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CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 37

 


CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 37

1. El rey Sedequías.

Los cap. 37-44 narran la última parte de la vida de Jeremías, comenzando con la ascensión al trono del último rey de Judá (2 Rey. 24: 17-18).

Conías.

ver com. cap. 22: 24.

Constituyó por rey.

Sedequías fue un rey títere de los babilonios, aunque era el heredero legítimo al trono. Posiblemente fue obligado a jurar lealtad a Nabucodonosor, pero al cabo de pocos años violó ese juramento e hizo alianza con varias naciones vecinas contra Babilonia. Esta conducta de Sedequías y de sus consejeros provocó la tragedia del año 586 a. C.

2. No obedeció él ni sus siervos.

Una atenta consideración a la última parte del reinado de Sedequías muestra que esta frase resume bien el carácter del gobierno de este rey.

Parece que Sedequías personalmente aceptaba a Jeremías como verdadero profeta. Aunque no se lo dice explícitamente, el contexto implica que Jeremías respondió al pedido del rey para que rogara por él (vers. 3). Según se deduce del relato (vers. 5), poco después de este pedido el ejército egipcio se retiró de Jerusalén. Más tarde Sedequías se entrevistó secretamente con el profeta. Entonces parece que manifestó por lo menos un temor secreto si no una profunda convicción, de que Jeremías fuera un mensajero inspirado por Dios.

Si estas observaciones resultan válidas, da la impresión de que las decisiones de Sedequías reflejan más vacilación que duda o incredulidad. La prontitud con que Sedequías cumplió con el pedido de los príncipes de echar a Jeremías en la cisterna de Malquías (cap. 38: 4-6), para después sacarlo de allí por petición de uno de los eunucos del rey (vers. 7-13), sugiere que si Sedequías hubiera tenido valor para seguir sus convicciones, la suerte de Jerusalén podría haber sido muy diferente.

3. Sofonías.

Jucal y Sofonías pertenecían al partido que se oponía a Babilonia, y por lo tanto no simpatizaban con el profeta (cap. 21: 1-2; 29: 25; 38: 1-6).

Jehová nuestro Dios.

Estas palabras podrían indicar que no sólo estaban cumpliendo con el mandato del rey, sino que esperaban ganarse el favor de Jeremías manifestando un celo religioso por el Señor (cf. cap. 21: 1-2).

4. No lo habían puesto en la cárcel.

Jeremías no fue encarcelado sino hasta el último sitio de Jerusalén, durante el 10.º año de Sedequías (ver com. cap. 32: 1-2), aunque el sitio había comenzado en el 9.º año de este rey (cap. 39: l).

5. Cuando el ejército de Faraón.

Este incidente sin duda se produjo por el acuerdo que hubo entre Hofra (llamado Apries por los griegos) y Sedequías para hacer frente a Nabucodonosor (ver com. Eze. 17: 15). Los ejércitos egipcios casi siempre estaban bien equipados con carros y caballos (Eze. 17: 15; cf. Isa. 31: 1), y eran capaces de llevar a cabo operaciones de asedio (Eze. 17: 17).

7. Se volvió a su tierra.

Cuando Sedequías pidió ayuda a los egipcios, rompió su "pacto" con los caldeos (Eze. 17: 17-18). El acercamiento de los egipcios resultó como el de Tirhaca (Taharka, ver t. II, p. 79) durante la invasión asiria (2 Rey. 19: 9; Isa. 37: 9), en una breve suspensión de las hostilidades en torno a Jerusalén.

8. Volverán los caldeos.

Después de que Nabucodonosor hubo rechazado el ataque de Apries, (Hofra), reanudó su acometida contra Jerusalén, la tomó y la destruyó por completo (2 Rey. 25: 1-10; 2 Crón. 36: 17- 19).

9. No os engañéis.

Vanas eran las esperanzas del rey de Judá y de sus consejeros de que Egipto pudiera salvarlos de manos de los babilonios.

