Lección 5: EXPIACIÓN HORIZONTAL: LA CRUZ Y LA IGLESIA | Efesios: cómo seguir a Jesús en tiempos difíciles | Libro complementario
Lección 5:
EXPIACIÓN HORIZONTAL: LA CRUZ Y LA IGLESIA
Efesios 2:11-22
Peter Strelzyk concibió la idea en marzo de 1978. ¡Un globo!
Escaparían de Alemania Oriental, a pesar de su constante vigilancia y opresión, en un globo. Su amigo Günter Wetzel planteó la pregunta obvia: "Genial, ¿y dónde encontramos un globo?" Ninguno de los dos tenía experiencia aeronáutica. Günter era albañil y camionero; Peter, capataz en una fábrica de plásticos. Así que empezaron a leer todo lo que encontraron sobre globos aerostáticos. Rápidamente descubrieron que necesitarían un globo enorme para transportarse a sí mismos y a sus familias -un total de cuatro adultos, un adolescente y tres niños pequeños-, un globo con un volumen de 2,120 metros cúbicos, que requeriría casi 900 metros cuadrados de material.
Compraron una gran cantidad de tela de algodón en una ciudad más grande, a unos cincuenta kilómetros de distancia. "Somos miembros de un club de acampada", explicaron. Con una máquina de coser a pedal de cuarenta años de antigüedad, confeccionaron el globo en tan solo dos semanas. Construyeron una pequeña plataforma con una barandilla de tendedero para que sirviera de góndola o cesta. También crearon un quemador y un soplador; todo ello, con sus escasos recursos. Sin embargo, varias pruebas clandestinas revelaron que la tela de algodón era demasiado porosa. Así que decidieron deshacerse de la evidencia, quemando casi ochocientos metros de tela de algodón en el horno de su casa durante ocho semanas.
Sin desanimarse, condujeron 160 kilómetros hasta Leipzig y compraron tela de tafetán, explicando que eran de un club náutico. Conectaron un motor eléctrico a la máquina de coser, y en una semana ya tenían un globo nuevo. Ahora, sin embargo, descubrieron que el quemador era demasiado débil para hacer el trabajo. Cada vez estaba más avanzado el año y hacía demasiado frío para realizar un vuelo. La familia Wetzel abandonó el proyecto.
El 3 de julio de 1979 se dieron por fin las condiciones meteorológicas y de viento adecuadas. El 4 de julio, a la 1:30 de la madrugada, la familia Strelzyk infló el globo y despegó. Rápidamente, alcanzaron una altitud de 1.600 metros. El viento soplaba hacia Alemania Occidental a una buena velocidad, 32 kilómetros por hora. Entonces, entraron en una nube. El vapor se condensó en el material, haciéndolo cada vez más pesado. El globo descendió rápidamente. Cuando bajaron, se encontraban a unos doscientos metros de la frontera, ¡y de la libertad! El 4 de julio no iba a ser el Día de la Independencia para los Strelzyk.
Se me ocurren pocas buenas razones para lamentar la destrucción del Muro de Berlín y la caída de la Cortina de Hierro. De hecho, solo se me ocurre una: echo de menos esas historias inspiradoras de personas increíblemente valientes que iban en busca de la libertad. Poco después de la caída del muro, un sobrino me dio un regalo en una bolsita de terciopelo granate. Al abrirla, encontré unos trozos de hormigón comunes y corrientes, y una "declaración de autenticidad y origen" que decía: "Acaba de adquirir un trozo de historia: un fragmento del Muro de Berlín. Hemos verificado la autenticidad y el origen de esta roca tras una cuidadosa investigación. El Muro de Berlín, construido en plena Guerra Fría, ha permanecido intacto durante casi 28 años. En noviembre de 1989, partes del Muro de Berlín, del cual usted tiene ahora un fragmento, fueron derribadas para dejar libre el paso a Occidente. Disfrute y atesore su fragmento de libertad". En efecto, he atesorado mi "fragmento de libertad". Y ahora, décadas después, me asombra el hecho de que el Muro de Berlín haya estado derribado durante más tiempo del que permaneció en pie.
En Efesios 2:11 al 22, Pablo retrata a Cristo como el gran derribador de muros. Este pasaje posiblemente sea el más importante de la Biblia sobre el tema de las relaciones raciales. Aunque el escenario que Pablo aborda -la separación entre judíos y gentiles- puede parecer lejano para muchos de nosotros, el pasaje revela grandes principios sobre la historia de la salvación y las relaciones entre los grupos de personas que la conforman, principios que continúan siendo transformadores para nosotros hoy. En este pasaje, el Espíritu Santo nos presenta un desafiante programa de crecimiento espiritual. El Espíritu nos llama a identificar nuestros propios muros, nuestra propia separación de los demás, para luego experimentar por nosotros mismos, y en compañía de quienes hemos marginado, la obra reconciliadora de Cristo, centrada en la Cruz. El propósito de este capítulo es guiarte en la difícil tarea de comprender y aplicar este valioso pasaje.
