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CBA LIBRO DE MARCOS CAPÍTULO 1

CBA Libro de Marcos capítulo 1

1. Principio 
[Ministerio de Juan el Bautista, Mar. 1:1-8 = Mat. 3: 1-12 = Luc. 3: 1-18 . Comentario principal: Mateo y Lucas.] A diferencia de Mateo y Lucas, que narran episodios de los comienzos de la vida de Jesús, Marcos principia el relato de su Evangelio en el momento cuando Jesús empezó su ministerio público. El descenso del Espíritu Santo y el anuncio que hizo Juan de que Jesús era el Mesías señalan inconfundiblemente su bautismo y el comienzo de su ministerio público. Por ende, según Marcos, el Evangelio, la "buena noticia" en cuanto a Jesucristo, principia con el cumplimiento de una profecía del AT relacionada con su bautismo (vers. 2-11). 

Evangelio 
Gr. euaggélion , "buena noticia". La palabra "evangelio" originalmente se refería a la "buena noticia" de que ciertamente el Mesías había venido a la tierra, como fue predicho por los profetas. Después el término fue aplicado al relato de la vida de Jesús, y posteriormente a los diversos documentos, o Evangelios, en los que está preservado ese registro. Probablemente aquí se usa en su sentido más antiguo. 

Hijo de Dios 
La evidencia textual se inclina por (cf. p. 147) la inclusión de estas palabras. Acerca de Jesús como el "Hijo de Dios", ver com. Luc. 1: 35. 

2. Como está escrito 
Al destacar a Jesús de Nazaret como el Mesías, Marcos señala la evidencia que confirma el cumplimiento exacto de una profecía del AT. También hizo esto Jesús mismo (Luc. 24: 25, 27, 44) y, en realidad, así procedieron en general los escritores del NT. En la Biblia se presenta el testimonio de una profecía cumplida como una de las pruebas más poderosas de la verdad de la fe cristiana (Isa. 41: 21-23; 44: 7; 46: 9- 10; ver DTG 740). Las citas que presenta Marcos (cap. 1: 2-3) están tomadas de Mal. 3: 1 e Isa. 40: 3, y concuerdan más de cerca con la LXX que con el texto hebreo. 

Isaías el profeta 
Ver com. Mat. 3: 3. Si bien algunos MSS dicen " "los profetas" , la evidencia textual (cf. p. 147) tiende a confirmar el texto "Isaías el profeta". La cita es de Malaquías e Isaías. Comparar con la referencia general de Mateo al cumplimiento de "lo que fue dicho por los profetas" (ver com. Mat. 2: 23). 

Mensajero 
Juan el Bautista fue el mensajero predicho por Isaías y Malaquías. Su mensaje consistía en el anuncio de que había aparecido el Mesías, "el ángel " [o 'mensajero'] " del pacto" (Mal. 3: 1). 

Delante de tu faz 
Ver com. Mat. 3: 3. Así también, más tarde Jesús envió a los setenta "delante de él " [o 'delante de su faz'] " a toda ciudad y lugar adonde él había de ir" (Luc. 10: 1). 

4. Arrepentimiento 
Ver com. Mat. 3: 2. El bautismo de Juan era un "bautismo de arrepentimiento" porque estaba caracterizado por el arrepentimiento. El acto del bautismo no era garantía de arrepentimiento ni de perdón. Pero el bautismo no era genuino a menos que se caracterizara por esas experiencias. 

5. En el río Jordán 
Detalle que sólo presenta Marcos. 

7. Predicaba 
El anuncio que presentaba Juan del Mesías era una parte característica y acostumbrada de su predicación. 

Encorvado 
Palabra que sólo presenta Marcos para destacar la naturaleza servil de ese acto. Ver com. Mat. 3: 11. 

Correa 
El "calzado" en realidad eran sandalias que más bien protegían la planta del pie (ver com. Mat. 3: 11). La "correa" o "tira" ataba las sandalias al pie. 

9. En aquellos días 
[El bautismo, Mar. 1: 9 -11 = Mat. 3: 13-17 = Luc. 3: 21-23ª. Comentario principal : Mateo.] Es decir, en los días del ministerio de Juan. 

En el Jordán 
Ver com. vers. 5. Marcos se refiere al hecho de que el bautismo fue realizado "en el río Jordán", y que después del bautismo el que había sido bautizado "subía del agua" (vers. 10). Esta es una buena prueba de que el bautismo de Juan era por inmersión. 

10. Luego 
Gr. euthús , "inmediatamente", "en seguida" " (BJ). Euthús es una palabra favorita de Marcos. Comúnmente se cree que Marcos escribió su Evangelio con la ayuda de Pedro (ver p. 551). Si así fue, esta característica puede reflejar el estilo vigoroso, gráfico y chispeante de predicar de Pedro. 

Abrirse 
Gr. sjízo, que es un término más vigoroso que el que usan los otros escritores evangélicos, equivalente a "rasgar en dos". 

13. Con las fieras 
Tales como los lobos de Palestina, jabalíes, hienas, chacales y leopardos. Se mencionan estas fieras quizá para hacer resaltar el aislamiento, la soledad y los peligros del desierto. 

14. Después que 
[ Comienzo del ministerio en Galilea. Mar. 1: 14-15 = Mat. 4: 12 = Luc. 4: 14-15. Comentario principal: Mateo.] Ver la Nota Adicional de Luc. 4; los diagramas de la p. 219. 

15. Tiempo 
Gr. kairós . Esta palabra se refiere a un tiempo particularmente auspicioso (ver Mat. 13: 30; 16: 3; 21: 34; 26: 18; Luc. 19: 44; Juan 7: 6; Rom. 5: 6; Efe. 1: 10). En este caso se trata de la venida del Mesías y del establecimiento de su reino. El término parece haber sido usado frecuentemente con referencia particular a la venida del Mesías y el fin del mundo (ver Mar. 13: 33; Luc. 21: 8; Efe. 1:10; Apoc. 1: 3). El anuncio de Jesús: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado" era igual al mensaje de Juan (ver Mat. 3: 2). El pueblo lo entendía como una declaración de que el reino mesiánico estaba por establecerse. Para el común de la gente, y sin duda también para Juan, esto implicaba el establecimiento de un reino terrenal para los judíos y el triunfo subsiguiente sobre todos sus enemigos (ver DTG 78). A través de todo el ministerio de Jesús continuó esta mala interpretación, y tan sólo fue corregida en la mente de sus discípulos después de la resurrección (ver Luc. 24:13-32; Hech. 1: 6-7), aunque por medio de sus parábolas repetidas veces Jesús había enseñado que el reino que había venido a establecer era fundamentalmente un reino espiritual (ver com. Mat. 4: 17; 5: 3; cf. cap. 13: 1-52). 

