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CBA LIBRO DE LUCAS CAPÍTULO 8

CBA Libro de Lucas capítulo 8

1. Después. 
Gr. kathex's , "uno después del otro", "a continuación" (ver com. cap. 1: 3). Lucas evidentemente no se refiere aquí al relato del cap. 7: 36-50 como si fuera anterior a lo que está a punto de narrar, sino a su relación con el ministerio en Galilea que comienza con el cap. 4: 14. Es probable que los vers. 1-3 del cap. 8 describan toda la segunda gira por Gatilea, de la cual ya se ha relatado un episodio (cap. 7: 11-17), y se refieran a ella de un modo general. Si se desea un resumen de los eventos relacionados con la segunda gira por Galilea, ver com. Mat. 5: 1; com. Luc. 7: 11. La segunda gira por Galilea ocupó la mayor parte, si no toda la primera parte del otoño (octubre) del año 29 d. C. 

Todas las ciudades y aldeas. 
Lo que expresa aquí el griego es que Jesús iba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea; la palabra "todas" no está en los MSS griegos. "Iba por caminos y pueblos" (BJ). Había más de 200 ciudades, aldeas y pueblos en Galilea, y habría sido difícil, por no decir imposible, visitarlos a todos, aun en forma rápida, en el corto período abarcado por este itinerario misionero. 

Reino de Dios. 
Ver com. Mat. 3: 2; 4: 17. Durante la primera parte de su ministerio en Galilea, Jesús había proclamado: "El reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 4: 17; Mar. 1: 15); pero su reino ya lo había establecido formalmente entre la primera y la segunda gira (ver com. Mat. 5: 1; Mar. 3: 13). Ahora sale a proclamar el establecimiento del reino y a demostrar los beneficios de este reino para el hombre (ver com. Luc. 7: 11). 

Los doce. 
Es probable que en la primera gira por Galilea Jesús hubiera llevado consigo sólo a algunos de los doce discípulos (ver com. Mar. 1: 39); pero en la tercera gira los envió de dos en dos y él salió con otros discípulos (ver com. Mat. 9: 36). 

2. Algunas mujeres. 
Una de las características del Evangelio de Lucas es que menciona frecuentemente el ministerio de Cristo en favor de las mujeres de Palestina, y el servicio de algunas de ellas para Jesús. Esto era algo nuevo, porque el papel que la mujer judía desempeñaba en la vida pública había sido relativamente pequeño, aunque, en casos aislados, profetas como Eliseo habían auxiliado a mujeres y habían sido atendidos por ellas. 

Lucas es el único evangelista que registra muchos de los detalles de los comienzos de la vida de Jesús, y con frecuencia lo hace refiriéndose a las mujeres implicadas: María, Elisabet y Ana. En otros pasajes menciona a la viuda de Naín, a la mujer del banquete de Simón, a las mujeres aquí nombradas, a Marta, a cierta mujer paralítica, como también a la hija de Jairo y a la mujer enferma que fue sanada en esa misma ocasión. En Hechos menciona a Safira, Priscila, Drusila, Berenice, Tabita, Rode, Lidia y varias otras. Es como si Lucas estuviera afirmando que el Evangelio del reino de los cielos era tanto para las mujeres como para los hombres, y que la parte de ellas en la proclamación de las buenas nuevas era tan importante como la de los hombres. Parece que dentro de los grupos judíos estrictamente religiosos -los fariseos, saduceos y otros-, las mujeres no desempeñaban ningún papel; no recibían ningún beneficio directo ni tampoco lo impartían. 

Después de la segunda gira de Cristo por Galilea la amplitud de su ministerio se extendió rápidamente, y el grupo de hombres que lo acompañaban aumentó mucho en comparación con los que habían estado en la primera gira. Esto inevitablemente significaba más gastos y más trabajo para proporcionar alimento, vestido, etc. Cristo nunca hizo milagros para su propio beneficio (ver com. Mat. 4: 3, 6), sino para ayudar a otros. En lo concerniente a sus necesidades materiales, Jesús y sus discípulos eran sostenidos teniendo como base el principio que "el obrero es digno de "751 su alimento" (Mat. 10: 10). Además, las multitudes que se agolpaban alrededor de Jesús y de sus discípulos durante esos meses de tanta expectativa, a menudo casi los privaba del tiempo necesario para comer o dormir (Mar. 3: 7-12, 20). A veces el Salvador tenía que ocultarse de las multitudes (Mar. 1: 45; 4: 36; 6: 31) para poder descansar unas horas. Todas estas circunstancias proporcionaban una oportunidad para que las mujeres que habían creído en Jesús le ayudaran en su obra. 

María, que se llamaba Magdalena. 
Ver Nota Adicional del cap. 7. En los Evangelios sinópticos siempre se menciona en primer lugar a María Magdalena cuando su nombre aparece junto al de otras mujeres (Mat. 27: 56, 61; 28: 1; Mar. 15: 40, 47; 16: 1; Luc. 24: 10). Esto podría indicar su ferviente dedicación a Jesús. Su gratitud no era sólo emocional (ver com. Luc. 7: 38, 44), sino era muy práctica. Esta María se llama Magdalena para distinguirla de las otras Marías, que eran varias. El nombre María aparece con frecuencia en el NT Deriva del nombre hebreo Miryam, transliterado Miriam en algunas versiones (ver com. Mat. 1: 16). El nombre Magdalena probablemente significa que María vivía en la aldea de Magdala (ver com. Mat. 15: 39) cuando Jesús la encontró y la liberó del poder de los demonios. 

