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CBA APOCALIPSIS Capítulo 19

CBA: Apocalipsis Capítulo 19
1. Después de esto.

Es decir, después de ser testigo de las escenas presentadas en los cap. 17 y 18 (ver com. cap. 18: l). Las del cap.19 fueron presentadas a Juan inmediatamente, sin interrupción. Según el vers. 2, es evidente que se entona este canto después de 884 que el castigo ha sido ejecutado contra la "gran ramera", acontecimiento que sucederá durante la séptima plaga (ver com. cap. 16: 19; 17: 1) y, por lo tanto, después de la escena descrita en los cap. 17: 16-17; 18: 4-23. De acuerdo con TM 432, la entonación de este cántico de alabanza a Dios será inmediatamente después de que se haya completado la obra del séptimo ángel portador de la plaga. Si los sucesos de los cap. 18 a 20 son registrados en orden cronológico, como parece ser el himno del cap. 19: 1-7, se canta en estrecha relación con los acontecimientos que acompañan a la segunda venida de Cristo, pero si es al mismo tiempo o inmediatamente antes o después, no puede determinarse con seguridad. El contexto puede entenderse como que el himno se cantará en un momento inmediatamente anterior a la aparición de Cristo (cf. vers. 11).

Una gran voz.

Ver com. cap. 11: 15.

Gran multitud.

Los habitantes del cielo y quizá también los redimidos (cf. cap. 18: 20). Puede ser que el himno del cap. 19: 1-7 se cante en respuesta a la invitación del cap. 18: 20.

¡Aleluya!

Gr. Allelouiá , transliteración del Heb. halelu-Yah , "alabad a Jehová" " (ver com. Sal. 104: 35), de halal , "brillar", "jactarse", "celebrar", "alabar" y Yah , forma abreviada de Yahweh , Jehová. "Aleluya", como la palabra "amén", ha sido asimilada al español prácticamente sin cambio. Ocurre cuatro veces en el NT, y todas en Apoc. 19 (vers. 1, 3, 4, 6).

Los vers. 1-7 constituyen un canto compuesto de dos coros y dos respuestas: (1) En los vers. 1-3 una gran voz del cielo inicia el tema del canto, atribuyendo honor y justicia a Dios por haber castigado a Babilonia; (2) en el vers. 4 los "seres vivientes" y los " "ancianos" responden y confirman que es verdad; (3) en el vers. 5 una voz del trono llama a todos los súbditos leales del universo a que se unan en el reconocimiento de la verdad del tema; (4) en los vers. 6 y 7 el universo entero se une para aclamar el derecho de Dios a la soberanía universal. Este canto triunfal de alabanza se destaca en vívido contraste con la endecha por la muerte del cap. 18:10-19.

El tema de este himno antifonal de alabanza es semejante al del Sal. 24: 7-10, el cual también se compone de dos himnos y dos respuestas. Este coro de respuesta se usó por primera vez durante la procesión triunfal que se hizo cuando el arca fue devuelta a Jerusalén (PP 767), y siglos más tarde en la resurrección (PE 187) y en la ascensión (DTG 772; PE 190-191).

Salvación.

Literalmente "la salvación" . En el texto griego cada una de las virtudes aquí atribuidas a Dios es precedida por el artículo definido, lo cual sugiere la plenitud, la suma total de cada atributo. La "salvación" del cap. 12: 10 (ver el comentario respectivo) es específicamente salvación de las garras del "acusador de nuestros hermanos"; aquí es de triunfo frente a la Babilonia simbólica (ver com. cap. 16: 17). La una se refiere a lo que se obtuvo con el primer advenimiento; el otro, a lo que se obtendrá con el segundo advenimiento.

Honra.

La evidencia textual establece (cf. p.10) la omisión de esta palabra. La omiten la BJ, BA, BC.

Gloria.

Ver com. Mat. 6: 13; Rom. 3: 23.

Poder.

Ver com. Mat. 6: 13; 28: 18.

Del Señor.

La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras. Las omiten la BJ, BC y NC.

