1. En días de Joacim.
El caso aquí registrado
tuvo lugar en un momento anterior del ministerio de Jeremías, poco antes de que
los babilonios atacaron a Jerusalén (ver PR 311).
2. Recabitas.
El progenitor de esta familia había sido
Jonadab (vers. 6), quien vivió en tiempos de Jehú, rey de Samaria (841-814 a.
C.), unos 240 años antes de esta fecha. Es evidente que la influencia de Jonadab
era tan grande que Jehú se alegró de tenerlo de su parte, y Jonadab se sintió
igualmente feliz de estar con Jehú, a causa de su "celo por Jehová" (2 Rey. 10:
15-16). Jonadab insistió en que sus seguidores se amoldaran a un estilo de vida
muy austero.
4. El aposento.
Estos
aposentos o cámaras, parte del edificio del templo (1 Rey. 6: 5), evidentemente
habían sido asignados a sacerdotes o profetas de importancia. Uno es llamado
"aposento de los hijos de Hanán" . La frase "varón de Dios" implica que el tal
era profeta (1 Sam. 2: 27; 1 Rey. 13: 1; 20: 28; 2 Rey. 4: 7, 9).
Los
príncipes.
Sin duda algunos dignatarios oficiales que no eran
sacerdotes, pero que residían en los recintos del templo (cap. 36: 10).
Maasías.
Probablemente el padre de Sofonías, "segundo sacerdote"
(cap. 21: 1; 29: 25; 52: 24).
6. No
beberemos vino.
Los recabitas eran nazareos de por vida (ver com. Núm.
6: 2-5). Vivían apartados, lejos de las ciudades, y se abstenían de adquirir
propiedades.
11. Cuando Nabucodonosor.
Los recabitas, como si estuvieran pidiendo disculpas, explicaron que se
habían visto obligados a refugiarse por un tiempo en la ciudad de Jerusalén con
otros habitantes de la campiña de Judá, por causa de la invasión babilónico
(Jer. 4: 6; 8: 14; cf. 2 Rey. 24: 1-2).
13. Jehová de los ejércitos.
Ver com. cap. 7: 3.
¿No aprenderéis?
En agudo contraste con los recabitas, quienes
habían persistido lealmente durante siglos en obedecer el precepto de Jonadab su
padre, "los varones de Judá" y "los moradores de Jerusalén" , a pesar de que
pretendían ser hijos de Dios, se negaban persistentemente a hacer caso al
consejo divino (ver com. cap. 7: 13).
15. Desde temprano.
Ver com. cap. 7: 13.
17. Les hablé.
Muchos de los
maestros y profetas de Dios (Prov. 1: 24; Isa. 65: 12; 66: 4; Jer. 7: 13; 25:
4-7; etc.) afirmen repetidas veces que esta queja del Señor es plenamente
justificada.
18. Por cuanto obedecisteis.
Dios aprueba aquí, específicamente, la constancia y la fidelidad que
demostraban los recabitas al ceñirse a una prescripción humana.
19. No faltará. . . varón.
Por
supuesto, tales promesas dependían de la continua fidelidad de los descendientes
(ver com. 1 Rey. 2: 4). La lealtad de los hijos de Recab a la vida de austeridad
que les había ordenado su antepasado era un severo reproche para el pueblo
apóstata y libertino de Judá.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE
WHITE T4
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