Lección 1 | Domingo 29 de septiembre
LA BODA DE CANÁ
Lee Juan 2:1 al 11. ¿Qué señal hizo Jesús en Caná y cómo ayudó así a sus discípulos a creer en él?
Jua 2:2 También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.
Jua 2:3 Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: —Ya no tienen vino.
Jua 2:4 —Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora.
Jua 2:5 Su madre dijo a los sirvientes: —Hagan lo que él les ordene.
Jua 2:6 Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.[h]
Jua 2:7 Jesús dijo a los sirvientes: —Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde.
Jua 2:8 —Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete —les dijo Jesús. Así lo hicieron.
Jua 2:9 El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio
Jua 2:10 y le dijo: —Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.
Jua 2:11 Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Moisés era el líder de los israelitas, y sacó a Israel de Egipto mediante muchas “señales y milagros” (Deut. 6:22; 26:8). Fue a él a quien Dios utilizó para liberar a Israel de los egipcios. Fue, en cierto sentido, su “salvador”.
Dios profetizó a través de Moisés que vendría un profeta que sería como Moisés. Dios pidió a Israel que lo escuchara (Deut. 18:15; Mat. 17:5; Hech. 7:37). Ese “profeta” era Jesús, y, en Juan 2, Jesús realizó su primera señal, que a su vez se remontaba a la liberación de los hijos de Israel de Egipto.
El río Nilo era un recurso clave y una deidad para los egipcios. Una de las plagas iba dirigida al río: sus aguas se convirtieron en sangre. En Caná, Jesús realizó un milagro similar pero, en lugar de convertir el agua en sangre, la convirtió en vino.
El agua procedía de seis tinajas utilizadas para la purificación en los rituales judíos, lo que vincula aún más el milagro con los temas bíblicos de la salvación.
Al relatar el incidente de la conversión del agua en vino, y remitirse así al Éxodo, Juan señalaba a Jesús como nuestro Libertador.
¿Qué pensó el encargado del banquete acerca del vino sin fermentar que le proporcionó Jesús? En efecto, lo sorprendió la calidad de la bebida y, puesto que ignoraba el milagro que Jesús había obrado, pensó que habían dejado lo mejor para el final.
El término griego oinos se utiliza tanto para el zumo de uva fresco como para el fermentado (ver el Diccionario bíblico adventista del séptimo día, p. 1206). Elena de White afirma que el zumo resultante del milagro no era alcohólico (véase “En las bodas de Caná”, en El Deseado de todas las gentes, p. 123). Sin duda, quienes sabían lo que había sucedido estaban asombrados.
¿Qué razones tienes para seguir a Jesús? Se nos han dado muchas, ¿verdad?
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