2. Porque.

El vers. 2 presenta la razón por la cual se atribuye a Dios la alabanza del vers. 1.

Juicios.

Gr. krísis , "ejecución del juicio" (ver com. cap. 16: 7; 18: 10). Se refiere, sin duda, a las siete últimas plagas en general y al juicio de la Babilonia simbólica en particular (ver com. cap. 17: 1; 18: 4, 10).

Verdaderos.

Es decir, auténticos, reales, dignos de confianza (ver com. cap. 15: 3).

Justos.

Ver com. cap. 15: 3; 16: 1, 5. Dios no cometerá ningún error en sus actos de juicio; tomará todos los hechos.

Ha juzgado.

El verbo griego especifica una acción única y completa.

La gran ramera.

Ver com. cap. 17: 1, 5.

Corrompido.

O "estaba corrompiendo". Su conducta criminal abarcó un largo período. Ver com. cap. 17: 2, 6.

Su fornicación.

Ver com. cap. 17: 2.

Ha vengado.

Su enjuiciamiento es la venganza. Ver com. cap. 18: 6, 20.

La sangre de sus siervos.

Ver com. cap. 6: 9-10; 16: 6; 17: 6.

3. El humo de ella sube.

Ver com. cap. 18: 8-9.

Por los siglos de los siglos.

Ver com. cap. 14: 11.

4. Ancianos.

Ver com. cap. 4: 4.

Seres vivientes.

Ver com. cap. 4: 6-8.

Se postraron.

Cf. cap. 4: 10.

Estaba sentado en el trono.

Ver com. cap 4: 2.

¡Amén!

Ver com. Mat. 5: 18.

5. Salió del trono una voz.

O era la voz d Dios, o de alguno que hablaba por él (ve com. cap. 16: 17).

Alabad.

O "continuad alabando". La respuesta a esta invitación es el coro de voces de los vers. 6 y 7.

Sus siervos.

Ver com. cap. 1: 1.

Y los que.

O "también vosotros", "vosotros que teméis", que equivale a "vosotros su siervos".

Teméis.

En sentido de respeto reverente (ver cap. 11: 18).

Pequeños como grandes.

Cf. cap. 11: 18.

6. Oí.

Cf. com. cap. 1: 2.

Como.

O "lo que parecía ser".

La voz.

Ver com. cap. 14: 2.

Como la voz.

Mejor "aun como la voz", en ambos casos en que ocurre esta expresión en el vers. 6.

Muchas aguas.

Cf. cap. 14: 2.

Aleluya.

Ver com. vers. 1.

Reina.

Más precisamente "comenzó a reinar". Cristo recibirá y comenzará su reinado como "Rey de reyes" (PE 280; CS 481; cf. P 55) al concluir el juicio investigador, pero antes de que salga del lugar santísimo.

7. Gocémonos.

La experiencia íntima del corazón.

Alegrémonos.

La expresión externa gozo interior. Proviene de un corazón rebosante de felicidad porque Cristo reina ahora como rey (cf. cap. 18: 20).

Gloria.

La expresión culminante de gratitud y consagración.

Han llegado.

O "ya llegó", es decir, el acontecimiento ya habrá sucedido cuando s hace este anuncio (ver com. "bodas"; cf. com. vers. 1).

Las bodas.

"La esposa del Cordero [es] la gran ciudad santa de Jerusalén" (cap. 21: 29-10). La Nueva Jerusalén será la capital de la Tierra Nueva, y como tal será representante de "los reinos del mundo", que "ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo (cap. 11: 15; 21: 1-5; CS 479). En la Nueva Jerusalén estará el jardín del Edén, en el cual se ha guardado el árbol de la vida (cap. 22: 1-2 cf. PP 47; CS 344, 704-706). Estas bodas consisten en que Cristo recibirá su reino, representado por la Nueva Jerusalén, y en su coronación como Rey de reyes y Señor de señores en el cielo cuando finalice su ministerio sacerdotal, antes de que se derramen las plagas (PE 559 251, 280-281; CS 480-481; ver com. cap. 17: 14). Como en la parábola de las diez vírgenes, los santos que esperan son representados como los invitados a la fiesta de bodas (cap. 19: 9; CS 479-480; cf. Mat. 25: 1-10).

