El sábado enseñaré…
RESEÑA
El punto culminante de toda la Creación de
Dios es el sábado bíblico. Durante los primeros tres días de la semana de la
Creación, Dios creó la luz, formó los cielos y la Tierra, y creó el agua, la
tierra seca y todo tipo de plantas. En el cuarto día, hizo el Sol, la Luna y
las estrellas. Los siguientes dos días, Dios llenó la Tierra de peces, aves y
el ser humano. En el séptimo día, Dios santificó, o apartó como santo, el día
de reposo como un día para que los seres humanos reverenciaran a Dios por las
maravillas de la Creación, disfrutaran de relaciones afectivas y entraran en
comunión con su Hacedor. En la lección de esta semana, “Los ritmos del
descanso”, descubriremos cómo el día de reposo está entretejido en la trama del
tiempo como un monumento a nuestro Creador por el regalo que nos dio de la
vida, tanto temporal como eterna.
Esta lección revela que, a lo largo de los
siglos, el sábado ha sido un ayudamemoria para el pueblo de Dios, porque le
recuerda constantemente a su Creador. Si el sábado se hubiese guardado
fielmente en cada generación, no habría ateos, agnósticos ni humanistas
secularizados. El sábado habla de un Dios que nos creó, que se preocupa por
nosotros y por nuestras necesidades diarias. También es un recordatorio del
poder de Dios para liberar. El Creador todopoderoso liberó a Israel de la
esclavitud de Egipto, y puede librarnos a nosotros del sometimiento de los
hábitos pecaminosos que nos esclavizan.
El sábado descansamos con la bendición de
aquel que nos creó, aquel que nos redimió, aquel que nos santifica y aquel que
vuelve por nosotros. El sábado es el oasis de descanso celestial en el árido
desierto de nuestro mundo frenético y secularizado.
COMENTARIO
La maravilla impresionante del espacio
habla de un Dios todopoderoso que es el Creador del Universo. Frank Borman fue
el comandante de la primera tripulación espacial en viajar más allá de la
órbita de la Tierra. Al mirar hacia abajo, a la Tierra, desde cuatrocientos mil
kilómetros de distancia, Borman envió un mensaje por radio,
citando Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Como explicó más tarde: “Tuve un enorme sentimiento de que allí tenía que haber
un poder más grande que cualquiera de nosotros: que había un Dios, que de hecho
había un principio”. Muchos de los más grandes pensadores de este mundo se han
sentido tan conmovidos por el increíble diseño, la complejidad, el orden y la
inmensidad del Universo que han desarrollado una fe sólida en Dios. Déjame
darte algunos ejemplos.
Algunos piensan que la ciencia es
antagónica de la fe. Sin embargo, la mayoría de las grandes figuras que dieron
forma a la actividad científica desde el principio han sido creyentes devotos,
como Copérnico, que descubrió que el Sol, no la Tierra, es el centro de nuestro
sistema solar; Isaac Newton, que reveló la ley de la gravedad; Blas Pascal, que
inventó la primera calculadora; y James Maxwell, que formuló las leyes del
electromagnetismo. Todos eran cristianos que sentían que el estudio de la
naturaleza no desafiaba su fe, sino que la fortalecía.
Génesis 1:1 es el fundamento de toda
la Escritura. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. La palabra
hebrea para “crear”, en este pasaje, es bara. Se refiere a algo que hizo Dios.
Este verbo hebreo siempre está vinculado a la actividad creadora de Dios. Dios
tiene la habilidad, el asombroso poder, de crear algo de la nada. Dios habla, y
surge la Tierra. Él habla, y la Tierra se tapiza de un verde vivo. Habla, y
florecen árboles y flores. Habla, y el Sol, la Luna y las estrellas existen
instantáneamente.
El poder ilimitado de Dios
Para tener una pequeña idea de cuán
ilimitado es el poder de Dios, consideremos un solo objeto en los cielos: el
Sol. Dios ¿creó el Sol? Por supuesto. Génesis 1:14 al 16 cuenta la
historia de que Dios creó dos lumbreras para gobernar los cielos: el Sol, para
gobernar el día; y la luna, para gobernar la noche. Existimos en uno de los
planetas que giran alrededor del Sol. El Sol produce más energía en un segundo
que la que los seres humanos han producido en toda su historia. Calcula toda la
energía eléctrica y toda la energía producida por el carbón o el gas desde el
principio, y el Sol produce más en un segundo.
El Sol tiene un diámetro de
aproximadamente 1.392.700 kilómetros y podría contener un millón de planetas
del tamaño de la Tierra. Pero el Sol es solo una de al menos 100 mil millones
de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Una estrella llamada Estrella
Pistola emite diez millones de veces la energía generada por nuestro Sol. Un
millón de estrellas del tamaño de nuestro Sol puede caber fácilmente dentro de
la esfera de la Estrella Pistola. Algunos científicos estiman que hay diez mil
millones de billones (1021) de estrellas en el Universo. Alguien ha dicho que
hay aproximadamente el mismo número de estrellas que granos de arena en la
orilla del mar.
