Lunes 30 de septiembre | Lección 1
LA SEGUNDA SEÑAL EN GALILEA
Durante todo su ministerio terrenal, Jesús realizó milagros que ayudaron a la gente a creer en él. Juan registró estos milagros para que otros también creyeran en Jesús.
Lee Juan 4:46 al 54. ¿Por qué hace el evangelista una conexión con el milagro de las bodas?
Jua 4:47 Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.
Jua 4:48 —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios —le dijo Jesús.
Jua 4:49 —Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo.
Jua 4:50 —Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús—. El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue.
Jua 4:51 Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo.
Jua 4:52 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron: —Ayer a la una de la tarde[u] se le quitó la fiebre.
Jua 4:53 Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Así que creyó él con toda su familia.
Jua 4:54 Ésta fue la segunda señal que hizo Jesús después de que volvió de Judea a Galilea.
Al relatar la segunda señal que Jesús hizo en Galilea, Juan remite a la primera, la de las bodas de Caná. Juan parece decir: “Las señales que hizo Jesús les ayudarán a comprender quién es él”. Luego, añade: “Esta fue una segunda señal que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea” (Juan 4:54).
Al principio, la respuesta de Jesús a la súplica del noble puede parecer dura. Sin embargo, este funcionario había hecho de la curación de su hijo el criterio para creer en Jesús. Jesús leyó su corazón e identificó la enfermedad espiritual que era más profunda que la dolencia mortal de su hijo. Como un rayo caído del cielo, el hombre reconoció de repente que su pobreza espiritual podía costarle la vida a su hijo.
Es importante reconocer que los milagros no demostraron por sí mismos que Jesús era el Mesías. Otros han realizado milagros. Algunos fueron verdaderos profetas; otros, falsos. Los milagros solo revelan la existencia de lo sobrenatural, pero no significan necesariamente que Dios sea quien los hace. Satanás puede hacer “milagros”, si por ello entendemos actos sobrenaturales.
El noble, angustiado, se entregó a la misericordia de Jesús, suplicándole que curara a su hijo. La respuesta de Jesús fue tranquilizadora. Le dijo: “Ve. Tu hijo vive” (Juan 4:50). Aunque el verbo griego está conjugado en tiempo presente en el original (“vive”), algunas versiones lo traducen como futuro (“vivirá”), pues se trata de lo que en gramática griega recibe el nombre de “presente futurista”, usado para describir un acontecimiento futuro, pero tan seguro como si ya estuviera sucediendo. El hombre no se apresuró a volver a su casa, sino que, como evidencia de su fe en Jesús, llegó a casa al día siguiente, y descubrió que la fiebre había abandonado a su hijo el día anterior, exactamente cuando Jesús había dicho esas palabras.
¡Qué razón tan poderosa para creer en Jesús!
Aunque viéramos un milagro, ¿Qué otros criterios debemos tener en cuenta antes de suponer automáticamente que proviene de Dios?
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