Capítulo 12
YA DESCANSASTE SUFICIENTE, ¿LISTO PARA
SALIR?
Acampar era solo para los más valientes. Había que limpiar y nivelar
un espacio. Las rocas y los escombros se retiraban antes de que los pesados
postes de madera de la tienda de lona pudieran colocarse para sostenerla. Había
pesados cables de seguridad que sujetaban la tienda al suelo y una zanja cavada
a su alrededor evitaba que la lluvia llegara al interior. Las personas
presentes en el campamento, dormían sobre mantas o sacos de dormir en el suelo.
La comida se cocinaba a fuego abierto y tenían que bañarse en un estanque o río
cercano. Acampar era divertido, pero nadie confundía esto con su hogar.
Paulatinamente, la experiencia se fue volviendo cada vez más cómoda con mejores
carpas y colchones inflables. Pronto llegaron las casillas rodantes, con casi
todas las comodidades que uno disfruta en casa. Hoy, por un precio elevado, se
puede hacer glamping.
Glamping es una forma de camping de lujo
iniciado por personas adineradas que querían vivir la experiencia de los
safaris africanos sin ninguno de los posibles inconvenientes. En lugar de
pasarla mal en la naturaleza, la gente paga para tener un alojamiento de lujo
con camas suaves y almohadas blandas, mientras se disfruta de la vida salvaje
africana.
Hoy
en día, el glamping se ha vuelto aún más exótico y
cómodo. No es necesario caminar o escalar hasta un campamento aislado en la
naturaleza. Un helicóptero privado llevará al cliente a un alojamiento de lujo
de última generación en un lugar apartado donde se puede disfrutar de ser
atendido por un chef y un mayordomo personal. Si eso no suena lo
suficientemente emocionante, existe la opción de un concierto privado en un
volcán inactivo. Se supone que todas estas son vacaciones relajantes y
reparadoras. Con tanto lujo, probablemente nunca querríamos irnos ni volver a
la vida real.1
Sentirse
demasiado cómodo también puede ser un problema espiritual. Hay un gran mundo
agitado allá afuera, lejos y también cerca, justo donde estamos. Ese mundo
necesita escuchar acerca de un Dios que nos ama incondicionalmente, un Dios que
ofrece perdón, gracia y verdadero descanso. ¿Cómo van a escuchar las personas
de este mundo si nadie les habla?
TEMA: DIFERENCIAS QUE DIVIDEN Y UNEN
Existen
muchas fuerzas que hacen que seamos quienes somos. Todos nacemos en una
determinada cultura y hablamos un idioma en particular. Vivimos dentro de los
confines de una realidad política y socioeconómica determinada. Pertenecemos a
diferentes tribus y grupos raciales. Ninguna de estas características
distintivas es buena o mala en sí misma, aunque ninguna de ellas está libre de
valor. Cada faceta de nuestra composición nos vincula íntimamente con ciertos
sistemas de creencias y actitudes sobre nosotros mismos y los demás.
Desafortunadamente,
todos hemos incorporado prejuicios que están profundamente arraigados. Podemos
verlos en juego en todos los países y las culturas del mundo. En algunos
lugares, la legislación está diseñada para evitar que un grupo en particular
disfrute de los derechos y los privilegios que tienen otros grupos. Aunque en
la mayoría de los lugares no está bien visto que alguien admita abiertamente
sus prejuicios, los horrendos genocidios y los crímenes de odio siguen
mostrando cuán profundamente arraigados están los prejuicios en la humanidad.
Lamentablemente, los prejuicios profundamente arraigados no desaparecen cuando
nos hacemos cristianos. Aunque reconozcamos, al menos a nivel consciente, que
Dios ama a todos, a menudo nos cuesta darnos cuenta de la amplitud de este amor
y demostrarlo.
Dios
no quiere que nadie se pierda; desea que todos se arrepientan (2 Ped. 3:9).
Todos; y eso incluye a personas de otra tribu o raza. Inclusive a no cristianos
y gente de otras denominaciones. Todos incluso incluye a asesinos, terroristas,
abusadores de niños y las personas más repugnantes que podamos imaginarnos. La
gracia de Dios no es algo exclusivo en la que solo unos pocos pueden descansar.