El profeta Isaías nos invita a meditar en
el poder creador de Dios con estas palabras: “Levantad en alto vuestros ojos, y
mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por
sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su
dominio” (Isa. 40:26). El sábado es un monumento conmemorativo eterno, una
señal eterna, un recordatorio perpetuo del increíble poder creador de Dios.
Al final de la semana de la
Creación, Génesis 2:1 al 3 declara: “Fueron, pues, acabados los
cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo
la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo
Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que
había hecho en la creación”. Dios descansó no porque estuviera cansado;
descansó renovado en la belleza y la majestuosidad del mundo que había creado.
Descansó como un ejemplo para nosotros. El sábado es una pausa semanal para
alabar a aquel que nos hizo. Cuando adoramos en sábado, abrimos nuestro corazón
para recibir la bendición especial que él depositó en ese día, y que no destinó
a ningún otro día.
Un Creador que se interesa
El sábado nos recuerda que no somos
huérfanos cósmicos en alguna roca esférica que gira. Nos señala a un Creador
que nos creó con un propósito y nos amó demasiado como para abandonarnos cuando
nos desviamos de ese propósito. El sábado nos recuerda a aquel que nos ha dado
todas las cosas buenas de la vida. El cuidado de Dios se ilustra en el triple
milagro sabático de la caída del maná. El viernes caía el doble de maná. No
caía nada en sábado. Si los israelitas recogían más de lo que podían comer en
un día de la semana que no fuera viernes, se echaba a perder. El viernes, el
maná que se guardaba para comer en sábado no se echaba a perder. La adoración
sabática durante esos cuarenta años de vagar por el desierto les recordó a los
israelitas que había un Dios Creador que los cuidaba. Es importante notar
cuidadosamente que los israelitas guardaban el sábado antes de la promulgación
de la Ley en el monte Sinaí. El mandamiento del sábado en Éxodo 20:8 al 11 comienza
con la palabra “acuérdate”. Señala a un Dios que creó el mundo en seis días y
descansó el séptimo. Si, como creen algunos, Dios puso este mundo en movimiento
y evolucionó durante millones de años, no habría absolutamente ninguna
necesidad del sábado y nada que recordar.
El sábado es un símbolo eterno de nuestro
descanso en él. Es una señal especial de lealtad al Creador (Eze. 20:12, 20).
Revela que no es un requisito legalista arbitrario, sino que el verdadero
descanso de la justificación por las obras se encuentra en el Creador. El
sábado habla de un Dios que obra para que podamos descansar en sus logros. El
verdadero reposo sabático es el reposo de la gracia en los brazos amorosos de
aquel que nos creó, aquel que nos redimió y aquel que vuelve por nosotros.
El Libertador
Hay otro aspecto importante del
mandamiento del sábado. Deuteronomio 5 reitera el mandamiento del
sábado a una nueva generación que está a punto de entrar en la Tierra
Prometida. Este pasaje les recuerda que habían sido esclavos en Egipto y que su
Creador todopoderoso los libró. Él es el único que puede librarnos de la
esclavitud del pecado. Él es el único que puede romper las cadenas que nos
atan. Él es el único que puede librarnos de las garras del pecado. Este es el
mensaje del sábado: el Creador todopoderoso desea re-crear nuestro corazón.
APLICACIÓN A LA VIDA
Al considerar la aplicación práctica del
sábado en tu propia vida, medita en las siguientes preguntas:
Cuando piensas en el descanso sabático,
¿qué se te viene a la mente? ¿Qué significado tiene para ti el concepto de
reposo sabático?
¿Por qué es importante en tu vida la
verdad bíblica sobre la Creación? En la práctica, ¿da lo mismo si fuimos
creados o evolucionamos durante millones de años? Creer en cualquiera de estos
dos puntos de vista, ¿cómo impacta tu vida hoy?
¿Habías pensado antes en el sábado como
una señal de liberación? ¿Por qué es importante esta verdad bíblica?
El sábado habla de descansar en un Dios
que provee para todas nuestras necesidades. La caída del maná ilustra sus
provisiones diarias. ¿De qué manera esta idea del sábado marca la diferencia en
tu vida?
Teniendo en cuenta la lección de esta
semana, ¿qué creen que quiere decir Elena de White en la siguiente declaración:
“Al comenzar el tiempo de angustia, fuimos llenados con el Espíritu Santo
cuando salimos a proclamar más plenamente el sábado” (PE 64)? Ella, además,
explica que cuando habla del comienzo del tiempo de angustia se está refiriendo
a un tiempo justo antes del cierre del tiempo de gracia, cuando la gracia
todavía está disponible.
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