Efesios 2:11 al 22 es un pasaje de gran alcance, que presenta un amplio bosquejo del plan de salvación en tres secciones:
1. Por qué era necesaria la obra reconciliadora de Cristo (vers. 11, 12).
2. El derrumbamiento del muro y la obra reconciliadora de Cristo (vers.13-18).
3. La celebración de la obra reconciliadora de Cristo (vers. 19-22).
Es importante observar la forma en que Pablo da inicio a este pasaje. Acaba de describir la dramática transformación que han experimentado sus destinatarios, que han pasado de estar sometidos por Satanás y dominados por sus bajas pasiones (vers. 1-3) a convertirse en súbditos de la gracia de Dios, experimentar la resurrección espiritual y ser entronizados "en el cielo con Cristo Jesús" (vers. 4-10). Debido a las maravillas de su nueva existencia, podríamos pensar que lo mejor sería olvidar su pasado, del que estaban hastiados. Sin embargo, Pablo les pide que recuerden ese pasado, y especialmente un aspecto de él: su antiguo odio hacia los judíos y su distanciamiento de ellos. Pablo sabe que el pecado -no solo los pecados, sino el pecado, la forma en que los seres humanos nos apartamos de Dios y de la justicia, y nos inclinamos hacia el egoísmo- sigue amenazando a los cristianos. Por eso, Pablo les pide que diferencien cuidadosamente sus antiguas actitudes, prejuicios y mentalidad de la obra de Cristo en medio de ellos.
Pablo tiene la intención de que la obra de Cristo sea irresistiblemente activa entre los creyentes. En la Cruz, Cristo acerca a los separados, hace la paz, destruye lo que divide, crea una nueva forma de ser humano, reconcilia a judíos y gentiles en su cuerpo -la iglesia- y pone fin a la hostilidad entre ellos (vers. 13-16). Una vez hecho todo esto, proclama la buena nueva de sus logros tanto a los gentiles desesperanzados ("a ustedes, que estaban lejos") como a los judíos engreídos ("a los que estaban cerca", vers. 17). A continuación, acompaña a ambos a la sala del Trono de Dios, presentándoles a su Padre, dando a ambos grupos "acceso al Padre por un mismo Espíritu" (vers. 18).
Debemos ser capaces de diferenciar los principios y las estrategias que dominaron nuestro pasado, dirigido por el demonio, de los principios y las estrategias ejercidos por Cristo, que él pretende que permanezcan activos en nuestro presente y nuestro futuro, dirigidos por Cristo. Solo entonces seremos capaces de probar y juzgar nuestras reacciones en cualquier momento y situación. A través de la influencia del Espíritu, podremos entonces elegir la vida y seguir el modelo establecido por Cristo. Podremos apartarnos nuevamente de la mano helada del egoísmo, el pecado, la separación y el distanciamento, para así poder asirnos de la mano vivificadora y pacificadora de Jesús.
Autoexamen
El poderoso resumen que hace Pablo (en los versículos 13 al 18) de la obra reconciliadora de Cristo plantea una serie de preguntas para la importante tarea del autoexamen, invitándonos a sopesar el impacto de nuestra influencia y a identificar nuestros muros divisorios. Son preguntas serias y escrutadoras que debemos hacernos en una actitud de humildad y arrepentimiento, inspirada por el Espíritu:
1. Versículo 13: ¿Acerco, en compañía de Cristo, a los alejados o mantengo a distancia a las personas que no son como yo?
2. Versículo 14: ¿Fomento, en compañía de Cristo, la paz entre las razas o aumento la violencia y la hostilidad? ¿Estoy haciendo la paz o estoy declarando la guerra?
3. Versículos 14 y 15: ¿Derribo, en compañía de Cristo, lo que divide a los grupos humanos o levanto muros entre ellos?
4. Versículo 16: ¿Construyo, en compañía de Cristo, sobre la obra de la pacificación, avanzando en la reconciliación de las razas -especialmente dentro de la iglesia, pero también en la sociedad en general-, o busco dividir y separar?
5. Versículos 17 y 18: ¿Predico, en compañía de Cristo, la paz y promuevo el acceso compartido para todos o predico el odio y limito el acceso de algunos?
He llegado a atesorar especialmente el versículo 18: "Porque por medio de él [el Cristo crucificado, por cuya muerte ha sido aniquilada la hostilidad entre judíos y gentiles (vers. 13-16), y el Cristo resucitado, que predica tanto a judíos como a gentiles la paz que ganó en el Calvario (vers. 17)], unos y otros [judíos y gentiles] tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu". Aquí, Pablo une la expiación vertical de Cristo (el perdón de nuestros pecados, la reparación de nuestra relación con Dios, la capacidad que Dios nos da de permanecer irreprochables ante su presencia, la aplicación individual de la gracia de Dios) con la expiación horizontal llevada a cabo por Cristo (estatus compartido con aquellos a los que antes menospreciábamos, comunidad reparada entre enemigos declarados, participación conjunta en la iniciativa de Dios de crear un nuevo tipo de humanidad reconciliada, la aplicación comunitaria de la gracia de Dios al convocar a la iglesia).