El anuncio de Jesús, "el tiempo se ha cumplido", se refería a la profecía de las 70 semanas de Dan. 9: 24-27, cerca de cuyo fin "el Mesías Príncipe" iba a confirmar "el pacto con muchos" y se le quitaría "la vida" (ver DTG 200; CS 373). En los días de Cristo, por lo menos algunos creían que ese período de Daniel estaba terminándose (DTG 23, 25). "Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo" al mundo (Gál. 4: 4). Cuando Jesús comenzó su ministerio, el tiempo estaba maduro para el establecimiento de su reino (DTG 23, 27-28). 

16. Simón 
Ver com. cap. 3: 16. Marcos usa el nombre Simón en el cap. 3: 16, cuando narra el hecho de que Jesús dio a Simón el nombre de Pedro, y después, con una excepción (cap. 14: 37), usa el nombre posterior. 

17. Haré que seáis 
La transformación de pescadores comunes en pescadores de hombres implicaba un largo y lento proceso de preparación. Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran expertos pescadores, pero ahora debían adquirir nuevas habilidades. 

20. Jornaleros 
Zebedeo no fue dejado solo en su trabajo. La aceptación del llamamiento a convertirse en uno de los discípulos de Jesús no significaba que los cuatro hombres de allí en adelante descuidaran sus obligaciones filiales. La presencia de "jornaleros" implica una empresa más bien grande y exitosa. Sólo Marcos registra este interesante detalle de la narración. 

21. Entraron 
[ El endemoniado de la sinagoga, Mar. 1: 21-28 = Luc. 4: 31-37. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p.221; en cuanto a milagros, pp. 198-203.] Literalmente "entran". Con frecuencia Marcos usa el tiempo presente del verbo para añadir un toque de realidad gráfica a su narración. El plural "entraron" incluye a Jesús y a los cuatro discípulos a quienes había llamado. 

Los días de reposo 
Ver com. Luc. 4: 16, 31. El texto griego dice: kái euthús tóis sábbasin, "e inmediatamente en los sábados". La ágil narración de Marcos podría dar la impresión de que los cuatro discípulos habían terminado de pescar en día sábado. "Inmediatamente" (euthús) aquí sencillamente denota el primer sábado después del episodio narrado en Mar. 1: 16-20. 

22. Autoridad 
Esta característica hace resaltar la enseñanza de Cristo en marcado contraste con la de los escribas, y fue comentada vez tras vez por los que escuchaban a Jesús (cf. Mat. 7: 29; Mar. 1: 27; etc.). En vez de ocuparse de lo que los hombres de siglos pasados habían pensado y escrito, y de presentar eso como una autoridad, habla públicamente como teniendo él mismo autoridad, recibida directamente del Padre. Los escribas tenían costumbre de decir que cierto rabí había dicho así y así; Jesús, en cambio, declaraba "os digo" " (Mat. 5: 21-22). Hoy día es cierto, como lo fue entonces, que únicamente la presentación de claras verdades espirituales puede proporcionar curación a las almas enfermas de pecado. 

Escribas 
Los maestros oficiales de la ley y de la tradición. La mayoría de ellos eran fariseos. Esos expositores profesionales de la ley oral y escrita estaban en controversia constante con Jesús (ver Mat. 22: 34-46; 23: 13-14). Frecuentemente hacían gala de minuciosos legalismos con los que procuraban determinar la legitimidad aun de los actos más insignificantes de la vida. Solían explicar las Escrituras en forma tal como para que proyectaran dudas sobre su significado en vez de aclararlo, y se ocupaban de las tradiciones de los padres, que consideraban iguales o superiores a las Escrituras, con lo que invalidaban la ley de Dios (Mar. 7: 9, 13). De ese modo ponían sobre "los hombres" cargas "que no" podían "llevar", pero ni siquiera tocaban una de esas cargas "con un dedo" " (Luc. 11: 46; ver p.57; cf. com. Mat. 2: 4). 

23. Espíritu inmundo 
Gr. pnéuma akátharton . En los Evangelios esta expresión se usa como sinónimo de daimonion (cf. Mat. 10: 1 con Luc. 9: 1), palabra que indica un espíritu superior a los hombres y que en el NT siempre se aplica a un espíritu malo, un demonio o diablo. En los Evangelios se registran seis casos específicos de posesión demoníaca: (1) El hombre de la sinagoga de Capernaúm (ver com. Mar. 1: 21-28), (2) un hombre no identificado que era mudo y endemoniado (Mat. 9: 32-34), (3) los dos endemoniados de Gadara (ver com. Mar. 5: 1-20), (4) la hija de una mujer cananea (ver com. Mat. 15: 21-28), (5) el hijo de un hombre no identificado (ver com. Mar. 9: 14-29) y (6) María (Mar. 16: 9). Además de estos casos específicos, los Evangelios mencionan con frecuencia que Jesús y sus discípulos sanaban a los que estaban afligidos por malos espíritus. En cuanto a la posesión demoníaca en los tiempos del NT, ver Nota Adicional al final del capítulo. 

Dio voces 
Esto ocurrió cuando Jesús estaba hablando de su misión de liberar a los que eran esclavos del pecado y de Satanás (ver MC 60; cf. com. Luc. 4: 18). En este caso, una vez más Cristo se encontró frente a frente con el enemigo a quien había derrotado en el desierto de la tentación (DTG 221). Los presentes estaban escuchando con suma atención el mensaje que daba Cristo, y en esta forma Satanás quiso desviar la atención de la gente de la verdad que estaba hallando terreno fértil, por lo menos en algunos corazones. 

24. ¿Qué tienes con nosotros? 
Literalmente, "¿qué a nosotros y a ti?" Este modismo, típicamente hebreo (ver Juec. 11: 12; 2 Sam. 16: 10), aparece en la LXX virtualmente en la misma forma en que está aquí. Significa, ¿qué tenemos en común? "Posteriormente los endemoniados gadarenos usaron las mismas palabras (Mat. 8: 29; cf. com. Juan 2: 4). Según Mar. 1: 23, 25-26, parece que sólo un espíritu malo se había posesionado del hombre. El pronombre en plural en este versículo quizá aluda a todos los demonios en general, con cuya categoría se identificó este mal espíritu particular. 

