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Lección 12: ESTER Y MARDOQUEO | La misión de Dios: Mi misión | Sección maestros


Lección 12:

ESTER Y MARDOQUEO

RESEÑA

El libro de Ester es singular por varias razones. Una de ellas es la ausencia de una referencia explícita a Dios. En ninguna parte de su secuencia narrativa se menciona a Dios, ni por parte de los personajes judíos, ni por parte de los héroes de la historia ni por parte de los personajes no judíos. No obstante, a pesar de esta rareza, el libro contiene sabiduría valiosa para quienes siguen a Jesús y desean compartir su experiencia con Dios en un mundo en el que muchos no están abiertos a expresiones explícitas de fe.

A menudo, cuando la gente de la iglesia piensa en la misión o habla de ella, se centra en acciones explícitas orientadas a la fe, ya sean reuniones de evangelización, distribución de publicaciones basadas en la fe, brindar estudios bíblicos u otras formas de testificación. Estas cosas requieren un cierto nivel de libertad y conexión con una comunidad para fomentar cualquier transformación significativa. Pero ¿qué ocurre en los lugares donde el Gobierno no permite las actividades religiosas? ¿Qué sucede con las zonas donde la gente no está interesada en este tipo de actividades? A menudo, la iglesia ignora estos entornos. Pero los lugares que se ajustan a esta descripción constituyen una parte sustancial de la población mundial. Esta semana, a través de la lente de Ester y Mardoqueo, veremos que Dios desea que seamos creativos en nuestro testimonio, incluso en lugares y espacios que no están abiertos a una labor misionera explícita.

COMENTARIO

La historia de Ester y Mardoqueo, al igual que las historias de Daniel y de José, es un recordatorio para los seguidores de Dios de que no necesitan ser pastores o dirigentes religiosos para servir en la misión de Dios. Estas historias figuran en las Escrituras para demostrar que, mediante el servicio público, funcionarios del Gobierno y otras agencias gubernamentales, el pueblo de Dios puede servir e impactar a la sociedad de tal manera que atraigan a la gente hacia el amor de Dios.

En el caso de Ester y Mardoqueo, pudieron salvar la vida de miles de personas siendo fieles a los valores y la sabiduría que les transmitieron sus antepasados judíos. A menudo, cuando leemos relatos bíblicos, pasamos por alto los detalles y no siempre reconocemos la intensidad que presentan algunas de las situaciones, como en el caso de Ester y de Mardoqueo. Ester y Mardoqueo se enfrentaron a una situación extraordinariamente estresante y precaria. Para ellos, predicar sermones o implicarse en una actividad misionera directa no habría servido a la misión más amplia de Dios, que consistía en atraer a la gente hacia relaciones de amor. Lo que necesitaban era el valor de defender la vida frente a la muerte.

Adoptaron esta postura en un contexto en el que formaban parte de un grupo minoritario, menospreciado por el imperio. Sin embargo, gracias a la influencia de Dios y a la voluntad de Ester y de Mardoqueo de tomar decisiones sabias en relación con el plan general de Dios para la humanidad, la reina y su padre adoptivo pudieron ser una bendición para la gente y formar parte de un momento de la historia que se transmitió por medio de las páginas de la Biblia y la práctica del festival de Purim (Est. 9:18-32).

Muchos de los que están leyendo esta Guía de estudio de la Biblia viven en lugares donde gozan de una gran libertad religiosa y no tienen que preocuparse, porque su vida no corre peligro si revelan su fe. Otros, alrededor del mundo, no se pueden dar este lujo. Muchos seguidores de Jesús viven actualmente en situaciones en las que una adhesión abierta a Dios los llevaría a la cárcel o pondría en peligro su vida y la de sus familiares. A pesar de este peligro, algunos de ellos trabajan activamente en lugares de influencia. Dios los llama a vivir su fe de formas que a muchos de nosotros no nos parece que estén cumpliendo la misión. Es posible que la mejor manera que tienen estas personas de servir a Dios sea evitar expresar abiertamente su fe. En cambio, su trabajo silencioso y con perfil bajo influye en el trato que reciben las personas, ayudándolas a prosperar. Esta labor no es menos importante que las presentaciones explícitas del evangelio que otros hacen en situaciones en las que tienen más libertad. La valentía necesaria para permanecer fieles en situaciones en las que no es posible hacerlo abiertamente a menudo es muy notable. Solo en la Tierra Nueva conoceremos el impacto que estas personas han tenido en innumerables vidas en todo el mundo.

