Lección 13 | Jueves 23 de junio
LA ESPERANZA DE LA TIERRA PROMETIDA
Lee Génesis 49:29 a 50:21. ¿Qué grandes temas de esperanza se encuentran en la conclusión del libro de Génesis?
Gén 49:29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,
Gén 49:30 en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura
Gén 49:31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.
Gén 49:32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.
Gén 49:33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.
Gén 50:1 Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó.
Gén 50:2 Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.
Gén 50:3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.
Gén 50:4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo:
Gén 50:5 Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás;(A) ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré.
Gén 50:6 Y Faraón dijo: Vé, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.
Gén 50:7 Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto,
Gén 50:8 y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.
Gén 50:9 Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.
Gén 50:10 Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días.
Gén 50:11 Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios; por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim,[a] que está al otro lado del Jordán.
Gén 50:12 Hicieron, pues, sus hijos con él según les había mandado;
Gén 50:13 pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre.
Gén 50:14 Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.
Muerte de José
Gén 50:15 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.
Gén 50:16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo:
Gén 50:17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban.
Gén 50:18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.
Gén 50:19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?
Gén 50:20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.
Gén 50:21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.
Gén 50:22 Y habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.
Gén 50:23 Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José.
Gén 50:24 Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Gén 50:25 E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.(C)
Gén 50:26 Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.
La conclusión del Génesis se compone de tres eventos llenos de esperanza. En primer lugar, es la esperanza de que Israel regrese a la Tierra Prometida. Moisés, el autor del Génesis, describe la muerte y el entierro de Jacob y de José como acontecimientos que apuntan a la Tierra Prometida. Inmediatamente después de su bendición y su profecía sobre las “doce tribus de Israel” (Gén. 49:28), Jacob piensa en su muerte y encarga a sus hijos que lo entierren en Canaán, en la cueva de Macpela, donde fue enterrada Sara (Gén. 49:29–31). La narración que describe la procesión fúnebre hacia Canaán se convierte en precursora del Éxodo de Egipto, varios siglos después.
En segundo lugar, es la esperanza de que Dios transforme el mal en bien. Después de la muerte y el entierro de Jacob, los hermanos de José se empiezan a preocupar por su futuro. Temen que ahora José se vengue. Acuden a José y se postran ante él, dispuestos a convertirse en sus siervos (Gén. 50:18), una situación que recuerda los sueños proféticos de José. José los tranquiliza y les dice “no temáis” (Gén. 50:19), una frase que se refiere al futuro (Gén. 15:1); porque lo que “pensa[ron] mal” contra él, “Dios lo encaminó a bien” (Gén. 50:20), y cambió el curso de los eventos para salvación (Gén. 50:19-21; comparar con Gén. 45:5, 7-9). Es decir, a pesar de tantos fracasos humanos, la providencia de Dios prevalecerá.
En tercer lugar, es la esperanza de que Dios salve a la humanidad caída. La historia de la muerte de José en este último versículo del Génesis es más amplia, no solo trata sobre la muerte de José. Curiosamente, José no ordena que entierren sus huesos; en cambio, señala el momento en que “Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos” (Gén. 50:25). Y esto hicieron, años después, en obediencia directa a esas palabras (ver Éxo. 13:19). En última instancia, la esperanza de la Tierra Prometida, Canaán, es un símbolo, un precursor, de la esperanza suprema de salvación, de restauración, de una nueva Jerusalén en un cielo nuevo y una Tierra nueva: la esperanza máxima de todos nosotros, una esperanza garantizada por la muerte de Siloh.
Lee Apocalipsis 21:1 al 4. ¿Cómo representan estos versículos la mayor esperanza que tenemos? Sin esta promesa, ¿qué esperanza tenemos, más que la muerte como el fin de todos nuestros problemas?
Apo 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Apo 21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Apo 21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Apo 21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
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