Dios ama a todas las personas (Juan 3:16). Todas ellas necesitan la salvación,
y Dios nos elige para invitarlas a Cristo. Solo cuando dejamos nuestra zona de
comodidad y nos mezclamos con gente que es diferente a nosotros, comenzamos a
descubrir nuestros propios prejuicios profundamente arraigados que ni siquiera
sabíamos que teníamos. Al entregar estos prejuicios a Dios y pedirle que nos
sane, volvemos a experimentar la gracia de Dios y encontramos una familia
verdadera y maravillosa en personas que son diferentes a nosotros. Solo cuando
estamos envueltos en la gracia de Dios podemos, colectivamente, hallar
descanso.
COSMOVISIÓN: NOSOTROS CONTRA ELLOS
Vivimos
en un mundo cada vez más polarizado. Hablamos de liberales contra
conservadores; jóvenes contra ancianos; ricos contra pobres; ecologistas contra
quienes consideran el cambio climático como un engaño; 'habitantes urbanos
contra quienes viven en zonas rurales; negros contra blancos. Podríamos
continuar con esta lista durante mucho tiempo. La polarización no se detiene en
la puerta de nuestras iglesias. Discutimos con aquellos que consideramos
"demasiado conservadores" o "demasiado liberales", o
"demasiado enfocados en el compromiso social" o "demasiado
conscientes de la salud". A menudo, pensamos en términos de
"nosotros" frente a "ellos". El erudito del Nuevo
Testamento Oleg Kostyuk escribe:
"Nosotros"
generalmente es un grupo de personas que tienen antecedentes sociales,
culturales y étnicos similares y comparten intereses, así como opiniones
políticas y religiosas. "Nosotros" es un grupo de personas con las
que nos sentimos cómodos.
"Ellos"
se ven diferentes, piensan diferente y hablan diferente. La mayoría de las
veces limitamos nuestras interacciones con "ellos".2
El
racismo es una de las expresiones de "nosotros" contra
"ellos" con las que estamos familiarizados. El racismo es tan antiguo
como este planeta, porque siempre hubo quienes pensaron que eran marcadamente
diferentes de los demás, y diferentes, en la mayoría de los casos, significaba
que eran "mejores", mientras que los otros eran inherentemente inferiores.
Jonás
pensaba en los ninivitas como "ellos". Los asirios eran un pueblo
cruel. Los registros históricos y arqueológicos confirman las dudas de Jonás.
Los asirios eran brutales y despiadados cuando se enfrentaban a la rebelión y
los levantamientos. Eran especialmente sensibles a las revueltas en Israel y
Judá, el territorio de defensa que separaba su imperio de Egipto. Numerosos
documentos históricos y relieves en piedra descubiertos en los palacios de los
reyes asirios, ofrecen una buena percepción sobre las prácticas militares
asirías:
La
maquinaria militar de Asiría fue un factor clave en el surgimiento del imperio.
[...] La costumbre del ejército asirio era realizar campañas una vez al año,
que el rey solía dirigir. Cada campaña se centraba en una región diferente, con
el propósito de conquistar nuevas tierras o fortalecer el gobierno de Asiría en
ese territorio. A medida que el imperio crecía, los soldados eran reclutados
del ejército de los pueblos conquistados y se los enviaba a unidades propias.
Los soldados asirios tenían una gran resistencia y habilidades físicas y eran
conocidos por su coraje, determinación y crueldad.3
Jonás
tenía buenas razones para odiar a los asirios y, sin embargo, eso no es lo que
Dios quería que hiciera. Dios quería que dejara de lado el "nosotros"
contra "ellos", y reconociera la imagen y semejanza de Dios incluso
en un asirio, porque el sistema de valores de Dios es completamente distinto
del que impulsa la mentalidad de "nosotros" contra "ellos".
PROFUNDICEMOS: ENOJARSE CON DIOS
A
menudo nos preguntamos por qué Dios estaba tan decidido a usar a Jonás como
misionero suyo en Nínive. Quizá otros hubieran aceptado con gusto el llamado de
Dios a predicar el mensaje del juicio de Dios en la gran ciudad. No obstante,
Dios llama a Jonás, quien rápidamente reconoce las implicaciones del llamado de
Dios y huye en la dirección opuesta, lejos de la presencia del Señor (Jon.
1:3).