Hay otra lección misionera que aprender de la historia de Ester y Mardoqueo. Ni Ester ni Mardoqueo eran teólogos ni pastores formados. Eran personas normales, que habían llegado a ocupar puestos importantes dentro del imperio de la época (Est. 2:7). Poco sabían lo vitales que serían sus funciones. Lo que queda claro en la historia es que tanto Ester como Mardoqueo trabajaron y vivieron con un sentido de integridad (Est. 2:19-23; 4:15, 16). A pesar de los desafíos que la vida les deparó, continuaron siendo dedicados trabajadores de Dios y adquirieron reputación por su diligencia y honradez (Est. 6). Como resultado, cuando las actividades de la gente a su alrededor (específicamente, Amán y sus secuaces) conspiraron contra ellos, su reputación se volvió crucial para su supervivencia.

Si Ester o Mardoqueo no hubieran sido habitualmente gente responsable que servía con integridad a quienes los rodeaban, la historia habría sido muy diferente. Su integridad les dio la plataforma desde la cual pedir favores y hablar abiertamente cuando se trataba de una cuestión de vida o muerte (Est. 5:8; 7:3, 4). Y no solo fueron escuchados en ese momento, sino también les hicieron caso (Est. 8).

Esta es la lección que debemos aprender hoy. La mayoría de los seguidores de Jesús no son empleados de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; menos aún ocupan puestos como el de pastor, maestro o capellán. Sin embargo, según la historia de Ester y Mardoqueo, a menudo no son los trabajadores oficiales los que tienen la mayor influencia en una comunidad. Por lo general, el miembro de iglesia promedio, que quizá trabaje en empresas seculares o para una entidad de la administración pública, tiene el mayor potencial misionero. Nunca debemos subestimar el papel que nuestras relaciones con la gente pueden tener a largo plazo.

La historia de la misión de Dios está llena de historias, muchas no contadas, que se parecen a la de Ester y Mardoqueo. Aunque la mayoría de los seguidores de Jesús no se encuentren en posiciones tan destacadas como las de Ester y Mardoqueo, siguen estando en lugares y espacios a los que los pastores y otras personas empleadas por la iglesia no tienen acceso.

En esos espacios y lugares, la reputación de una persona por mantener un elevado nivel de integridad y esmero en el trabajo atraerá a la gente hacia ella y se crearán relaciones de respeto que probablemente generarán muchas oportunidades de influencia. A veces, las referencias explícitas a Dios no son lo que se necesita para atraer a la gente hacia la vida que Dios desea para toda la humanidad. Es esencial que recordemos esta realidad y que también se la recordemos a quienes nos rodean.

Si alguien hiciera un recuento de todas las historias bíblicas sobre los fieles seguidores de Dios, se sorprendería de cuántas de ellas se refieren a personas comunes y corrientes que viven su fe en entornos cotidianos. La Biblia demuestra que la misión de Dios es para todos y que cualquiera puede participar de ella. No necesariamente requiere que una persona deje atrás su carrera en un campo que no sea la obra eclesiástica. Por cierto, en la mayoría de los casos, lo que se necesita es que más personas visualicen sus lugares de trabajo actuales como su campo misionero. Esta percepción no siempre requiere que evangelicen explícitamente a sus compañeros de trabajo. A menudo, implica que trabajen con honestidad e integridad, permitiendo que las relaciones que surgen de este enfoque florezcan de forma natural. Es muy probable que quienes ponen en práctica este enfoque se encuentren periódicamente con situaciones que requieran valentía y decisiones que tengan un impacto mucho más allá de ellas mismas. Vivir en una relación con Dios las preparará para estas situaciones.

APLICACIÓN A LA VIDA

La iglesia debe orar regularmente por quienes viven en lugares donde la adhesión abierta a su fe es peligrosa. La iglesia debe orar para que Dios conceda a quienes viven en esos lugares el valor de vivir su fe mediante expresiones apropiadas en sus respectivos entornos.

La iglesia debe interceder regularmente ante el Trono de la gracia por quienes se encuentran privados de su libertad, y orar para que, de alguna manera, mediante la influencia de la oración intercesora, puedan vislumbrar el amor de Dios y la vida que Dios quiere para toda la humanidad. Sería muy valioso reservar una semana al mes en la iglesia para poder orar de forma más consciente y deliberada en este sentido.

Juntos, tenemos que animar de forma creativa a todos los seguidores de Dios que no son empleados oficiales de la iglesia. Tenemos que reconocer su servicio por medio de las diferentes vías de influencia que tienen. La iglesia también debería invertir en capacitaciones orientadas a ayudar a los miembros de la iglesia a ver cómo su trabajo puede ser misionero sin requerir necesariamente un testimonio explícito.

La Asociación General cuenta con recursos y personal que ha reflexionado explícitamente sobre esto y ha practicado la misión con el enfoque de los “fabricantes de tiendas”, que pueden servir como personas por contactar para esas capacitaciones. Si con oración reflexionáramos deliberadamente en cómo los miembros, en sus trabajos habituales, podrían desempeñarse con una mentalidad misionera, esto cambiaría drásticamente la forma en que el evangelio se extendería por el mundo.



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