1. En la tierra de Egipto.
Es probable que este
mensaje de Dios llegara algunos años después de los sucesos que se relatan en el
cap. 43 (ver com. cap. 44: 15). Sin duda los emigrantes de Judea se habían
establecido en las tres ciudades que se mencionan.
Migdol.
Se
cree que corresponde con Tell el-Heir , lugar- situado a unos 10 km. al sur de
Pelusio.
Tafnes. . . Menfis.
Ver com. cap. 2: 16.
Patros.
No era una ciudad, sino una región. Era el nombre
general que se aplicaba al Alto Egipto, o sea a la parte sur del país (ver. t.
III, p. 83).
2. Habéis visto todo el mal.
Dios comienza con un llamado relacionado con la experiencia personal. En
esta manera esperaba convencer a los judíos de que sus dificultades y angustias
habían sido causadas por su apostasía y su abandono del culto verdadero (vers.
3).
4. Desde temprano.
Ver com.
cap. 7: 13.
5. Su oído.
C.f. Isa.
55: 3; Jer. 7: 24; 25: 4.
8. Ofreciendo
incienso.
Estas palabras insinúan que, además de persistir con las
conocidas prácticas idolátricas de su propio país, participaban también del
culto egipcio. Por el peligro de esa relación idolátrica con Egipto, Jeremías se
había opuesto a todo plan de alianza con ese país.
9. Las maldades de sus mujeres.
La historia del pueblo de
Dios muestra claramente que esas princesas reales contribuyeron mucho a la
apostasía. Salomón introdujo la idolatría en buena medida por la influencia de
sus esposas paganas (1 Rey. 11: 4-8). La reina madre de Asa ejerció esa misma
influencia 533 impía (1 Rey. 15: 9-13), y también la reina madre de Ocozías (2
Crón. 22: 1-4). Muchas mujeres de la casa real eran extranjeras de nacimiento y
por eso se convirtieron en las principales promotores del culto idolátrico
extranjero. Las esposas de los nobles y de otros ciudadanos siguieron su inicuo
ejemplo.
10. Delante de vuestros padres.
Cf. Rom. 9: 4-5.
11. Yo vuelvo mi
rostro.
Ver com. Eze. 6: 2.
12. Volvieron sus rostros.
Nótese el empleo de esta
expresión. Dios había vuelto su rostro contra su pueblo (vers. 11), porque éste
había vuelto su rostro para oponerse al consejo divino.
14. A la cual suspiran ellos.
Una indicación de que los
exiliados todavía se aferraban a la esperanza de volver a su patria. En el vers.
28 se repite con más detalles la segura promesa de que habría algunos que
escaparían.
15. Los que sabían.
Sin
duda los esposos habían consentido, tarde o temprano, en las prácticas de
idolatría de sus mujeres (ver com. vers. 19).
17. La reina del cielo.
Nombre con el cual generalmente se
identifica a Ishtar, diosa de los asirios y los babilonios. Las ceremonias
inmorales relacionadas con este culto despertaron la indignación de Jeremías,
especialmente porque parece haber sido una parte importante de la idolatría que
entonces se practicaba. Ishtar era la diosa madre, y equivalía a la diosa que
los hebreos denominaban Astoret, y los cananeos, Astarté, cuyas estatuillas se
encuentran en Palestina (ver t. 11, PP. 41, 318-3 1 g). Esta diosa de la
fertilidad, de la maternidad, del amor sexual y de la guerra, era adorada con
ritos sumamente inmorales y degradantes. En esencia era la misma diosa que se
adoraba con muchos nombres y en muchas formas, tales como la tierra-madre, la
virgen-madre. Se identifica por lo general con Atargatis, la "gran madre" del
Asia Menor, Artemisa (Diana) de Efeso, Venus, y otras. En varios de los nombres
de la diosa madre-virgen figuraban elementos que significan "señora" o "dueña"
tales como Nana, Innini, lrnini, Beltis. Algunos de los nombres que se le daban
eran Belti, "mi dama" (equivalente exacto del término italiano madonna ),
Belit-ni, "nuestra señora", y "reina del cielo', nombre que se le daba a Ishtar
cuando se la adoraba sobre los tejados de las casas como estrella matutina o
vespertina, con una ofrenda de tortas, vino e incienso. Se conocía a Ishtar
también como la madre misericordiosa que intercedía con los dioses en favor de
los adoradores de ella. Algunos de esos nombres y atributos se aplican hoy a la
Virgen María. Se cree que muchos de los cultos locales a la Virgen que subsisten
en el antiguo mundo son la supervivencia moderna del culto de alguno de los
diversos aspectos de la antigua diosa madre.
Judá. . . Jerusalén.
Mucho antes del cautiverio el pueblo se había entregado a la idolatría.
Reformas como las de Ezequías y de Josías no habían sido permanentes.
19. Tortas.
Ver com. cap. 7: 18.
Sin consentimiento de nuestros maridos.
Resentidas por las
palabras condenatorias de Jeremías, las mujeres reaccionaron rápidamente en
defensa propia afirmando que sus maridos habían sancionado su proceder.
22. Sin morador.
No debería
considerarse que la desolación sería absoluta y total. Aquí se presenta apenas
un cuadro patético de la tremenda desolación de Judá (ver com. cap. 4: 25).
23. Por tanto, ha venido.
El
profeta desecha decididamente la defensa de los apóstatas. Les muestra que su
aparente y cacareada prosperidad terminó en tragedia, y su tierra se tornó " "en
asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy"
" (vers. 22).
25. Cumpliremos efectivamente
nuestros votos.
Jeremías les asegura irónicamente que sus votos de
contumaz desobediencia a la voluntad de Dios serán anulados por la decisión
divina de que experimentarán angustia y muerte en Egipto (vers. 13).
26. Mi grande nombre.
Es decir,
Yahweh el Señor(Gén. 22: 16; Exo. 3: 15; ver com. Jer. 7: 3). El nombre de Dios
no sería "invocado más" por los apóstatas "en toda la tierra de Egipto", porque
ellos le habían saltado el respeto y lo habían profanado, y porque serían
"consumidos" del todo (Jer. 44: 27).
30. Faraón Hofra.
Faraón egipcio conocido por los griegos
como Apries, quien reinó unos 20 años (589-570 a. C.). Por causa de una revuelta
de su ejército tuvo que ceder el trono a Ahmose, comandante del ejército, mejor
conocido como Amosis, su nombre griego (ver t. 11, p. 93). Según una tradición,
Jeremías murió apedreado a manos de los judíos en Egipto, porque condenó la
conducta 534 de ellos; pero otras tradiciones afirman que el profeta fue llevado
a Babilonia o a Judá por Nabucodonosor cuando invadió Egipto, en donde murió de
muerte natural.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
Hay demasiadas advertencias en este capitulo, y el pueblo siguio terco.
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