Lección 13 | Domingo 22 de septiembre
REGOCIJO EN LA RESURRECCIÓN
Lee Marcos 15:42 a 16:6. ¿Qué ocurre aquí y por qué esta historia es tan relevante para el relato de la resurrección?
Mar 15:43 José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, y que también esperaba el reino de Dios, se atrevió a presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Mar 15:44 Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que[x] había muerto.
Mar 15:45 Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José.
Mar 15:46 Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había comprado, y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
Mar 15:47 María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron.
Mar. 16:1 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús.
Mar 16:2 Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro.
Mar 16:3 Iban diciéndose unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?»
Mar 16:4 Pues la piedra era muy grande. Pero al fijarse bien, se dieron cuenta de que estaba corrida.
Mar 16:5 Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.
Mar 16:6 —No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.
También lo hicieron todos sus discípulos. “Y vueltas, prepararon aromas y perfumes. Pero reposaron el sábado, conforme al mandamiento” (Luc. 23:56), algo que habría sido extraño si Jesús hubiera disminuido la obligación de guardar el cuarto Mandamiento o si así lo hubieran entendido ellas.
El sábado de noche, las mujeres compraron especias y fueron el domingo de mañana al sepulcro con la intención de completar el procedimiento funerario acostumbrado. Por supuesto, ¡Jesús no estaba allí!
Desde tan temprano como el siglo segundo, el cristianismo consideró significativo el hecho de que Jesús resucitó en domingo. Esto se convirtió en el fundamento de la presunta sacralidad del domingo. Pero ¿es eso lo que el Nuevo Testamento enseña?
Lee Colosenses 2:10 al 12. ¿Cuál es el memorial de la resurrección de Jesús según el Nuevo Testamento?
Col 2:11 Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo.
Col 2:12 Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos.
No hay una sola palabra en la Biblia que sugiera la sacralidad del domingo como un recordatorio de la resurrección. Ese recordatorio es el bautismo. “Porque fuimos sepultados junto con él para muerte por medio del bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en nueva vida” (Rom. 6:4).
Independientemente de la teología errónea acerca del culto dominical, debemos como adventistas regocijarnos por la resurrección de Jesús, ocurrida el domingo de mañana. Jesús ha triunfado sobre la muerte en virtud de su muerte y resurrección, y es gracias a esta que estamos seguros de nuestra propia resurrección.
“¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia nos regeneró para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (1 Ped. 1:3). Observa la certidumbre que Pedro tenía acerca de la resurrección de Jesús. ¿Cómo podemos nosotros tener esa misma certeza?
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