UN DÍA EN TUS ATRIOS ES MEJOR QUE MIL FUERA DE ELLOS
Lee Salmo 84:1 al 4. ¿Por qué el salmista anhela habitar en el Santuario?
Sal 84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
Sal 84:3 Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
Sal 84:4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán. Selah
El salmista “anhela” y “ardientemente desea” hacer del Santuario su morada permanente, para poder estar cerca de Dios para siempre (Sal. 84:1, 2). La presencia viva de Dios (Sal. 84:2) hace del Santuario un lugar único. En el Santuario, los adoradores pueden “contemplar la hermosura del Señor” (Sal. 27:4; ver también Sal. 63:2) y estar “satisfechos del bien de tu casa” (Sal. 65:4). En Salmo 84, la felicidad incomparable se alcanza en la relación con Dios, que consiste en alabarlo (Sal. 84:4), hallar fortaleza en él (Sal. 84:5) y confiar en él (Sal. 84:12). El Santuario es el lugar donde se alimenta esa relación mediante el culto y la comunión con los demás creyentes. La presencia viva de Dios en el Santuario permite que los fieles vislumbren el glorioso Reino de Dios y saboreen la vida eterna.
Lee Salmo 84:5 al 12. ¿A quiénes más pueden llegar las bendiciones del Santuario?
Sal 84:5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Sal 84:6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Sal 84:7 Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
Sal 84:8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
Sal 84:9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
Sal 84:10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
Sal 84:11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
Sal 84:12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
Este salmo muestra que las bendiciones de Dios se irradian desde el Santuario. Primeramente, las reciben los que sirven en el Santuario (Sal. 84:4); luego, los peregrinos que van camino al Santuario (Sal. 84:5-10); y finalmente llegan hasta los confines de la Tierra. La espera del encuentro con Dios en el Santuario fortalece la fe de los peregrinos (Sal. 84:7). Mientras que la fuerza del viajero común se debilita bajo la carga del viaje agotador, en el caso de los peregrinos que van camino al Santuario su fuerza aumenta cuanto más se acercan a él.
Incluso cuando se alejan físicamente del Santuario, los hijos de Dios siguen llevando el sello del Santuario de Dios al vivir una vida digna (Sal. 84:11), que caracteriza a los justos que entran en el Santuario del Señor (Sal. 15:1, 2). Al Señor se lo llama “Sol” para indicar que las bendiciones del Santuario, como los rayos del Sol, se extienden hasta los confines de la Tierra (Sal. 84:11). Así, los que permanecen con Dios mediante la fe reciben su gracia, independientemente del lugar donde se encuentren.
Lee Apocalipsis 21:3. ¿Qué esperanza plasmada en el Santuario terrenal se nos revela aquí? ¿Cómo podemos siquiera imaginar cómo será esta experiencia?
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