Dado el contexto, especialmente la mención de la destrucción del "muro divisorio" (vers. 14) y la simbología literaria del Templo (vers. 19-22), Pablo parece estar pensando en el "acceso" (del griego prosagOgé; vers. 18) en relación con el Templo y el deseo de acceso para adorar a Dios. "Acceso" implica algo más que estar en presencia de alguien. El antiguo autor Jenofonte habla de Sacas, el copero, cuyo trabajo consistía en "presentar" (prosagO) a quienes deseaban realizar negocios con Astiages, rey de los medos. Jenofonte también describe cómo Ciro esperaba que cualquiera que deseara "acceso" (prosagOgé) a él lo solicitara por medio de sus amigos, que podían conceder la entrada a la presencia real con el privilegio de hacer peticiones al rey. Tal trasfondo sugiere la imagen de Cristo como "el 'transportador' del suplicante a la presencia de Dios".18 Cristo nos introduce en la presencia de Dios, donde se nos invita a presentarle nuestras peticiones, a hacer "negocios" con el Rey. Pablo nos recuerda que, cuando entramos para presentar nuestros asuntos al Rey, descubrimos que él es nuestro Padre.
También hacemos otro descubrimiento importante. Llegamos a la presencia del Rey bendecidos por la gracia y maravillados, suponiendo que este acceso es nuestro derecho exclusivo. Sin embargo, en nuestra visión periférica, detectamos la presencia de otro que también se encuentra en la presencia de Dios. El judío encuentra allí al que una vez odiaba: el gentil; el gentil encuentra al que una vez despreciaba: el judío. Para ser reclamada, ejercida y disfrutada, la gran bendición cristiana del acceso al Padre, ganada por Cristo y efectuada por el Espíritu, debe ser compartida con aquellos que una vez despreciamos Si no la compartimos, la bendición se evapora. Para ser activos en nuestra experiencia, debemos compartir tanto el perdón como el acceso.
Tras explorar la necesidad de la obra de reconciliación de Cristo (vers. 11 y 12) y la naturaleza de esa obra (vers. 13-18), Pablo ahora celebra la obra reconciliadora de Cristo, la maravillosa composición de la iglesia a partir de judíos y gentiles. Para acentuar la unidad entre judíos y gentiles en la iglesia, utiliza una serie de metáforas que se alimentan mutuamente, procedentes de los ámbitos de la inmigración ("ustedes ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos con los santos" [vers. 19]), la familia ("miembros de la familia de Dios" [vers. 19]) y la arquitectura (el edificio-templo de los versículos 20 al 22). En su metáfora culminante de la inclusión, la de un edificio-templo, pasa de su vocabulario anterior de demolición (vers. 14-16) al de construcción, proporcionando una imagen creativa y poderosa. Los gentiles estaban excluidos de las zonas más sagradas del Templo de Jerusalén por una valla en la que se había colocado esta advertencia: "Ningún extranjero puede entrar más allá de la barrera ni del recinto que rodea el templo. Cualquiera que sea sorprendido haciéndolo será culpable de su muerte". Pablo anuncia que Cristo, en la Cruz, destruye todas esas barreras (vers. 14-16). Ahora, los gentiles están incluidos, no solo como adoradores dentro de un templo, sino como materiales de construcción integrales de este. Junto con los creyentes judíos, "ustedes también son edificados juntos, para la morada de Dios mediante el Espíritu" (vers. 22).
En Efesios 2:11 al 22, Pablo, un judío, se dirige directamente a los creyentes cristianos que son gentiles, proclamando su completa inclusión en la causa de Dios, en la iglesia y en los planes de Dios para el futuro del mundo. Antes de cerrar tu Biblia, ¿podrías hacer algo? Tómate un momento para orar e identifica la raza o el grupo étnico del que te sientes más distanciado, el que suscita en tu corazón impulsos de separación e incluso de condena. Visualiza en tu mente a los miembros de ese grupo que conozcas y léeles este pasaje, sustituyendo la descripción que hace Pablo de los gentiles en el versículo 11 por tu propia descripción de ese grupo. Una vez que hayas leído el pasaje de esa manera, pide al Espíritu de Dios que te ayude a levantarte y a vivir esta poderosísima enseñanza bíblica sobre las relaciones raciales.
Tras su fracaso, los Strelzyk, unidos de nuevo a los Wetzel, construyeron uno de los mayores globos aerostáticos jamás fabricados en Europa: casi 4,000 metros cúbicos de capacidad, 20 metros de diámetro y 25 metros de altura. El angustioso vuelo tuvo lugar el 16 de septiembre de 1979. Tras un aterrizaje forzoso, se refugiaron en un granero. Adentro, vieron un vehículo con el nombre del granjero inscrito, algo inaudito en el Este. Sabían que eran libres.19
Ojalá tuviéramos la mitad de esa determinación para huir de las barreras de nuestra vida. ¿Dónde encontraremos el impulso para elevarnos por encima de nuestros muros obsoletos? "Cristo es nuestra paz, que de los dos pueblos hizo uno y derribó el muro divisorio" (Efe. 2:14).
Comentarios
Publicar un comentario