Jesús 
Los demonios que estaban en posesión de seres humanos generalmente confesaban que Jesús era el Hijo de Dios (cap. 3: 11-12; 5: 7). Según Santiago, "también los demonios creen, y tiemblan" (Sant. 2: 19), y su conocimiento de la voluntad y de los propósitos de Dios debe de exceder en mucho al de los hombres. 

Destruimos 
Sin duda, este demonio anticipaba con terror el gran día del juicio de Dios (ver Eze. 28: 16-19; Mat. 8: 29). Indudablemente, sabía del " "fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" " (Mat. 25: 41), y temía que Cristo estuviera por ejecutar un castigo divino sobre él (ver 2 Ped. 2: 4; Jud. 6). 

Santo de Dios 
El espíritu malo reconoció en Jesús a Aquel que tenía una estrecha relación con Dios. Otras veces los demonios llamaron a Jesús el "Hijo de Dios" " (Mat. 8: 29; Luc. 8: 28), precisamente el título que indujo a los dirigentes judíos a desear matarlo (Juan 5: 17-18) y finalmente a condenarlo (Mat. 26: 63-68; cf. Juan 10: 30-36). 

25. Reprendió 
Gr. epitimáo; en el NT, "imputar con una falta", "increpar", "amonestar", "censurar". Aunque, Jesús "reprendió" al espíritu inmundo, sin embargo no lanzó un "juicio de maldición" sobre él (Jud. 9). El reproche parece haberse debido a que el espíritu lo llamaba el Mesías. Bien sabía Jesús que exponer públicamente su mesianismo en ese momento tan sólo despertaría en muchos prejuicios contra él. Además, la turbulenta situación política de Palestina produjo muchos falsos mesías que se propusieron acaudillar a sus compatriotas en una rebelión contra Roma (ver Hech. 5: 36-37; cf. DTG 22, 681), y Jesús procuraba evitar ser considerado como un mesías político en el sentido popular. Esto habría enceguecido a la gente en cuanto a la verdadera naturaleza de su misión y hubiera dado a las autoridades un pretexto para poner fin a sus actividades. 

Otra razón por la cual Jesús evitaba ser aclamado como el Mesías era que deseaba que los hombres lo reconocieran como tal mediante un conocimiento personal: observando su vida perfecta, escuchando sus palabras de verdad, presenciando sus extraordinarias obras y reconociendo en todo eso el cumplimiento de profecías del AT. Evidentemente, tenía en cuenta esto cuando respondió a los discípulos de Juan el Bautista en la forma en que lo hizo (Mat. 11: 2-6). 

26. Sacudiéndole con violencia 
Gr. sparásso , palabra usada en la antigua terminología médica para las convulsiones del estómago al vomitar. Aquí podría traducirse como ,"atacándolo" o "convulsionándolo", y podría indicar que el hombre fue derribado al suelo. Se usa la misma palabra repetidas veces aplicándola a los accesos convulsivos sufridos por los posesos de demonios (Mar. 9: 20, 26; Luc. 9: 39). El ataque puede haber sido un intento del demonio para matar a la infortunada víctima. Esta escena significó un notable contraste entre la posesión demoníaca y el estado normal de dominio propio que siguió. 

27. Con autoridad 
Jesús no sólo predicaba con autoridad (Mat. 7: 29; Mar. 1: 22), sino que también actuaba con autoridad. Los exorcistas judíos se valían de encantamientos, hechizos y otros procedimientos propios de la superstición en su esfuerzo por expulsar malos espíritus. Jesús hablaba una sola palabra, y los demonios salían inmediatamente. Los espíritus, tanto como los hombres, reconocían la autoridad del Hijo de Dios. 

La curación del hijo del noble había conmovido la ciudad de Capernaúm (ver com. Juan 4: 53). Ahora sus habitantes fueron testigos de una manifestación aun mayor del poder de Dios. 

28. Fama 
Gr. akoé, "lo que es oído". Esta palabra se parece mucho en su significado a nuestros términos "informe", "noticia". Rápidamente Jesús llegó a ser un personaje bien conocido en Galilea (cf. Luc. 4: 14-15, 37; 5: 15, 17). 

29. Al salir 
[ La suegra de Pedro; los enfermos sanados al anochecer. Mar 1: 29-34 = Mat. 8: 14-7 = Luc. 4: 38-41 . Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221. En cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Gr. euthús; ver com. vers. 10. 

Casa de Simón 
Durante su ministerio en Galilea, Jesús posó en la casa de Simón Pedro repetidas veces (cf. DTG 224, 232). Su orden a los doce de que quedaran en una casa durante su permanencia en una ciudad (Mar. 6: 10), sin duda correspondía con su propia práctica. 

30. La suegra de Simón 
Pedro es el único de los doce de quien específicamente se menciona que estaba casado, aunque en vista de que la mayoría de los judíos se casaban, se cree que, si no todos, la mayoría de los otros discípulos también tenían esposas. 

Este es el primer milagro registrado por los tres autores sinópticos. El relato de Marcos provee varios detalles que faltan en los otros. 

Acostada con fiebre 
Gr. purésso, derivado de pur, que significa "fuego". Así, un "antipirético" es un medicamento contra la fiebre. Lucas, como médico, diagnosticó esta aflicción como "una gran fiebre" " (ver com. Luc. 4: 38). Debido a los pantanos que había no lejos de Capernaúm cuyo clima era subtropical, se supone que podría haberse tratado de un caso de malaria o paludismo. 

En seguida 
Gr. euthús (ver com. vers. 10). Los discípulos demostraron su confianza en Jesús al recurrir inmediatamente a él en un momento de angustia física. 

31. La tomó de la mano 
Este acto fue un toque personal de amable simpatía empleado comúnmente por Jesús (Mat. 9: 25; Mar. 5: 41; 8: 23; 9: 27). La mujer sanó ante el contacto con el poder divino, mediante la fe. El alma que está enferma de pecado también necesita sentir el toque de una mano que exprese cálida simpatía. 

Inmediatamente 
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de esta palabra aquí. (No está en el texto de la BJ.) Sin embargo, en Luc. 4: 39 se registra que la suegra de Pedro se levantó "al instante". Además, en los tres relatos (de Mateo, Marcos y Lucas) se ve que ella pudo seguir con las actividades de su hogar antes de la puesta del sol. Una fiebre prolongada generalmente debilita a la víctima, y se necesita un lapso antes de que las fuerzas vitales del cuerpo recobren su vigor normal; pero la curación de esta mujer evidentemente fue instantánea. 

