Lección 11 | Domingo 5 de junio
PROBLEMAS FAMILIARES
Jacob finalmente “se estableció en la tierra” (Gén. 37:1, NVI). Sin embargo, mientras se instalaba en la tierra comenzaron los problemas, esta vez desde el seno de la propia familia. La polémica no se refiere a la posesión de la tierra ni al uso de un pozo; básicamente es espiritual.
Lee Génesis 37:1 al 11. ¿Qué dinámica familiar predispuso a los hermanos de José a odiarlo tanto?
Gén 37:1 Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán.
Gén 37:2 Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.
Gén 37:3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores.
Gén 37:4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
Gén 37:5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía.
Gén 37:6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado:
Gén 37:7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío.
Gén 37:8 Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras.
Gén 37:9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí.
Gén 37:10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
Gén 37:11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.
Desde el mismo comienzo, entendemos que José, el hijo de la vejez de Jacob (Gén. 37:3), disfrutó de una relación especial con su padre, quien “lo amaba más que a todos sus hermanos” (Gén. 37:4). Incluso llegó a hacerle “una túnica de diversos colores” (Gén. 37:3); una vestimenta de príncipe (2 Sam. 13:18), una indicación de la intención secreta de Jacob de elevar a José, el primer hijo de Raquel, al estatus de primogénito.
Por cierto, el futuro confirmará los deseos de Jacob porque José finalmente recibirá los derechos del primogénito (1 Crón. 5:2). No es de extrañar, entonces, que los hermanos de José lo odiaran tanto y ni siquiera pudieran entablar conversaciones pacíficas con él (Gén. 37:4).
Además, José le llevaba malos informes a su padre sobre cualquier comportamiento reprobable de sus hermanos (Gén. 37:2). A nadie le gustan los soplones. Por eso, cuando José compartía sus sueños, sugiriendo que Dios lo pondría en una posición más elevada y que ellos, sus hermanos, se inclinarían ante él, lo odiaban aún más. La verdadera naturaleza profética de los sueños incluso se ratifica por el hecho de que se repiten (ver Gén. 41:32). Aunque Jacob reprendió abiertamente a su hijo (Gén. 37:10), conservó este asunto en su mente, meditando sobre su significado y esperando su cumplimiento (Gén. 37:11). La implicación es que quizás en el fondo pensaba que, a fin de cuentas, podría haber algo en estos sueños. Tenía razón, aunque no lo supiera en ese momento.
Lee Mateo 20:26 y 27. ¿Qué principio crucial se revela aquí, y cómo podemos aprender a manifestar en nuestra propia vida lo que enseña?
Mat 20:26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
Mat 20:27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
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