Cordero.

Ver com. cap. 5: 6.

Se ha preparado.

Juan continúa con su relato figurado, comparándolo con una antigua boda del mundo mediterráneo. Hay una explicación de las costumbres que se seguían en esas ocasiones, en com. Mat. 22: 1-13; 25: 1-10; Juan 2: 1-10.

8. Lino fino.

Un símbolo de la justicia o rectitud del carácter (cf. cap. 3: 5; 6: 11; ver cap. 3: 18; cf. cap. 22: 14).

Limpio.

Mejor "espléndido"; brillante y refulgente como la luz de una lámpara. Esta palabra se traduce como "espléndida" en Luc. 23: 11 y "resplandeciente" " en Apoc. 22: 16.

Resplandeciente.

Mejor "puro".

Justas.

Gr. dikái Ç mna , "justicia", "acción justa" (ver Mat. 5: 6; Rom. 3: 20). Las acciones justas son el resultado natural e inevitable de un carácter recto. Dikái Ç mna se aplica particularmente a las acciones del cristiano, a su vida victoriosa desarrollada por la gracia interior de Cristo (ver Gál. 2: 20; Sant. 2: 17-18, 20). Véase sobre el vestido de bodas el comentario de la parábola de Mat. 22: 11-14. Cf. Mat. 5: 48; ver PVGM 255-257.

9. Escribe.

Ver cap. 1: 2, 11.

Bienaventurados.

O "felices" (ver Mat. 5: 3).

Llamados.

Esto es, invitados a la fiesta de bodas (ver Mat. 22: 14; Rom. 8: 28).

Cena.

Gr. déipnon , "cena" o "banquete". "La cena de las bodas del Cordero" se celebrará al concluir el largo día de la historia de esta tierra. Ver Mat. 22:1-14.

El Cordero.

Ver cap. 5: 6.

Estas.

O sea las palabras de invitación.

Verdaderas.

O "genuinas". La invitación es completamente digna de confianza; se puede esperar con toda seguridad.

10. Me postré.

Una posición de reverencia y adoración típica de Oriente. Es una actitud de gratitud y gozo profundos porque la fiesta de bodas es una celebración de triunfo sobre las fuerzas del mal, el cual ha tratado siempre de impedir este magno acontecimiento. Esta es la primera ocasión en la cual Juan respondió de esta manera al mensaje del ángel. Representa la profundidad del 886 sentimiento que lo conmovió.

Mira, no lo hagas.

Cf. Hech. 10: 26.

Consiervo tuyo.

Mejor "compañero de esclavitud". ¡Qué privilegio es que los fieles siervos en esta tierra puedan compartir compañerismo de los ángeles celestiales y ser sus colaboradores!

De tus hermanos.

Es decir, conservo d tus hermanos. Algunos consideran que es designación es una evidencia de que el que hablaba era un miembro de la familia humana, como Enoc, Elías, Moisés, o uno de lo santos que resucitaron con Cristo cuando él resucitó (ver com. Mat. 27: 50-53); sin embargo, no hay evidencia directa en las Escritura de que un ser humano trasladado al cielo haya desempeñado alguna vez el papel de un ángel, como aquí, para revelar la verdad sus prójimos humanos (cf. PE 231).

El testimonio de Jesús.

Ver com cap. 1: 2 12: 17.

El espíritu de la profecía.

En cuanto a la palabra "profecía", compárese con la palabra "profeta" en Mat. 11: 9. El Espíritu Santo os envió para dar testimonio de Jesús (Juan 15: 26), y su testimonio es equivalente al de Jesús en persona. El espíritu de profecía e uno de los dones del Espíritu (ver com. 1 Cor. 12: 10; Efe. 4: 11). En cuanto a la manifestación de este don entre el pueblo de Dios en los últimos días, ver la Nota Adicional a final de este capítulo; com. cap. 12: 17.

