo cinco días en transportar una gran contaminación del aire de China a
Estados Unidos, donde evita que las nubes produzcan lluvia y nieve.
Aproximadamente 7 millones de muertes prematuras al año están relacionadas con
la contaminación del aire, según la OMS. Esa es una de cada ocho muertes en
todo el mundo” (A. Bradford, “Pollution Facts and Types of Pollution”, Live
Science). El sábado es un llamado de atención para cuidar la creación de Dios.
El sábado y la liberación
Cuando Moisés reafirma el mandamiento del
sábado a una nueva generación que está a punto de entrar en la Tierra
Prometida, comienza con: “Guardarás el día de reposo” y concluye con:
“Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó
de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha
mandado que guardes el día de reposo” (Deut. 5:12, 15). El sábado es una señal
de liberación. Los egipcios esclavizaron a los israelitas durante siglos.
Milagrosamente, Dios los liberó. No se liberaron solos. Dios los liberó con su
“mano fuerte”. El sábado es un recordatorio del poder de Dios para librarnos de
cualquier situación.
En la Creación, Dios habló, y surgió
nuestro mundo. La palabra de Dios es todopoderosa, creadora, y tiene poder para
cambiar vidas. El sábado es un recordatorio semanal de que no hay nada
imposible para Dios. Si creó el mundo con su palabra, puede volver a crear
nuestro corazón. Si produjo luz de las tinieblas, puede iluminar nuestra mente
entenebrecida. Si habló, y aparecieron árboles frutales, con sus frutos maduros
y deliciosos, él puede producir el fruto del Espíritu en nuestra vida. Si le
infundió vida a Adán, puede infundir nueva vida en nosotros. Romanos 6:1
al 7 habla de la nueva vida que Cristo nos da cuando morimos
voluntariamente a la vieja vida, como se manifiesta en la ceremonia del
bautismo. Existe un vínculo directo entre la vida original que Dios creó en el
Edén y la vida nueva que surge cuando Dios recrea nuestro corazón. Al
principio, Dios creó la vida y, una vez más, hace que nuestra vida sea nueva.
El sábado es un símbolo de la Creación y la nueva Creación de Dios.
El sábado como símbolo de renovación y bendición
Dios diseñó el sábado para toda la
humanidad. Su bendición reparadora, según las Escrituras, es para cada uno de
nosotros (Éxo. 23:12). Las bendiciones del sábado no son exclusivamente para
los judíos. Según el Antiguo Testamento, son para todas las personas. El sábado
no es solo un día de adoración, sino también un día para bendecir a los demás.
Para Jesús, el sábado era un día para tocar a otros con su gracia sanadora.
Considera el caso del inválido en el
estanque de Betesda, ubicado en Jerusalén, justo dentro de la Puerta de las
Ovejas. Betesda significa “Casa de misericordia”, o “Casa de gracia”.
Evidentemente, Jesús iba de camino al culto sabático cuando vio a un hombre que
había estado en una condición horrible por 38 años. Al relatar esta
experiencia, Elena de White describe a Jesús “andando solo, en aparente
meditación y oración” cuando vio “un caso de desgracia extrema” (DTG 171).
Era el día de reposo, y Jesús sabía que este acto de curación generaría una
controversia importante entre los fariseos. Los sacerdotes tenían 39
regulaciones diferentes que regían el trabajo aceptable en sábado. Estos
“requerimientos sin sentido” y estas “restricciones absurdas” eran una “carga
intolerable” (DTG 173, 174). Se nos dice que Jesús, “tanto por sus palabras
como por sus obras de misericordia, estaba quebrantando el poder opresivo de
las antiguas tradiciones y de los mandamientos de origen humano, y presentaba
el amor de Dios en su plenitud inagotable” (DTG 175).
Al comprender su falta de esperanza, Jesús
preguntó al pobre enfermo: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). Era imposible que
el hombre se recuperara por sí solo. Mediante la fe, él respondió al mandato
del Salvador: “Levántate, toma tu lecho, y anda” (5:8). Nueva vida fluyó por
cada nervio y tejido de su cuerpo. Milagrosamente, se recuperó. Por fe, aceptó
la palabra de Cristo y actuó de acuerdo con ella. Este milagro sabático, al
igual que cada una de las curaciones sabáticas de Jesús, está íntimamente
ligado a una verdad espiritual más profunda. Si aceptamos la Palabra de Dios
por fe y actuamos en consecuencia, nos sanamos. La observación de este milagro
sabático es que Jesús es tanto nuestro Creador como nuestro Redentor. Aquel que
nos hizo puede re-crearnos y hacernos íntegros nuevamente. Él se acerca a
nosotros, ve nuestras necesidades, nos redime con su gracia y convierte nuestra
desesperación en esperanza.
APLICACIÓN A LA VIDA
El profeta Isaías instó a Israel a hacer
una reforma decidida en sus prácticas para la observancia del sábado.
En Isaías 58:13 y 14, los exhorta: “Si retrajeres del día de reposo tu
pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso
de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y
yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad
de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”. En tiempos
bíblicos, poner los pies en una propiedad era un símbolo de posesión. El sábado
pertenece a Dios, no es nuestro. Es de él, por lo que amablemente nos invita a
encontrar nuestro más profundo deleite y nuestro placer supremo al adorarlo y
bendecir a otros en el día de reposo.
¿Cómo puede el sábado ser aún más
significativo para ti?
¿Hay algún aspecto de la observancia del
sábado que te gustaría cambiar personalmente?
En tu escala de prioridades, ¿qué
importancia tiene para ti la adoración en sábado?
Enumera al menos tres cosas específicas
que puedes hacer para bendecir a otros en el día de reposo.
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