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01 EL CRISOL DEL PASTOR - Libro complementario


 Capítulo 1

El crisol del Pastor

"Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre" (Sal. 23:3).

Nos sentamos uno frente al otro a la mesa, bebiendo té de manzanilla, pero no era un día cualquiera. Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas arrugadas, y su dolor y su rabia eran obvios. Cuando estaba por llegar al final de su historia, me preguntó:

-Entonces, ¿dónde estaba Dios? ¡¿Dónde estaba Dios?!

Mientras estaba sentado allí, aturdido, realmente no sabía qué decir. Mi licenciatura en Teología no me había preparado del todo para esto, y no estaba seguro de si algo podría haberlo hecho.

La historia que yo acababa de escuchar estaba llena de angustia y tragedia. Muchos años antes, mi interlocutora había estado viviendo en la parte sur de Albania cuando los comunistas habían comenzado a tomar el control. Al darse cuenta de las consecuencias que esto tendría para su familia, había hecho planes de escapar a través de la frontera hacia Grecia. Contándoles solo a los de su grupo de estudio bíblico, ella, junto con su esposo y sus dos hijos, hicieron una caminata de medianoche hacia la frontera. Pero, para su asombro, justo cuando se acercaban a la frontera, los soldados los estaban esperando para tenderles una trampa. Alguien de su grupo de estudio bíblico era un informante.

Las autoridades le quitaron a su hijo y su hija pequeños, y los enviaron a ella y a su esposo a un campo de trabajos forzados. La sentencia fue particularmente dura para su esposo. Cada vez que se negaba a trabajar en sábado, recibía una paliza. Finalmente, murió a causa del abuso y el trabajo agotador.

El estrés de sus dos hijos fue abrumador. Venían a hablar con su madre en la prisión a través de la cerca de alambre. Le rompía el corazón verlos allí parados descalzos, sin zapatos, por los "delitos" de sus padres.

La madre experimentó sus propios traumas. Durante un período de 18 meses, las autoridades penitenciarias la mantuvieron en una caja de metal, de un metro cuadrado, demasiado pequeña para que pudiera acostarse. Permaneció allí durante el intenso frío del invierno y el sofocante calor del verano.

Finalmente, el Gobierno la liberó, pero ahora era enemiga del Estado. Las autoridades le negaron un lugar para vivir y prohibieron que alguien la ayudara.

Y allí estábamos, más de cuarenta años después, bebiendo juntos té de manzanilla. Yo era un joven occidental libre de veintitantos años que acababa de llegar en avión para ayudar durante unos meses, ahora que la dictadura comunista finalmente se había derrumbado. Y luego me iría. Pero ella y sus preguntas se quedarían.

De esta manera, la pregunta era: Mientras ella estaba sufriendo, ¿dónde estaba Dios y qué estaba haciendo? Para ser honesto, me sentía como un fraude al intentar responder su pregunta. Podría teorizar un poco desde de la Biblia, pero ¿quién era yo para explicar por qué había estado sufriendo tan intensamente, por tantas razones diferentes, durante tantos años? ¿Qué sabía yo del sufrimiento?

Mientras su pregunta aún flotaba en el aire, oré. Oh, cómo oré. Necesitaba desesperadamente algo que la reconfortara.

Para ser honesto, no puedo recordar exactamente lo que dije, pero cuando terminé, ella se inclinó sobre la mesa, me apretó la mano, y luego sonrió.

-Gracias -dijo asintiendo.

Ella no es la única que ha hecho esta pregunta. Yo mismo la he planteado y estoy seguro de que tú también. Puede que no hayamos sufrido como ella, pero en algún momento de nuestra vida, con un profundo dolor en nuestro corazón, todos hemos gritado: "¿Dónde estás?"

Contemplemos el panorama completo

El problema es que, cuando nuestro corazón queda quebrantado, es difícil pensar con la suficiente claridad para encontrar sentido a lo que estamos soportando; para comprender, de alguna manera, cómo nuestro dolor personal encaja en el esquema más amplio de las cosas.

Sé que fue aproximadamente diez años después de mi visita a esa mujer albanesa desconsolada cuando comencé a vislumbrar un panorama más amplio que no había notado antes.