11. Abierto.

El cielo estaba abierto cuando la atención de Juan fue dirigida hacia él, permaneció abierto. Cf. cap. 4: 1; 11: 19; 15: 5. Se ve a Cristo acompañado por los ejércitos celestiales (cap. 19: 14) y descendiendo de los cielos como Rey de reyes (vers. 16) con poder y majestad para liberar a su pueblo fiel de aquellos que estarán resueltos a destruirá (cf. CS 698-699). La escena descrita en los vers. 11-21 es la culminación de "la batalla d aquel gran día del Dios Todopoderoso", que a menudo es llamada la batalla del Armagedón (ver com. cap. 16: 12-19; cf. 6T 406).

He aquí.

Cf. com. cap. 21: 5.

Caballo blanco.

Los caballos se usaban en los tiempos bíblicos casi exclusivamente para la guerra o las actividades de gobierno. Cuando el caballo se usa simbólicamente en la Biblia, como aquí, generalmente simboliza guerra (cf. Exo. 15: 21; Isa. 43: 17; Jer. 8: 6; Eze. 38: 15; Zac. 10: 3; Apoc. 14: 20; ver com. cap. 6: 2). El blanco simboliza la santidad de carácter (ver com. cap. 3: 4; 6: 2; 7: 14). Los caballos blancos siempre han sido preferido por los reyes y jefes militares. Cristo ha recibido el derecho de gobernar esta tierra com Rey de reyes (ver com. cap. 19: 1, 7), y ahora simbólicamente aparece como un guerrero que cabalga vencedor sobre un hermoso caballo blanco, que para ocupar su dominio legítimo y acompañar a su pueblo fiel a su regreso de la "cena de las bodas" (vers. 9; ver com cap. 11: 15). Cf. Isa. 63: 1-6.

Fiel y Verdadero.

Debe recordarse que en la Biblia los nombres describen el carácter (ver com. Hech. 3: 16), y que por lo tanto lo nombres que aquí se le atribuyen a Cristo lo representan específicamente en su papel de paladín de su pueblo perseguido. Hay cuatro declaraciones en cuanto al nombre de Cristo en relación con la batalla de Apoc. 19: 11-21. 1. Se lo llama a Cristo "Fiel y Verdadero" (vers. 11) porque ahora aparece, según su promesa (Juan 14: 1-3), para liberar a los suyos. A ellos les ha parecido que ha demorado su venida (ver com. Apoc. 16: 15), pero 1o han "esperado", y ahora aparece con el propósito de salvarlos (Isa. 25: 9; cf. Apoc 16: 17).

2.El "nombre escrito que ninguno conoció sino él mismo" (vers. 12) representa su función desconocida hasta este momento, pero ahora aparece desempeñándola como el vengador de su pueblo (ver com. cap. 16: 1). En el desempeño de esta "extraña obra" (Isa 28: 21) actúa en un papel nuevo tanto para los hombres como para los ángeles.

3.Pero como el vengador y libertador d su pueblo, es todavía "el Verbo de Dios" (vers. 13). Es "el Verbo de Dios" en acción para cumplir la voluntad del Padre en la tierra; ahora en castigo, como anteriormente e1 fue en misericordia (ver com. Juan 1: 1-3 Apoc. 19: 15).

4.El título "Rey de reyes y Señor de señores" (vers. 16) se aplicará en ese tiempo, de sentido especial, a Cristo (ver com. cap 17: 14). Todo poder ha sido entregado en su manos (1 Cor. 15: 25). Satanás aspiró egoísta mente a la suprema posición que había sido reservada para Cristo como Hijo de Dios (Isa. 14: 12-14; Apoc. 12: 7-9; PP 14); pero e Redentor, que no consideró como usurpación ser igual a Dios, voluntariamente dejó un lado por un tiempo el ejercicio pleno de los atributos y las prerrogativas de la Deidad (ver t. V, p. 895; com. Fil. 2: 6-8), y así demostró ser digno de recibir el honor y la jerarquía implícita en el título "Rey de reyes y Señor de señores".