Aunque
la escena del milagro divino de calmar la tormenta, y la llegada de un gran pez
para salvar a Jonás de una muerte segura es un gran material para las
ilustraciones de libros para niños, no representa el centro temático y
teológico del libro de Jonás. El increíble éxito del impulso evangelizador de
Jonás tampoco representa el núcleo de la historia de Jonás. Parece que el
último capítulo del libro es el lugar que requiere una atención más puntual y
una reflexión más profunda, ya que trata de la imagen que Jonás tiene de Dios y
su percepción del carácter de Dios que, según todos los relatos, se encuentra
justo en el centro del gran conflicto que se libra en este universo.
El
capítulo comienza con una frase airada del profeta." De alguna manera,
existe una desconexión mental entre la ira y la oración:
Señor,
¿no te dije antes de salir de casa que tú harías precisamente esto? ¡Por eso
hui a Tarsis! Sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para
enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a perdonar y no destruir a
la gente. ¡Quítame la vida ahora, Señor! (Jon. 4:2,3, NTV).
Jonás
tiene un problema teológico. No le gusta la abundante gracia de Dios,
especialmente cuando está dirigida hacia sus enemigos. Él aprecia esta gracia
cuando toca su vida (ver su oración en Jon. 2:2-9), pero no hay
indicios de gracia en la predicación de este misionero a los ninivitas (ver
Jon. 3:4). Jonás piensa que
la gracia de Dios es para "nosotros", el pueblo escogido de Dios,
pero no para "ellos", la cruel Nínive.
Jonás
conoce la Torá, la Ley. En su oración, cita Éxodo 34:6 y 7, uno de los textos
clave que describen la auto-revelación de Dios en el Antiguo Testamento. Él
"conoce" el carácter de Dios, pero no le gusta el aspecto de gracia
del carácter de Dios. Por eso está dispuesto a morir por segunda vez (después
de que ya les había dicho a los marineros que lo arrojaran al mar para una
muerte segura en Jon. 1:12).
La
respuesta de Dios a la oración airada de Jonás es amable, didáctica y
estimulante: "¿Te parece bien enojarte por esto?" (Jon. 4:4, NTV). No hay
acusaciones, ni truenos ni caídas de relámpagos, solo una simple pregunta,
seguida de otra señal milagrosa que ilustra el carácter de Dios.
Dios
hace crecer una planta que da sombra, a la velocidad del rayo. Jonás está muy
complacido (vers. 6). Tiene un asiento en primera fila con vistas a Nínive.
Está disfrutando de la sombra y, tal vez, incluso pueda ver la ejecución del
juicio que Dios promulgó. Quién sabe, quizá alguien haya cometido algún delito
en esta ciudad delictiva, que haría que Dios envíe algo de fuego y azufre.
No
ocurre nada de esta naturaleza. En cambio, la planta que daba mucha sombra se
seca y muere, y Jonás nuevamente está sentado bajo el sol ardiente. Una vez
más, está enojado y desea morir (ver el vers. 8) y, nuevamente, Dios responde a
su precipitado deseo de muerte con una pregunta cordial. "¿Te parece bien
enojarte porque la planta murió?" (vers. 9).
¿Por
qué Dios le tiene tanta paciencia a este profeta fugitivo que obviamente no
quiere el trabajo? ¿Por qué Dios insiste tanto en elegir a Jonás? ¿Por qué Dios
no le da un respiro a Jonás y lo deja descansar? Dios sabe algo que nosotros
no. Jonás
necesitaba el viaje misionero a Nínive tanto como los ninivitas necesitaban
escuchar el mensaje.
Dios
llamó a Jonás para que fuera a Nínive porque probablemente Jonás no había
pasado mucho tiempo pensando en su relación con los asirios antes de este llamado
en especial. Probablemente sabía que no le gustaban, pero no tenía idea de cuánto los odiaba o de
los extremos a los que llegaría para evitarlos, hasta que recibió el llamado de
Dios. Jonás definitivamente no estaba listo para tener a un ninivita como
vecino en el cielo. Jonás no había aprendido a amar como Dios ama.
IMPLICANCIAS: NO SOLO EL QUÉ, SINO
TAMBIÉN EL POR QUÉ
El
evangelio debe llegar a lo más profundo; más profundo que el consentimiento
intelectual o la afirmación racional. Más profundo que nuestras palabras. Más
profundo incluso que nuestras acciones y comportamiento. El evangelio debe ir
directo a nuestra motivación para lograr la transformación que Dios tiene en
mente para cada uno de nosotros. Esto es especialmente cierto cuando pensamos
en la misión.