3. Juana. 
Nada se sabe de esta mujer fuera de lo que se menciona aquí y en el cap. 24: 10, donde su nombre aparece otra vez junto al de María Magdalena. Era esposa del "intendente de Herodes", y por lo tánto debe haber sido una persona de recursos e influencia. 

Chuza. 
De éste se sabe sólo que era "intendente" o "administrador" de Herodes. El administrador o mayordomo ocupaba una posición importante en la casa a la cual servía (ver com. Mat. 20: 8). 

Susana. 
Nombre que significa "lirio". Nada más se sabe de esta mujer. Los hebreos a veces ponían a sus hijas nombres de flores o de árboles. 

Le servían. 
La evidencia textual favorece (cf. p. 147) el texto "les servían" (BJ), lo cual significa que servían a Jesús y a los discípulos, sobre todo a los doce (vers. 1). 

Sus bienes. 
Es decir, "sus posesiones". Jesús y sus discípulos disponían de un fondo común (ver com. Juan 13: 29; cf. cap. 12: 6), y parece que estas discípulas ayudaban a que el fondo no se agotara. Puede decirse que este grupo de piadosas mujeres fue la primera sociedad misionera femenina de la iglesia cristiana. 

4. Juntándose una gran multitud. 
[ Sermón cerca del mar (Parábolas), Luc. 8: 4-18 = Mat. 13: 1-53 = Mar. 4: 1-34 . Comentario principal: Mateo.] 

16. Enciende una luz. 
Ver com. Mat. 5: 14-16. Sólo Marcos y Lucas registran esta parábola como parte del sermón junto al mar (Luc. 8: 4-18; Mar. 4: 1-34). Mateo no la incluyó posiblemente porque ya se había referido al mismo tema, presentado por Cristo como parte del Sermón del Monte (Mat. 5: 14-16), aunque la aplicación es diferente en ese pasaje. Más tarde, Lucas repite una parábola de Cristo que, en esencia, es igual (cap. 11: 33), aunque con una aplicación diferente a cualquiera de las dos presentaciones anteriores del tema. Ciertas lecciones aquí registradas por Lucas fueron también repetidas por Cristo en otras ocasiones (ver com. cap. 8: 17-18). 

17. Nada hay oculto. 
Cf. Mat. 10: 26; Mar. 4: 22; Luc. 12: 2. La lección que Cristo dedujo de la parábola de la luz y del candelero es diferente de la que presentó en relación con el mismo tema en el Sermón del Monte. Cristo aparece aquí como el portador de la luz de la verdad para disipar las tinieblas de la mente de los hombres en cuanto a Dios y al reino de los ciclos (ver com. Mat. 13: 11). No hay "misterio" o "secreto" importante para la salvación que sea "escondido" u oculto para los que escuchan atentamente (Luc. 8: 18). 

26. Arribaron a la tierra de los gadarenos. 
[ El endemoniado de Gadara, Luc. 8: 26-39 = Mal. 8: 28 a 9: 1 = Mar. 5: 1-20 . Comentario principal: Marcos.] Aquí, como en Marcos, figura un solo endemoniado; mientras que en Mateo son dos. La evidencia textual sugiere (cf. p. 147) "gerasenos" en vez de gadarenos. Ver com. Mar. 5: l. 

40. Cuando volvió Jesús. 
[ La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús, Luc. 8: 40-56 = Mat. 9: 18-26 = Mar. 5: 21-43. Comentario principal: Marcos.] 

42. Unica. 
Gr . monogen ' s , "única" (ver com. Juan 1: 14; cf. com. Luc. 1: 35). Es interesante notar que Lucas usa la palabra monogen's tres veces, y que en dos ocasiones se refiere a la resurrección de los muertos: la resurrección del hijo de la viuda de Naín (ver com. Luc. 7: 12) y de la hija de Jairo, registrada aquí. La tercera vez que Lucas emplea la palabra monogenes es en relación con la curación del muchacho endemoniado (cap. 9: 38). Para los habitantes del Cercano Oriente, el hijo único es el que debe conservar el nombre de la familia y, por lo tanto, desempeña una importantísima responsabilidad. La muerte de tal hijo era considerada como una verdadera tragedia. Para los israelitas era una terrible desgracia la extinción de una familia (ver com. Deut. 25: 6). 

43. Había gastado... todo. 
Si bien en muchos MSS falta esta frase, la evidencia textual (cf. p. 147) sugiere su inclusión. Los que creen que no estaba en el original de Lucas, suponen que la ética profesional del autor, como médico que era, lo impulsó a no repetir lo que Marcos había dicho: que los médicos le habían hecho más mal que bien (Mar. 5: 26). 

45. Dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 
La evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por la omisión de esta pregunta. Estas palabras aparecen en la Vulgata, pero no en los manuscritos griegos más antiguos. 

55. Espíritu. 
Gr. pnéuma , "viento", "aliento" o "espíritu", del verbo pnéo, "soplar" o "respirar". Cuando pnéuma se utiliza para referirse a seres inteligentes se está usando una sinécdoque, figura literaria mediante la cual se designa una cosa por el nombre de una de sus partes, generalmente la más característica. En pnéuma no hay nada intrínseco que pueda entenderse como alguna entidad consciente del hombre capaz de existir fuera del cuerpo, y el uso de la misma palabra en el NT tampoco insinúa en nada este concepto. Esta idea se basa mayormente en los preconceptos de quienes creen, a priori , que una entidad consciente sobrevive al cuerpo cuando la persona muere, y por lo tanto ven en palabras como "espíritu" y "alma" la comprobación de sus ideas preconcebidas. El equivalente de pnéuma en el AT es la palabra hebrea rúaj (ver com. Núm. 5: 14). 

CBA T5

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