32. Luego que el sol se puso 
Es evidente que, comprendiendo que la expresión "al llegar la noche" no era suficientemente definida entre los judíos para ubicar el momento al que se estaba refiriendo, Marcos añade este comentario explicativo adicional. Algunos comentadores han considerado esta expresión añadida como una tautología, pero no es así debido a que la frase traducida "al llegar la noche" es relativamente indefinida. 

El motivo de la precisión de Marcos en cuanto al tiempo en que los enfermos de la ciudad fueron llevados hasta la puerta del hogar de Pedro, quizá se deba a que la ley rabínica prohibía toda atención a los enfermos en el día sábado, salvo casos de emergencia (ver com. Juan 5:10; 7: 23; 9: 14). Excepto en los casos de extrema urgencia, cuando la vida misma estaba en juego, los actos de curación eran considerados como un trabajo y, por lo tanto, inapropiados para el día sábado (ver com. Luc. 13: 10-17). 

El hecho de que los tres autores sinópticos describan este episodio con bastante prolijidad, implica que fue una ocasión memorable para todos los discípulos. Los doce habían quedado amargamente chasqueados por la recepción que hasta ese momento recibía el ministerio de Jesús, especialmente en Judea y en Nazaret. Esta demostración de confianza pública en su Maestro debe haber fortalecido mucho la fe de ellos. 

33. Toda la ciudad 
Un vívido detalle sólo mencionado por Marcos. Esto no significa necesariamente que todas las personas que vivían en Capernaúm fueron al hogar de Pedro, sino que se trata de una descripción hiperbólica de las multitudes que acudieron. 

34. Demonios 
Gr. daimónion (ver com. vers. 23 y la Nota Adicional al fin del capítulo). 

No dejaba 
En cuanto a la razón para esto, ver com. vers. 25. 

35. Muy de mañana 
[ Primer recorrido por Galilea. Mar. 1: 35-39 = Mat. 4: 23-25 = Luc. 4: 42-44. Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221.1 Gr. proí, "de madrugada" (BJ). Este término generalmente se usaba para referirse a la última vigilia de la noche, de las 3 a las 6 de la mañana (ver Mar. 16: 2, 9; Juan 20: 1). Como era el comienzo del verano, el sol salía alrededor de las 5, y la primera luz del alba podía ser visible más o menos a las 3: 30 en la latitud de Capernaúm. Ver p. 52. 

Siendo aún muy oscuro 
El griego indica que era noche cerrada, que en este caso correspondería con la primera parte de la vigilia matinal. Jesús debe haber dormido muy poco, pues ya era tarde en la noche antes de que se fueran las multitudes que habían llevado sus enfermos a la puerta del hogar de Pedro (DTG 224). 

Un lugar desierto 
Jesús procuraba estar solo, donde no pudieran encontrarlo las multitudes (cf. DTG 330). 

Oraba 
Ver com. cap. 3: 13. Una de las resaltantes y significativas características de Cristo era que oraba con frecuencia y con eficacia. Muchas veces durante su vida terrenal, Jesús destacó que "no puede el Hijo hacer nada por sí mismo" (Juan 5: 19; cf. vers. 30). Las maravillosas obras que realizaba eran hechas mediante el poder del Padre (DTG 117). Las palabras que hablaba le eran dadas por el Padre (Juan 8: 28). "Todo acto de la vida terrenal de Cristo se realizaba en cumplimiento del plan trazado desde la eternidad. Antes de venir a la tierra, el plan estuvo delante de él, perfecto en todos sus detalles. Pero mientras andaba entre los hombres, era guiado, paso a paso, por la voluntad del Padre" (DTG 121; ver com. Luc. 2: 49). El plan para su vida era desplegado ante él día tras día (DTG 198). 

36. Le buscó 
Gr. katadióko "seguir con perseverancia", y "buscar diligentemente". No era una mera búsqueda incidental de Jesús. Sin duda, sus discípulos estaban ansiosos de llevar de nuevo ante las multitudes a su Maestro hacedor de milagros, para que pudiera incrementar aún más su fama. Pareciera que pensaban que Jesús estaba perdiendo preciosas oportunidades para ganar seguidores y para aumentar la popularidad de su causa. Pero los motivos de ellos no concordaban con el propósito por el cual se habían realizado los milagros (ver p. 199; com. vers. 38). 

Simón 
Se menciona a Pedro por nombre, ya fuera porque se lo reconocía como cabeza del grupo o porque como se cree generalmente Marcos registra el relato tal como se lo refirió Pedro a él (ver p. 551). 

Con él 
Quizá esto incluya por lo menos a Andrés, hermano de Pedro, a Jacobo y a Juan, los cuatro hombres que oficialmente hasta este momento habían sido llamados para ser discípulos. Se los menciona como que habían estado en el hogar de Pedro el día anterior (vers. 29). 

38. Vamos 
Jesús tuvo la intención de apartarse ante la súbita ola de popularidad que estaba por ocultar los verdaderos propósitos de su ministerio. El acceder al torpe clamor del pueblo hubiera traído un resultado más negativo que positivo, y rehusó caer en esa trampa. Jesús consideraba que sus milagros eran un medio de llamar la atención de los hombres al hecho de que necesitaban la curación del alma, pero las multitudes no veían 560 más allá de los milagros en sí mismos. En su ceguera, confundían los medios con el fin; pero los medios sin el fin tan sólo tenderían a apartarlos más que nunca de] reino que Cristo había venido a proclamar. A menos que se desvanecieran esos falsos conceptos en cuanto a su obra, todos los esfuerzos de Cristo serían vanos. Ver com. vers. 36. 

Para esto he venido 
O "para eso he salido" " (BJ). Aquí parecería que Cristo se refiere a su salida de la ciudad de Capernaúm para ir a "un lugar desierto" (vers. 35), antes que a su descenso del cielo a la tierra. Sin embargo, el pasaje paralelo de Lucas (cap. 4: 43) implica que Jesús en este momento se refería a su misión en la tierra. En otras ocasiones se refirió específicamente a su venida desde el lado de su Padre, en relación con su misión considerada en forma global (ver Juan 10: 10; 18: 37; 19: 10). 

39. Predicaba 
Así comienza el relato de Marcos del primer viaje misionero por Galilea, que empezó quizá por junio o julio del año 29 d. C. (ver DMJ 7-8; la Nota Adicional de Luc. 4). En sus escritos, Josefo menciona unos 200 pueblos y aldeas de Galilea, de modo que había amplia oportunidad para una extensa y prolongada campaña, lejos de las ciudades mayores que se agrupaban a lo largo de la orilla occidental del mar de Galilea. Así como sucedió en los comienzos del ministerio en Judea, acerca del cual los autores de los sinópticos dicen poco o nada, es probable que el primer recorrido misionero fuera más extenso y más prolongado que lo que indicaría la breve atención que se le da (ver com. Mar. 2: 1). Marcos registra sólo un hecho específico en el primer viaje (cap. 1: 40-45), pero el resumen que hace de los resultados de este viaje (vers. 45) indica que hubo un período exitoso en el ministerio de Cristo que abarcó varias semanas, y quizá hasta dos o tres meses. 

