Lunes 21 de marzo | Lección 13
CODICIA E INMORALIDAD SEXUAL
Lee Hebreos 13:4 y 5; Lucas 16:10 al 18; 1 Corintios 5:1; Efesios 5:3 al 5; y Colosenses 3:5. ¿Qué dos males se relacionan en estos pasajes?
Heb 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.
Heb 13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;
Luc 16:10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.
Luc 16:11 Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
Luc 16:12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
Luc 16:13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Luc 16:14 Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él.
Luc 16:15 Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
Luc 16:16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.
Luc 16:17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.
Luc 16:18 Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.
1Co 5:1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.
Efe 5:3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;
Efe 5:4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
Efe 5:5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Col 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Pablo advierte a los lectores contra la inmoralidad sexual y la codicia porque eran dos graves amenazas al amor fraternal. A decir verdad, los autores del Nuevo Testamento y los filósofos moralistas de la antigüedad notaron una conexión entre ellos.
El llamado de Pablo a honrar el matrimonio implicaba evitar cualquier cosa que lo denigrara. Esto incluía la abstención de violar el voto matrimonial y los divorcios injustificados (comparar con Mat. 19:9). La exhortación a mantener la pureza del lecho matrimonial se refiere a evitar la profanación del matrimonio a través de relaciones sexuales fuera del matrimonio. La expresión “fornicarios” se refiere en el Nuevo Testamento a toda forma de inmoralidad sexual (1 Cor. 5:9-11; 6:9, 10; Efe. 5:5; 1 Tim. 1:9, 10; Apoc. 21:8; 22:15). Además, la sociedad grecorromana era laxa en lo que respecta a la ética sexual. Era común una doble moral; esto les daba licencia a los hombres para tener relaciones sexuales siempre que fueran discretos. Sin embargo, Pablo advierte que Dios juzgará a los adúlteros. Los creyentes no deben permitir que las convenciones sociales establezcan sus normas éticas.
El “amor al dinero” era una de las principales categorías de vicios en el mundo grecorromano. De hecho, en otra carta, Pablo se refirió al “amor al dinero” como la raíz de todos los males (1 Tim. 6:10).
La defensa contra este vicio es una actitud que Pablo alienta en varias epístolas. En primer lugar, debían estar “contentos” con lo que tenían (ver también 2 Cor. 9:8; Fil. 4:11, 12). Además, los cristianos deben creer y abrazar la promesa divina: “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5). El pueblo de Dios recibió esta promesa en varios lugares y momentos, y está disponible para nosotros hoy (Gén. 28:15; Deut. 31:6, 8; Jos. 1:5; 1 Crón. 28:20). Entonces, se invita a los creyentes a responder a la promesa de Dios con las palabras del Salmo 118:6: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”. Esta referencia al Salmo 118 es apropiada porque el salmista expresó allí su confianza en Dios, a pesar del sufrimiento que le infligían los incrédulos.
¿De qué formas la sociedad contemporánea socava la pureza sexual y, al mismo tiempo, alimenta el amor humano por el dinero? ¿De qué formas prácticas podemos fortalecer nuestras defensas contra estos dos vicios peligrosos?
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