10. Quedasen de ellos solamente hombres heridos.

Una advertencia en cuanto a la segura destrucción de Jerusalén. En vista de la inminente destrucción del templo, algunos varones piadosos de Jerusalén decidieron colocar el arca sagrada fuera del alcance de las implacables manos de los ejércitos invasores (ver com. cap. 27: 19). Esta tregua durante el último asedio, cuando los babilonios transitoriamente levantaron el sitio para hacer frente a la amenaza del ejército que avanzaba desde Egipto (ver com. cap. 32: 2), proporcionó a esos fieles la oportunidad que necesitaban para ocultar el arca. En secreto, y con llanto y tristeza, llevaron el arca a un seguro escondite en una cueva. Esa arca sagrada está todavía escondida. No ha sido tocada desde que fue puesta en recaudo" (PR 334). Dentro del arca estaban las tablas de piedra sobre las cuales Dios escribió los Diez Mandamientos con su propio dedo (Deut. 10: 1-5). Ver EGW, Material Suplementario, com. Exo. 31: 18.

11. Se retiró.

Este retiro fue apenas momentáneo (cap. 39: 1).

12. Salía Jeremías.

Jeremías consideró que su obra había concluido, tras largos años de fiel ministerio. Ahora deseaba retirarse a su aldea natal, a Anatot (ver PR 334).

Para apartarse de en medio del pueblo.

El texto hebreo es oscuro; literalmente dice: 517 "para dividir [distribuir] allí en medio del pueblo". La LXX traduce: "Para comprar allí en medio del pueblo" . Jeremías parece que tenía propiedades en "tierra de Benjamín" (cap. 32: 6-12), y su viaje sin duda estaba relacionado con esas propiedades.

13. Puerta de Benjamín.

Esta puerta generalmente se identifica con la "puerta de las Ovejas", en el ángulo noreste de Jerusalén.

Irías.

Quizá hermano de Jucal (vers. 3).

Tú te pasas.

Evidentemente, la acusación de Irías -que Jeremías era culpable de traición- se basaba en la suposición de que el profeta intentaba irse al campamento babilonio para unirse con el enemigo.

15. Los príncipes se airaron.

El levantamiento del asedio de Jerusalén por parte de los caldeos por la llegada de los egipcios (ver com. vers. 5), sin duda robusteció e hizo más agresivo al partido antibabilónico.

16. Las bóvedas.

Estas bóvedas servían para encarcelar a prisioneros. El ruego que más adelante hizo Jeremías de que no lo encerraran en esa celda indica que pasó allí un tiempo muy difícil (vers. 20; cap. 38: 26).

Por muchos días.

El profeta debe haber permanecido en esa cárcel durante varias semanas. Su encarcelamiento duró aproximadamente un año.

17. Sedequías envió.

El rey no aprobaba el duro trato que se le estaba dando al profeta, pero parecía tener miedo de sus consejeros; sin embargo, el pusilánime Sedequías mandó llamar a Jeremías "secretamente", - esperando aún que por medio del profeta pudiera recibir alguna "palabra de Jehová" que lo favoreciera.

Serás entregado.

Con valor, y sin ceder a la tentación de modificar su mensaje para librarse de mayores persecuciones de sus enemigos, el anciano profeta repite con dureza su predicción anterior: Sedequías será llevado cautivo por los babilonios (cap. 32: 1-5).

19. ¿Dónde están vuestros profetas?

Esos impostores habían engañado terriblemente al rey. Jerusalén fue sitiada, y no librada como ellos lo predecían (cap. 28: 1-4). El retiro momentáneo de los caldeos que pareció justificar sus esperanzas, no sirvió más que para destacar el engaño de esos impostores.

20. Para que no muera allí.

Ver com. vers. 16.

21. En el patio.

El traslado se hizo por pedido expreso de Jeremías (vers. 20). Excepto en la ocasión mencionada en el cap. 38: 6, el profeta permaneció "en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá" (cap. 32: 2; 33: 1), cárcel que estaba al aire libre y con luz. Allí estuvo hasta que la ciudad fue tomada por los babilonios.

Una torta de pan.

Es decir, "un pan". El mandato del rey indica que Jerusalén ya estaba sitiada, por lo que había poco alimento.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4

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