En las sinagogas de ellos 
Ver pp. 57-58. Como Jesús era un rabino visitante popular, se le pedía que participara en los servicios y que hablara, como en el caso de Nazaret (Luc. 4: 16-27) y el de Capernaúm (Mar. 1: 21-22). 

En toda Galilea 
Mateo (cap. 4: 23-25) se refiere más detenidamente a la extensión y a la influencia del primer viaje misionero. 

En total, Jesús realizó tres viajes misioneros en Galilea entre la pascua del año 29 d. C. y la del año 30 d. C. Este fue el período del ministerio en Galilea (ver diagrama p. 221). 

No se sabe con seguridad si en el primer viaje Jesús fue acompañado por alguien más que los cuatro discípulos a los cuales acababa de llamar junto al mar de Galilea (Mar. 1: 16-20). Son los únicos específicamente mencionados como que hubieran estado con Jesús el día anterior a su partida de Capernaúm (vers. 29). Otros pueden haber comenzado a seguirlo durante el transcurso de su primer viaje, puesto que la elección formal de los doce se realizó antes del comienzo del segundo viaje (cap. 3: 13-19). 

En el primer viaje, Cristo proclamó el inminente establecimiento del "reino de Dios" (Luc. 4: 43), lo que era básico para todas sus enseñanzas posteriores. 

40. Un leproso 
[ El primer leproso, Mar. 1: 40-45 = Mat. 8: 2-4 = Luc. 5: 12-16 . Comentario principal: Marcos. Ver mapa p. 208; diagrama p. 221; en cuanto a los milagros, pp. 198-203.] Hay diferencia de opiniones en cuanto a si este milagro ocurrió después del Sermón del Monte, como en Mateo, o en el transcurso del primer viaje por Galilea, como aparece aquí. Por lo general, Marcos sigue lo que parece ser un orden más aproximadamente cronológico de los sucesos, mientras que Mateo con frecuencia se desvía de un orden cronológico para seguir un orden temático. Por lo tanto, el orden presentado en Marcos parece ser preferible. Por esta razón, la curación del leproso quizá es el único hecho específico registrado en relación con el primer viaje por los pueblos y aldeas de Galilea (ver pp. 181-182, 268). 

Mateo (cap. 8: 2-4) y Lucas (cap. 5: 12-16) también registran este milagro, pero el relato de Marcos es más vívido y detallado. Posteriormente, Jesús repetidas veces sanó a leprosos (Mat. 26: 6; Luc. 7: 22; 17: 12-14; cf. DTG 511) y autorizó a sus discípulos para que hicieran lo mismo (Mat. 10: 8). 

En cuanto a la naturaleza de la "lepra" en los días de la antigüedad, ver t. I, p. 776. Con referencia al diagnóstico de la lepra y a las leyes rituales de aislamiento de los leprosos y de su purificación, ver com. Lev. 13 y 14. 

El concepto popular de los judíos era que la lepra sobrevenía como un castigo divino a causa del pecado (ver com. Lev. 13: 2). Por eso creían que el hombre en ninguna manera debía interferir con los decretos de Dios tratando de aliviar o curar la enfermedad, y que no lo lograría aunque lo intentara. Por lo tanto, se suponía que la lepra era una manifiesta manifestación externa de un pecado interno, y el que sufriera de ella no sólo era un paria moral y social, sino también era considerado como abandonado por Dios (cf. DTG 227). 

Si quieres. 
Quizá acudían a la mente de ese afligido tres grandes obstáculos, cualquiera de los cuales podría haber sido suficiente para hacer que pareciera remota y quizá imposible la perspectiva de curación. En primer lugar, hasta donde se sepa, no había registro de un leproso que fuera sanado desde los días de Eliseo, unos ocho siglos antes. El segundo obstáculo debe haber parecido aún más formidable. Según la creencia popular, el leproso estaba bajo la maldición de Dios. ¿Estaría dispuesto Jesús a sanarlo? El tercer obstáculo presentaba un problema más práctico. ¿Cómo podría acercarse a Jesús para presentar su pedido? Doquier iba Jesús, la gente se amontonaba en torno de él, y la ley ritual prohibía estrictamente que un leproso se aproximara a otros o se mezclara con ellos. 

Puedes limpiarme. 
Gr. katharízo, "limpiar", y no therapéub, "curar", "sanar". Tanto en los tiempos del AT como en los del NT, se hacía referencia a los leprosos como inmundos que necesitaban ser "limpiados", a diferencia de un "enfermo", que necesitaba ser "sanado". Esta diferencia de términos refleja la idea de que la lepra no se parecía a otras enfermedades, y que la diferencia consistía esencialmente en una impureza moral y ritual. 

41. Le tocó. 
Una mano extendida para tocar al enfermo era un ademán familiar relacionado con la curación (2 Rey. 5:11; Mat. 8:15). Jesús sabía que ese hombre era leproso, y sin embargo lo tocó sin temor. 

Sé limpio. 
Se suponía que ningún ser humano podía curar la lepra, y el hecho de que Jesús lo hiciera implicaba que tenía poder para eliminar su supuesta causa: el pecado. Jesús había venido a la tierra con el propósito específico de limpiar el alma de pecado. 

42. Al instante. 
Esto, en sí mismo, era una parte importante del milagro. Todo sucedió ante los mismos ojos de la multitud. Las llagas del doliente se sanaron, sus músculos se vigorizaron, sus nervios recobraron la sensibilidad (DTG 228). 

43. Le encargó rigurosamente. 
Gr. embrimáomai , "estar profundamente conmovido", "amonestar urgentemente". Este verbo se ha traducido como "se estremeció" ( "se conmovió" , BJ) en Juan 1 l: 33 y "murmuraban" ( "refunfuñaban" , BJ) en Mar. 14:5, y siempre indica tina emoción violenta. Los escritores de los Evangelios la usan refiriéndose a Cristo sólo en otras dos ocasiones (Mat. 9:30 y Juan 11:33, 38). Sólo en casos muy raros Jesús asumió una actitud severa (Mat. 23:13-33; Juan 2:13-17; cf. DTG 319). Las razones para la indudable severidad de Jesús en esta ocasión se aclaran en Mar. 1:45. 

