EL SEÑOR NOS HIZO
Lee Salmos 8 y 100. ¿Cómo se describe a Dios y a las personas en estos salmos? ¿Qué revelan acerca del carácter de Dios?
Sal 8:1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos;
Sal 8:2 De la boca de los niños y de los que maman,(A) fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Sal 8:3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
Sal 8:4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?(B)
Sal 8:5 Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.
Sal 8:6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:(C)
Sal 8:7 Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
Sal 8:8 Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
Sal 8:9 ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
Sal 100:1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
Sal 100:2 Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
Sal 100:3 Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Sal 100:4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
Sal 100:5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,(A)
Y su verdad por todas las generaciones.
La Creación desempeña un papel crucial en Salmos, al defender la soberanía de Dios. Los cielos, que son “obra de sus manos”, proclaman su gloria y su poder (Sal. 19:1-4; 97:6). El nombre de Dios es majestuoso en toda la Tierra (Sal. 8:1, 9).
El Señor lo ha creado todo; no tiene principio (Sal. 93:2) ni fin (Sal. 102:25-27). Él es eterno y superior a los dioses de las naciones, que son solo “obra de manos de hombres” (Sal. 115:4), nada más. Los ídolos “manos tienen, pero no palpan” (Sal. 115:7); mientras que, “en su mano [del Señor] están las profundidades de la tierra [...] y sus manos formaron la tierra firme” (Sal. 95:4, 5).
Varios salmos describen el poder de Dios sobre las fuerzas de la naturaleza, que otras naciones consideraban divinas (por ejemplo, Sal. 29; 93; 104). Estos salmos reafirman la aseveración de que el Señor reina sobre toda la Creación y es supremo en poder y dignidad. Salmo 100:3 ataca una forma sutil de idolatría: la autosuficiencia, subrayando que Dios nos hizo, “y no nosotros a nosotros mismos” (RVR 1960).
La Creación también da testimonio del amor de Dios. Todo lo que existe debe su existencia a Dios, quien también sustenta la vida (Sal. 95:7; 147:4-9). Notemos que Dios no solamente otorgó la existencia a la humanidad, sino además hizo del antiguo Israel “pueblo suyo [...], ovejas de su prado” (Sal. 100:3). La noción de que son “pueblo suyo” y “ovejas de su prado” revela el deseo de Dios de mantener una estrecha relación con su pueblo.
Únicamente el Creador tiene el poder de bendecir y hacer crecer a su pueblo y, por lo tanto, él es el único digno de su adoración y confianza. Numerosos salmos llaman a todo lo que respira, a toda la tierra, al mar y a todo lo que hay en ella, a gritar de alegría ante el Señor.
La gloria de Dios se ve en la Creación, incluso en la Creación terrenal caída, y Salmos nos señala que únicamente Dios es digno de adoración.
“¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?” (Sal. 8:4). ¿Cuál es tu respuesta a Dios como tu Creador? Cuando Dios llama a las estrellas por su nombre (Sal. 147:4), ¿cuánto más crees que Dios se preocupa por ti?
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