Capítulo 10
Un grupo
de padres, pastores y líderes comunitarios se reunieron en Ridgewood, Nueva
Jersey, para discutir un problema urgente. Todos habían notado y experimentado
que la "vida" se estaba volviendo demasiado agitada y triste. Garland
Alien, director de bienestar para las escuelas de Ridgewood, expresó las
preocupaciones de muchos cuando dijo: "Estamos creando una generación que
está excesivamente pautada por los padres, excesivamente evaluada por los
maestros y excesivamente ejercitada por los entrenadores".1
En respuesta a esto, el
grupo desarrolló el primer: Ready, Set, Relax! [Preparados, listos, ¡a
relajarse!], planificado para el 26 de marzo de 2002. El concepto era sencillo.
Ese día, las escuelas no programarían tareas. Los clubes no programarían
reuniones y los equipos deportivos cancelarían las prácticas. Los padres
llegaban a casa del trabajo y se tomaban un tiempo con sus familias. Todos
pensaron que la idea sería genial, y aparentemente los participantes apreciaron
el primer día del proyecto. Esto atrajo la atención de los medios de
comunicación de todo el país y varias otras ciudades también lo intentaron,
pero después de unos años, pareció desvanecerse.2
Parecería que, por más
que nos demos cuenta de que necesitamos este tiempo de descanso, en realidad es
difícil tomarlo, simplemente no podemos relajarnos. En un mundo en el que no
podemos relajarnos, un mandamiento para detenerse puede ser una gran bendición.
Una lectura cuidadosa de
los dos informes complementarios de la Creación que se encuentran en Génesis i
y 2 destaca un hecho importante: Dios solo le adjudicó santidad
al séptimo día, el sábado. La Tierra, el espacio, las estrellas y las
lumbreras, la tierra, las plantas, el mar, los animales e incluso los seres
humanos nunca se denominan qadosh: "santos" (Gén. 2:3). Otras
culturas y religiones atesoran montañas o manantiales sagrados, o incluso
árboles sagrados. Dios declara santo al tiempo, porque es la bendición de Dios
y su presencia lo que transforma un día regular de 24 horas
en un templo del tiempo que difunde la santidad.
La santidad en el Antiguo
Testamento está estrechamente relacionada con Dios. Su presencia transforma
algo mundano en santo. Una zarza ardiente, no consumida por el fuego, se
convierte en "tierra santa" (Éxo. 3:5) cuando Dios habla desde el fuego
y llama a Moisés para que saque a su pueblo de la "casa de
servidumbre" y lo lleve a la Tierra Prometida. Las personas se vuelven
"santas" cuando son consagradas al Señor (el hebreo usa una forma
verbal causativa de qadash, "santificar"), como sucedió durante el ritual de
ordenación de Aarón y sus hijos en Levítico 8:30.
La primera referencia de
las Escrituras a la santidad se centra en el tiempo. "Adán y Eva fueron
invitados a 'santificar' ese séptimo día", escribe el autor cristiano A.
J. Swoboda. "No lean mal el texto: no debían santificar el día de reposo.
Los humanos no pueden hacer que algo sea santo".3 El
acto de Dios de declarar santo el séptimo día resuena en el tiempo y el
espacio. Esta vez no está vacío ni desprovisto de algo. Está lleno de bondad y
santidad, porque Dios está presente. "Dios estableció su relación de amor
con la humanidad en sábado y comenzó su historia en relación directa con la historia
del mundo. Dios se relacionó a propósito cara a cara con la vida humana y se
hizo accesible a ella, lo que indica su íntimo interés por sus criaturas".4
Si bien la entrada del
pecado interrumpió el acceso directo entre Dios y Adán y Eva, el tiempo de
reposo dedicado a conversar con el Creador ofreció una oportunidad semanal para
conectarse, vez tras vez, con el "Santo" de Israel. La santidad de
Dios tal como se preserva en el día de reposo no es solo una pieza sobrante de
la Creación; llena el vacío creado por la actividad y el trabajo constantes y
nos ayuda a anticipar una nueva creación.
"Acordarse" es
una forma única de comenzar un mandamiento. Ninguno de los otros Diez
Mandamientos comienza de esta manera. "Recordar" presupone que hay
algo para rememorar: una historia compartida. En Éxodo 20:8 al 11, el
mandamiento del sábado, "Acuérdate del día de reposo para santificarlo",
nos remonta directamente a la semana de la Creación y nos ayuda a recordar de
dónde venimos. También hay otras cosas que somos llamados a recordar. El sábado
nos recuerda que no nos pertenecemos a nosotros mismos; que no somos entidades
independientes (Gén. 1:26). Fuimos creados para vivir en comunidad. Recordamos
que el matrimonio y la familia son partes clave de nuestra trama social y
debemos protegerlos y propiciarlos con cuidado.