44. No digas a nadie. 
Probablemente varios factores influyeron en Jesús para que le ordenara al leproso que no dijera nada de lo que había sucedido y para enviarlo "luego" " (vers. 43) a presentarse a los sacerdotes. En primer lugar, se necesitaba actuar prestamente para que el hombre pudiera llegar a los sacerdotes antes de que ellos supieran quién lo había sanado. Sólo así podía esperar él una decisión imparcial, pues si los sacerdotes sabían que era Jesús el que lo había sanado, podrían negarse a certificar que estaba limpio. Sus propios intereses hacían que se necesitara silencio y rapidez. 

También, si los muchos leprosos de la región llegaban a oír acerca del poder de Jesús para librarlos de su enfermedad, sin duda acudirían a él y harían más difícil su ministerio para el pueblo en general. Además, Jesús demandaba como requisito previo un sincero sentido de necesidad de parte del afligido, una medida de fe, arrepentimiento del pecado, y la resolución de conformar la vida con la voluntad de Dios de allí en adelante (ver Mar. 5:34; Juan 4:49-50; cf. DTG 229, 232- 233). 

Otra razón importante por la que Jesús le dijo al leproso sanado que no dijera nada, era porque el Maestro procuraba evitar que se creara la reputación de que era tan sólo un taumaturgo. El relato evangélico demuestra que consideraba los milagros como secundarios; su primer gran propósito era la salvación de las almas. Cristo siempre exhortaba a los hombres a que buscaran primero el reino de los cielos teniendo la plena confianza de que su Padre celestial les añadiría las bendiciones materiales que pudieran necesitar (Mat. 6:33). 

En Mat. 9:30; 12:16; Mar. 5:43; 7:36; 8:26 se encuentran varios ejemplos cuando Jesús, por éstas y otras razones, prohibió que se divulgaran los relatos de los milagros que realizaba. 

Muéstrate. 
De acuerdo con la ley mosaica, cada leproso limpiado debía mostrarse a los sacerdotes, quienes eran los funcionarios de salud pública. Tenían el deber de diagnosticar la lepra, ordenar el aislamiento, determinar si se había producido la limpieza, y, de ser así, extender un certificado en ese sentido (Lev. 14). 

Al recibir un certificado tal de los sacerdotes, el leproso obtenía lo que era importantísimo para el reconocimiento oficial de que había ocurrido un verdadero milagro (DTG 230). El mismo era un testimonio viviente de lo que había acontecido. De esa forma, muchos sacerdotes quedaron convencidos de la divinidad de Cristo por ésta y por otras evidencias (DTG 231). Después de la resurrección, muchos de los sacerdotes profesaron tener fe en él (Hech. 6:7). 

La orden que dio Jesús al leproso de que siguiera los requisitos de la ley demuestra que no se oponía a las leyes de Moisés. El mismo había nacido "bajo la ley" (Gál. 4:4; ver com. Mat. 23:2-3). Pero manifestó una categórica oposición a las tradiciones que los escribas habían elaborado en torno de los preceptos mosaicos, mediante las cuales habían invalidado tanto la letra como el espíritu de lo que Dios había impartido a Moisés (ver Mat. 15:3; Mar. 7:8-9; cf. DTG 360-364). Al enviar al leproso ante los sacerdotes, sin duda, Cristo tenía el propósito de demostrarles a ellos y al pueblo que reconocía las leyes que él mismo había impartido a Moisés mucho antes. En esa forma esperaba refutar las falsas acusaciones hechas por los sacerdotes, los guardianes oficiales de la ley Así los que entre ellos eran honrados de corazón podrían ver que la acusación de deslealtad a la ley de Moisés era falsa, y podrían ser inducidos a reconocerlo como el Mesías (DTG 230). 

Para testimonio. 
Es decir, un testimonio del poder divino que manifestaba Jesús, de su cordial interés en las necesidades de la humanidad, de su respeto por las leyes de Moisés y de los dirigentes judíos como guardianes y ejecutores de la ley; y, por encima de todo, de su poder para liberar a los hombres del pecado y de la muerte. 

A ellos. 
No es enteramente claro si esto se refiere a los sacerdotes o al pueblo en su conjunto, incluso los sacerdotes. Sin embargo, el contexto parece indicar que se refiere a los sacerdotes. Las cosas que Moisés ordenó debían ser ofrecidas a ellos "para testimonio". El pueblo había visto la evidencia manifestada delante de sus ojos; pero los sacerdotes no la habían visto. De modo que si el leproso sanado cumplía con la ley ritual, testificaría de las cosas acerca de las cuales Cristo deseaba que los sacerdotes prestaran atención. Por supuesto, la decisión sacerdotal constituiría un testimonio legal permanente ante todo el pueblo una vez que la gente se hubiera enterado del testimonio oficial. 

45. Publicarlo mucho. 
O "pregonar con entusiasmo" (BJ). No comprendiendo cómo su desobediencia en cumplir con la orden de quedar callado estorbaría la obra de Cristo, y consolándose con el pensamiento de que la modestia de Jesús era lo único que estaba de por medio, el que había sido leproso habló mucho del poder de Aquel que lo había sanado. 

Ya Jesús no podía. 
Este milagro, o más bien su resultado, parece haber señalado la terminación del primer viaje misionero de Cristo por los pueblos y las aldeas de Galilea. Se vio obligado a cesar la obra por un tiempo (DTG 230). 

La ciudad. 
Literalmente "una ciudad" ( "ninguna ciudad" , BJ). Es decir, en cualquier ciudad o pueblo. 

Los lugares desiertos. 
"Lugares solitarios" (BJ). No hay ningún indicio que nos permita saber cuáles fueron esos lugares donde Jesús se retiró. Quizá Cristo permaneció cerca de las partes más pobladas de la zona, quizá fue a la zona montañosa a pocos kilómetros al oeste del mar de Galilea. Algunos días después, una vez más estaba en Capernaúm (cap. 2: 1), en la casa de Pedro (DTG 232). 

Venían. 
La forma del verbo griego implica que la gente continuaba viniendo. Estaban entusiasmados, pero desafortunadamente su celo era un fuego fatuo y no entendían bien el propósito de Cristo al hacer sus milagros (ver p. 199). 


NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 1 

Para algunas personas resulta muy difícil aceptar que los malos espíritus, o demonios, puedan posesionarse de los seres humanos. Por eso atribuyen los fenómenos de lo que la Biblia llama posesión demoníaca a causas naturales, especialmente a diversas enfermedades físicas y nerviosas, tales como epilepsia y locura. Otros, que aceptan como reales las afirmaciones de los Evangelios acerca de la posesión demoníaca, no siempre han tomado en cuenta la naturaleza y la relación de las enfermedades físicas y nerviosas acompañantes. En esta nota se procurará explicar el problema en lo que concierne tanto al dominio satánico de las vidas de todos los impíos en general, como al sentido más restringido de posesión demoníaca, con sus manifestaciones somáticas y psíquicas acompañantes. 

El dominio del Espíritu Santo.- 
Por medio de la obra del Espíritu Santo (1 Cor. 3: 16; 6: 19; 2 Cor. 6: 16; Efe. 2: 22) Cristo mora en la mente de aquellos que, por su propia y libre elección, desean servirle (2 Cor. 5: 14; Gál. 2: 20; Col. 1: 27; etc.; cf. DMJ 142-143). A medida que, mediante la cooperación de ellos, Cristo obra en sus vidas tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (Fil. 2: 13), predomina un poder que proviene de lo alto y que coloca las tendencias naturales en armonía con los principios divinos (Rom. 8: 29; Gál. 5: 22-23; 2 Tes. 2: 14). Sólo los que así entregan el dominio de su mente a Dios, en todo el sentido de la palabra, pueden tener una "mente sana" y disfrutar de una estabilidad mental y emotiva completa y verdadera (ver 2 Tim. 1: 7; cf. Isa. 26: 3-4). Nadie que elige el servicio de Dios será dejado a merced del poder de Satanás (M(, 61-62; cf. DTG 23). Fortalecidos por el poder divino, se vuelven invulnerables contra los ataques de Satanás (DTG 179, 291). 

El dominio de un espíritu malo.- 
Por otro lado, todos los que rechazan la verdad, o la desprecian, demuestran que obedecen al maligno (MC 61; DTG 289, 308). Los que persistentemente rehusan obedecer las insinuaciones del Espíritu Santo, o las descuidan entregándose, en cambio, al dominio de Satanás, desarrollan un carácter que cada vez se parece más al del maligno (Juan 8: 34, 41, 44; DTG 304, 396). La conciencia y la facultad de elección establecen un molde de conducta basado en los principios de Satanás (ver Rom. 6: 12-16; DTG 221). A medida que los hombres así se separan progresivamente de la influencia y del dominio del Espíritu Santo (ver Efe. 4: 30; com. Exo. 4: 21), finalmente se encuentran del todo a merced del diablo (ver DTG 221, 290-291; cf. 601, 645; Juan 6: 70). Retenidos firmemente por una voluntad más fuerte que la de ellos, por sí mismos no pueden escapar del poder del maligno (MC 62). Automáticamente piensan y proceden como Satanás les ordena. Cada vez que la Inspiración hace resaltar la causa, declara que la posesión demoníaca es el resultado de una vida mala (DTG 221). La fascinante carrera de placeres mundanos termina en las tinieblas de la desesperación o en "la locura de un alma arruinada" (DTG 222). 

Grados de dominio demoníaco.- 
El proceso de la formación del carácter es gradual, y, por lo tanto, hay grados de dominio o posesión, ya sea del Espíritu Santo o de los malos espíritus (Rom. 12: 2). Todos los que no se entregan sin reservas para que el Espíritu Santo more en ellos, están, en mayor o menor grado, bajo el dominio -en la posesión- de Satanás (ver Luc. 11: 23; Rom. 6: 12-16; 2 Ped. 2: 18-19; DTG 291, 308). Todo lo que no esté en armonía con la voluntad de Dios -todo intento de perjudicar a otros, cada manifestación de egoísmo, cada intento de fomentar principios erróneos- en cierto sentido de la palabra, es una prueba de dominio o posesión del demonio (DTG 213, 308). Cada vez que hay una entrega al mal, el resultado es un cuerpo debilitado, una mente más oscurecida, un alma más degradada (DTG 308). Con todo, en cada punto del proceso de su formación "el carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecuten, sino por la tendencia de las palabras y de los actos habituales de la vida diaria" (CC 58). De modo que la principal diferencia entre los que responden en forma ocasional y los que responden habitualmente a las insinuaciones de Satanás es una diferencia de grado y no de clase. La vida del rey Saúl es un ejemplo claro de lo que sucede a quienes se someten al dominio de los demonios (1 Sam. 13: 8-14; 15: 10-35; 16: 14-23; 28: 1-25; PP 733-736). 

Formas de dominio demoníaco.- 
No sólo varía el grado de dominio o de posesión del demonio, sino también la forma en que se manifiesta. A veces Satanás puede llevar a cabo sus siniestros propósitos más eficazmente permitiendo que su víctima retenga sus actividades mentales y físicas bastante intactas y simule piedad. Otras veces, el diablo pervierte la mente y el cuerpo y conduce a la víctima a senderos manifiestamente indignos y malos. Los que sólo están parcialmente bajo el dominio de los demonios, o que no manifiestan síntomas que generalmente se relacionan con la posesión demoníaca, con frecuencia son más útiles para el príncipe del mal que aquellos que más claramente están bajo su dominio. El mismo espíritu malo que poseía al endemoniado de Capernaúm también dominaba a los Judíos descreídos (ver Juan 8: 44; DTG 221; cf. 290, 671, 695-696, 708). judas estuvo "poseído" por el diablo en una forma similar (ver DTG 260, 601; Luc. 22: 3; Juan 6: 70-71; 13: 27; cf. Mat. 16: 23). En casos como éstos, la diferencia principalmente radica en la forma en que los demonios manifiestan su presencia y su poder. 

Posesión demoníaca y el sistema nervioso humano. 

Cualquiera sea el grado o cualquiera sea la forma en que los demonios logran el dominio sobre un ser humano, lo hacen mediante el sistema nervioso. Mediante las facultades superiores de la mente -la conciencia, el poder de elección y la voluntad- Satanás toma posesión de la persona. Mediante el sistema nervioso el maligno ejerce dominio sobre sus súbditos. La posesión demoníaca no puede realizarse a menos que sea por el sistema nervioso, pues mediante él Satanás tiene acceso a la mente y a su vez domina el cuerpo (cf. Luc. 8: 2; DTG 521). Puesto que el sistema nervioso mismo es la primera parte del ser que es afectada por la posesión demoníaca, algunas veces se ven en la persona diferentes afecciones nerviosas, desde un simple nerviosismo hasta la demencia total. Tales males, con frecuencia, son el resultado de entregarse, en una forma u otra, a la influencia y a las sugestiones de Satanás. Sin embargo, las enfermedades del sistema nervioso no acompañan necesariamente la posesión demoníaca, ni son necesariamente una señal de una posesión tal, como tampoco lo son la sordera y la mudez, las que, a veces también acompañan a la posesión demoníaca. 