Estaba estudiando en el extranjero, cuando un amigo llamó a mi teléfono celular para darme una amarga noticia. Regresé apresuradamente a mi habitación, cerré la puerta y me apoyé contra ella. Cuando procesé la noticia, me desplomé al suelo. El informe confirmaba algo que había estado temiendo. Alguien a quien había considerado un amigo y un apoyo en mi trabajo estaba difundiendo chismes muy desagradables sobre mí. Lo que estaba diciendo no solo era cruel, sino también intencionalmente venenoso. Me dolía tanto que apenas sabía cómo responder Simplemente, no podía entender cómo alguien podía decir esas cosas. Especialmente alguien a quien había considerado un amigo.

Después de un tiempo, saqué mi Biblia de la cama y la abrí. Tratando de concentrarme, a través de las lágrimas mis ojos finalmente se fijaron en algunas palabras familiares: "Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte" (Sal. 23:3,4).

"Aunque ande en valle de sombra de muerte". Sí, ciertamente tenía esa sensación. Pero, de repente, mi mirada saltó de nuevo al texto anterior: "Me guiará por sendas de justicia". Mis ojos se abrieron rápidamente. Este camino de justicia, ¿pasa realmente por el valle de sombra de muerte? Pasar por el valle de sombra de muerte ¿también

podría ser "por amor de su nombre"? Me quedé mirando, frunciendo el ceño ante el texto. Mientras pensaba en ello, poco a poco comencé a ver el Salmo 23 bajo una luz totalmente nueva.

Ahora, podía ver cómo los senderos de justicia se abren paso a través de pastos verdes y aguas tranquilas, pero ¿siguen siendo senderos de justicia cuando nos encontramos en la oscuridad y expuestos a nuestros enemigos? ¿Podría ser también el diseño de Dios que, a veces, nos permita experimentar pruebas severas, e incluso nos lleve a ellas, "por amor de su nombre"? Poco a poco comencé a comprender que quizás fuera posible que las sendas de justicia siguieran siendo sendas de justicia incluso cuando pasaran a través del valle de sombra de muerte.

El viaje del Salmo 23

Antes de explorar el sufrimiento con más intensidad en capítulos posteriores, primero retrocedamos y observemos el contexto más amplio del sufrimiento visto a través del lente del Salmo 23.

Imaginemos un cuadro. A lo largo del lienzo que tenemos enfrente, notamos una serie de caminos, del tipo pequeño y estrecho que usan las ovejas. Comienzan en el lado izquierdo del lienzo, pero luego giran y giran, suben, bajan, se entrecruzan de vez en cuando, antes de que finalmente se fusionen en nuestro extremo derecho. Allí se convierten en un solo camino que conduce directamente a una puerta muy grande en el frente, de una casa muy grande: la casa del Señor (Sal. 23:6).

La casa del Señor es el lugar hacia donde todos nos dirigimos. En el contexto original, la casa del Señor era el templo donde el pueblo '•* de Dios iba a adorarlo. Por supuesto, podemos tener una comunión íntima con Dios y adorarlo ahora, pero todavía estamos en un viaje para encontrarnos con él en su Templo celestial.

Siempre debemos tener en cuenta que aún no hemos llegado, sino que estamos comenzando a andar por este camino.

Ahora, completemos algunos detalles del Salmo. El Pastor (vers. 1) se encuentra en el extremo izquierdo, vigilando los senderos y las ovejas que los recorren. A lo largo de los senderos, vemos unos hermosos pastos verdes y frondosos (vers. 2). Algunas de las ovejas están disfrutando de un festín.

Un poco más adelante, hay algunos tranquilos manantiales de aguas cristalinas (vers. 2). El Pastor ya ha hecho una represa en el arroyo para que las ovejas puedan beber con tranquilidad. Por la hierba y el agua fresca, algunas ovejas se sienten totalmente renovadas y en paz (vers. 3).

Sin embargo, más adelante se vislumbra un valle muy grande y oscuro (vers. 4). Algunas de las ovejas ya han llegado allí y se encuentran rodeadas por sus altos muros, que parecen tapar casi toda la luz. Parece un lugar maléfico y aterrador.

Más abajo, en algunos de los senderos, notamos lo que parecen mesas de picnic (vers. 5). El Pastor debió de haberse adelantado hasta aquí también, porque ha cubierto las mesas con toda la comida que las ovejas hambrientas podrían necesitar. Pero, mientras que algunas de las ovejas se dan un festín allí, los enemigos acechan alrededor. Lobos extremadamente hambrientos rodean totalmente las mesas, superando en número a las ovejas (vers. 5).

Si tomas distancia del cuadro, verás claramente que el Salmo 23 es un viaje. Las ovejas no permanecen en un solo lugar todo el tiempo, sino que se mueven, siempre hacia la casa del Pastor.

