Ir al contenido principal

Mateo 27 Nueva Versión Internacional (NVI)

21 de febrero del 2018

Judas se ahorca

Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. 
2 Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.
3 Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.
4 ―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.
―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
5 Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
6 Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre». 
7 Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros. 
8 Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy. 
9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado, 
10 y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».[a]

Jesús ante Pilato

11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:
―¿Eres tú el rey de los judíos?
―Tú lo dices —respondió Jesús.
12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
13 ―¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera. 16 Tenían un preso famoso llamado Barrabás. 17-18 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:
―¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».
20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.
21 ―¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador.
―A Barrabás.
22 ―¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?
―¡Crucifícalo! —respondieron todos.
23 ―¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
Pero ellos gritaban aún más fuerte:
―¡Crucifícalo!
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!
25 ―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados se burlan de Jesús

27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio[b] y reunieron a toda la tropa alrededor de él. 
28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color escarlata. 
29 Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo:
―¡Salve, rey de los judíos!
30 Y le escupían, y con la caña le golpeaban la cabeza. 31 Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

La crucifixión

32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. 33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). 
34 Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero, después de probarlo, se negó a beberlo. 
35 Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes.[c
36 Y se sentaron a vigilarlo. 
37 Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». 
38 Con él crucificaron a dos bandidos,[d] uno a su derecha y otro a su izquierda. 
39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:
40 ―Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!
41 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.
42 ―Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. 
43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.

Muerte de Jesús

45 Desde el mediodía y hasta la media tarde[e] toda la tierra quedó en oscuridad. 
46 Como a las tres de la tarde,[f] Jesús gritó con fuerza:
―Elí, Elí,[g] ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).[h]
47 Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron:
―Está llamando a Elías.
48 Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera. 
49 Los demás decían:
―Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
50 Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.
51 En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. 
52 Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. 
53 Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
54 Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron:
―¡Verdaderamente este era el Hijo[i] de Dios!
55 Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. 
56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sepultura de Jesús

57 Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús. 
58 Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran. 
59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 
60 y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue. 
61 Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.

La guardia ante el sepulcro

62 Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.
63 ―Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré”. 
64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.
65 ―Llévense una guardia de soldados —les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.
66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lección 11 LA CRISIS VENIDERA | Lunes 10 de junio

 Lunes 10 de junio | Lección 11 LA CRISIS VENIDERA La profecía de la marca de la bestia en Apocalipsis 13 nos habla de la peor etapa, la más feroz, de la guerra de Satanás contra Dios. Desde que Jesús murió en la Cruz, el enemigo sabe que ha sido derrotado, pero se ha resuelto a hundir junto con él a la mayor cantidad posible de personas. Su primera estrategia en esta campaña es el engaño. Cuando el engaño no funciona, recurre a la fuerza. En última instancia, él está detrás del decreto de que cualquiera que se niegue a adorar a la bestia o a recibir su marca será condenado a muerte. La persecución religiosa, por supuesto, no es nueva. Ha existido desde que Caín mató a Abel por obedecer el mandato de Dios. Jesús dijo que sucedería incluso entre los creyentes. Lee Juan 16:2; Mateo 10:22; 2 Timoteo 3:12; y 1 Pedro 4:12. ¿Qué experimentó la iglesia del Nuevo Testamento y cómo se aplica esto a la iglesia de Cristo del tiempo del fin?  Jua 16:2  Los expulsarán de las sinagogas...

Lección 1| PARA ESTUDIAR Y MEDITAR | Viernes 5 de Julio

  Viernes 5 de Julio | Lección 1 PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee el capítulo 10 de El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, titulado “La voz en el desierto” (pp. 72-83), y el capítulo 17 de Los hechos de los apóstoles, de la misma autora, titulado “Heraldos del evangelio” (pp. 137-145). ¡Qué fascinante es el hecho de que el mensaje del primer ángel, en Apocalipsis 14:6 y 7, sea paralelo al mensaje evangélico de Jesús en Marcos 1:15! El mensaje del primer ángel trae el evangelio eterno al mundo en los últimos días en preparación para la Segunda Venida. Al igual que el mensaje de Jesús, el evangelio angélico del tiempo del fin contiene los mismos tres elementos, como ilustra la siguiente tabla: El mensaje del primer ángel anuncia el comienzo del juicio previo al regreso de Cristo predicho en la profecía de los 2.300 días de Daniel 8:14; este comenzó en 1844. El Juicio trae el Reino de Dios a su pueblo perseguido (Dan. 7:22). La exhortación del primer ángel a reverenciar, glori...

Lección 3 | EL SEÑOR REINA | Lunes 15 de enero

Lunes 15 de enero | Lección 3 EL SEÑOR REINA Estrechamente ligado (mejor dicho, inseparablemente ligado) al concepto del Señor como Creador está el concepto del Señor como Soberano, como Gobernante. La declaración “El Señor reina” se proclama solemnemente en Salmos 93:1, 96:10, 97:1 y 99:1, pero sus ecos se escuchan en todo el libro de Salmos. El Señor está revestido de honor, majestad y fuerza (Sal. 93:1; 104:1). Está rodeado de nubes y tinieblas (Sal. 97:2), pero también se cubre “de luz como de un vestido” (Sal. 104:2). Estas metáforas exaltan el poder y el esplendor del Rey, y fueron cuidadosamente escogidas para expresar la grandeza única de Dios, que está más allá de la comprensión humana. Lee Salmo 97. ¿Qué caracteriza el reinado del Señor? (Sal. 97:2, 10). ¿Cuál es el dominio de su reinado? (Sal. 97:1, 5, 9). Sal 97:1   Jehová reina; regocíjese la tierra,   Alégrense las muchas costas.  Sal 97:2  Nubes y oscuridad alrededor de él;   Justic...