Jesús
puso la misión en nuestro corazón. Él nos dijo: "Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones" (Mat. 28:19). A veces, pensamos que
testificar tiene que ver simplemente con transmitir información doctrinal a la
gente.
Pensamos
en esto como un trabajo "externo" que debe hacerse de manera rápida y
eficiente porque "será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin"
(Mat. 24:14). Podríamos sentirnos tentados a pensar que esto simplemente
implica una lista de textos bíblicos que prueban el sábado, el estado de los
muertos, la segunda venida literal de Jesús y otras verdades distintivas que
deben escribirse en folletos y deslizarse por debajo de las puertas. Podemos
pensar que si enviamos un libro por correo a cada hogar en una ciudad o código
postal ya cubrimos ese territorio. Para los más valientes, esto podría tomarse
como una directiva para predicar un sermón acerca del sábado como día de reposo
bíblico en el tren del metro local. Los más tímidos entre nosotros tratarían de
eludir esta directiva apoyando las actividades misioneras de otros por medio de
nuestras generosas contribuciones financieras.
Si
bien Dios puede usar y efectivamente usa estos métodos para alcanzar a otros,
él realmente quiere que la misión sea un proceso más profundo y transformador
para la gente y para nosotros mismos. Cumplir la misión con una actitud de
"aquí está la verdad, tómala o déjala" no es relajante. La misión es
una vía de dos sentidos. Es una asociación con Dios, en la que se nos invita a
unirnos con él y confiar en que encontraremos el verdadero descanso que él
promete (Mat. 11:28). Esa asociación comienza cuando le pedimos a Dios que nos
dé pasión por las personas. Con esa pasión, la misión se convierte no en una
actividad sino en una forma de vida. No nos turbarán los pensamientos ansiosos
de: "¿He hecho suficiente?" En cambio, nuestras actividades de
evangelización se expandirán a un millón de formas nuevas y creativas impulsadas
por un amor profundo. Estudiamos, oramos y nos acercamos a las personas que
Dios pone en nuestro corazón. Tratamos de adaptar el evangelio para llegar a
cada una de estas personas, dándoles la mejor oportunidad de conocer al Dios
que los ama incondicionalmente, un Dios que ofrece perdón, gracia y verdadero
descanso.
TÓMATE UN RESPIRO: PARTE DEL NEGOCIO
FAMILIAR
La
venida de Jesús a la Tierra para salvar a la humanidad y ofrecerle expiación a
quienes estén dispuestos a aceptar su gracia es la mejor expresión de la missio Dei, "la misión de
Dios". Dios nos invita a unirnos a él en su misión.
"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: “Cuán hermosos son
los pies de los que anuncian ¡a paz, de los que anuncian buenas nuevas!" (Rom. 10:14,15).
Creer
requiere que primero escuchemos las buenas nuevas. En este pasaje, Pablo está
citando una porción de Isaías 52:7, un texto dado en
el contexto del Dios vencedor que regresa a Jerusalén y trae la salvación.
"El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es
éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles,y de reyes, y de los
hijos de Israel" (Hech. 9:15). Dios aquí le habla
directamente a Ananías, un cristiano que vive en Damasco, para que vaya hasta
Saulo y ore por él. El llamado de Dios para nosotros puede significar
acercarnos a aquellos que nos han lastimado, extendiéndoles su gracia divina.
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1 Se mencionan muchas experiencias extravagantes de glamping en
Tom Mar-chant, "#The List: The World's Most Extravagant Experiences-And
Why They Are Worth It", Bazaar. 12 de octubre de 2017,
<https://www.harpersbazaar.
com/culture/travel-dining/g12817107/worlds-most-expensive-experiences/>.
2 0leg Kostyuk, "The Welcoming Jesús", Adventist
World, junio de 2020, p 10, <https://www.adventistworld.org/the-welcoming-jesus/>.
3 David Ussishkin, Biblical Lachish: A Tale of
Construction, Destruction, Excavatíon and Restoration (Jerusalem:
Israel Exploration Society/Biblical Archaeological Society, 2014), pp. 267,
268.
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