Lección 1 | Martes 29 de marzo
EL SÁBADO
Lee Génesis 2:2 y 3; y Éxodo 20:8 al 11. ¿Por qué el día de reposo se relaciona con la Creación? ¿Cómo afecta esta conexión la forma en que guardamos el sábado?
Gén 2:2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
Gén 2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Éxo 20:8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
Éxo 20:9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
Éxo 20:10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Éxo 20:11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
Precisamente porque “acabó Dios” sus obras de Creación, instituyó el sábado. Por lo tanto, el sábado es la expresión de nuestra fe en que Dios terminó su obra en ese momento, y que la consideró “buena en gran manera”. Guardar el sábado es unirnos a Dios en el reconocimiento del valor y la belleza de su Creación.
Nosotros podemos descansar de nuestras obras así como Dios descansó de las suyas. Guardar el sábado significa decir sí a la Creación “buena en gran manera” de Dios, que incluye nuestro cuerpo físico. Contrariamente a algunas creencias antiguas (y modernas), no hay nada en las Escrituras –ni el Antiguo
Testamento ni el Nuevo Testamento– que denigre el cuerpo como malo. Ese es un concepto pagano, no bíblico. Al contrario, los que guardan el sábado están agradecidos por la Creación de Dios, que incluye su carne, y por eso pueden disfrutar de la Creación y la cuidan.
El sábado, que marca el primer “fin” de la historia de la humanidad, es también una señal de esperanza para la humanidad sufriente y para el mundo que gime. Es interesante que la frase “acabó la obra” reaparezca al final de la construcción del Santuario (Éxo. 40:33), y nuevamente al final de la construcción del Templo de Salomón (1 Rey. 7:40, 51); ambos eran lugares donde se enseñaba la lección del evangelio y la salvación.
Después de la Caída, el sábado, al final de la semana, señala el milagro de la salvación, que tendrá lugar únicamente mediante el milagro de una nueva Creación (Isa. 65:17; Apoc. 21:1). El sábado es una señal, al final de nuestra semana humana, de que el sufrimiento y las pruebas de este mundo también terminarán. Por eso Jesús eligió el sábado como el día más apropiado para sanar a los enfermos (Luc. 13:13-16). Contrariamente a las tradiciones a las que los dirigentes se aferraban, mediante las sanaciones sabáticas Jesús le hizo ver al pueblo, y a nosotros, el momento en que todo dolor, todo sufrimiento, toda muerte, habrá terminado, que es la conclusión definitiva del proceso de salvación. Por lo tanto, cada sábado nos señala la esperanza de la Redención.
Al descansar en el día de reposo, ¿cómo experimentamos el descanso y la salvación que tenemos en Jesús ahora y que, en última instancia, se cumplirá en la creación del cielo nuevo y la Tierra Nueva?
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