La repetición del
mandamiento del sábado en Deuteronomio 5:12 al 15 destaca otras cosas para
recordar. No solo recordamos que fuimos creados; también recordamos que somos
libres. El sábado es una celebración de la libertad: libertad del pecado,
libertad de nuestros propios intentos de justicia, libertad de Egipto y de
todas las cosas y lugares que nos mantienen en cautiverio.
Aunque somos libres, se
nos llama a recordar lo que es ser esclavos. El sábado es para apartar
conscientemente la mirada de nuestras pequeñas realidades para reparar en otros
que se encuentran tanto en lugares lejanos como en la casa vecina. El hecho de
recordar que debemos mirar a los demás puede ser doloroso cuando vemos a los
heridos y los marginados. El sábado nos ayuda a no volvernos insensibles en
este mundo de desastres naturales y tragedias provocadas por el hombre, sino
más bien a seguir dedicándonos a "ayudar a los hambrientos y a saciar la
necesidad del desvalido" (Isa. 58:10, NVI). El sábado nos ayuda a recordar
que no importa cuán diferentes nos veamos y cuán "extraño" alguien
pueda parecemos, Dios nos ve como suyos por creación y redención. Las
diferencias raciales, étnicas, socioeconómicas o de sexo son irrelevantes. En
el lenguaje del Nuevo Testamento, esto suena así: "Ya no hay judío ni
griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo
en Cristo Jesús" (Gál. 3:28). Dios nos dice que nuestro descanso y nuestra
relación con nuestro Creador y Redentor nos conducirán automáticamente a mirar
al resto de la creación desde una nueva perspectiva.
PROFUNDICEMOS: COMPRENDER LAS SEÑALES DE DIOS
Las señales nos dan
indicaciones. También nos alertan sobre cambios inesperados; como la flecha que
nos advierte que una calle de dos carriles pronto se convertirá en una calle de
un solo carril porque está en reparación. Los letreros de las calles nos ayudan
a orientarnos y encontrar nuestro camino, especialmente cuando no tenemos
cobertura de telefonía celular. Los letreros son puntos de referencia diseñados
para comunicar ideas o conceptos importantes.
El sábado es más que un
recordatorio de que hemos sido creados y salvados. La Biblia nos dice que el
sábado también "es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones,
para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico" (Éxo. 31:13). El texto concluye el séptimo discurso de Dios que se centra en la
construcción del Santuario y ofrece una contribución única a la teología
bíblica del sábado.
Según los datos bíblicos,
la observancia del sábado no es una actividad recreativa opcional. Más bien, es
un mandato divino de Aquel que nos hizo y sabe cómo funcionamos. También sirve
como una señal entre Dios y su pueblo, y nos ayuda a pensar bíblicamente acerca
de la santificación. Los eruditos han reconocido desde hace mucho tiempo el
estrecho vínculo entre el sábado y el Santuario. Ambos enfatizan el
compañerismo y la comunidad divino-humana, en el espacio y el tiempo (Éxo.
25:8). Ambos fueron dados por Dios y reflejan características divinas.
El sábado es una señal de
un pacto perpetuo (o eterno) (Éxo. 31:16,17) arraigado en la Creación. Las Escrituras mencionan tres
señales del pacto en el Antiguo Testamento, incluido el arco iris en Génesis 9:12,13 y 17, la circuncisión de todos los hijos varones en Génesis 17:11, y el sábado en Éxodo 31:13 y 17, y
Ezequiel 20:12 y 20. De estos tres, el sábado es el menos tangible físicamente e
implica una respuesta humana constante. Podemos ver fácilmente el arcoíris en
el cielo después de una tormenta. La circuncisión es una señal física visible,
pero es la señal del sábado la que nos ayuda a "conocer" al Creador,
Redentor y Santificador. Cada sábado es como una bandera que se levanta cada
siete días y funciona como un dispositivo mnemónico, porque tendemos a olvidar.
