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Jueves 4 de noviembre | Lección 6 - “VUESTRA SABIDURÍA Y VUESTRA INTELIGENCIA”


Jueves 4 de noviembre | Lección 6

“VUESTRA SABIDURÍA Y VUESTRA INTELIGENCIA”

Deuteronomio 4:1 al 9, como vimos, era una expresión poderosa no solo del estatus especial de la nación, sino también de su llamado misionero. Entretejida en todos esos versículos está la idea de que deben obedecer, seguir, hacer lo que el Señor les ordenó hacer.

Vuelve a leer Deuteronomio 4:6. ¿Qué dice el Señor específicamente que es su “sabiduría” y su “inteligencia” a los ojos de estas naciones?

 Deu 4:6  Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.

A primera vista, podría parecer que los estatutos y los decretos mismos eran los que contenían la sabiduría y la inteligencia. Pero eso no es lo que dice el texto. El Señor les había enseñado estatutos y juicios, sí; pero su sabiduría y su inteligencia provenían de guardarlos, de obedecerlos. La obediencia, esa era su sabiduría y su inteligencia.

Israel podría haber tenido el sistema de leyes, estatutos y decretos más maravilloso que el mundo haya visto (de hecho, así era), pero ¿de qué serviría todo si Israel no los seguía? En cambio, su sabiduría, su inteligencia, provenía de la manifestación en tiempo real de las leyes de Dios en su vida. Debían vivir las verdades que el Señor les había dado, y solo podían hacerlo si las obedecían. Toda la luz y toda la verdad no les harían ningún bien a ellos ni a los paganos que los rodeaban si Israel no vivía esa verdad. Así, vez tras vez se los llama a obedecer, porque lo que importaba era su obediencia a los estatutos y los juicios, no los estatutos y los juicios en sí, en función de ser un testimonio al mundo.

“Su obediencia a la Ley de Dios los haría maravillas de prosperidad ante las naciones del mundo. El que podía darles sabiduría y habilidad en toda obra artesanal continuaría siendo su Maestro, y los ennoblecería y elevaría mediante la obediencia a sus leyes. Si eran obedientes, serían preservados de las enfermedades que afligían a otras naciones y bendecidos con vigor intelectual. La gloria de Dios, su majestad y su poder, se revelarían en toda su prosperidad. Serían un reino de sacerdotes y príncipes. Dios los había provisto con toda clase de facilidades para que llegaran a ser la más grande nación de la Tierra” (PVGM 230, 231).

Lee Mateo 5:13 al 16. En estos versículos, ¿qué nos dice Jesús que refleja lo mismo que le había dicho al antiguo Israel? ¿Cómo debería aplicarse esto especialmente a nosotros como adventistas del séptimo día?

Mat 5:13  Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

Mat 5:14  Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Mat 5:15  Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Mat 5:16  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
 

 

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