Lección 13 | Jueves 23 de diciembre
LA RESURRECCIÓN DE TODOS NOSOTROS
Con la luz superadora del Nuevo Testamento, la exclusión de Moisés de la Tierra Prometida no parece un gran castigo, al fin y al cabo. En lugar de una Canaán terrenal y más adelante una Jerusalén terrenal (que durante toda su historia conocida ha sido un lugar de guerra, conquista y sufrimiento), “Jerusalén la celestial” (Heb. 12:22) es, incluso ahora, su hogar. ¡Una morada mucho mejor, de seguro!
Moisés es el primer ejemplo bíblico de la resurrección de los muertos que se conozca. Enoc fue llevado al cielo sin haber visto la muerte (Gén. 5:24), y Elías también (2 Rey. 2:11), pero hasta donde llega el registro escrito, Moisés fue el primero en haber resucitado a la vida eterna.
No sabemos cuánto tiempo Moisés durmió en la tierra, pero en lo que a él respecta, tampoco importa. Él cerró los ojos al morir, y si fueron tres horas o trescientos años, para él fue lo mismo. También es lo mismo para todos los muertos a lo largo de la historia; la experiencia de ellos, al menos en lo que respecta a estar muertos, no será diferente de la de Moisés. Cerramos los ojos al morir, y lo siguiente que sabremos es la segunda venida de Jesús o, desgraciadamente, el Juicio Final (ver Apoc. 20:7-15).
Lee 1 Corintios 15:13 al 22. ¿Qué gran promesa tenemos aquí, y por qué las palabras de Pablo tienen sentido solo si entendemos que los muertos duermen en Cristo hasta la resurrección?
1Co 15:13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.
1Co 15:14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
1Co 15:15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.
1Co 15:16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;
1Co 15:17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.
1Co 15:18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron.
1Co 15:19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
1Co 15:20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
1Co 15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
1Co 15:22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Sin la esperanza de la resurrección, no tenemos ninguna esperanza. La resurrección de Cristo es la garantía de la nuestra; habiendo “efectuado la purificación de nuestros pecados” (Heb. 1:3) en la Cruz como nuestro Cordero sacrificial, Cristo murió y resucitó de entre los muertos y, a causa de su resurrección, tenemos la garantía de nuestra resurrección, siendo Moisés el primer ejemplo de un ser humano caído y resucitado de entre los muertos. Como consecuencia de lo que Cristo haría, Moisés resucitó; y por causa de lo que Cristo ha hecho, nosotros también resucitaremos.
A pesar de que al final flaqueó, podemos encontrar en Moisés un ejemplo de salvación por fe, fidelidad y confianza en Dios. Y, en todo el libro de Deuteronomio, podemos ver a Moisés procurando llamar al pueblo de Dios a una fidelidad similar. También nosotros, que estamos en la frontera de la Tierra Prometida, recibimos el mismo llamado.
¿No es este mismo Dios el que nos llama a la fidelidad? ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de no cometer los mismos errores que Moisés advirtió en Deuteronomio?
Comentarios
Publicar un comentario