Es intrigante que el
texto bíblico nos diga que el sábado es la señal de que Dios nos santifica. La
traducción literal de esta frase en Éxodo 31:13 es:
"Para que yo, el Señor, los santifique". La forma verbal de qadash se refiere a la santidad. El "los" del versículo
es una forma plural y no una referencia a un individuo, sino a una comunidad
más grande, el pueblo de Dios. No nos volvemos santos cuando guardamos el
sábado. Más bien, reconocemos públicamente a Dios como nuestro Creador, nuestro
Redentor (especialmente en el contexto del Éxodo) y nuestro Santificador. La
santidad no se basa en el esfuerzo personal sino en la acción divina.
Los adventistas siempre
han reconocido que el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14:6 y 7 señala
al sábado. El lenguaje del texto se hace eco claramente del lenguaje del cuarto
mandamiento (Éxo. 20:11). En cierto sentido, el sábado se convierte en el trasfondo de
la historia de Dios, en contraste con la historia del dragón de Apocalipsis. Un
Creador amoroso se opone al acusador enojado que quiere sembrar dudas sobre el
carácter de Dios. En el mensaje del primer ángel, "el sábado [según afirma
el erudito del
Nuevo Testamento, Sigve Tonstad] transmite el mensaje de la participación fiel y duradera de Dios en la realidad humana".5 Dios sigue estando presente, y cada nuevo sábado se convierte en una señal de su presencia, su gracia y su intervención futura.
El mensaje del primer
ángel que vuela por los aires se describe como "el evangelio eterno" (Apoc.
14:6) que necesita llegar a todos los que viven en la Tierra. Es el esfuerzo
final de Dios para ofrecer una alternativa creíble a la caricatura de Dios y su
carácter que realiza Satanás; y el sábado, establecido al final de la semana de
la Creación, se convierte en la señal de nuestra lealtad. Frente a dos sistemas
de adoración, la justificación por las obras versus la justificación por la fe,
elegimos adorar al Creador, quien sabemos que nos insta a volver a la adoración
verdadera. Santificar el día de reposo es una demostración pública de que nos
comprometemos con Aquel que anhela pasar la eternidad con sus hijos de cada
nación, tribu, lengua y pueblo; como anhelaba pasar tiempo con Adán y Eva en
ese primer día de reposo en el Edén.
IMPLICANCIAS: MÁS ALLÁ DE LAS LISTAS
¿Nadar o solo mojarse los
pies? ¿Y las caminatas largas y sudorosas? ¿Tener un comedor de beneficencia en
el centro de la ciudad es una buena actividad sabática?
Si bien la observancia
del sábado es una parte clave de nuestra fe, a menudo se hacen preguntas sobre
cómo ponerlo en práctica. Sabemos que Dios no quiere una adoración vacía ni un
silencio piadoso. Quiere ver a su pueblo comprometido con las personas que lo
rodean, especialmente los oprimidos y los marginados. La verdadera observancia
del sábado no puede ser una búsqueda egocéntrica de la "santidad",
alejados de todos los demás y tratando de evitar la contaminación mundana.
Sabemos que guardar el día de reposo debe ser más que asistir a un culto en la
iglesia y luego vivir como cualquier día de la semana durante el resto del día.
Pero aquí está la pregunta: ¿Cómo podemos santificar el día de reposo sin hacer
una lista de reglas que se enfocan en lo que se debe y no se debe hacer, pero
como los fariseos de la época de Jesús, terminamos perdiendo de vista al
"Señor del sábado"? ¿Cómo podemos evitar la trampa de hacer listas
arbitrarias de actividades sabáticas apropiadas? La respuesta radica en
comprender los preceptos de las Escrituras que nos ayudan a ver más allá de las
reglas y descubrir los principios universales y atemporales que pueden
aplicarse a todas las culturas y en todas las circunstancias.
Este es un resumen de
estos principios bíblicos.6
Principios rectores para la observancia del sábado
Los siguientes principios
se basan en el carácter de Dios y proporcionan una base para las prácticas del
sábado:
Prepararse para este día con el objetivo de disfrutar de sus
beneficios.
Descansar del trabajo, las cargas de la vida y las preocupaciones y distracciones
seculares.
Renovar: observar el día de una manera que nos renueve física,
emocional, mental, espiritual y socialmente.
Sanidad: observar el día de tal manera que fomente la curación, el
alivio, la liberación y el refrigerio. Toda acción que nos lastime a nosotros o
a los demás es una transgresión del sábado.
Celebrar la creación, el nacimiento del mundo y nuestra redención. Su
atmósfera debe ser de celebración, alegría y deleite.
Santificar: santificar el día de reposo, separándolo para enfocarse en
Dios, su Palabra y su agenda, para buscar intimidad con él, abrazarlo por
completo y fomentar una relación de amor con él que nos haga santos.
