Lección 13 | Jueves 28 de marzo
LA ALEGRÍA LLEGA POR LA MAÑANA
Lee Salmos 5:3; 30:5; 49:14; 59:16; 92:2; 119:147; 2 Pedro 1:19; y Apocalipsis 22:16. ¿Qué momento del día se describe simbólicamente como el momento de la redención divina, y por qué?
Lee Marcos 16:1 al 8. ¿Qué sucedió en la mañana de la que se habla aquí, y por qué es tan importante para nosotros?
Mar 16:1 Cuando pasó el día de reposo,[a] María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
Mar 16:2 Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.
Mar 16:3 Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
Mar 16:4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.
Mar 16:5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
Mar 16:6 Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.
Mar 16:7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea;(A) allí le veréis, como os dijo.
Mar 16:8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.
Como la estrella de la mañana anuncia el nacimiento de un nuevo día, así la fe anuncia la nueva realidad de la vida eterna en los hijos de Dios (2 Ped. 1:19). A Jesús se lo llama la estrella resplandeciente de la mañana (Apoc. 22:16), a quien esperamos ansiosamente para que establezca su Reino, en el que ya no habrá noche, maldad ni muerte (Apoc. 21:1-8, 25). A fin de cuentas, más que ninguna otra cosa, esto es lo que esperamos cuando hablamos de esperar en el Señor. Y, por cierto, la espera merece la pena.
“Sobre la tumba abierta de José, Cristo había proclamado triunfante: ‘Yo soy la resurrección y la vida’. Únicamente la Deidad podía pronunciar esas palabras. Todos los seres creados viven por la voluntad y el poder de Dios. Son receptores dependientes de la vida de Dios. Desde el más sublime serafín hasta el ser animado más insignificante, todos son abastecidos por la Fuente de vida. Solo el que es uno con Dios podía decir: ‘Tengo poder para poner mi vida, y tengo poder para tomarla de nuevo’. En su divinidad, Cristo poseía el poder para romper las ligaduras de la muerte” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 729).
Se ha dicho que la muerte está grabada en nuestras células desde el nacimiento. Aunque sea cierto, al menos para nosotros, seres caídos, ¿qué nos ha prometido la resurrección de Jesús acerca de la temporalidad de la muerte? ¿Por qué no debemos olvidar nunca lo temporal que es la muerte para nosotros?
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