Cada caso de posesión demoníaca descrito en El Deseado de todas las gentes es presentado específicamente con implicación de alguna forma de desorden mental que popularmente se describe como locura, y se destaca que esa condición es el resultado de la posesión demoníaca. Por ejemplo, se describe al hombre poseído por el demonio en la sinagoga de Capernaúm como "loco" y su aflicción como "locura" (DTG 220-221). También se habla de los endemoniados de Gadara como de "locos" y "desaforados" y se dice que sus mentes estaban "extraviadas" (DTG 304; CS 568). Al pie del monte de la transfiguración estaba un muchacho poseído del demonio. De él sólo se dice que era "endemoniado" (DTG 396; Mar. 9:18). Los síntomas que se mencionan específicamente son contorsiones del rostro, alaridos, mutilaciones del cuerpo, ojos que despiden como chispas, crujir de dientes, espuma en la boca y convulsiones (Mar. 1: 26; 9: 18-26; Luc. 4: 35; 8: 29; DTG 221, 303, 396). En cada caso, la expulsión de los malos espíritus fue acompañada por un cambio instantáneo y evidente. Hubo una restauración del equilibrio mental y de la salud física en lo que habían sido afectados; volvió la inteligencia (DTG 221, 304), los afligidos se vistieron nuevamente y volvieron en sí (Mar. 5: 15; Luc. 8: 35; DTG 304), y la razón les fue restaurada (DTG 396, 521). 

El caso del muchacho poseído del demonio, de Mar. 9: 14-29, merece atención especial. La descripción que se hace del episodio se parece notablemente a una convulsión epiléptica (vers. 18- 20). Pero afirmar que sencillamente se trataba de epilepsia, es rechazar las claras afirmaciones de las Escrituras de que el muchacho era un poseído del demonio. Los escritores de los Evangelios son igualmente explícitos al describir un caso de lo que ciertamente parece ser epilepsia y atribuirlo a posesión demoníaca. 

La posesión demoníaca y las dolencias físicas.- 

En ciertos casos de posesión demoníaca también había dolencias físicas acompañantes, de una clase o de otra (ver Mat. 9: 32; 12: 22; Mar. 9: 17). Es digno de notar que las dolencias físicas específicamente mencionadas -ceguera y mudez- parecen haber estado relacionadas con los nervios sensoriales y motores de las partes afectadas. Otros males físicos quizá también fueron el resultado de posesión demoníaca. Los que se entregaban, en mayor o menor grado, a la influencia y al dominio de Satanás, pensaban y vivían de una manera tal como para depravar el cuerpo, la mente y el alma (DTG 221, 308; etc.). 

Señales distintivas de posesión demoníaca.- 

Hasta donde lo ha indicado la Inspiración, las diversas manifestaciones de dolencias físicas y mentales que indicaban posesión demoníaca, en sí mismas y por sí mismas, no eran diferentes de manifestaciones similares atribuibles a causas naturales. Indudablemente, la diferencia no estaba en los síntomas nerviosos y físicos manifestados, sino en el instrumento que los causaba. La Inspiración atribuye esos síntomas a la presencia directa y a la obra de los malos espíritus (CS 568). 565 Pero en sí mismas y por sí mismas las diversas dolencias físicas y mentales no constituían lo que los Evangelios describen como posesión demoníaca. Eran el resultado de la posesión demoníaca. 

Sin duda, la creencia popular identificaba los resultados de la posesión demoníaca con la posesión demoníaca misma. Pero el argumento de que, debido a su ignorancia, los escritores de los Evangelios atribuyeron equivocadamente diversas dolencias físicas y nerviosas a la obra de los malos espíritus es rebatido, porque ellos claramente distinguían entre los males comunes corporales por un lado y la posesión demoníaca por el otro (Mat. 4: 24; Luc. 6: 17-18; 7: 21; 8: 2). La realidad de la posesión demoníaca también es confirmada por el hecho de que Cristo se dirigía a los demonios como a demonios, y los demonios le respondían como demonios por intermedio de sus desventuradas víctimas (Mar. 1: 23-24; 3: 11-12; 5: 7, etc.). Reconociendo la divinidad de Cristo y el juicio final -hechos que entonces no eran entendidos por la gente en general- los demonios demostraban un conocimiento sobrenatural (Mat. 8: 29; Mar. 1: 24; 3: 11-12; 5: 7; etc.). 

Es razonable concluir que la posesión demoníaca, aunque frecuentemente acompañada por dolencias nerviosas o físicas, exhibía sus propios síntomas característicos, pero las Escrituras no dicen cuáles pueden haber sido esos síntomas. 

Por qué era común la posesión demoníaca.- 

Es evidente que la posesión demoníaca, en el sentido restringido de los escritores de los Evangelios, era muy común durante el tiempo del ministerio personal de Cristo en la tierra (DTG 222). Quizá durante un tiempo Dios dio a Satanás mayor libertad para que demostrara los resultados de su dominio personal de los seres humanos que voluntariamente elegían servirle. En el monte de la transfiguración los discípulos contemplaron la humanidad transfigurada a la imagen de Dios, y al pie de la montaña a la humanidad degradada a la semejanza de Satanás (DTG 396). 

Durante siglos, el diablo había estado procurando el dominio irrestricto de los cuerpos y las almas de los hombres, a fin de afligirles con pecados y sufrimientos y destruirlos finalmente (DTG 222; PP 744). De modo que, cuando apareció nuestro Señor caminando como un hombre entre los hombres, "los cuerpos de los seres humanos, hechos para ser morada de Dios, habían llegado a ser habitación de demonios. Los sentidos, los nervios, las pasiones, los órganos de los hombres, eran movidos por agentes sobrenaturales en la complacencia de la concupiscencia más vil. La misma estampa de los demonios estaba grabada en los rostros de los hombres" (DTG 27). Aun la semejanza de la humanidad parecía haber sido borrada de muchos rostros humanos que, en cambio, reflejaban la expresión de las legiones de demonios de los cuales eran posesos (cf. Luc. 8: 27; DTG 303; CS 568). En una forma muy real, la posesión demoníaca representa los abismos de degradación a los cuales descienden quienes responden a Satanás, e ilustra gráficamente aquello en que finalmente se convertirán, cuando se entreguen plenamente al dominio satánico, todos los que rechazan la misericordia de Dios (DTG 308). 

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