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Lección 1 | CORAZONES DUROS | Miércoles 2 de octubre


Miércoles 2 de octubre | Lección 1

CORAZONES DUROS

Las señales, las maravillas y los milagros no demuestran por sí mismos que algo provenga de Dios. Pero, por otro lado, cuando en verdad proceden de él, es peligroso rechazarlos.

Lee Juan 5:10 al 16. ¿Qué lecciones podemos extraer de la asombrosa dureza de corazón de los líderes religiosos con respecto a Jesús y al milagro que acababa de realizar?

Jua 5:10  Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado: —Hoy es sábado; no te está permitido cargar tu camilla. 
Jua 5:11  —El que me sanó me dijo: “Recoge tu camilla y anda”—les respondió. 
Jua 5:12  —¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron. 
Jua 5:13  El que había sido sanado no tenía idea de quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente que había en el lugar. 
Jua 5:14  Después de esto Jesús lo encontró en el templo y le dijo: —Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor. 
Jua 5:15  El hombre se fue e informó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado. 
Jua 5:16   Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas en sábado. 
    
Cuando Jesús se reveló al hombre que había sido sanado, este dijo inmediatamente a los líderes religiosos que había sido Jesús. Sin duda, esa era una ocasión para alabar a Dios, pero en lugar de ello, los líderes “perseguían a Jesús, y procuraban matarlo, porque hacía estas cosas en sábado” (Juan 5:16).

Las curaciones eran permitidas en sábado solo en casos de emergencia. Este hombre había estado incapacitado durante 38 años; por lo tanto, su curación no era una emergencia. Además, ¿qué necesidad había de que cargara con su lecho?

Alguien con el poder de Dios para realizar tal milagro también sabía sin duda que no estaba permitido cargar una estera en el día de reposo. Claramente, Jesús estaba tratando de llevarlos a verdades bíblicas más profundas, más allá de las reglas y las regulaciones humanas que, en algunos casos, habían sofocado la verdadera fe.

¿Qué enseñan estos otros relatos acerca de cuán espiritualmente obcecadas pueden ser las personas a pesar de las evidencias? (Juan 9:1-16; Mar. 3:22, 23; Mat. 12:9-14).

 Jua 9:1 A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. 
Jua 9:2  Y sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? 
Jua 9:3  —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. 
Jua 9:4  Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar. 
Jua 9:5  Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. 
Jua 9:6  Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole: 
Jua 9:7  —Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía. 
Jua 9:8  Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sienta a mendigar?» 
Jua 9:9  Unos aseguraban: «Sí, es él.» Otros decían: «No es él, sino que se le parece.» Pero él insistía: «Soy yo.» 
Jua 9:10  —¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron. 
Jua 9:11  —Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé.”Así que fui, me lavé, y entonces pude ver. 
Jua 9:12  —¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron. —No lo sé —respondió. 

Las autoridades investigan la sanidad del ciego

Jua 9:13   Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 
Jua 9:14  Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego. 
Jua 9:15  Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista. —Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió. 
Jua 9:16  Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos.       
Mar 3:22  Los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está poseído por Beelzebú! Expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios.» 
Mar 3:23  Entonces Jesús los llamó y les habló en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 

Mat 12:9  Pasando de allí, entró en la sinagoga, 
Mat 12:10  donde había un hombre que tenía una mano paralizada. Como buscaban un motivo para acusar a Jesús, le preguntaron: —¿Está permitido sanar en sábado? 
Mat 12:11  Él les contestó: —Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo, ¿no la agarra y la saca? 
Mat 12:12  ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en sábado. 
Mat 12:13  Entonces le dijo al hombre: —Extiende la mano. Así que la extendió y le quedó restablecida, tan sana como la otra. 
Mat 12:14  Pero los fariseos salieron y tramaban cómo matar a Jesús. 

¿Cómo podían estar tan ciegos estos líderes religiosos? La respuesta más probable es que ello se debía a sus corazones corruptos, a su falsa creencia de que el Mesías los libraría de Roma, y a su amor al poder y la falta de consagración a Dios. Todo esto contribuyó a que rechazaran la verdad que tenían delante.

Lee Juan 5:38 al 42. ¿Cuál fue la advertencia de Jesús? ¿Qué podemos aprender de estas palabras? Es decir, ¿qué puede haber en nosotros que nos impida percibir las verdades que necesitamos conocer y aplicar a nuestra vida? 

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