Con justicia.

Su causa es completamente justa (ver com. cap. 15: 3; 16: 5). Los gobernantes de la tierra han reñido guerras a través de la historia por motivos egoístas y para lograr un engrandecimiento personal o nacional. Cf. Isa. 11: 1-5.

Juzga y pelea.

Ejecuta el juicio al librar la batalla. Esta guerra es contra las fuerzas políticas y militares de la tierra, las cuales se habían reunido para destruir a los siervos fieles de Dios (ver com. cap. 13: 15; 16: 13-14, 16-17).

12. Sus ojos.

Ver com. cap. 1: 14. A medida que Cristo, el gran paladín de la justicia eterna, avanza, no hay nada que escape a su observación.

Diademas.

Gr. diád'ma (ver com. cap. 12: 3). La diád'ma nunca se refiere a la recompensa de los santos. Siempre se aplica a la corona de la realeza. Además de las muchas coronas reales que Cristo recibe como Rey de reyes, también lleva la guirnalda de la victoria, el stéfanos , pues también venció a Satanás (ver com. cap. 12: 3; 14: 14).

Un nombre.

Ver com. vers. 11; cf. com. cap. 2: 17.

13. Ropa.

Gr. himátion (ver com. Mat. 5: 40), aquí tal vez la capa de un jinete o de un comandante militar.

Teñida de sangre.

Simbólicamente, por supuesto. Surge la pregunta: ¿De quién es la sangre que tiñe la ropa del jinete? Algunos han sugerido que es un símbolo de la sangre de Cristo derramado en la cruz, basándose en que no puede ser la de los impíos que, en este momento de la narración, aún no han sido muertos. Pero Cristo no aparece aquí como "un Cordero inmolado" (cap. 5: 6) sitio como un guerrero victorioso. El notable parecido entre este pasaje y el de Isaías (cap. 63: 1-6), sugiere que este texto es un cumplimiento de las palabras de este profeta.

Su nombre.

Ver com. vers. 11.

EL VERBO DE DIOS.

Ver com. Juan 1: 1. Cristo, al ejecutar la justicia divina sobre los que persisten en su rebelión contra el gobierno del cielo, es tan ciertamente el "Verbo de Dios" como cuando vino a la tierra con su bondadoso ofrecimiento de misericordia divina; pero en ambas ocasiones su venida es una expresión de la voluntad divina.

14. Ejércitos.

Es decir, las huestes angélicas que acompañan a Cristo en su segundo advenimiento(Mar. 24: 31;25: 31). Ver com. Apoc. 17: 14; cf. Mat. 22: 7.

15. De su boca.

La espada es, sin duda, figurada. Por la palabra del Señor fueron llamados a la existencia la tierra y sus habitantes (Sal. 33: 6, 9), y por la palabra de su boca concluye ahora esa existencia (Apoc. 19: 20-21).

Espada.

Gr. romfáia (ver com. cap. 1: 16), la gran arma de ataque que usaban los soldados de la antigüedad, en contraste con la májaira , la espada corta que se usaba para la defensa (ver com. Luc. 22: 36). Cf. Jer. 46: 10.

Regirá.

Gr. poimáinÇ , literalmente "pastorear" (ver com. Mat. 2: 6). La expresión "y él las regirá" puede traducirse: "es decir, las regirá", porque herir y regir se refieren a la misma acción.

Vara de hierro.

Ver com. Apoc. 2: 27; cf. Sal. 2-9; 110: 1-2, 5-6. La vara de los pastores antiguos tenía una doble función. El gancho de un extremo servía para ayudar y guiar a las ovejas, mientras que el pesado casquillo del extremo opuesto -un refuerzo o anillo de metal para hacer más fuerte la vara- la convertía en un arma de ataque. Se usaba para proteger el rebaño, para rechazar y matar a las fieras que trataban de desparramar y destruir el ganado. Ahora ha llegado el momento para que el Buen Pastor use la "vara de hierro" contra las naciones y libere a su angustiada grey en la tierra. Este regir o herir las naciones con una vara de hierro equivale a su exterminio, no a su gobierno durante mil años, como algunos enseñan (ver la segunda Nota Adicional del cap. 20).