Por lo tanto, el Salmo 23 es una pintura de la vida. Es una descripción tanto del cuidado ele Dios como de lo inesperado. Aunque el Pastor proporciona todo lo que sus ovejas necesitan (como podemos ver fácilmente), con regularidad se encontrarán en lugares desagradables, difíciles y dolorosos, en los que nunca elegirían estar.

Consejos para sobrevivir al viaje

Entonces, ¿cómo nos preparamos para lo inesperado? Por supuesto, la respuesta simple es que no podemos prepararnos para todo; de lo contrario, no sería inesperado. Pero, lo que podemos hacer es permitir que el Salmo 23 cambie nuestra perspectiva de la vida. Entonces, cuando suceda lo inesperado, tendremos una idea de cómo avanzar, hasta que lleguemos con acción de gracias a la puerta principal de la casa del Pastor.

• No importa lo poco preparados y débiles que nos sintamos en nuestro viaje, el Pastor promete proporcionar todo lo que necesitamos.

"El Señor es mi pastor, nada me faltará" (vers. 1). Recuerdo que un día estaba leyendo este versículo y le dije a gritos a Dios: "¡Pero me faltan tantas cosas!" ,

Aquí está nuestro primer desafío para el viaje: Si vamos a viajar sin quejarnos del Pastor, tenemos que aceptar el hecho de que nuestras expectativas del viaje son muy diferentes de las de él. El primer obstáculo que enfrentamos es aprender a renunciar a nuestras propias crecientes demandas, expectativas y ambiciones, y luego aprender a aceptar que lo que Dios provee es todo, absolutamente todo, lo que necesitamos.

• No importa cuán desconcertante o confuso pueda ser nuestro viaje, debemos andar por las sendas del Pastor para que se cumplan los propósitos de Dios para nuestra vida.

"Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre". Observa que la Biblia las llama a todas "sendas de justicia", o "sendas correctas" (NTV). Pero ¿por qué se refiere a ellas como sendas correctas, o justas?

Primero, son sendas correctas porque conducen al lugar correcto, la casa del Pastor.

En segundo lugar, son sendas correctas porque nos mantienen en un viaje en compañía de la persona adecuada, el Pastor.

Y tercero, son sendas correctas porque nos convierten en las personas adecuadas. Observa que recorremos las sendas de la justicia "por amor de su nombre" (vers. 3). "Por amor de su nombre" significa para el honor y la gloria del Pastor.

Pero, exactamente, ¿cómo honramos y glorificamos al Pastor? No lo honramos simplemente al sobrevivir el tiempo suficiente para llegar a su casa sin abandonar el camino. Convertirse en las personas adecuadas es vivir los propósitos del Pastor. Como lo veremos cada vez más claro, honramos más al Pastor al reflejar su carácter, y la extraña verdad es que el Pastor puede lograr esto en nosotros al permitir que suframos.

Encontramos esta última idea ampliada en el siguiente punto.

• No importa cuán aterrador pueda ser nuestro viaje, la oscuridad no es un lugar para temer, porque es algo que el Pastor usa para hacernos madurar.

"Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento" (vers. 4).

Cuando no podemos ver al Pastor porque la oscuridad es tan espesa, Satanás nos tentará a creer que Dios nos ha abandonado o que hemos tomado el camino equivocado. La realidad es lo contrario, como explica Elisabeth Elliot: "Un cordero perdido en el valle de sombra de muerte podría concluir que ha sido conducido equivocadamente. Es necesario que atraviese esas tinieblas para que aprenda a no temer. El Pastor todavía está con él".1

En realidad, en la hora de las tinieblas, mientras nuestros enemigos se esfuerzan para atacarnos por sorpresa, de repente podemos tener vislumbres de la obra de nuestro Pastor, quien rechaza a nuestros enemigos con su vara. Y, cuando vagamos lejos, cegados por nuestros propios actos, y nos encontramos terriblemente solos y amedrentados por los ruidos en medio de las tinieblas y de lo que imaginamos que hay allí, sentimos el inesperado, y a veces doloroso, tirón de la vara de nuestro Pastor, quien nos conduce para llevarnos de nuevo a la seguridad de su presencia.

En estos valles oscuros, quizá más que en otros lugares, experimentamos la salvación del Pastor y, así, desarrollamos más confianza en su tierno cuidado por nosotros.

• No importa cuán fácil esperemos que sea nuestro viaje, el Pastor permite que nuestros enemigos nos rodeen, para que podamos obtener una comprensión más profunda de su amor por nosotros.

"Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando" (vers. 5).

