BAAL-PEOR
En Deuteronomio 4:3 y 4, a los hijos de Israel se les imparte un poquito más de su lección de historia, que hará las veces de recordatorio del pasado y de cualquier verdad espiritual y práctica para que en lo posible aprendan de él.
Lee Números 25:1 al 15. ¿Qué sucedió y qué verdades espirituales y prácticas debería haber sacado el pueblo de este fiasco?
Núm 25:1 Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab,
Núm 25:2 las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses.
Núm 25:3 Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel.
Núm 25:4 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel.
Núm 25:5 Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor.
Núm 25:6 Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión.
Núm 25:7 Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano;
Núm 25:8 y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel.
Núm 25:9 Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil.
Núm 25:10 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo:
Núm 25:11 Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel.
Núm 25:12 Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él;
Núm 25:13 y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel.
Núm 25:14 Y el nombre del varón que fue muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Simeón.
Núm 25:15 Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián.
Por más que nos sintamos incómodos con las historias de cómo Israel arrasó con algunas de las naciones paganas que lo rodeaban, este relato sin duda ayuda a explicar la lógica que está detrás del mandato. Israel debía dar testimonio del Dios verdadero, el único Dios, ante las naciones paganas que lo rodeaban. Debía ser un ejemplo para mostrar cómo era la adoración del Dios verdadero. En cambio, al adherirse a los “dioses” paganos que lo rodeaban, a menudo caía en abierta rebelión contra el mismo Dios a quien debía representar ante el mundo.
Aunque la palabra “fornicar” (o “prostituirse”) a menudo tiene un significado espiritual, ya que Israel iba tras los dioses y las prácticas paganos (ver Ose. 4:12-14), en este caso el lenguaje (y el resto de la historia) sugiere que era un pecado sexual, al menos al principio. Aquí nuevamente, Satanás se aprovechó de la naturaleza humana caída, al utilizar a las mujeres paganas para seducir a los hombres, quienes obviamente se dejaron seducir.
Sin duda, el acto de fornicación física degeneró también en fornicación espiritual. Las personas involucradas a la larga quedaron atrapadas en prácticas de adoración pagana en las que Israel se había “juntado con Baalpeor”; es decir, de alguna manera se apegaron a este dios falso e incluso le ofrecían sacrificios. A pesar de todo lo que se les había enseñado y dicho, estaban dispuestos a tirar todo por la borda en su pasión y lujuria. ¿Cómo pudo pasar esto? Fácil. Al endurecer la conciencia con el primer pecado, el físico, estaban listos para caer en el último, el espiritual, que debió haber sido el objetivo final de Satanás. Se habían degradado tanto que, según el pasaje, un hombre llevó a su mujer madianita directamente al campamento, justo delante de Moisés y del pueblo que lloraba fuera del Tabernáculo.
Nuestra mente y nuestro cuerpo están íntimamente relacionados. Lo que afecta a uno afecta al otro. ¿Qué podemos aprender de esta historia sobre lo peligrosa que nos puede resultar la indulgencia, desde una perspectiva espiritual?
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