Recordar, reflexionar y regocijarse en la creación, la redención y la
segunda venida de Cristo. La cercana inauguración de la nueva tierra.
Adoración: participar en la adoración de Dios en forma colectiva con
nuestra familia de la iglesia.
Deleitarse: disfrutar, estudiar, experimentar y deleitarse en el mundo
que Dios creó, en lugar de trabajar para mantenerlo.
Responder: una respuesta humana gozosa a la gracia de Dios en
obediencia a su mandamiento amoroso de recordarlo a él y su regalo del sábado.
Confiar en que Dios se encargará de lo que dejamos sin hacer durante
las horas del sábado. Aprender a depender de Dios y no de nosotros mismos.
Compañerismo: fomentar nuestras relaciones con familiares y amigos.
Sostener: representar correctamente la atmósfera del sábado con un
espíritu de aceptación, amor y confirmación, en lugar de un espíritu de juicio
y crítica.
Servir a otras personas con amor, testificando amorosamente de
Dios.
Cuidar de las necesidades físicas necesarias en sábado; no se debe
permitir que ninguna criatura, animal o humana, sufra en este día.
Estos principios bíblicos
siempre reflejarán a Dios, su naturaleza y su carácter. Cuando nos enfocamos en
ellos con oración, el Espíritu Santo nos guiará en su aplicación apropiada a la
observancia del sábado dentro de nuestras diversas culturas y circunstancias de
vida.
TÓMATE UN RESPIRO: LO QUE DIOS REALMENTE QUIERE
Isaías 58 es un
manifiesto profético que destaca la dedicación y el compromiso auténticos
contra la religión formal. En un mundo marcado por la injusticia y la opresión,
Isaías llama a sus lectores a lo real, no a lo artificial. Esto incluye la
forma en que ayunamos y la forma en que guardamos el sábado. Los siguientes
textos representan los aspectos más destacados de este capítulo crucial.
¿No es más
bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las
cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes
albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano? (Isa. 58:6, 7).
Frente a la injusticia
sistémica, estamos llamados a trabajar por la abolición de todo sistema que
disminuya el valor y la libertad de las personas que nos rodean. Pero no solo
nos comprometemos con estructuras y sistemas, nos comprometemos personalmente,
porque ese fue el ejemplo de Jesús.
Si retrajeres
del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares
delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios
caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te
deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te
daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha
hablado (Isa. 58:13,14).
El vínculo estrecho entre
el sábado y el ayuno sugiere que, en la época de Isaías, algunos pensaban que
este día que celebra la comunidad con el Creador y Redentor era un día de
privaciones autoimpuestas.
Recibimos la bendición
del gozo cuando nos conectamos con el Señor del sábado. Isaías 58 menciona dos
veces la noción de "deleite" (vers. 13,14). Este término hebreo no se
usa a menudo en el Antiguo Testamento, pero los textos poéticos relacionan el
deleite en el Señor con las bendiciones divinas y "las peticiones de tu
corazón" (Sal. 37:4). Isaías 58:13 contrasta el placer humano con el deleite
centrado en Dios. En lugar de perseguir el susurro de las sirenas que nos
llaman a ser egoístas, Dios nos invita a experimentar el puro deleite de
descubrir su gracia creadora y sustentadora mientras servimos a los oprimidos
de la sociedad.
1 Sonja Steptoe, "Ready, Set, Relax!", Time, 22 de octubre de 2003, <http://
content.time.com/time/magazine/artide/0,9171,524490-1,OO.html>.
2 María
Newman, "Ridgewood Embraces Family Night", New York Times, 27 de marzo de 2003, <https://www.nytimes.com/2003/03/27/nyregion/
ridgewood-embraces-fom/7y-night.html>.
3 A.
J. Swoboda, Subversive
Sabbath: The Surprising Power of Rest in a Nonstop World (Grand Rapids, MI: Brazos, 2018),
p. 12.
4 "Mathilde
Frey, "The Sabbath ¡n the Pentateuch: An Exegetical and Theological
Study" (Tesis de doctorado, Andrews University, 2011), p. 282.
5 SigveK.
Tonstad, The
Lost Meaning oftheSeventh Day (Berrien Springs, MI: Andrews University Press,
2009), p. 479.
6 Estas pautas están tomadas de
May-Ellen Colón, "Making Sabbath a 'Happy Day'",Adventist Review, 1o de julio de
2016, https://www.advent¡s-treview.org/1607-35.
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