Lagar.

Ver com. Isa. 63: 3; Apoc. 14: 19-20, donde se amplía el estudio de este símbolo,. Cf. Lam. 1: 15.

Del vino del furor y de la ira.

Más bien, "que es el furor de la ira". Ver com. cap. 16: 1.

Todopoderoso.

Ver com. cap. 1: 8.

16. Vestidura.

Ver com. vers. 13.

Y en su muslo.

Mejor: "Es decir, en su muslo". El nombre se vio escrito en la parte de su capa que cubría el muslo.

Este nombre.

Ver com. vers. 11.

REY DE REYES.

Ver com. cap. 17: 14; cf. com. cap. 19: 6.

17. Estaba en pie en el sol.

La luz cegadora del sol quizá describa aquí la luz gloriosa de la presencia divina (cf. 2 Tes. 2: 8-9; Apoc. 6: 15-17); por lo tanto, el ángel que pronuncia esta orden estaría de pie junto a Cristo, así 888 como en una batalla antigua el escudero estaba junto su señor.

Aves.

Esta invitación a las "aves" advierte a las huestes congregadas de los impíos en cuanto a la suerte que les espera (ver com. cap. 16: 15-17). La presentación está hecha en la gráfica fraseología oriental de un desafío a un combate personal (cf. 1 Sam. 17: 44-46). Ser devorado por las aves de rapiña era una de las maldiciones por la desobediencia, pronunciada por Moisés en su discurso de despedida al pueblo de Israel (Deut. 28: 26). La fraseología de Juan en Apoc. 19: 17-18 parece basarse en las palabras de Dios a las naciones paganas, como se registran en Eze. 39: 17-22 (cf. Jer. 7: 32-33).

Cena.

La alternativa es pavorosa: o se participa de la cena de bodas del Cordero (vers. 9), o se es devorado por las aves del cielo en la "gran cena de Dios". Los que no aceptan voluntariamente la bondadosa invitación de Dios de estar presentes en la primera, tendrán que responder obligadamente a su llamada imperativa para la segunda.

18. Reyes.

Las naciones confederadas de la tierra, que actuarán al unísono bajo la supervisión directa de Satanás disfrazado de ángel de luz (cf. com. cap. 16: 14, 16-17; 17: 12, 14).

Capitanes.

Los jefes que encabezaban las fuerzas militares reunidas para llevar a cabo la voluntad de Satanás en las escenas finales del gran conflicto.

Fuertes.

Fuerzas armadas organizadas, adiestradas y equipadas.

Carnes de caballos.

El resto del vers. 18 es una figura de lenguaje que describe la destrucción total de todas las fuerzas del mal cuando Cristo venga por segunda vez (cf. cap. 6: 15; 14: 17-20; 16: 21).

Libres y esclavos.

Cf. cap. 13: 16.

19. La bestia.

Ver com. cap. 17: 3, 8, 11.

Los reyes de la tierra.

Ver com. cap. 16: 14, 16; 17: 12-14.

Sus ejércitos.

Ahora reunidos para la batalla y empeñados en una amarga lucha entre ellos mismos (ver com. cap. 16: 17, 19).

Reunidos.

Ver com. cap. 16: 14, 16.

Guerrear.

"Hacer la guerra", es decir, librar "la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso", a menudo llamada la batalla del Armagedón (ver com. cap. 16: 14).

El que montaba.

Ver com. vers. 11.

Su ejército.

Compárese con "los que están con él" (cap. 17: 14; compárese con el comentario del cap. 16: 12; 19: 14).

20. La bestia.

Ver com. cap. 17: 3, 5.

Apresada.

O "capturada". La fase de la batalla después de la aparición de Cristo es corta y dramática, porque desde su comienzo la "bestia" y el "falso profeta" son capturado (ver com. cap. 16: 17, 19).