-¿Qué pensarían ustedes -les pregunté a los niños de la iglesia-si tuvieran una mesa con todo lo que necesitaran comer, pero sus enemigos estuvieran rodeándolos?

-¡Que me quieren robar la comida! -gritó un niño pequeño.

¡Tenía razón!

¿Cuántas veces estamos preocupados, temiendo que nuestros enemigos nos roben nuestra felicidad, nuestros empleos, o que destruyan los propósitos de Dios para nosotros? Esa es una de las lecciones de la mesa. Dios la coloca incluso ante las narices de nuestros enemigos, y entonces comenzamos a comprender que no hay nada que puedan hacer para arrebatarnos lo que Dios nos ha prometido.

Cuando vemos cuán abundantes son las bendiciones de Dios para nosotros, y que nada ni nadie puede impedir que las recibamos, nos llenamos de una renovada admiración y gratitud por la bondad de nuestro Padre. Porque entonces podemos declarar con el salmista: "Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí" (Sal. 30:1).

 • No importa cuán solitario pueda parecemos nuestro viaje, el Pastor siempre está presente.

"Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días" (vers. 6).

Tanto el bien como la misericordia son atributos de Dios. De modo que ser seguidos por la bondad y el amor es ser seguidos por Dios mismo. Como David nos asegura aquí, el bien y la misericordia lo seguían todos los días. El bien y la misericordia seguían a David a través de los campos de verdes pastos, pero también lo seguían en el valle de sombra de muerte. Ya sea que el Pastor lo haya guiado en las tinieblas o que David lo haya imaginado, el bien y la misericordia todavía lo seguían. Y, cuando David fuera perseguido por sus enemigos, el bien y la misericordia seguirían proveyendo para suplir todas sus necesidades.

El bien y la misericordia nunca lo abandonaron. El Pastor, Emmanuel, seguirá estando con él, incluso hasta el fin del mundo. Y también estará con nosotros de la misma manera.

La clave del sufrimiento

Elena de White comenta extensamente acerca del sufrimiento. En este pasaje, ella resume mucho de lo que hemos dicho en el Salmo 23, con respecto al viaje en que estamos embarcados: "Los que al fin salgan victoriosos tendrán épocas de terrible perplejidad y prueba en su vida religiosa; pero no deben desechar su confianza, pues es esta una parte de su disciplina en la escuela de Cristo y es esencial para que toda la escoria pueda ser eliminada. El siervo de Dios debe soportar con fortaleza los ataques del enemigo, sus dolorosos vituperios, y debe vencer los obstáculos que Satanás coloque en su camino. [...] Pero, si miran hacia arriba, no hacia abajo, a sus dificultades, no desmayarán en el camino, verán pronto a Jesús extendiendo su mano para ayudarlos, y solo tendrán que tenderle la de ustedes con confianza sencilla, y dejar que los guíe. A medida que cobren confianza, cobrarán esperanza. [...]. Hallaréis en Cristo fuerza para formar un carácter fuerte, simétrico, hermoso. Satanás no puede anular la luz que irradie de semejante carácter. [...] Dios nos hadado su mejor don, su Hijo unigénito mismo, para elevarnos, ennoblecernos, y capacitarnos, invistiéndonos de su propia perfección de carácter para que tengamos un hogar en su Reino"2

Como ya hemos comenzado a notar en el Salmo 23, la clave para comprender el sufrimiento es entender que el>sufrimiento es una llave. Dios permite con frecuencia el sufrimiento en nuestra vida porque tiene la habilidad para usarlo como un agente de transformación que nos capacita para que lleguemos a ser cada vez más similares a las personas que creó originalmente en el Edén. Pero, este proceso de la obra de Dios en nuestra vida no ocurre en un día. Es un proceso de toda la vida.

José: el sufriente transformado

José pasó por ese proceso (Gén. 37-50). En tres diferentes períodos, que cubren trece años de inesperado sufrimiento, mediante el rechazo de la familia, la esclavitud, la prisión, Dios estaba obrando para transformar la situación. La Biblia no da muchas indicaciones de cómo se sintió José durante ese período, pero en el siguiente comentario de Elena de White vemos que Dios siempre está obrando para transformar la situación y convertirla en una bendición. Esta bendición no era solo para José, sino para toda la región del Oriente Medio, lo que impactaría en todo el futuro del pueblo de Dios.

Período 1: El rechazo y el odio de la familia son transformados en una escuela para dotar de un carácter maduro al futuro primer ministro.