Falso profeta.

Es decir, el protestantismo apóstata, que es engañado por Satanás y coopera con él (ver com. cap. 13: 11-17; 16: 14). Un "profeta" es el que habla en nombre de otro (ver com. Mat. 11: 9). Este "profeta" habla en nombre de la primera bestia, en relación con la curación de su "herida mortal (ver com. cap. 13: 12; 17: 8), para persuadir al mundo para que se una en homenaje a ella.

Señales... engañado.

Ver com. cap. 13: 13-14; 16: 14; 17: 2; 18: 2-3, 23.

Marca de la bestia.

Ver com. cap. 13: 16 cf. cap. 14: 9; 16: 1.

Imagen.

Ver com. cap. 13: 14; 14: 9.

Un lago de fuego.

O "el lago que es fuego". Esta frase dirige inmediatamente la atención del lector a una frase idéntica en cap. 20: 10, la que a su vez parece llevar a la conclusión de que las dos se refieren al mismo acontecimiento caracterizado por el fuego, es decir, la destrucción de los impíos final de los mil años; pero el hacerlo presenta un problema. Es muy evidente que en el cap 19 se tratan acontecimientos relacionado con la segunda venida de Cristo; por lo tanto, sostener que este lago de fuego describe un acontecimiento al final de los mil años, es sacar este versículo de su contexto. Siempre es mejor, hasta donde sea posible, hallar un explicación que permita que una determina da declaración mantenga su secuencia histórica en un pasaje de las Escrituras. En cuanto al cap. 19: 20, esto es posible si se toma com premisa razonable que habrá un castigo divino con fuego tanto al principio como al fin de los mil años. No hay contradicción alguna entre un lago de fuego al principio y otro final de los mil años.

Jaime White escribió acerca de este punto "Permítaseme decir que hay dos lagos de fuego, uno en cada extremo de los mil años (RH 21-1-1862).

21. Los demás.

Es decir, todos los habitantes del mundo, salvo los redimidos (ver la Notas Adicionales del cap. 20).

La espada.

Ver com. vers. 15.

Del que montaba

Ver com. vers. 11.

Todas las aves

Ver com. vers. 17.

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NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 19

En el cap. 12: 17 Juan habla del "testimonio de Jesucristo", el cual es "el espíritu de la profecía", como uno de los rasgos que identifican al "remanente" (ver el comentario respectivo y la Nota Adicional del cap. 12).

La palabra "profecía" describe cualquier mensaje inspirado, comunicado por Dios por medio de un profeta (ver com. Mat. 11: 9). La profecía puede ser una predicción de sucesos futuros, pero por lo general no lo es. La expresión "espíritu de la profecía" se refiere específicamente a la "manifestación del Espíritu" en la forma de un don especial del Espíritu Santo, que inspira al que lo recibe y lo capacita para hablar con autoridad como representante de Dios (1 Cor. 12: 7-10) cuando es "inspirado por el Espíritu Santo" para hacerlo (2 Ped. 1: 21). El contexto de la expresión de Apoc. 19: 10 define en este sentido "el testimonio de Jesús" y el "espíritu de la profecía". En vista de que "el resto" del cap. 12: 17 se refiere específicamente a la iglesia después de terminar los 1.260 días proféticos de los vers. 6 y 14, es decir, después de 1798 (ver com. Dan. 7: 25), el cap. 12: 17 queda como una clara predicción de la manifestación especial del "espíritu" o "don" de profecía en la iglesia de nuestros días. Los adventistas del séptimo día creen que el ministerio de Elena G. de White cumple en una forma incomparable con los requisitos de Apoc. 12: 17.

Los escritores bíblicos se refieren a más de 20 de sus contemporáneos que ejercieron el don de profecía, aunque sus mensajes no fueron incorporados al canon. Tales fueron Natán, Gad, Iddo, Agabo y otros (2 Sam. 7: 2; 1 Crón. 29: 29; 2 Crón. 9: 29; Hech. 11: 27-28; 21: 10). Además, es evidente que el don de profecía no se limitó sólo a hombres ni en el AT ni en el NT, pues hubo profetisas como Débora (Juec. 4: 4), Hulda (2 Crón. 34: 22) y las cuatro hijas de Felipe (Hech. 21: 9).