Dios le dio a José dos sueños a la edad de 17 años. En el momento en que José compartió estos sueños dados por Dios con los miembros más cercanos de su familia, sus hermanos lo odiaron todavía más. Cuando se presentó la oportunidad, sus hermanos hicieron planes para matarlo, pero luego decidieron seguir una ruta menos dolorosa: lo vendieron como esclavo a unos mercaderes ismaelitas y se embolsaron algún dinero en el proceso.

Cuando José fue rechazado por primera vez por sus hermanos, Elena de White hace notar que, "durante algún tiempo José se entregó al terror y al dolor sin poder dominarse. Pero, en la providencia de Dios, aun esta experiencia sería una bendición para él".3

Sin embargo, cuando José reflexionó en su vida, se llenó de una nueva determinación. "Su alma se conmovió con la alta resolución de mostrarse fiel a Dios: de obrar, en cualquier circunstancia, como convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón indiviso; afrontaría con fortaleza las pruebas que le deparara su suerte y cumpliría todo deber con fidelidad".4

Período 2: La esclavitud en Egipto fue transformada en una escuela para que el futuro primer ministro pudiera desarrollar sus habilidades diplomáticas.

José fue esclavo durante diez años. No tuvo ningún contacto con su familia, y su padre creyó que estaba muerto. Podría haber encontrado muchas buenas razones para sentirse deprimido porque tenía que trabajar largas horas como esclavo. Pero, no se entregó a la amargura. Elena de White comenta otra vez: "La dulzura y la fidelidad de José cautivaron el corazón del jefe de la guardia real, que llegó a considerarlo más como un hijo que como un esclavo. El joven entró en contacto con hombres de alta posición y de sabiduría, y adquirió conocimientos de las ciencias, los idiomas y los negocios; una educación necesaria para quien sería más tarde primer ministro de Egipto".5

Período 3: La falsa acusación y la prisión fueron transformadas en una escuela para enseñarle al futuro primer ministro la sabiduría del liderazgo.

Los siguientes tres años los pasó en prisión porque José fue falsamente acusado de intento de violación. Para añadir insulto a la injuria, alguien que había sido alentado en la prisión y que había prometido devolverle el favor, olvidó su promesa.

La actitud de José bajo presión fue notable; y las consecuencias, de largo alcance. "Encontró una obra que hacer, aun en la prisión.

Dios lo estaba preparando en la escuela de la aflicción para que fuera de mayor utilidad, y no rehusó someterse a la disciplina que necesitaba. En la cárcel, presenciando los resultados de la opresión y la tiranía, y los efectos del crimen, aprendió lecciones de justicia, simpatía y misericordia que lo prepararon para ejercer el poder con sabiduría y compasión".6

A lo largo de todo este tiempo de gran sufrimiento, ¿crees que José tuvo algún indicio respecto de lo que Dios estaba haciendo con su vida, o pudo ver alguna evidencia de que aquel dolor iba a servir para un bien mayor? Lo dudo. Pero, en todo el proceso, confió en la sabiduría de su Padre celestial.

Siempre para el bien

Como José, aquellos que han caminado más cerca de Dios son, con frecuencia, los que más han sufrido. ¿Podría alguien haber caminado más cerca del Padre que Jesús? Y, sin embargo, nadie sufrió tanto como él. David, Moisés, Abraham, Pablo y los discípulos, todos sufrieron mucho, pero a medida que los años de su peregrinación pasaban, Dios iba demostrando, una y otra vez, que en verdad "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Rom. 8:28).

Las buenas nuevas son que los propósitos de Dios son tan buenos para nosotros hoy como lo fueron para sus hijos en tiempos bíblicos, y que las bendiciones transformadoras que él desea derramar por medio de nosotros son igualmente grandes.

La obra de Dios en nosotros es la peregrinación de toda una vida. Es, con frecuencia inesperada, a veces dolorosa, pero siempre bajo la dirección del amante Pastor; y siempre, siempre, para bien.

Padre:

Gracias porque no camino solo. Gracias porque estás conmigo, tanto en las tinieblas, como en la luz. Gracias, también, porque el sendero por el cual caminamos es para tu gloria.

Que la búsqueda de tu gloria crezca en importancia y valor dentro de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

 

1  Elisabeth Elliot, Questfor Love (Grand Rapids: Fleming H. Revell, 1996), p. 218.

2  Elena de White, Mensajes para los jóvenes, pp. 60, 61.

3  Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 214.

4  Ibíd., p. 215.

5  Ibíd., p. 216.

6  Mí., p. 218.

 

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