Ninguno de los escritores del NT sugiere que el don de profecía terminaría con la iglesia apostólica; por el contrario, Pablo declara que habría de continuar con los otros dones del Espíritu que enumera en Efe. 4: 11, " "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" " (vers. 13). Todos los otros dones especiales mencionados en el vers. 11 siguen necesitándose en la iglesia, y los hombres y las mujeres aún son capacitados por el Espíritu Santo para cumplir estas funciones. ¿Por qué habría de considerarse como una excepción el don de la profecía?

Siempre ha habido manifestaciones falsas del don profético. No sólo sucedió así en los tiempos del AT (2 Crón. 18; Jer. 27-29), sino que nuestro Señor previno que la iglesia cristiana sería perturbada por falsos profetas, particularmente a medida que se acercase el tiempo de su segunda venida (Mat. 24: 11, 24). El poder engañoso de estos falsos profetas sería tan grande que de serles posible "engañarán... aun a los escogidos". El hecho de que Cristo advirtiera contra la falsa manifestación del don profético antes de su segunda venida, es un poderoso argumento para esperar que también habría manifestaciones verdaderas de este don. De lo contrario podría simplemente haber advertido que no debían aceptar a ningún profeta.

En armonía con la advertencia de Cristo, Juan aconseja a la iglesia que pruebe a los que afirman que se les ha confiado dones espirituales (1 Juan 4: 1), a fin de determinar si estos dones son genuinos. Las Escrituras especifican ciertas normas por las cuales deben medirse a los que aseguran que hablan por Dios: (1) la vida personal del profeta debe estar en armonía con las enseñanzas de las Escrituras (Mat. 7: 15-20); (2) sus mensajes deben también concordar con las Escrituras; (3) su ministerio debe ensalzar a Cristo como el Hijo de Dios y Salvador de los hombres (1 Juan 4: 2); (4) su ministerio debe ser confirmado por predicciones cumplidas (Jer. 28: 9; cf. 1 Sam. 3: 19). Es razonable esperar, además, que los mensajes que dé sean de beneficio práctico para la iglesia, que sean oportunos y apropiados, que estén libres de influencias humanas, y que cuando reciba una visión, su experiencia sea similar a la de los profetas bíblicos. La vida, el ministerio y los escritos de Elena G. de White cumplen plenamente estos diversos requisitos.

Los adventistas del séptimo día no consideran que los escritos de Elena G. de White sean un sustituto ni una adición al canon sagrado. Para los adventistas la Biblia es única y suprema como la prueba de fe y práctica cristianas (PE 78). Los escritos de Elena G. de White son -de acuerdo con sus propias 890 palabras- "una luz menor para, guiar a los hombres y las mujeres a la luz mayor" (3MS 32). Los escritos del espíritu de profecía no presentan un nuevo camino de salvación, sino tienen el propósito de que los hombres comprendan y aprecien la Biblia, y aprovechen la fuente de salvación que ella revela.

Algunos han especulado argumentando que hay grados de inspiración. Consideran que profetas como Débora, Natán y Agabo poseían un grado de inspiración inferior al de los escritores canónicos. De acuerdo con este concepto consideran que Elena G. de White poseía un grado de inspiración inferior. Pero la Biblia no dice nada en cuanto a grados de inspiración ni apoya esa idea en ninguna forma. Los adventistas creen que todas estas especulaciones no sólo son ociosas sino peligrosas. Las mentes limitadas, ¿cómo pueden esperar que comprenderán el misterio de la manera en que Dios, por medio del Espíritu, ilumina la mente de sus portadores escogidos?

Hay un estudio de algunas preguntas que han surgido respecto a la Sra. Elena G. de White en Ellen G. White and Her Critics , por F. D. Nichol.
CBA 


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